Según las últimas noticias, el ataque palestino a Israel ha sido parte de una operación militar llevada cabo por Hamas para liberar a un número indeterminado de palestinos que Israel mantenía encarcelados en la prisión de Shikma (Ashkelon), localizada a escasos kilómetros de la franja de Gaza.
No se sabe la cifra exacta de palestinos que había en este penal -se calcula que se acercan a los 5.000- ni cuantos ha muerto víctimas de torturas. Sí se conoce que en estas instalaciones Israel tiene encarcelados a más de 170 menores de edad palestinos (según datos de la Prisonners Support and Human Rights Association). Fuentes palestinas denuncian que estos niños son metódicamente aislados para ser violados y torturados por criminales comunes israelíes. Según estas mismas fuentes, los menores palestinos son golpeados, escaldados con agua hirviendo y cortados con cuchillos. Encarcelar y torturar a menores de edad es una táctica inhumana terminantemente prohibida en el Tratamiento de Prisioneros de Naciones Unidas. Sin embargo la ONU mira para otro lado cada vez que le denuncian estos crímenes y permite a Israel continuar transgrediendo impunemente las leyes internacionales. Organismos de derechos humanos denuncian igualmente que, tal y como hacía la Gestapo cuando irrumpía en hogares judíos, los soldados israelíes irrumpen brutalmente en los domicilios palestinos a altas horas de la madrugada, arrestan a menores y destrozan sistemáticamente todo el mobiliario.
Israel no permite a los familiares de los menores visitarlos e incluso niegan a los detenidos el derecho a ser asistidos por un abogado. La tortura del «shabeh» se practica sistemáticamente con los presos palestinos, que son atados en posiciones dolorosas en sillas y colgados del techo hasta que los miembros se les quiebren. Es un método de interrogatorio que se viene practicando en USA desde el funcionamiento del siniestro campo de concentración de Guantánamo.
El ataque a Israel por parte de Hamas es una noticia estremecedora, es cierto. La muerte de civiles es de lamentar, bajo cualquier circunstancia y en cualquier contexto, sea cual sea la nacionalidad de las víctimas, su religión o su raza. Pero no podemos engañarnos: el estado de Israel, con su ilegítima ocupación de territorio palestino, sus bombardeos sistemáticos sobre zonas civiles, sus asesinatos “selectivos”, su sanguinaria represión y su lento genocidio, hacía mucho tiempo que se estaba buscando un desagravio como éste.
Ahora que existen más de medio millar de rehenes israelíes –supuestamente repartidos por toda la franja de Gaza-, el Estado de Israel tendrá que evitar sus bombardeos sobre territorio palestino, ya que las víctimas pueden ser sus propios ciudadanos. La estrategia de utilizar rehenes como escudos humanos es inhumana y es también una táctica prohibida en todas las guerras. Pero es la única forma de que Palestina dispone para evitar los criminales bombardeos israelíes.
Si Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, fuera mínimamente inteligente, daría marcha atrás a su política de exterminio del pueblo palestino, devolvería los territorios ocupados e indemnizaría a una nación a la que lleva más de medio siglo extorsionando. Sus cómplices internacionales en este lento genocidio, especialmente EE.UU. y el Reino Unido, también deberían tomar nota y hacer otro tanto.
Fuentes: Adamir (Asociación de Apoyo a los Presos Palestinos), Prisoners Support and Human Rights Association.
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