Alentado por una ideología etnonacionalista expansionista, colonialista, mesiánica y teocrática, el régimen sionista de Benjamin Netanyahu y su partido Likud llevan a cabo un genocidio de manual en Gaza con la complicidad y el apoyo militar in situ de la administración Biden y el Occidente colectivo.
Un mes después del lanzamiento de la Operación Inundación de Al Aqsa por grupos de la resistencia palestina contra el ejército de ocupación israelí, los incesantes ataques de retaliación, punitivos e indiscriminados contra la población civil y la infraestructura edilicia −incluidos hospitales, mezquitas, escuelas, campos de refugiados, sedes de agencias de noticias y ambulancias−, cuyo saldo asciende ya a 11 mil personas muertas (de ellas 4 mil 500 niños y 40 periodistas), no hay explicación ética ni política a esa práctica de castigo colectivo y exterminio que constituyen crímenes de guerra y de lesa humanidad según el derecho internacional.
Para el filósofo italiano Franco “Bifo” Berardi, la única explicación al comportamiento del régimen de Netanyahu es la sicopatía, es decir, “el sufrimiento síquico, el deseo de sangre, el horror, la muerte”, que deviene de la “humillación sufrida” por el pueblo judío europeo a manos de la Alemania nazi, y que “requirió una compensación síquica” que es “la persecución y el exterminio del pueblo palestino”, que no tuvo nada que ver con el Holocausto.
Cabe recordar algunos datos que se remontan al origen del Estado de Israel hace 75 años. El 4 de diciembre de 1948, pocos meses después de que Israel declarara su independencia, The New York Times publicó una carta en la que Albert Einstein, junto con otras celebridades judías, incluida Hannah Arendt, al protestar por la visita a Estados Unidos de Menahem Begin, joven líder del recién fundado partido ultranacionalista Herut (Libertad, precursor del partido Likud conforme a la ideología de Vladimir Jabotinsky), aseveraron que esa agrupación tenía un “enorme parecido en cuanto a su organización, métodos, filosofía política y planteamientos sociales, a los partidos nazi y fascista”. Denunciaron, también, que Herut había sido formado por miembros y partidarios del grupo paramilitar Irgun Zyai Leumi, banda terrorista de extrema derecha, chovinista, famosa por sus numerosas masacres contra las comunidades árabes en Palestina que condujeron a la Nakba, la limpieza étnica catastrófica del pueblo palestino desde su patria histórica en 1947-1948.
Einstein, Arendt y los intelectuales judíos pusieron como ejemplo el ataque de bandas terroristas israelíes al poblado árabe Deir Yassin −reseñada incluso por The New York Times el 9 de abril de 1948−, que no constituía ningún objetivo militar y que dejó un saldo de 240 hombres, mujeres y niños muertos, donde mantuvieron a algunos con vida para exhibirlos como prisioneros en las calles de Jerusalén. También denunciaron que el Partido de la Libertad de Begin predicaba entonces entre la comunidad judía una mezcla de “ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial” y, como otros partidos totalitarios, colaboró para romper huelgas y destruir sindicatos libres, impulsando en su congreso el “modelo fascista italiano” de las uniones corporativas. Y consignaron que antes de la constitución del Estado de Israel, el Irgún y la banda Stern implantaron “el reino del terror entre la comunidad judía de Palestina”, con “métodos propios de los gángster: palizas, ventanas rotas y robos generalizados”, concluyendo que a partir de su expediente histórico en Palestina, Begin y su agrupación Herut tenían “el sello inconfundible de un partido fascista para el cual el terrorismo (contra judíos, árabes y británicos por igual) y la mentira, son el método”.
La política de “limpieza” étnica de Netanyahu y el Likud (“limpio de judíos” [judenrein] decían los nazis) está inscrita en el acta de nacimiento del Estado de Israel. Según Noam Chomsky, la doctrina militar de atacar civiles indefensos figura en una frase del Diario de la Guerra de Independencia de David Ben Gurión (fundador del Estado israelí), del 1º de enero de 1948: “No hay duda de si una reacción es necesaria o no. La cuestión es sólo el momento y el lugar. Volar una casa no es suficiente. Lo que se necesita son reacciones crueles y enérgicas. Necesitamos precisión en tiempo, lugar y víctimas. Si conocemos a la familia (debemos) golpear sin piedad, mujeres y niños incluidos. De lo contrario, la reacción es ineficaz. En el lugar de la acción no es necesario distinguir entre culpables e inocentes”.
A su vez, en otra carta a Eric Gutkind (1/1/1954), reivindicándose como parte del pueblo judío, Einstein expresó que “la religión judía no adulterada es, como las demás religiones, una encarnación de la superstición primitiva”, y que para él no tenía “ningún tipo de dignidad distinta de la de otros pueblos (…), de hecho, no es mejor que otros grupos humanos, aunque esté protegido de los peores excesos gracias a una falta de poder. Por lo demás, no hay nada que me haga deducir que son los elegidos”. (En sentido inverso, es capaz de los peores excesos gracias a su formidable poder).
Mientras instrumentalizan y hacen un uso demagógico del antisemitismo para despreciar o estigmatizar el antisionismo (de vivir hoy Einstein seguramente sería tildado de antisemita o como un “judío que se odia a sí mismo”), los líderes del Likud hablan abiertamente de genocidio y asesinato, mientras promueven a Israel como un ícono de la civilización, la democracia y los derechos humanos.
Como dice Berardi, “el grupo de mafiosos corruptos” que gobierna en Tel Aviv ha perdido la cabeza y buena parte de la sociedad israelí vive una crisis sicótica con un poder de contagio muy grande. A tal punto ha crecido la matanza, que hasta el presidente francés Emmanuel Macron declaró a la BBC que, “de facto, hoy los civiles (en Gaza) son bombardeados. Bombardean y matan a bebés, mujeres y ancianos. No hay razón ni legitimidad para ello. Así que instamos a Israel a que se detenga” (ergo, se lavó las manos o como dijo Nassim Taleb, “las ratas abandonan el barco”).
El genocidio no debe ser normalizado. Se debe frenar, sí, el actual tsunami de odio. La esperanza se mantiene viva porque el pueblo palestino todavía resiste, pero necesita más solidaridad mundial. Es la única manera para que el fantasma de Herut deje de obsesionar a los palestinos, y para que las filosofías nazi y fascista sean derrotadas para siempre.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/noticia/2023/11/13/opinion/se-debe-frenar-la-barbarie-sionista-3927