Las primeras imágenes publicadas en las redes sociales del líder de Hamás Yahya Sinwar yaciendo muerto dentro de lo que parece ser una casa parcialmente demolida en Gaza pueden no haber sido lo que los líderes israelíes querían que el mundo viera.
Se ha sugerido que los soldados que encontraron el cadáver y sospecharon que era de Sinwar se apresuraron a fotografiarlo y enviaron las imágenes a algunos conocidos que, a su vez, las publicaron para que el mundo las viera.
Sus superiores tenían en mente una versión diferente de cómo murió Sinwar.
Habrían preferido dibujar a un dirigente de Hamás escondido en un túnel utilizando a rehenes israelíes como escudos humanos. La verdad es que el máximo dirigente de Hamás perdió la vida luchando contra sus enemigos.
Y no solo eso.
Las imágenes muestran una herida de bala en la cabeza. No intentaba escapar, como el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, habría querido hacer creer al mundo, sino que murió en un enfrentamiento con los soldados israelíes, cara a cara.
Desde la perspectiva palestina, esta forma de morir se considera la más noble y la más honorable de las muertes.
Líder indiscutible
Yahya Sinwar, o Abu Ibrahim, como se le conoce en los círculos de Hamás, nació en el campo de refugiados de Jan Yunis, en la Franja de Gaza, en octubre de 1962, en el seno de una familia de refugiados procedentes de la ciudad palestina de Majdal. En 1948, bandas sionistas ocuparon el pueblo durante la Nakba palestina (la creación del Estado de Israel) y lo rebautizaron Ashkelon.
Al igual que muchos miles de residentes de zonas situadas al norte de Gaza, que de la noche a la mañana se convirtió en el «Estado de Israel», la familia de Sinwar huyó hacia el sur en busca de lo que en aquel momento pensaban que iba a ser un refugio temporal.
Todos aquellos refugiados estaban convencidos de que en pocos días estarían de vuelta en casa en cuanto las tropas de los países árabes vecinos consiguieran, como habían prometido, acudir en su ayuda, asegurando sus ciudades y pueblos y disuadiendo a las bandas judías que perpetraban masacres para expulsar a la población palestina. Pero no fue así.
Sinwar fue a la escuela en Gaza y estudió Literatura Árabe en la Universidad Islámica. Fue un estudiante activo en el instituto y en la universidad, donde se afilió a la sección palestina de los Hermanos Musulmanes. Fue detenido por primera vez por los israelíes a la edad de 20 años en 1982 durante 10 meses y una vez más en 1985 durante ocho meses.
Cuando se creó Hamas en 1987, Sinwar se convirtió en uno de sus operativos destacados y recibió el encargo del fundador de Hamás, el jeque Ahmad Yasin, de crear un aparato de seguridad conocido como Majd. Uno de sus objetivos era detectar, perseguir y castigar a los colaboradores que informaban a las fuerzas de ocupación israelíes sobre activistas palestinos dentro de la franja.
No tardó en ser detenido en 1988 y condenado a cuatro cadenas perpetuas por secuestrar y matar a dos soldados israelíes y por asesinar a cuatro palestinos sospechosos de colaborar con Israel.
Estuvo detenido en Israel durante 23 años, durante los cuales aprendió hebreo y tradujo o escribió varios libros. También desempeñó un papel destacado en la gestión de los asuntos de los detenidos de Hamás y en la coordinación de las relaciones y la resolución de disputas con detenidos de otras facciones.
En 2011 fue uno de los más de mil detenidos palestinos liberados a cambio de un soldado israelí llamado Gilad Shalit. Tras su liberación, Sinwar ocupó altos cargos dentro del movimiento.
Apenas un año después de su excarcelación, fue elegido en 2012 miembro del buró político de Hamás y desempeñó un papel destacado en la administración del ala militar del movimiento, las Brigadas Izziddin Al-Qassam.
Sinwar adquirió mayor relevancia en 2021, cuando fue elegido jefe de la organización local de Hamás en Gaza. Fue el año en que las tensiones en Jerusalén por los repetidos intentos de los colonos judíos de irrumpir en la mezquita de Al Aqsa y las restricciones impuestas por Israel a los fieles palestinos, desencadenaron otra guerra en Gaza que duró once días.
Fue el cuarto gran ataque israelí contra Gaza en 14 años. Hubo mucha devastación y cientos de víctimas. Sin embargo, la guerra consolidó a Sinwar como líder indiscutible del enclave.
Según un reciente informe del New York Times, que cita documentos de Hamás que los israelíes supuestamente encontraron en un ordenador portátil en Gaza, Sinwar y un círculo muy estrecho de algunos de sus camaradas empezaron a preparar una gran ofensiva contra Israel ya en 2021.
Tras el asesinato por Israel de Ismail Haniyeh en Teherán el 31 de julio de 2024, después de largas deliberaciones y muchas especulaciones, el Consejo de la Shura de Hamás nombró a Sinwar sucesor de Haniyeh como nuevo líder político del movimiento el 5 de agosto.
Esto sorprendió a muchos observadores.
Un movimiento resiliente
Según las convenciones, un cargo así lo ocuparía normalmente una figura de Hamás en la diáspora, debido a las tareas políticas y diplomáticas que conlleva el cargo y que requieren libertad de movimientos.
Muchos pensaban que Jaled Meshaal era el candidato más probable. Sin embargo, Meshaal se negó a aceptar el nombramiento e insistió en que Gaza, que había estado resistiendo la agresión israelí, debía ser la única con derecho a dirigir el movimiento durante este periodo crítico de su historia.
Aunque el asesinato de Sinwar representa otro duro golpe para Hamás, es muy poco probable que afecte a su estrategia a largo plazo.
Israel ya ha conseguido muchas veces decapitar casi al movimiento. Sin embargo, no ha conseguido debilitar su determinación, ni mucho menos aplastarlo.
La lista de altos dirigentes eliminados desde la aparición de Hamás en la escena palestina a finales de la década de 1980 es bastante larga. Incluye al fundador del movimiento, el jeque Yasin, el 21 de marzo de 2004, y a su sucesor, Abd al-Aziz al-Rantisi, el 17 de abril de 2004.
Ahmed al-Yabari, el líder del ala militar de Hamás, las Brigadas Izziddin Al-Qassam, fue asesinado el 14 de noviembre de 2012. Más recientemente, los israelíes asesinaron al líder adjunto de Hamás, Salih al-Aruri, el 2 de enero de 2024, y al líder político del movimiento, Ismail Haniyeh, el 31 de julio.
La resistencia del movimiento se debe a dos factores. En primer lugar, Hamás defiende una idea, y la idea es que los palestinos tuvieron una vez una patria que les fue arrebatada para dar paso a la creación de una patria judía considerada hace un siglo la solución perfecta al problema judío de Europa.
Los palestinos llevan más de tres cuartos de siglo luchando por volver a casa.
La aparición de Hamás no fue solo consecuencia de la intifada (levantamiento) palestina que estalló un día antes del nacimiento del movimiento, sino también de la decisión de los dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), bajo el mando de Yaser Arafat, de renunciar a la resistencia en favor de un acuerdo de paz con Israel. Esto ha demostrado ser un fracaso absoluto, prácticamente una capitulación.
Con el paso del tiempo Hamás fue reivindicada y la OLP perdió su condición de representante de la causa en la mente de la mayoría de los palestinos. Los Acuerdos de Oslo entre la OLP e Israel no hicieron sino convertir a la primera en una agencia de colaboración en materia de seguridad al servicio del segundo.
Desde 1993 los palestinos han visto cómo los israelíes confiscaban más tierras, demolían más casas y mataban, mutilaban o detenían a más hijos e hijas.
El prometido Estado palestino nunca vio la luz y la solución de los dos Estados se convirtió en un espejismo, ya que los asentamientos judíos se han apoderado de gran parte de los territorios palestinos de Cisjordania y Jerusalén Este.
El segundo factor es que Hamás es un movimiento institucional con una dirección elegida. No tiene un culto a la personalidad, y los líderes que fallecen son sustituidos inmediatamente y sin problemas.
Queda por ver quién puede suceder a Sinwar. Quizá esta vez sea más probable que sea alguien de la diáspora.
Y es posible que el movimiento decida vivir de momento con un líder adjunto hasta que se celebren las elecciones. Sin embargo, es poco probable que se puedan celebrar hasta que termine la guerra, y eso es algo difícil de predecir cuando las llamas del conflicto parecen extenderse más allá de Palestina para envolver a toda la región.
Sin final a la vista
Por último, a pesar de las pérdidas, el martirio siempre ha sido una poderosa herramienta de reclutamiento. En la cultura palestina -como en la islámica- el martirio no es una pérdida, sino una ganancia.
Sinwar, como todos sus predecesores asesinados por Israel, será celebrado por mucha gente como un gran mártir que pereció luchando contra los invasores.
Como era de esperar, se especula sobre si el asesinato de Sinwar allanará el camino para poner fin pronto a la guerra.
La guerra puede terminar si Israel acepta los términos de un alto el fuego ya aceptado por Hamás y propuesto originalmente por el presidente estadounidense Biden.
Sin embargo, si Netanyahu sigue insistiendo en destruir a Hamás y liberar a los rehenes sin ofrecer nada a cambio, es muy poco probable que veamos pronto el fin de los combates.
Por supuesto, existe el riesgo de que la retirada de Sinwar de la escena envalentone aún más a Netanyahu, especialmente en el contexto de las próximas elecciones estadounidenses, que está esperando con impaciencia.
Es probable que la guerra se haga más amplia e intensa si Irán recibe un golpe en venganza por su última embestida. Todo depende de lo que Israel pueda atacar dentro de Irán.
En cuanto al conflicto, aunque esta guerra llegue a su fin, es muy poco probable que la región permanezca tranquila mientras se nieguen a los palestinos sus derechos básicos y mientras continúe la ocupación israelí.
Azzam Tamimi es un académico y activista político palestino-británico. Actualmente preside el canal de televisión Alhiwar y es su redactor jefe.
Texto original: Middle East Eye, traducido del inglés por Sinfo Fernández.