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Asesinaron a 33 miembros de su familia durante los bombardeos en Gaza

Ayman Abusharekh desde Montevideo: «Nunca nos vamos a ir de Palestina»

Fuentes: Rebelión

Este es Fahmi, el desconcierto de su rostro lo dice todo. Acaba de regresar de un paseo matutino y encontró la casa donde estaba refugiándose con su familia en ruinas, demolida hasta los cimientos por cuatro de los misiles “quirúrgicos” que azotan la ciudad. Su esposa, sus hijos e hijas, y sus nietos están bajo los escombros.

Es el 11 de diciembre del 2023, Fahmi tiene 70 años, y es uno de los cientos de miles de palestinos que viven una migración forzada por los incesantes bombardeos del Estado de ocupación sionista. 28 días más tarde, Fahmi sería asesinado en otro bombardeo en Deir al-Balah. Otro mártir del pueblo palestino.

El video nos lo muestra por primera vez su hijo Ayman Abusharekh, quien se nacionalizó argentino y vive entre las dos orillas del Río de la Plata hace siete años. La fortaleza de su postura, la determinación para narrar los hechos, se mezclan con el dolor, la incomprensión y la tristeza de su mirada. Estamos sentados en un banco de la Plaza Independencia, a los pies de la estatua de otro guerrero, José Gervasio Artigas; y frente a la Torre Ejecutiva, sede del gobierno de Luis Lacalle Pou, que ha tenido una postura cuanto menos tibia frente al genocidio en curso.

A nuestro alrededor los niños corren de un lado al otro, disfrutando de otro día de verano. La ciudad se mece en el vaivén de otro día de oficina. Tanta cotidianidad contrasta con el martirio, el genocidio, que brota de los labios de Ayman.

Un genocidio en curso

“Perdí 33 de mis familiares, incluidos mi mamá, mi papá, dos hermanas, tres hermanos y el resto, sobrinos, tía, cuñadas, cuñados, la familia de los cuñados”, nos dice Ayman que empieza su relato de manera atropellada. Hace más de un año de esta tragedia, y por primera vez está listo para contar su historia, la de su familia, y la de su pueblo. “Fue mucho dolor, mucho dolor la verdad. La primera vez fue el 11 de diciembre. La casa de mi hermana fue bombardeada y en ese bombardeo perdí a mi mamá, a un hermano y dos hermanas. Una de ellas perdió dos hijos y la otra un esposo, todos en la misma casa”.

Hogar de la familia de Ayman A.

La familia estaba refugiándose allí desde hacía un tiempo, luego de tener que desplazarse dos veces de manera forzada de sus viviendas. Ese día sobrevivieron su papá, uno de sus hermanos y tres sobrinos.

“El ejército israelí bombardeó la casa con 3 mil toneladas (de explosivos, ndr)… 3 mil, imagínate. Fueron lanzadas desde un F16 o F35, no sé cuál era el avión, pero eso es lo que pasó. Dejaron una casa de dos pisos al piso, al piso”.

Ese día, alrededor de las 11:30, mientras preparaban la comida, su padre salió a rezar y a caminar. Volvió 40 minutos después. “Él quería solo entrar por la puerta para estar con su familia y encontró que no había más familia (…). Mi abuela -que no fue víctima del bombardeo-, falleció dos o tres días después”.

Ayman relata que su familia vivía en Jan Yunis, al sur de la Franja de Gaza, pero a mediados de noviembre de 2023 se trasladaron a Deir al-Balah, una ciudad del centro, porque el ejército israeli les aseguró que era una zona segura. “Es una mentira grande. Ninguna zona de la Franja de Gaza es segura, para nada”. Primero se refugiaron en casa de su abuela, pero eran muchos en un espacio reducido. Las condiciones de vida eran muy duras. A los pocos días tuvieron que volver a moverse y se desplazaron a casa de su hermana “que en ese momento tenía luz, energía. Todo alternativo”. Porque donde estaban antes, “no había nada, no había agua, no había nada, incluso para lavar sus ropas o para lavar su cara”.

“¿Viste eso? -exclama Ayman mientras nos muestra fotos de los lugares-. “Es en la casa del sur donde estaban”. “Solo se quedaron dos días en la casa de mi hermana y después de dos días… se fueron”, dice Ayman para referirse a sus asesinatos.

Algunos días antes, “mi mamá tuvo una charla con nosotros en un grupo de WhatsApp y nos dijo que no quería volver a su casa. Le preguntamos por qué no quería volver, porque el ejército israelí decía que en la zona de Jan Yunis era segura, que la gente podía volver a su casa. Y ella dijo ‘No, no voy a volver porque son mentirosos. Estoy acá, estoy muy tranquila, muy segura entre mis hijos y nietos, y no voy a volver. Incluso si un misil entra en la casa, no me muevo’. No fue solo un misil… fueron cuatro”, dice Ayman, acongojado.

“Nosotros somos 14, con nuestros padres. Ahora quedamos siete. La mitad. Digo de la primera línea, después sobrinos, primos, tías… todos, en total, 33”. 33 familiares asesinados durante los bombardeos, en tan solo 28 días. “Mi papá, cuando volvió donde estaba su familia, no encontró nada y entró en un trauma muy profundo. Pero no tenían otra opción y tuvieron que desplazarse a la casa de mi tía que estaba muy cerca, en el centro también, en Deir al-Balah”.

“Después de 28 días recibimos la noticia que mi papá, mi hermano el que sobrevivió, mi hermano mayor -que se había desplazado un tiempo antes a la casa de mi tía- y también su suegra” se “fueron” en un segundo bombardeo. Ayman nos cuenta que su hermano menor fue encontrado entre los escombros junto a su padre. Su hermano mayor, herido de gravedad en la cabeza, sobrevivió tres días, “…y se fue. Perdió a su esposa, a tres de sus hijos e hijas. Quedó solo una de sus hijas, huérfana, que tiene solo 17 años. Quedó con uno de mis hermanos y su familia. Y bueno, eso es lo que pasó”, dice Ayman con desconcierto.

Pese a estar lejos de su tierra y de su familia desde hace algunos años, Ayman dice: “Yo me sentía muy contenido, porque mi familia me daba todo el amor del mundo. Ahora me siento solo, prácticamente me siento solo. Y siempre digo: la esposa, el esposo, la suegra, el suegro o lo que sea, son también familia. Pero tu familia, la primera línea, es otra cosa. Es tu sangre, tus memorias. No tengo palabras para decir… Lo que pasó, la verdad, es una masacre. Y ahora mismo quiero que toda la gente, de todo el mundo sepa que nosotros los palestinos, nunca vamos a dejar nuestra tierra”.

“Esto fue una masacre grande. 65.000 mártires. Más de 120 mil heridos. El 80% de la Franja de Gaza está destruida. No hay agua ni infraestructura. 34 hospitales fuera de servicio. No hay nada. La gente vive en carpas, la mayoría más o menos… Estamos hablando de 2 millones y medio de palestinos. Muy poca gente vive en sus casas, e incluso las casas no tienen nada; no tienen agua ni luz, nada”.

Le preguntamos sobre las posibilidades de salir de Gaza, a través de la única vía disponible: la frontera con Egipto. “El gobierno de Egipto tiene un pretexto que dice que no van a abrir las fronteras a favor nuestro. Yo digo, está bien, pero también tendrían que apoyar más lo que está pasando ahora. No es lógico que un vecino -lo digo con mucho respeto- esté solo mirando la matanza. Estamos hablando de 65.000 mártires muertos. No se puede, no se puede. Egipto tiene que usar su peso como un país grande -con mucho respeto lo digo- para parar la matanza, la masacre. Jordania también”.

“La política es así -dice Ayman tratando de entender-. Los egipcios dicen: tenemos acuerdos con Israel y no podemos violarlos. Bueno, yo entiendo que es el mundo de la política, pero no entiendo que sea un pretexto que los dos lados, Israel y Egipto, lo usen para matar gente, o por lo menos para no decir nada”.

Salir de Gaza es muy complejo. No solo por los ‘checkpoints’ militares, sino también por la falta de pasaporte. Ser palestino, ser gazatí, implica no ser bienvenido en muchos lugares. A esto hay que sumarle la inescrupulosa presencia de mercenarios que trafican con los palestinos que intentan salir del infierno. “Es algo muy conocido. No estoy reclamando. Toda la gente sabe que pasa esto. En Egipto hay oficinas, gente que tiene negocios con el gobierno, usan este momento para abusar de la gente; tienen que pagar plata para hacer solo 200 metros para pasar al otro lado del cruce de Rafah. Esto nunca había pasado. Yo no entiendo cómo piensa este tipo de gente. Abusan de la gente en medio de la masacre. ¿Pagar 5 mil dólares cada persona para salir? Estoy hablando del mínimo. Algunas veces llega hasta 10 mil, 12 mil dólares, solo para cruzar, para pasar 200 metros. No tiene sentido. ¿De qué tipo de apoyo estamos hablando? Estoy hablando sobre hermanos, vecinos. Históricamente Egipto es la hermana grande, la mayor, entonces. No entiendo, en serio”.

Trump y Netanyahu

Tras asumir la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump tomó una postura muy agresiva respecto a la situación en Gaza, respaldando completamente al Estado de Israel e incluso recibió al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, que desde el 21 de noviembre de 2024 tiene pedido de captura internacional emitido por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra y contra la humanidad. Todos los países que firmaron el Estatuto de Roma deben detener de manera inmediata al requerido y ponerlo a disposición de la justicia. Tanto Estados Unidos como Israel, históricamente se han negado a firmar el acuerdo. Luego del pedido de captura, Trump declaró que impondría sanciones a los funcionarios de la CPI, algo que su Secretario General, Farhan Haq, condenó en rueda de prensa, por entender que dicha orden pretende “perjudicar su labor judicial independiente e imparcial”. Trump también declaró, que se “adueñará” de la Franja de Gaza, que realojaría a todos los palestinos en Jordania y en Egipto, y que además renombraría la zona como Riviera del Medio Oriente.

Sobre estas declaraciones, Ayman dice que Trump “tiene el derecho para decir cualquier cosa como un presidente de Estados Unidos, el país más poderoso del mundo y también el aliado de Israel. Pero eso nunca va a pasar, no pasó en el medio de la masacre y nunca va a pasar en el medio de, digamos, la tranquilidad”.

A Trump, dice, “le quedarán más o menos cuatro años como presidente, porque al final es eso, un empleado en una administración de Estados Unidos, pero nosotros como palestinos tenemos el derecho para quedarnos en nuestra tierra. Echar a la gente de su propia tierra nunca va a pasar. Porque no importa si tienen casas o no tienen casas, porque estamos apegados a nuestra tierra. Yo quiero volver, y muy pronto, para por lo menos saludar a las tumbas de mis familiares que se fueron, y después para cuidar al resto de mi familia. Y no solo yo quiero eso, también mi esposa, que es argentina, mi compañera que está acá en Uruguay, y siempre quiso volver a verlos y abrazarlos”.

Lo que está pasando también tiene un trasfondo económico, por la explotación de los recursos naturales, dice Ayman. “Los israelíes quieren también agarrar una estación de gas frente a la costa de la Franja de Gaza con la ayuda de Estados Unidos”. Estos yacimientos gasíferos cobran vital importancia en el marco de los conflictos entre los países de la OTAN y Rusia.

Pensando soluciones

Como todos los palestinos, Ayman también se pregunta cómo salir de esta situación que vienen padeciendo desde hace tantos años, y dice: “Que la ocupación israelí se vaya de toda la Palestina, de Jerusalén. No sólo de 1967, de toda la Palestina; de la Franja de Gaza y Cisjordania, y la parte de Jordania, parte de Siria, parte del Líbano ocupado. Es la única solución. Como palestinos, no queremos matar a nadie, solo queremos recuperar nuestra tierra en una manera, digamos, militar o pacífica”.

“Naciones Unidas siempre dice que toda la gente bajo ocupación tiene derecho a defenderse. Es algo muy claro. Estamos hablando sobre una organización internacional. ¿Y por qué todo el mundo está ciego, no quiere ver la verdad? Israel es un país ocupante, y la gente tiene derecho a defenderse de eso. No hay terrorismo en un lugar ocupado. Toda la gente que vive en esa tierra tiene derecho a defenderse, a defender su tierra”.

“Nosotros como palestinos, musulmanes, cristianos, no tenemos problema con los judíos. Hay judíos que quieren vivir con nosotros, como miles de años atrás los judíos que estaban trabajando con los árabes. Dos Estados me parece una solución lógica, porque nosotros como palestinos no podemos terminar con la vida de la gente de Israel. La matanza no es la solución. Digo por la gente de Israel que quiere vivir en paz, también los jóvenes. No digo la gente que quiere trabajar con el ejército de Israel, que tienen sus manos con sangre. La gente que quiere vivir en paz: tienen que hacer algo, tienen que confrontar al gobierno de Netanyahu, una persona que solo quiere el poder. No sólo quiere matar a los palestinos, quiere matar a los israelíes. No quiere dejar el poder. Por eso está como un monstruo. Quiere matar todo”.

“El Estado de Israel tiene una estrategia para sacar más tierras, para echar más gente, para matar más gente. No depende de una persona o de un primer ministro; el primer ministro es un empleado que estará cuatro años o lo que sea en el gobierno, y después se va. Pero la estrategia del Estado de ocupación israelí es algo muy fijo. Entonces nuestro problema es con toda la doctrina del Estado de ocupación israelí. Si se va Netanyahu ahora, el siguiente es obvio que va a ser peor, porque la mayoría del mundo no habla, no reacciona. Entonces el camino está abierto por esto también, para hacer otra masacre contra los palestinos. Entonces, la única solución entre nosotros, la gente de Palestina, los dueños de la tierra, es que vivamos juntos y eso siempre, antes y ahora y después. Mi visión de la solución es así”.

La diplomacia en Uruguay frente a la masacre palestina

Por fuera de izquierda o derecha, Ayman reclama una reacción fuerte en respuesta a la masacre contra su pueblo. “La injusticia duele. Como un gobierno muy importante en América Latina, Uruguay tenía que decir la verdad”, y se pregunta, “¿por qué somos ciegos? Espero que el gobierno de la izquierda empiece a reaccionar para mandar un mensaje fuerte para parar la masacre. ¿No es suficiente 65 mil mártires, 120 mil heridos y 80% de infraestructura de las casas de Gaza destruidas?”, exclama con desesperación.

“¿Qué más quiere el mundo para abrir los ojos? Entiendo que el gobierno tiene intereses con Israel, pero no es un pretexto para negar el derecho de otra nación, no es así”.

Consultado sobre la respuesta de la Embajada de Palestina en Uruguay, que hasta hace pocas semanas estuvo a cargo de la diplomática palestina Nadya Rasheed, Ayman no se siente respaldado. “Como el único palestino de la Franja de Gaza (en Uruguay) no vi que hicieran algo suficiente. Después de lo que pasó, la exembajadora nunca me llamó para apoyarme, mandó a la secretaria para llamarme”.

Movilizaciones por Palestina en Uruguay

“La verdad agradezco a la gente, estoy muy orgulloso de la gente del Uruguay que dijo, hay que parar el genocidio. Las protestas, tan grandes como nunca en la historia del Uruguay y Argentina, me dan esperanza de que la gente, en serio, empezó a ver”.

El próximo 27 de febrero, la Coordinación por Palestina convoca a una nueva concentración y movilización a las 19 horas, desde la Explanada de la Intendencia hasta la Plaza Independencia, frente a Torre Ejecutiva. https://www.instagram.com/coordinacionxpalestinauy/p/DF4QqzaMfgo/

Ser un desplazado palestino

Ayman Abusharekh es uno de los miles de palestinos forzados a dejar su tierra. Viviendo en Turquía conoció a una argentina que se convertiría en su esposa. Luego se mudaron a Sudamérica. Se instalaron en Argentina donde Ayman consiguió la ciudadanía, y un pasaporte que le permite moverse por el mundo con mayor libertad, pese a que a veces sigue cargando con los prejuicios ajenos en los cruces fronterizos. Actualmente, por motivos laborales, oscilan entre Argentina y Uruguay.

Los palestinos padecen el desplazamiento forzado desde la Nakba (‘catástrofe’) de 1948, año en que inició el proceso de colonizacion israelí, y que con los años se transformó en un régimen de apartheid, y hoy en un genocidio de hecho. El padre de Ayman, Fahmi, años atrás tuvo que emigrar a Emiratos Árabes Unidos, donde sobrevivió durante muchos años, padeciendo condiciones de informalidad y las diferencias sociales por ser palestino, por no poder acceder a una ciudadanía, siempre con el temor de ser deportado, él y su familia. Fahmi volvió a Palestina, a la Franja de Gaza, a su tierra, en el 2014.

Hoy, Ayman se plantea ser un portavoz de su pueblo. “Quiero que todo el mundo sepa lo que pasó con mi familia. Lo que pasó fue una masacre, fea como nunca. La mayoría de mis familiares quedaron hechos pedazos. ¿Te imaginás? Mi hermano Ahmad que sobrevivió al primer bombardeo tuvo que reconocer todos los cuerpos… los pedazos de mis familiares. Imaginate el dolor que tuvo, por eso no aguanto más de 28 días, y se fue también. Fue un dolor como nunca. No tenés más de 38 años y tuviste todo eso en tu vida. Viviste guerras y guerras, masacres y masacres… ¿para qué? Por eso, pido la paz, por favor. Por eso nunca voy a perder una oportunidad de pedir la paz”.

“Ahora mismo estoy hablando como argentino, como una persona libre; tengo un pasaporte fuerte, no como el pasaporte palestino con el que no puedo acceder a ningún país, incluso a los países europeos. Quiero que la gente me escuche bien, acá estoy, soy una víctima de una masacre, soy una víctima que perdió a 33 familiares. Por favor, hagan algo. Si es necesario voy a hablar en frente de toda la gente. Por favor, hay que pararlo. La Unión Europea tiene peso para hacer algo. Tiene peso para parar la masacre. Tiene peso para solucionar el problema entre nosotros y ellos, tiene peso para frenar la ocupación”.

“Dos Estados. Vivimos en paz, sin guerra, sin masacre, sin matanza. No lo digo solo por ahora, para nuestra generación, sino para las generaciones que vienen. Estoy hablando claro, directo, sin mentiras, porque es la única solución. No hay otra. La venganza no sirve”.

–¿Quisieras volver a tu tierra?

–«Claro, lo voy a hacer, pronto».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.