A Catalina, mi amiga psicóloga por las largas charlas sobre vida cotidiana.
En los últimos años, España ha presenciado el ascenso de Vox, un partido de extrema derecha que ha logrado calar de forma sorprendente en sectores de la juventud. Este fenómeno, que a primera vista puede parecer paradójico, encuentra una interpretación lúcida en la obra “El miedo a la libertad” (1941) del psicoanalista y filósofo social Erich Fromm. Según él, la libertad individual, cuando no va acompañada de estructuras estables y sentido vital, puede convertirse en una carga insoportable. A partir de esta idea, puede entenderse que el apoyo juvenil a Vox no responde únicamente a una convicción ideológica, sino a una reacción emocional frente al miedo, la inseguridad y la pérdida de identidad.
Fromm señala que “la libertad ha traído aislamiento y duda, y un sentimiento de impotencia e insignificancia” (Fromm, 1941, p. 39). En la España actual, muchos jóvenes viven atrapados en la precariedad laboral, con escasas perspectivas de futuro, sin acceso a una vivienda y con una creciente sensación de que el sistema político ha fallado en dar respuestas reales. En este contexto, partidos como Vox, que se presentan como firmes, nacionalistas y restauradores del orden, ofrecen una solución rápida y emocionalmente satisfactoria. Como sostiene Fromm, “el individuo se siente solo y ansioso y busca con desesperación nuevas formas de seguridad” (p. 40).
A este panorama de inseguridad económica se suma una crisis de identidad. La rápida transformación cultural promovida por el feminismo, el multiculturalismo o los movimientos LGTBIQ+ ha dejado a ciertos sectores juveniles —especialmente varones— sintiéndose desplazados o confundidos. Fromm explicaba que “el miedo a perder la identidad individual puede llevar al individuo a buscar una identidad de grupo rígida” (p. 142). Vox, con su defensa de valores tradicionales como la patria, la familia y el orden, ofrece esa identidad cerrada y estable. En un mundo cambiante, la simplicidad del discurso autoritario puede resultar emocionalmente reconfortante.
Fromm también abordó el fenómeno de la huida de la libertad hacia el autoritarismo. En su análisis del carácter autoritario, señalaba que “el individuo intenta deshacerse del peso de la libertad entregándose a una autoridad externa” (p. 155). El desencanto con la política tradicional en España —a menudo percibida como corrupta, ineficaz o distante— ha creado un caldo de cultivo propicio para que los jóvenes busquen alternativas que, aunque radicales, parezcan auténticas y decididas. Vox capitaliza este sentimiento con una retórica que rechaza el “consenso blando” y exalta el “valor” de decir lo que otros no se atreven.
Las redes sociales intensifican esta dinámica. La lógica del algoritmo favorece los mensajes simples, directos y polarizadores. Fromm advertía que el miedo colectivo puede canalizarse mediante la creación de un enemigo común: “El odio a un enemigo externo puede aliviar temporalmente el miedo interno” (p. 178). Vox ha construido gran parte de su discurso en torno a figuras de oposición —el inmigrante, la izquierda, el feminismo— que sirven como chivo expiatorio de los malestares sociales.
En conclusión, el voto joven a Vox en la España actual puede ser interpretado como una manifestación moderna del “miedo a la libertad” que Fromm describió a mediados del siglo XX. En vez de entenderlo solo como un giro ideológico, conviene analizarlo como una reacción emocional ante la precariedad, el vacío identitario y la necesidad de orden. Esta lectura no pretende justificar dicho apoyo, sino ayudar a comprenderlo desde una perspectiva psicosocial que permita construir respuestas políticas más eficaces y humanas.
Bibliografía:
Fromm, E. (1941). El miedo a la libertad. México: Fondo de Cultura Económica.
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