Desde tiempos muy antiguos los geógrafos romanos dividieron la península arábiga en tres grandes regiones: la Arabia Pétrea, la Arabia Deserta y la Arabia Félix. La Arabia Pétrea es una región agreste al norte de la enorme península (la más grande del mundo), mayormente semiárida y árida que abarca desde Siria, Jordania, la Palestina histórica y parte del Sinaí. En esta región abundan las arenas y múltiples formaciones rocosas. La Arabia Deserta colinda al norte con la Arabia Pétrea y se extiende al sur hasta las míticas montañas del Hiyaz -donde surgió el islam- y el gran desierto del Rub al Jali que se compone fundamentalmente de arena en su vasta extensión. De ahí, su calificativo de “deserta”.
La República de Yemen, en el extremo suroeste de Arabia es, por antonomasia, lo que conocemos hasta el presente como la Arabia Félix. Su calificativo aludiendo felicidad tiene que ver con el hecho de que de las tres regiones arábigas esta es la única que posee un clima de mayor humedad y por tanto mejores abastos de agua, producto de los efectos monzónicos y de vapor de agua proveniente del Mar Rojo meridional. Precisamente en la parte centro-occidental de la frontera entre Yemen y Arabia Saudita se encuentra la gobernación yemení de Sa’dah. Allí surge el movimiento político Ansarolá (partidarios de Alá) en 1990. Esto ocurre simultáneamente a la unificación de la República de Yemen (norte) y la República Popular Democrática de Yemen (sur).
La división originaria de Yemen data de principios del siglo 20 y fue producto de la derrota del imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial. La parte norte de Yemen se convierte en 1918 en el reino de Yemen, mientras los británicos ocuparon la (geo)estratégica parte sur, donde se desarrolló una larga guerra de liberación en oposición al dominio británico. En 1967 Yemen del Sur logra su independencia. Aunque la división de ambos países precedió por mucho a la Guerra Fría, durante este periodo histórico ambas repúblicas asumieron partidos contrarios. La República de Yemen fue aliada a Occidente, mientras que la República Democrática Popular de Yemen desarrolló fuertes vínculos con la órbita de la disuelta Unión Soviética.
El longevo presidente de Yemen del Norte, Alí Abdullah Saleh, que había perdurado en el poder desde 1978 hasta la reunificación de 1990, se mantuvo en el cargo del nuevo Estado mientras que Alí Salim al-Beideh, del sur, fungió como jefe de gobierno. El Yemen unificado se convirtió en un Estado de tamaño mediano de 527,968 km2 y unos 34 millones de habitantes en vertiginoso crecimiento.
Los problemas con su vecino del norte
Desde tiempos muy remotos, los problemas entre la Arabia Deserta y la Arabia Félix no fueron nada extraños. Los beduinos nómadas que habitaban el gran desierto a menudo atacaban y robaban a los asentamientos en la Arabia Félix, en los cuales la fertilidad de los terrenos y la disponibilidad de agua brindaban bienestar. Sin embargo, en 1991 las hostilidades entre ambas regiones arábigas asumen un nuevo perfil. El reino de Arabia Saudita toma fuertes represalias contra la república yemení recién unificada. Los yemeníes se negaron rotundamente a formar parte en la Fuerza de Coalición (árabe-occidental) en la Guerra del Golfo contra Irak tras su invasión a Kuwait. Más de 800,000 ciudadanos yemeníes, muchos de ellos trabajadores visitantes, fueron expulsados forzosamente de Arabia Saudita y otras monarquías del Golfo Pérsico creando una crisis de envergadura en Yemen, el país árabe más pobre. La situación general se complicó mucho dando paso a luchas intestinas que desembocaron en una agria guerra civil donde los sujetos tribales jugaron un rol muy importante. Es en ese contexto que la tribu al-Houtí surge, crece y se consolida con rapidez con dos objetivos fundamentales a saber: luchar por su seguridad y contra los elementos corruptos del Estado yemení. La tribu de los hutíes -como a menudo se les llama por los medios occidentales- está mayormente compuesta por musulmanes zaidíes, los cuales son una minoría dentro de la minoritaria segunda gran rama del islam el chiismo. Se estima que un 35% de la población yemení son zaidíes.
Por otra parte, es importante mencionar que dentro del islam suní (la otra gran rama del islam) existen las corrientes wahabistas y salafistas, las cuales tildan y consideran tanto el zaidismo, como el chiismo en general, como apóstatas. En toda la península arábiga el zaidismo yemenita es una minoría que ha sufrido persecuciones y discriminaciones a granel.
La fundación de Ansarolá cambia la correlación de fuerzas dentro del país al introducir el islam político a un paisaje donde el nacionalismo árabe y el secularismo político habían dominado el escenario. La fundación y liderato de Anasarolá recae en los hermanos Hussein y Abdul Malik al-Houti. Desde entonces los hutíes solo han hecho dos cosas: crecer y fortalecerse, primero como un partido político y luego como brazo armado usando como inspiración la milicia chií libanesa Hizbolah, con quienes han mantenido una cercana relación, así como con la República Islámica de Irán.
Hussein Malik fue asesinado en 2004 durante unas multitudinarias protestas en contra del gobierno del longevo regente Alí Abdullah Saleh. La oleada represiva gubernamental asesinó cientos de personas. Su hermano Abdul lo sucede en la cúspide y a partir de entonces Ansarolá se radicaliza políticamente declarando enemigos al ‘imperialismo occidentalista”, al sionismo así como a todos los movimientos salafistas como El Estado Islámico y Al Qaeda que Arabia Saudita deliberadamente comenzó a infiltrar en Yemen. En el marco de las revueltas de la primavera árabe, Ansarolá utiliza las circunstancias a su favor y junto a otros sectores declaran la revolución yemení en 2011. En 2014, logran expulsar del norte de Yemen a los grupos salafistas financiados por los saudíes. El año siguiente toman la capital Saná, disuelven el parlamento y se convierten en la fuerza que domina gran parte del territorio yemení.
A partir de 2015, comienza un conflicto abierto no declarado contra Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos que ven en Ansarolá una amenaza geopolítica interna por su fuerte resolución política y por su cercanía con la República Islámica de Irán.

Mapa número 1- Territorio de Ansarolá en Yemen
Una coalición de las monarquías del golfo, junto a Estados Unidos y Reino Unido, bombardea a Yemen en múltiples ocasiones usando como pretexto apoyar al gobierno depuesto por Ansarolá. En varias acciones, las milicias hutíes demuestran su capacidad militar en la lucha asimétrica y logran asestar duros golpes a objetivos de infraestructura saudí y de los Emiratos Árabes Unidos, burlando sus sofisticadas defensas antiaéreas. Las conflictividades con los saudíes recesan a partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita, bajo la mediación de la República Popular de China. Hoy día se estima que el ejército de Ansarolá tiene entre 120,000 a 150,000 combatientes. La posición geoestratégica de Yemen al suroeste de la península arábiga le brinda un control geopolítico potencial muy grande sobre el vital estrecho de Bab el-Mandeb en el sur del Mar Rojo por donde de ordinario transita entre un 12% a 14% del comercio mundial.
El día 19 de octubre de 2023 comenzó la denominada crisis del Mar Rojo cuando el movimiento Ansarolá declara oficialmente la guerra a Israel en apoyo a la milicia de Hamás en Gaza y al pueblo palestino en general. Desde entonces la milicia yemení ha estado atacando sin cesar objetivos navales de Israel, Reino Unido y Estados Unidos ya sean estos militares o civiles, así como objetivos al sur de Israel. A consecuencia ha forzado a Israel a cancelar operaciones de sus únicos y más meridionales muelles en el mar Rojo. Nos referimos el estratégico puerto de Eliat, construido en 1957 precisamente para evitar que el intenso y creciente tráfico marítimo desde Oriente tenga que atravesar el históricamente convulso e inestable Canal de Suez en control de Egipto. Los ataques de las milicias yemeníes además han causado que cientos de embarcaciones se desvíen de la ruta del Mar Rojo en su rumbo a diferentes destinos en Europa. Estas desviaciones masivas han causado repercusiones notables con las cadenas de suministros globales entre oriente y occidente, las cuales no han podido estabilizarse del todo desde la pandemia del Covid 19. Además, los ataques selectivos de los Ansarolá a objetivos navales en el Mar Rojo han ocasionado no solo una gran inseguridad sino también pérdidas cuantiosas en el tráfico marítimo porque muchas de las grandes empresas transportistas mundiales optaron por el desvío de muchas de sus naves y retomaron la antigua ruta hacia Europa circunnavegando el Cabo de Buena Esperanza en el África meridional y de esta manera aumentando notablemente los costos del transporte. A pesar de la fuerte presencia militar naval de los Estados Unidos y el Reino Unido en el Mar Rojo, es evidente que no han logrado detener las acciones arrojadas de los yemeníes contra Israel y sus más estrechos aliados. Todo lo contrario, las milicias de Ansarolá han incluso atacado buques de guerra en múltiples ocasiones ocasionándoles serios daños a varios de los portaviones estadounidenses movilizados a la región con el objetivo de garantizar libre tránsito a través del Mar Rojo, cosa que ciertamente no han podido hacer efectivamente. Todo esto ocurre aun cuando tanto el Reino Unido como los Estados Unidos han bombardeado decenas de localidades yemeníes, pero todo parece indicar que no han logrado desarticular significativamente las capacidades militares de Ansarolá, atrincheradas en túneles y cavernas subterráneas del complicado macizo rocoso en las regiones que controlan. La incapacidad hacer daños significativos a través de los bombardeos angloamericanos ha llevado al presidente Trump recientemente a anunciar que estudian la posibilidad de una invasión y ocupación por tierra en Yemen. Esa acción luce muy incierta toda vez que los yemeníes convertirían entonces el conflicto en una guerra de guerrillas. Las acciones militares de este tipo en las que los Estados Unidos y sus aliados desde la guerra de Vietnam han sido extraordinariamente difíciles de manejar por sus inevitables altas perdidas en vidas y por ser un tipo de conflicto en donde la superioridad militar se neutraliza con facilidad.
Resulta muy ilustrativo indicar que previo a la escalada de la crisis del Mar Rojo, la Autoridad del Canal de Suez había publicado que precisamente en ese año de 2023 se había alcanzado la mayor tasa de tránsito de navíos que atravesaron el canal con 26,434. El intenso tráfico en la congestionada ruta le brinda al fisco egipcio la friolera de $10,300 millones de dólares en ese mismo año de 2023. Sin embargo, en una alocución pública reciente Abdelfatah al Sisi, presidente de Egipto, aseguró que su país había estado perdiendo unos $800 millones de dólares mensuales en 2024 a consecuencia de las interrupciones del tráfico marítimo en el Canal de Suez por las acciones de Ansarolá. Anunció también que durante este primer trimestre de 2025 166 barcos habían retomado la ruta dando así señales de recuperación paulatina. Así las cosas, vemos que las acciones de Ansarolá no solo han afectado a sus embarcaciones enemigas y a la navegación israelí, sino que también han afectado significativamente a Egipto.
Al momento de publicar este escrito, nos percatamos de una nota que acaba de aflorar en el panorama noticioso internacional. Medios no occidentales y alternativos reportan en una declaración en la que se asegura que el portaaviones USS Harry S. Truman ha sido puesto fuera de servicio ante los ataques que las milicias de Ansarolá vienen realizando contra este emblemático navío. Aunque estas informaciones no han sido confirmadas por fuentes occidentales, sí sabemos que este es el tercer portaaviones -desde el inicio de la guerra palestino-israelí- que entra en acción en el área del teatro de guerra después del USS Dwight D. Eisenhower y el USS Theodor Roosevelt, lo cual levanta grandes sospechas de que en efecto los daños constatados por ataques hutíes al Truman hayan causado la posible desactivación a esa embarcación. De cualquier modo, parece cosa del pasado aquellos tiempos en los que la mera aparición de uno de estos imponentes navíos frente a las costas de algún país adversario a los Estados Unidos era razón para causar una gran intimidación y pánico ante el sentido de incapacidad de semejante superioridad militar.

Mapa número 2 – Localización del puerto de Eliat al sur de Israel

Foto número 1 – Vista del puerto de Eliat
Carlos Ernesto Severino Valdez, Catedrático de geografía política , Universidad de Puerto Rico
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