Si se pudieran resumir en una frase la importancia y magnitud de los acontecimientos de los últimos meses (desde el encuentro, el 28 de diciembre de 2024, de la delegación del partido DEM con Abdullah Öcalan) en Kurdistán y Turquía, quizás esa seria: La disolución del PKK no es el fin, sino un nuevo comienzo.
En los próximos días se analizaran los documentos del congreso del PKK que se celebró desde el día 5 al día 7 de mayo, que concluyó con la declaración final que afirma que “la lucha del PKK ha desmantelado las políticas de negación y aniquilación impuestas a nuestro pueblo, llevando la cuestión kurda a un punto donde puede resolverse mediante la política democrática. El PKK ha cumplido su misión histórica. Con base en ello, el 12º Congreso ha resuelto disolver la estructura organizativa del PKK y poner fin a la lucha armada, con el proceso de implementación a ser gestionado y liderado por Abdullah Öcalan. Por lo tanto, todas las actividades realizadas bajo el nombre del PKK han sido concluidas.”
Un congreso extraordinario convocado tras el llamamiento de Öcalan el 27 de febrero. Un congreso diferente a los demás pero, como ha subrayado en su intervención Duran Kalkan, miembro del comité executivo del PKK, “similar a nuestro primer congreso. Se celebra para concluir históricamente y situar adecuadamente al PKK. Pero esto no es el fin definitivo. Se trata de cerrar una fase para allanar el camino hacia un comienzo más nuevo, más fuerte y más ambicioso.”
Este camino empieza ahora aunque viene de lejos. El PKK y su líder Abdullah Öcalan han demostrado a lo largo de sus 47 años de vida coherencia, visión, generosidad, capacidad militar y también sangre fría – incluso en sus momentos mas difíciles – para mantener el ojo fijo en la meta, la paz.
Estos últimos meses el movimiento kurdo ha trabajado con paciencia y en silencio para aprovechar una apertura “obligada” por parte del gobierno del AKP-MHP (la crisis económica del país junto a una caída de popularidad del sultán no pueden pasar desapercibidas). Y en esa fisura se ha impuesto Öcalan con su determinación por apostar por un futuro de paz. La declaración del 27 de Febrero lleva su firma, pero es evidente que el líder kurdo sabe poder contar con sus gente, con el PKK por supuesto pero también con la gran mayoría de su pueblo. La forma asamblearia y horizontal que todas las estructuras del movimiento kurdo han asumido y desarrollado, afincándola, (no solo en Turquía, también en la guerrilla, en Rojava, en Irán) en las ultimas dos décadas ha sido el caldo de cultivo para poder experimentar (exitosamente) el modelo de confederalismo democrático propuesto por Öcalan. En otras palabras, estos espacios (ayuntamientos, organizaciones juveniles, escuelas, universidades, organizaciones culturales, de mujeres, de niños etc), a pesar de la represión constante, han servido como terreno donde practicar ese ‘otro mundo posible”. Mientras Turquía y otras fuerzas solo han practicado la guerra y la represión, el movimiento kurdo sin dejar de defender a su pueblo (incluso con las armas), al mismo tiempo ha puesto en practica su autonomía democrática a todos los niveles, apostando siempre por una salida de paz.
Con su declaración del 27 de febrero, Öcalan ha confirmado esa voluntad de trasladar el conflicto al terreno político y social. “No hay alternativa a la democracia en la búsqueda y realización de un sistema político. El consenso democrático es el camino fundamental,” ha escrito, sabiendo que su gente habría respondido positivamente a este llamamiento porque ya lo están poniendo en practica. En ese sentido, la disolución del PKK no es un fin sino un nuevo comienzo. El movimiento kurdo siempre ha dicho que mantener el conflicto armado no era su objetivo final (aunque hubiese podido mantenerlo indefinidamente).
La nueva fase que se está abriendo sin duda estará llena de dificultades y obstáculos, pero ahora la pelota está en el tejado del Estado turco.
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