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Urgencias del tiempo presente

Genocidio Palestina
Fuentes: Rebelión [Imagen: La gente busca entre los escombros de los edificios dañados tras un ataque aéreo israelí contra casas palestinas en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, el 12 de diciembre de 2023. Créditos: Fadi Shana, para Reuters]

El (re)nacimiento del judaísmo no sionista se produce mediante la reactualización del legado libertario judío encarnado en una mística de redención y utopía, donde el deseo de cambiar el mundo a menudo ha asumido el carácter del romanticismo revolucionario.


Qué significa contar una historia, narrar historias y escribir la historia? Este tema evoca inmediatamente al pensador judío-alemán Walter Benjamin, en concreto a lo que enfatiza en sus tesis sobre el concepto de historia.

Teniendo en cuenta que la palabra alemana Geschichte, que designa la historia, corresponde tanto al proceso de desarrollo de la realidad a lo largo del tiempo como a la investigación de dicho proceso, además de pertenecer también a cualquier narrativa, inferimos que la concepción de la historia de Benjamin no se limita al registro de una «colección» de hechos y especulaciones sobre el desarrollo histórico. Se centra fundamentalmente en una reflexión crítica de nuestro discurso sobre la historia/las historias, inseparable de la práctica concreta. Por lo tanto, la escritura de la historia se relaciona con cuestiones más amplias de la práctica política y la actividad narrativa.

En consecuencia, Walter Benjamin opone dos maneras aparentemente diferentes de escribir la historia, pero que tienen su origen en el mismo background común. A saber: una forma guiada por la idea del progreso inevitable, que es «científicamente predecible», y otra originada en el historicismo, representada por la tradición académica, por ejemplo, de Ranke y Dilthey.

En el primer caso, se produce un detrimento del escrutinio de los hechos y fenómenos; en el segundo, se pretende revivir el pasado a través de una especie de «identificación afectiva» del historiador con su objeto, predominando una perspectiva fijista del pasado.

En ambos casos, a pesar de la aparente diferencia, el postulado básico es una concepción del tiempo homogéneo y vacío, marcadamente cronológico y lineal. Por ello, según la interpretación de las dieciocho tesis sobre el concepto de historia y sus dos apéndices, que la pluma de Walter Benjamin sacó a la luz, el reto que se plantea, como bien señaló Jeanne Marie Gagnebin, es «fundar otro concepto de tiempo, el ‘tiempo del ahora’» (Jetztzeit), marcado por su intensidad y brevedad, cuyo modelo se basaba explícitamente en la tradición mesiánica y mística judía”[1].

Por inusual que parezca, la filosofía de la historia de Walter Benjamin propone una concepción materialista, capaz de identificar en el pasado las semillas de otra historia, considerando el sufrimiento acumulado y dando un nuevo rostro a las esperanzas frustradas. Según la tesis 16, en lugar de apuntar a una «imagen eterna del pasado», como lo hace el historicismo, o, como es típico en los marcos de una teoría del progreso, a la de «futuros lineales», la filosofía de la historia de Benjamin busca la construcción de una «experiencia» (Erfahrung) con el pasado.

Walter Benjamin escribió sus tesis sobre el concepto de historia durante una época de gran agitación en Europa, a finales de la década de 1930, en pleno auge del fascismo, llamando la atención sobre los peligros del «tiempo presente» de ese momento, peligros que lo llevaron a la muerte en 1940 mientras huía del nazismo. Eran tiempos convulsos y peligrosos que exigían una meticulosa atención narrativa al «ahora».

Tal como sucede hoy, ocho décadas después, con el ascenso global del extremismo y la normalización de la trivialización de las muertes de civiles, en particular mujeres y niños, como ha ocurrido en la Franja de Gaza.

En el caso de Gaza, la urgencia de su crisis humanitaria y la necesidad de narrar el «tiempo presente», como señaló Walter Benjamin, han dado lugar a un vigoroso resurgimiento de la tradición no sionista del judaísmo. Una tradición que antaño prosperó, pero que, tras el horror indescriptible del Holocausto contra los judíos, fue superada en gran medida por el sionismo.

Sin embargo, la situación ha cambiado profundamente ante el extremismo del actual gobierno israelí, que, con una reacción desproporcionada a la acción mortal de Hamás del 7 de octubre de 2023, produjo una catástrofe humanitaria (matanza principalmente de mujeres y niños y hambruna generalizada) que es, absurdamente, celebrada efusivamente por políticos israelíes de extrema derecha, como Itamar Ben-Givir y Bezalel Smotrich.

Dos pruebas del vigoroso resurgimiento del judaísmo no sionista son, por ejemplo, la celebración del Primer Congreso Judío Antisionista y la multiplicación de grupos/movimientos judíos nacionales opuestos al sionismo y solidarios con el pueblo palestino.

El Primer Congreso Judío Antisionista se celebró del 13 al 15 de julio en Viena, con la participación de aproximadamente 1000 delegados de diversos países. Viena no fue elegida como sede del Congreso por casualidad. Su elección tuvo un significado simbólico: es el lugar de las raíces políticas del sionismo, ya que fue en Viena donde, a finales del siglo XIX, Theodor Herzel escribió su obra El Estado Judío, donde imaginaba un Estado de colonización puramente judío en Palestina o Argentina.

Sin embargo, desde el principio, surgieron voces judías en oposición a las tesis sionistas por razones religiosas, éticas y políticas. Los socialistas judíos y los universalistas seculares, por ejemplo, criticaron duramente al sionismo, considerándolo un movimiento nacional-colonial.

Recordando hechos como este, el anuncio del Congreso señaló lo siguiente: «Viena es el lugar al que el sionismo político debe su obra más famosa. Con el Congreso Judío Antisionista de 2025, Viena también se convertirá en el lugar donde se escucharán públicamente las posturas antisionistas de los judíos, demostrando un claro rechazo en dos sentidos: a la apropiación de la identidad judía para justificar la violencia colonial por parte de Israel, y a la oposición a la apropiación del judaísmo por parte del sionismo»[2].

Al finalizar el Congreso, se decidió celebrar una segunda edición del evento en 2026, buscando ampliar la participación de judíos y sus descendientes de todo el mundo, especialmente del Sur Global. También se aprobó una declaración final que presenta las principales posiciones del Congreso[3],  donde podemos leer pasajes como:

1) “Como judíos antisionistas y aliados, nos solidarizamos con todos los palestinos, en Palestina y en el exilio, contra el sionismo y sus crímenes, incluido el genocidio, segregaciónracial/limpieza étnica y ocupación. Afirmamos el derecho de las personas bajo ocupación de sus territorios a resistir, por cualquier medio, tal como lo reconocen numerosos documentos de la ONU. Es vital que los judíos de conciencia de todo el mundo se unan en oposición al sionismo, en colaboración y solidaridad con el movimiento global por la liberación de Palestina”.

2) “A pesar de las reiteradas violaciones de las resoluciones de la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, así como de los extensos informes de sus Relatores Especiales, nunca se han impuesto sanciones a Israel. Ninguno de estos crímenes de guerra y de lesa humanidad podría haberse cometido o mantenido sin el apoyo activo y entusiasta de las potencias occidentales (mediante ayuda militar, apoyo financiero y cobertura política y diplomática), encabezadas por Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Al permitir y armar a un Estado que comete genocidio, estos gobiernos comparten la responsabilidad legal y moral prevista en la Convención sobre el Genocidio de 1948”.

3) “Rechazamos categóricamente la afirmación de que Israel actúa en nombre de los judíos o de que su actividad criminal cuenta con el apoyo de todos los judíos. Llamamos a los judíos de todo el mundo a alzarse contra el Estado sionista y a negarle legitimidad. […] Llamamos a los judíos israelíes a reconsiderar su lealtad a un régimen que ha negado los derechos de los palestinos durante más de ocho décadas”.

4) “Honrando el legado histórico judío y los principios del propio judaísmo, instamos a los judíos reflexivos de todo el mundo a unirse a los palestinos en el rechazo a la ideología del sionismo y su supremacía inherente. […] Actuaremos en colaboración, dondequiera que estemos, con el movimiento global por la descolonización y la liberación de Palestina”.

Los pasajes antes mencionados son suficientemente ilustrativos de las posiciones adoptadas por el Congreso. En cuanto a la segunda prueba del vigoroso (re)nacimiento del judaísmo no sionista, representada por la diversidad de grupos nacionales que se oponen a las políticas colonizadoras del gobierno israelí y que se solidarizan con la causa palestina, los ejemplos incluyen entidades/movimientos como: Jewish Voice for Peace (EE. UU.); Judíes por Palestina (Argentina); Vozes Judaicas por Libertação (Brasil); Jewish Voice for Labour (Reino Unido); South Africa Jews for Free Palestine (Sudáfrica); Boycott from Within (Israel); JUNTS – Asociación Catalana de Judíos y Palestinos (España); Jewsih Call for Peace (Luxemburgo); Union Juive française pour la paix (Francia); Jüdisch Stimme für gerechten Frieden in Nahost (Alemania); Jews 4 Palestine (Irlanda); Agrupación Mexicana de Judíes Independientes (México); Voces judías independientes/Voix Juives Indépendantes (Canadá); Agrupación Judía Diana Aarón (Chile); Tikkun Decoloniale (Italia); Voz judía alternativa (Nueva Zelanda) y Judíos contra la ocupación ’48 (Australia).

Estos grupos se han ido articulando e integrando en la red internacional Judíos Globales por Palestina, que se define en los siguientes términos: “Judíos globales por Palestina es un colectivo internacional de organizaciones judías antisionistas. […] Somos judíos de diversos países, miembros de redes y organizaciones locales, nacionales e internacionales. Somos multiétnicos y multigeneracionales […]. Creemos que es nuestra responsabilidad particular desafiar a las organizaciones judías cuyas alianzas y acciones socavan los derechos humanos y nacionales de los palestinos, promueven el excepcionalismo judío y subvierten las tradiciones judías de justicia social[4].

Por los grupos que la conforman y por su accionar como red, Judíos Globales por Palestina cuenta con una base representativa amplia y consistente, y en este sentido lanzó recientemente un Manifiesto Judío Global para la Liberación Colectiva, del cual el autor de este artículo es signatario. Este manifiesto cuestiona el sionismo, reivindica el legado progresista del judaísmo y enfatiza la solidaridad con la causa palestina[5].

Entre otras perspectivas, el Manifiesto señala que:

1) “Disentir de la postura proisraelí acrítica de la comunidad judía institucional es una respuesta ética y fundamentalmente judía a las violaciones del derecho internacional por parte de Israel y su abrogación de los valores judíos. No hay justificación posible para el genocidio perpetrado contra el pueblo palestino en Gaza ni para la limpieza étnica que se lleva a cabo en Cisjordania y Jerusalén Este”.

2) “Es improbable que las organizaciones judías sionistas tradicionales cedan poder adoptando estructuras inclusivas y políticas basadas en la justicia. Por lo tanto, celebramos y alentamos la creación de nuevas formaciones comunitarias que organicen un judaísmo orientado hacia la justicia, la diversidad social e ideológica judía, la liberación colectiva y la solidaridad con Palestina”.

3) “Los judíos […], en todo el mundo, necesitan aprender […] sobre la Nakba de los palestinos (catástrofe): la expulsión, el despojo y la dispersión de una gran parte de la población palestina como resultado de la fundación del Estado judío en 1948. La historia judía incluye atrocidades similares, y comprender los paralelismos entre estas historias puede ayudarnos a obtener claridad moral en el presente. Los judíos debemos aceptar nuestra implicación en esta historia. Reconocerlo es fundamental para lograr justicia para el pueblo palestino y también para crear comunidades judías guiadas por un sentido de justicia”.

Walter Benjamin dice que articular el pasado históricamente “significa apropiarse de una reminiscencia que pasa rápidamente en un momento de peligro”[6]. El (re)nacimiento del judaísmo no sionista ocurre bajo esta chispa, reactualizando el legado libertario judío encarnado en una mística de redención y utopía, donde el deseo de cambiar el mundo a menudo ha asumido el carácter del romanticismo revolucionario[7].

Este romanticismo revolucionario ahora encuentra su camino en las perspectivas y acciones de activistas judíos como la escritora Naomi Klein, quien reitera la necesidad de un nuevo éxodo de los judíos, es decir, un éxodo del sionismo, porque, conforme sus palabras, el proyecto sionista ha distorsionado la idea de la «tierra prometida» como metáfora de la liberación humana y ha deformado el judaísmo.

Ella es directa: “nuestro judaísmo es internacionalista por naturaleza […], es el judaísmo de Séder de la Pascua: la reunión ceremonial para compartir comida y vino con seres queridos y desconocidos, el ritual inherentemente portátil, tan ligero que podemos cargarlo a la espalda, sin necesitar nada más que el uno del otro […]. Queremos liberarnos del proyecto que comete genocidio en nuestro nombre[8].

En última instancia, así como las flores dirigen su corola hacia el sol, como nos dice Walter Benjamin, el pasado, gracias a un «misterioso heliotropismo», intenta dirigirse hacia el sol que se alza en el cielo de la historia. El (re)nacimiento del judaísmo no sionista, que reconoce la relación dinámica entre pasado, presente y futuro, ha activado la memoria y la interpretación para rescatar el legado libertario de la tradición judía y arrojar luz sobre sus desafíos ante las urgentes necesidades de nuestro tiempo.


Ivonaldo Leite es un sociólogo brasileño de ascendencia judía sefardí; es profesor en la Universidad Federal de Paraíba (UFPB).

Notas

[1] Cf. GAGNEBIN, Jeanne Marie. Walter Benjamin o la historia abierta – Prefacio a la traducción brasileña de Walter Benjamin – Obras seleccionadas: Magia, Arte y Política. Traducido por Sérgio Paulo Rouanet. 7ª edición. São Paulo: Brasiliense, 1994, pág. 8.

[2] Primer Congreso Judío Antisionista, julio de 2025. Viena: donde se formuló el Estado judío. Disponible en este enlace.

[3] La versión completa de la declaración final del Congreso está disponible en este enlace.

[4] Cf. Judíos globales por Palestina. Misión, Septiembre 2024. Disponible en este enlace.

[5] Manifiesto disponible en este enlace.

[6] Tesis seis de las tesis sobre el concepto de historia. En Walter Benjamin – Obras seleccionadas: Magia, Arte y Política. Traducido por Sérgio Paulo Rouanet. 7ª edición. São Paulo: Brasiliense, 1994, pág. 224.

[7] Por cierto, véase LÖWY, Michael. Redención y utopía: Judaísmo libertario en Europa Central. São Paulo: Perspectiva, 2020. En este contexto, también debe considerarse la especificidad de la relación de los judíos con el marxismo y la interpretación materialista de la «cuestión judía». En este sentido, véase, entre otros, CLEMESHA, Arlene. Marxismo y judaísmo. 2da ed. São Paulo: Boitempo, 2025; MARX, Karl. Para la cuestión judía. Traducido por José Barata-Moura. Nueva York: Routledge, 2009, pág. 51; LEITE, Ivonaldo. La dialéctica invertida de la cuestión judía. La revista Communeiro, Oporto/Portugal, nº 40, 2025; LEÓN, Abraham. Concepción materialista de la cuestión judía. Buenos Aires: El único, 1975.

[8] Véase KLEIN, Noami. Necesitamos un éxodo del sionismo. The Guardian, 24 de abril de 2024. Disponible en este enlace.

Traducido del portugués para Rebelión por el propio autor.

Fuente: https://es.aterraeredonda.com.br/urgencias-do-tempo-de-agora/

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