Hay preguntas que ya no deberían formularse, aunque sólo sea para evitar la frustración o la sensación de descorazonadora impotencia o desamparo intelectual, moral o, incluso, por evitar la simple humana rabia e indignación.
Preguntarse, por ejemplo, ¿por qué no cesa o nadie detiene la matanza sin cuartel que se viene perpetrando desde hace 77 años en contra del pueblo palestino, y hoy de manera extraordinariamente brutal y encarnizada, en su Tierra, en su patria, en sus hogares, en sus escuelas, en sus hospitales, en las colas del hambre? En definitiva, ¿por qué no se acaba con la masacre que se lleva a cabo en esa especie de ratonera en la que la entente sionista – imperialista ha convertido Palestina y, en particular, el territorio de Gaza?
Por otra parte, cabe también plantearse por qué la sociedad occidental, S.A., la que ampara o se ampara en la OTAN y que moviliza sus medios militares, financieros, mediáticos para apoyar sin remilgos a Ucrania ante una discutible, al menos en algún punto, agresión gratuita de la Rusia del V. Putin y, sin embargo, ¿por qué esa sociedad occidental no es capaz de movilizar siquiera en un mínimo porcentaje de todo ese enorme esfuerzo militar, financiero y mediático en apoyo a la legitima resistencia del pueblo palestino o, en su defecto, al menos para obligar a que cesen los crímenes y el genocidio que cometen el régimen sionista de Israel y también, explícitamente, el imperialismo norteamericano con el concurso, al menos implícito, de una parte, significativa de los Gobiernos y Estados europeos?
Son el tipo de preguntas que hoy se hace una parte significativa de la humanidad, no sé si la más numerosa pero sí, muy probablemente, la que está más y mejor investida de humana dignidad, ese atributo que está ausente en la mayor parte de las élites políticas, económicas y en una mayoría silenciosa o silenciada, manipulada, cooptada y, por todo ello, cómplice al fin de esa realidad en la que se perpetúan los crímenes, las acciones asesinas por parte de los grupos de asesinos y matones sicópatas que se esconden o disfrazan en ese manto putrefacto de los valores y la cultura occidental.
Esos valores (derecho, libertad, justicia, etc.) que pretenden que sea una suerte de parasol para ocultar o difuminar la conducta más que criminal que hoy se expresa como limpieza étnica y plan de genocidio activo en contra del pueblo palestino y que, hoy y ayer, llevan a cabo al unísono el régimen nazi sionista de ocupación y colonización de Palestina y el hegemón imperialista de hoy, el mil veces criminal y genocida imperialismo estadounidense, como parte de la corporación de la sociedad occidental, S.A.
La respuesta o respuestas son variadas, o una misma con diferentes ángulos o matices. Es decir, esencialmente, habría que responder desde lo que implica y proyecta esa suerte de entelequia cultural o, más precisamente, como se ha sostenido en escritos anteriores, desde esa categoría- herramienta de dominación que es la sociedad occidental. Esta herramienta, también podría definirse como un caldo de cultivo o sopa arquetípica que ha producido el supremacismo blanco europeo, el racismo, la explotación, el expolio, la limpieza étnica, el exterminio y los variados y recurrentes genocidios.
Es en ese caldo, desde esa herramienta de dominación, como se gestó y desplegó el fundamentalismo racista y criminal del sionismo, sionismo cristiano y judío, al fin como un proyecto de muerte y de Armagedón en el que convergen esas dos vertientes del sionismo para producir el apocalipsis, la aniquilación de los pueblos y, de manera inmediata durante los últimos 77 años, en contra del pueblo palestino.
Porque, en rigor, eso es lo que representa el sionismo como un constructo social, político e ideológico para la ocupación y colonización de Palestina y que, desde su germinación, se adscribe y se nutre con los intereses y las estrategias de dominación del imperialismo occidental, primero británico –europeo y, luego hasta este momento, norteamericano.
Es decir, poco o nada tiene que ver con la raza, la religión o la nación que simplemente están ahí para dar soporte al proyecto de ocupación, colonización, expolio y exterminio de otros pueblos, en este caso y esencialmente del pueblo palestino. Por eso, aquí se afirma con rotundidad que las masacres, el genocidio y la desestabilización general, desde el Golfo Pérsico hasta el Mediterráneo o al revés, son atribuibles a la trama sionista – imperialista, o siendo más precisos, al imperialismo sionista, en tanto que los representantes más connotados del imperialismo se han definido a sí mismos como sionistas; en definitiva, es el entramado político ideológico que hoy sostiene la barbarie el sionismo cristiano – judío y en el que concurren las bases más numerosas y vociferantes de la “sociedad occidental”.
Que ha producido también la amalgama de las nuevas corrientes nazi fascistas, antisemitas, que pululan en las sociedades y en los Estados del mundo occidental con el sionismo más radical del Estado de Israel y que dice representar a, y actuar en nombre de, las victimas del antisemitismo cuya expresión más cruel fue el exterminio de una gran parte del pueblo judío de Europa. Al fin los grandes portavoces del odio, del supremacismo, del racismo europeo y norteamericano se unen a los sionistas, no semitas, si acaso semitoides, que acoge el Estado de Israel, pero que se han mostrado esencialmente como ocupantes colonizadores de la Tierra Palestina y que se conducen como criminales, como racistas y genocidas en contra del pueblo palestino.
El asunto, por ello, no consiste solamente en denunciar y condenar lo que sucede a plena luz del día o con luces y taquígrafos en cualquier noche u oscuridad –como la oscuridad mediática o (des) informativa que imponen; es decir, solo les mueve la voluntad criminal de seguir adelante con las matanzas, masacres y el genocidio en marcha a través de bombas, encerronas, o hambrunas impuestas mediante la voluntad decidida y proclamada de los criminales sionistas e imperialistas de acabar con el pueblo palestino. Esto es inequívoco.
Y sí, hay que señalarlo y condenarlo en todo momento, sin tregua. Pero, sobre todo, hay que detenerlo, habría que haberlo detenido antes, habría que haberlo evitado. ¿Cómo?
Por ejemplo, descalificando pronunciamientos como los del Primer Ministro británico Keir Starmer quien señala que Hamas “no puede desempeñar ningún papel en el futuro gobierno de Palestina”. Este señor no tiene ninguna autoridad moral para indicar quien gobernará Palestina o lo que quede de Palestina, gracias entre otras causas a la colaboración o pasividad frente al genocidio sionista de gobiernos “occidentales” como el que preside esta figura política de perfil o adscripción sionista.
Además, míster Starmer representa a un Estado que tiene una enorme responsabilidad política e histórica (de primera magnitud y alcance) en lo que viene sucediendo en Palestina desde hace más de un siglo. El genocidio y el sufrimiento sin parangón del pueblo palestino tiene mucho que ver con personajes políticos británicos como K. Starmer o también con otros gobernantes europeos como la Presidenta de la Comisión Europea, Frau Von der Layen que ya en los inicios de la masacre actual se trasladó a Israel para solidarizarse con el derecho a defenderse del Estado sionista. Ella y otras figuras europeas, cínicas y cobardes pro sionistas, cómplices cuando no colaboradoras efectivas con el plan genocida de sionismo imperialista dentro del espacio de la Unión Europea.
Desde luego, todos ellos son cínicos, cobardes y presuntos colaboradores de primera línea en la comisión del genocidio. Pero, son en realidad representantes de la sociedad occidental S. A., entelequia que ha sido el amparo y el recurso político ideológico de todas las barbaries cometidas en contra de los pueblos de África, América, Asia, Oceanía e incluidas las sociedades y los pueblos que conforman las metrópolis de la sociedad occidental, S.A.
Por ello, K. Starmer y sus socios de los Estados OTAN(nistas) no representan los intereses de los pueblos y las ciudadanías europeas o norteamericanas. Por el contrario, representan los intereses del bloque de dominación de la sociedad occidental, S.A. Todo lo que hacen es siempre en función de esos intereses y ad maiorem gloriam de sus accionistas y de su proyecto de dominación y colonización.
Por ello, hay que desmontar esa imagen de representantes democráticos y del mundo libre con la que se cubren. Hay que quitarles la careta. Los pueblos, la ciudadanía humana, con voluntad firme y decidida han de hacerlo. Deben enfrentar a estos enemigos de la humanidad para hacer valer el humanismo, el principio y el derecho a la vida, el derecho de los pueblos, de todos los pueblos a la vida y a los medios de vida, a vivir y al buenvivir sin que ningún hijo, heredero o representante de la sociedad occidental, desde el supremacismo, y el derecho a matar, a someter y explotar, a arrinconar o vejar la vida de las personas y de los pueblos, pueda hacerlo y, además, para más inri, a campar con absoluta impunidad.
Para ello, conviene recurrir a la técnica del discernimiento que ayude a dilucidar que no se trata sólo del sionismo criminal y genocida del Estado de Israel, que lo es por mérito propio, es también el bloque imperialista y sus representantes y valedores de la sociedad occidental, S.A., que tratan de esconderse, de disimular o de jugar al gatopardo.
Deben ser confrontados y derrotados todos. Es una maquinaria de muerte que es necesario destruir para que, en todos los ámbitos prevalezca y se respete la vida en su plenitud. Y, en particular, la de los pueblos objeto de crímenes de lesa humanidad y de genocidio. Esos pueblos que se niegan a ser deglutidos por esa maquinaria mortífera y, por ende, que exigen el respeto a su vida, a la dignidad de sus pueblos y naciones.
Sí, hay que destruir esa maquinaria y desmontar ese soporte político ideológico en el que se ampara. Hay que desmontar la categoría herramienta de dominación de sociedad occidental, S.A. y su derecho a defenderse que, en realidad, es el empeño por dominar, ocupar, someter, colonizar, matar y exterminar a los otros.
Por eso, el fascismo, el nazismo y las ideologías y movimientos políticos y sociales del odio al otro, a los otros, normalmente a los empobrecidos, a los diferentes, brotan en su seno de una manera natural, no son algo circunstancial o un episodio histórico irrepetible. Por el contrario, están en el ADN de ese bloque de dominación de la sociedad occidental S.A. y que emergen en formas y alcances que determinan las diferentes coyunturas históricas.
Es muy probable que este sea el único camino, dure más o menos y cueste lo que cueste, para que la humanidad pueda recuperar o entrar de una vez por todas en la senda de las transformaciones humanitarias, de la construcción de un mundo justo, solidario, basado en el derecho y en el respeto inclaudicable al derecho a la vida de las personas y los pueblos todos. Es la única vía para que programas / sueños como la Agenda 2030 sean creíbles, tengan legitimidad y se conviertan en una verdadera vía o avenida de esperanza para las personas, las sociedades humanas, para la vida.
¿Cómo hacerlo? Por plasmarlo o proclamarlo una vez más que no quede:
- Exigir (obligar) en lo inmediato que finalice la ocupación y colonización de Palestina y, por consiguiente, determinar las acciones y medidas que hagan efectivo el retorno del pueblo palestino a sus territorios y a sus hogares.
- Juzgar en tribunales internacionales a los responsables todos del genocidio y de todos los crímenes cometidos contra el pueblo palestino, sean los representantes del gobierno y el Estado sionista, pero también las cabezas del imperialismo sionista estadounidense y europeo.
- Esos juicios, y sus sentencias, deberán incluir una adecuada y justa reparación del daño causado, conscientes de que hay daños que son irreparables y que, por ello, no habrá condenas y reparaciones que los compensen. Por ello, los tribunales internacionales deberían fijar sentencias acordes con ese daño irreparable y con vistas a que un NUNCA MÁS pueda ser creíble y viable.
- Concretar una ayuda y cooperación internacional para la construcción de las bases económicas, sociales e institucionales, incluyendo las capacidades financieras y la edificación de la institucionalidad y su fortalecimiento en todos los ámbitos, sociales, políticos y culturales. Sin olvidar la construcción de las infraestructuras y equipamientos, necesaria y en grado de suficiencia, dado que lo que existía, con todo y su precariedad, ha sido reducido a escombros o a tierra arrasada por la aberrante y genocida actuación del sionismo imperialista.
- Poner fin a la ocupación y colonización sionista de Palestina que requiere, por supuesto, pasar por la demolición del Estado sionista, racista y supremacista, causa primera y última de los crímenes de lesa humanidad y del genocidio y, al mismo tiempo, dar vida efectiva al Estado de Palestina, respaldando con todos los medios necesarios su organización y el funcionamiento en la Palestina toda, como un Estado laico, democrático, pluricultural y multilingüe.
- El Estado de Palestina será así co-garante con la nueva ONU de preservar y asegurar el acceso a los lugares referenciados de las diversas creencias religiosas y de la múltiple y rica cultura de la humanidad global, en la que se refleja el contradictorio, misterioso y esperanzador proyecto humano. Ese centro patrimonial de la humanidad debe ser convertido y preservado como lugar de solidaridad, cooperación y de esperanza. Pero, sobre todo, para propiciar la convivencia plural y pacífica. En definitiva, para facilitar la construcción de una humanidad humana que acabe para siempre con los holocaustos y los genocidios, con las ideologías del odio y del supremacismo de unos sobre otros.
- Antes o durante esos procesos habría que emprender y fijar la refundación de la ONU que incluya en primera instancia, la salida de sus instituciones de la madriguera chantajista del imperialismo estadounidense. Incluso será recomendable establecer su sede en Palestina.
- Promover una estructura más democrática de la ONU y, desde ello, dotarla de medios e instrumentos suficientes para ser efectiva en sus decisiones ligadas al cumplimiento del derecho internacional, el derecho y la libertad de los pueblos, para hacer valer el derecho y la justicia universales.
- Reestructurar específicamente el Consejo de Seguridad que debería ser reconstituido como Consejo para la Paz y la Cooperación entre las naciones y los pueblos. Hacer lo mismo con cualquier otro mecanismo de excepcionalidad, contrario a la democracia y al respeto al derecho y a todos los derechos iguales y universales, y a su profundización, que han de quedar plenamente integrados y sometidos al poder /mandato de la Asamblea General y al gobierno democrático mundial de todas las naciones y pueblos.
- Dejar establecida la primacía de lo público global sobre los intereses y los poderes de las empresas privadas, las multinacionales y, en particular, de la organización de la criminalidad internacional (comercio de armas y otras formas más sutiles de organización y ejercicio de la criminalidad, como la manipulación, la anulación de la dignidad de las personas y los pueblos mediante las técnicas mediáticas, la inteligencia artificial y otros soportes tecnológicos avanzados).
- Integrar plenamente en ese nuevo marco institucional de la ONU los tribunales de justicia, con medios e instrumentos efectivos para la gobernanza universal de la justicia, que ha de plasmarse en un ordenamiento jurídico basado en la ética que nace de y para la promoción y el respeto de los derechos humanos, así como para su ejercicio efectivo en todo lugar, en todos los niveles, asegurando y el efectivo respeto de los derechos humanos, del derecho igual de todas las personas y de todos los pueblos, acabando con todo tipo de discriminación y desigualdad.
- Un nuevo marco institucional y de capacidades y medios que promulgue y ejecute todas las medidas necesarias para acabar con el racismo, el supremacismo, la xenofobia, el machismo, las ideologías del odio y sus maquinarias de muerte y destrucción de la vida humana y de la vida del planeta.
En definitiva, tras este nuevo o enésimo genocidio, este nuevo genocidio publicitado y difundido en vivo, que a todos interpela y exige posicionarse, la nueva o renovada y reconducida ONU se imponga a sí misma y apremie a todos los Estados y sociedades la voluntad y el compromiso firme y duradero para que se asiente de una vez por todas el axioma:
Yo soy si tú eres o tú eres si (y sólo si) yo soy.
¿Es mucho pedir…?
No, no es nada comparado con el tamaño y alcance de la acumulación histórica de la barbarie y de la dramática realidad que estamos viviendo.
Daniel F. Garcia González, Sociólogo y Especialista en Cooperación Internacional para el Desarrollo
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