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Entrevista a Paula Gaviria, Relatora Especial sobre los derechos humanos de los desplazados internos

«Nadie va a pasar a la historia por haber dicho cosas; los Estados tienen que actuar»

Fuentes: Naiz [Foto: la población gazatí se ha visto obligada a desplazarse varias veces desde hace casi dos años]

La Relatora Especial de la ONU sobre los Derechos Humanos de los Desplazados Internos, Paula Gaviria, denuncia que «desde la primera orden de evacuación de Israel se ha violado el Estatuto de Roma» y dice en entrevista con NAIZ que «no actuar equivale a ser cómplice. Ya no se trata de ser neutral».

La ofensiva israelí ya ha causado más de 65.000 fallecidos y 165.312 heridos en la Franja de Gaza. Según Save the Children, cada hora Israel mata a un niño, lo que equivale al 2% de la población infantil en la Franja. 2.430 personas han muerto buscando comida y 393 lo han hecho por hambruna. ¿Dónde ha quedado el derecho internacional humanitario en Gaza?

Nunca antes se habían registrado estas marcas. Recuerdo el primer comunicado que varios relatores publicamos el año pasado alertando de una posible hambruna cuando habían muerto cuatro niños y había un brote de cólera.

Los Estados y la sociedad, en general, se han demorado en entender que estamos ante un genocidio en tiempo real. En lo que corresponde a mi Relatoría, que es velar por los derechos de los desplazados internos, el 13 de octubre de 2023 ya emitimos un comunicado en el que advertíamos que Israel no estaba siguiendo el mínimo que se requiere para que una evacuación o transferencia de personas sea cobijada por el Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Orden tras orden de evacuación, se ha violado el Estatuto de Roma y se ha tratado de justificar estas acciones presentándolas como proporcionales, cuando no es así.

Dichas órdenes no cumplen con el mínimo para preservar la seguridad y proteger la vida de los civiles, ni alertan con tiempo, ni dan indicaciones de a dónde ir. Hemos visto cómo muchas personas han sido asesinadas mientras iban a los lugares designados por el propio Ejército israelí como seguros.

La Franja de Gaza es hoy el lugar del mundo donde se concentra el mayor número de personas desplazadas. Más del 90% de los habitantes han sido desplazados no una, dos, cuatro o cinco veces, sino hasta quince.

Foto: Paula Gaviria, especialista en derechos humanos y desplazamiento forzado y, actualmente, Relatora Especial de la ONU sobre los derechos humanos de los desplazados internos. (Oficina de prensa)

Esto no lo habíamos visto antes. En Colombia, por ejemplo, hay cerca de ocho millones de desplazados internos, pero nunca en una concentración de tierra tan pequeña como la de Gaza y en un periodo tan corto.

El multilateralismo y las instancias que tenemos en nuestras manos se han visto desconocidas. Pese a ello, recuerdo con mucha ilusión las imágenes de la audiencia ante la Corte Internacional de Justicia en enero del año pasado cuando empezaron a reconocer que había indicios de genocidio y que tanto el traslado forzoso de palestinos como la ocupación son ilegales.

Todos los que creemos en el derecho internacional recibimos con mucha ilusión estas decisiones y que se recogieran los pronunciamientos que habíamos hecho los relatores. En momentos así piensas que nuestro trabajo de Relator tiene impacto y es tenido en cuenta en la toma de decisiones. Pero todavía está por ver el cumplimiento de las mismas.

Decía hace poco en el Tribunal de Gaza celebrado en Londres a iniciativa de Jeremy Corbyn que no actuar equivale a ser cómplice. Ya no se trata de ser neutral o de decir ‘eso no es mío, no está pasando en mi hemisferio, no tengo nada que ver con Israel’.

Incluso aquellos que dicen que no tienen ningún negocio con Israel tienen la obligación de denunciar estos hechos.

¿Cómo valora iniciativas como la del Tribunal de Gaza?

Su función principal es evidenciar cuáles son las obligaciones de Gran Bretaña frente al genocidio y recopilar testimonios de la sociedad civil palestina, la academia, expertos…

Participé junto a la Relatora Especial sobre los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese; al Relator para el derecho al agua, Pedro Arrojo, y personas que han trabajado tanto en el impulso de la decisión de la Corte Internacional de Justicia como de la opinión consultiva, y que han sido testigos directos de lo que está pasando. Fue una radiografía bastante completa de lo que está sucediendo.

Mi mensaje fue que ningún poder que ocupa un territorio puede desplazar civiles de la manera en la que Israel lo está haciendo.

El desplazamiento forzado es una violación del derecho internacional en sí mismo. En Darfur, algunos sudaneses fueron condenados por desplazamiento forzado y por denegación de ayuda humanitaria. Estos cargos se englobaron en la categoría de crímenes de guerra, contra la humanidad y genocidio.

En los Balcanes, varios líderes serbios enfrentaron cargos por deportación y traslado forzoso de civiles en el Tribunal Internacional para la ex-Yugoslavia.

No se puede seguir excusando a Israel con sus argumentos de que está haciéndolo por imperativos militares o para proteger a la población civil.

Los estados, en cumplimiento de los Convenios de Ginebra, tienen la obligación de prevenir estas afectaciones, lo que se traduce en detener los envíos de armas cuando saben que con esas armas se van a cometer graves violaciones al derecho internacional humanitario.

Tienen, además, la obligación de exigir responsabilidades a los perpetradores ante los tribunales internacionales. No es que Sudáfrica y los demás países que después se le unieron sean países solidarios, sino que es su obligación. Sudáfrica estaba haciendo lo que le correspondía, solo que parece exótico en un mundo en que todos son indiferentes.

En todas las guerras y en contextos de violaciones masivas de derechos humanos, documentar mientras estas vulneraciones están teniendo lugar tiene un valor histórico y de prueba que va a ahorrar muchos años de trabajo a quienes tienen que tomar decisiones de acusar y de juzgar.

Ojalá que no nos demoremos como con otros tribunales internacionales porque la sociedad necesita sanar y la única forma de hacerlo es que no haya impunidad.

¿Cómo valora las sanciones contra la relatora Francesca Albanese?

Es algo muy grave que no tiene precedentes. Además de la afectación personal, se está dificultando y cuestionando su trabajo como Relatora. Quieren dañar su honra y reputación.

Lo único que ella está haciendo es alzar la voz un poco más fuerte, pero junto a ella hay un coro de expertos, de tribunales y de personas que conocen muy bien la historia de la ocupación.

Esto no empezó el 7 de octubre de 2023. Lo que ha hecho Albanese es volver a recordar la historia, que no permite que tapes el sol con las manos.

Que te pongan enfrente de tus ojos tus incumplimientos produce miedo y reacciones que van en contra del respeto y la inmunidad que tenemos como relatores.

Pero ahí seguimos. Ni ella ni ninguno de nosotros nos vamos a callar, es nuestra obligación seguir denunciando y alzando la voz.

¿En qué momento llegan las medidas anunciadas por el presidente español, Pedro Sánchez?

Llegan en un momento político clave. Estamos ad portas de la reunión de la Asamblea General. La misma ONU está en un proceso de repensar muchas de sus actuaciones y de revisar el alcance de aquello para lo cual fue creada.

Varios estados han manifestado su intención de reconocer el Estado palestino y están a favor de la solución de los dos estados.

El pronunciamiento de Pedro Sánchez precede un poco a lo que va a suceder. Es un camino que deberían de seguir otros dirigentes mundiales.

Por más que las palabras sean contundentes y estén ceñidas a las obligaciones internacionales, éstas tienen que pasar a los hechos. En estos momentos, nadie va a pasar a la historia por haber dicho cosas; los estados tienen que actuar.

Llevamos 23 meses oyendo anuncios. Pero, del anuncio a la ejecución de las medidas pasa un tiempo. ¿Cuántos niños más van a morir porque son asesinados, porque no hay hospitales o porque no tienen qué comer? El tiempo va pasando y con él se van perdiendo más vidas.

Las sociedades deben exigir a sus mandatarios y líderes que actúen y no se limiten a lanzar mensajes.

En Gaza se han violado todas las líneas rojas. ¿Qué precedente sienta?

Las crisis actuales de la humanidad no empiezan ni terminan con Gaza, aunque en cuanto a las imágenes, la sistematicidad y la violencia es la que más nos ha impactado.

Ucrania lleva más de dos años, casi tres, bajo el ataque de un estado que se cree con inmunidad frente a sus obligaciones.

En Sudán, el conflicto que comenzó ya hace dos años ha generado 11 millones de desplazados, hambruna en los campos de desplazados, secuestros, violaciones de niñas y mujeres, restricciones a la ayuda humanitaria.

El año pasado hablé con varios refugiados en El Cairo. Sentían que el mundo los había olvidado; no ven ningún esfuerzo de la sociedad, de los estados ni de la misma ONU por solucionar su guerra civil.

Acabo de regresar de una misión oficial en el Este de la República Democrática del Congo, donde varias ciudades están ocupadas por el M23 y otros grupos armados apoyados por Ruanda.

Observamos cierto agotamiento y una crisis de credibilidad de los mecanismos que antes se creía que protegían a la humanidad frente a los abusos y ofrecían garantías.

Necesitamos, por tanto, volver a unos nuevos acuerdos de mínimos, como los Convenios de Ginebra e insistir en la vigencia de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en que, como humanidad, no vamos a dejar que ni el caos, ni la violencia, ni el abuso de poder sean los que rijan el destino de la humanidad.

Lo de Gaza produce desesperanza, pero también veo una fuerza muy grande de los gazatíes. Una se pregunta cómo pueden soportar tanto dolor, cómo pueden haber sido desplazados hasta quince veces y cómo se resisten a ser desterrados definitivamente.

Frente a la limpieza étnica que persigue Israel, han logrado gritar y que el mundo los oiga y empiece a despertarse del letargo manifestando que lo que pasa en Gaza nos afecta a todos.

También me dan esperanza los periodistas y el personal médico y sanitario gazatí. Hemos descubierto un valor y una valentía en los seres humanos que no había antes. Eso nos tiene que quedar grabado como una marca indeleble de que la humanidad resiste y persiste, a pesar de todo.

No ha sido tan rápido pero, finalmente, hay un gran coro de instancias y de personas que llaman por su nombre a lo que está pasando y que tienen claro que son violaciones graves de los derechos humanos.

Tal vez la esperanza es que de todo esto surja una nueva manera de entendernos y protegernos, y de exigir a los gobiernos, a los estados y a las instancias internacionales.

¿Qué papel juegan los desplazados internos en la construcción de la paz en escenarios bélicos o de conflicto?

La participación, voz y propuestas de las personas desplazadas internas son determinantes. Los acuerdos de paz que se han hecho sin esta mirada son más frágiles y menos sostenibles en el tiempo.

Muchos estados creen que, cuando un conflicto finaliza, la solución al desplazamiento es el retorno a los lugares de origen. Esto no siempre es lo que las personas quieren.

En el informe que voy a presentar el próximo 21 de octubre señalo que de los 83,4 de millones de desplazados que había en 2024, el 60%, o sea, alrededor de 50 millones, viven en las ciudades.

Está probado que las ciudades ofrecen a las personas desplazadas una oportunidad y les genera la intención de querer quedarse. Cada vez son menos los que quieren retornar a su lugar de origen exacto.

Por tanto, es muy importante escuchar su voz. Obviamente, que cuando las personas quieren volver, se tienen que garantizar todos los medios para que pueda cumplirse su voluntad.

En estos momentos estamos definiendo cuáles serán las prioridades para los próximos tres años. Claramente, una de ellas es estudiar más a fondo y producir recomendaciones sobre cómo deber ser la reconstrucción en contextos de destrucción masiva como Gaza, Sudán o Siria.

¿Cómo se reconstruyen esas sociedades y qué mínimos se tienen que preservar?

Con respecto a Gaza estamos oyendo cantos de sirena, pero quién les ha preguntado a las personas desplazadas cómo quieren que sea esa construcción.

Claramente, van a decir que quieren ser libres e independientes, que no quieren seguir siendo ocupados, ni que nadie les reconstruya bajo un estado de ocupación.

Más que nunca esas voces tienen que estar en cualquier nivel de decisión que se tome sobre su futuro.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20250920/nadie-va-a-pasar-a-la-historia-por-haber-dicho-cosas-los-estados-tienen-que-actuar-1