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Un batallador sin fisuras contra el fascismo

Fuentes: Huella del Sur

Carlos Kern Alemann era miembro de la familia propietaria del diario en lengua germana Argentinisches Tageblarr. Por esa procedencia de ámbitos empresariales se lo tildó de “oveja negra” de la familia. No fue tal cosa, sino un militante internacionalista que nunca abandonó sus convicciones.

Carlos fue uno de los centenares de argentinos y argentinas que revistaron como voluntarixs en la guerra de España. En su caso desempeñó puestos de responsabilidad en las operaciones bélicas. Llegó al frado de capitán. Un breve relato de su vida resulta ilustrativo acerca del temple de los y las militantes que lo dieron todo en la lucha contra el fascismo.

Kern había nacido en 1910. Vio la luz en Santiago de Chile. Sus padres se establecieron en la provincia de San Luis y allí fue criado.

Tras realizar estudios primarios y secundarios en Argentina sus padres lo enviaron a terminar su formación en Alemania. Allí logró graduarse de arquitecto en una universidad berlinesa.

Durante su estancia alemana también trabajó en una fábrica, llamada Phillip Holzmann.

Por esa época ya había comenzado por su cuenta la lectura de Georg Wilhem Hegel y Karl Marx.

Comenzó a militar en la agrupación “Estudiantes Rojos” de Berlín. Allí se hizo conocido por su activa decisión para enfrentar a los grupos nazis. Con la extrema derecha ya en el gobierno, pasa a actuar en organizaciones clandestinas de resistencia. Entró en contacto con otros militantes, quienes lo acercaron al Partido Comunista de Alemania (KPD).

En esos años, consigue también completar su formación teórica y política. Tomará clases en la Escuela Obrera Marxista de Berlín.

Fue detenido en mayo de 1935 junto a varios compañeros de partido. Piden para él una condena de tres años de prisión. Ésta no se le aplica y puede viajar a Suiza, para recuperarse de una enfermedad pulmonar que había contraído en su período carcelario.

En España para la gran batalla antifranquista

De allí pasaría a Francia y luego a España, con el objetivo concreto de unirse a la lucha contra los militares golpistas que aparecían como portadores del fascismo, similar al régimen nazi contra el que había luchado en Alemania. Pisó suelo español en noviembre de 1936.

Recibió instrucción militar en Albacete, cuartel general y lugar de formación de las Brigadas Internacionales. Allí comenzó su adiestramiento en la escuela de suboficiales y luego pasó a la de oficiales. Con conocimiento de cuatro idiomas además del español, entre ellos el dominio completo del alemán, parecía destinado a oficiar de traductor e intérprete. Aunque en alguna oportunidad cumpliría esas funciones, su destino principal fue el frente de batalla.

Así es que se lo destina al batallón Thaelmann, integrado por voluntarios de origen germánico. Al principio es adscripto al comisariado político con el grado de sargento. También fue designado jefe de una compañía de ametralladoras en el 44° Batallón de la XI Brigada, en octubre de 1937

También cumple tareas de estado mayor, en secciones de topografía. Es asimismo redactor del periódico Pasaremos, órgano de la XI Brigada Internacional a la que pertenecía.

Participa en varios frentes de combate, entre ellos el de la contraofensiva republicana en Brunete. En octubre de 1937 contrae tifus y pasa unos meses en hospitales de la retaguardia.

En su camino de regreso al frente le ocurre un hecho tan desagradable como peligroso. El camión en el que se trasladaba es detenido. Kern no tenía el carné de brigadista. En cambio, la posesión de mapas lo hizo de inmediato sospechoso de espionaje. Y estuvo a punto de ser fusilado bajo la acusación de “espía trotskista”.  Un signo de la época.

Kern supera el trance y se reincorpora a los frentes de combate. Así es que combatirá en el frente del Ebro., la batalla de mayor envergadura en todo el conflicto. Allí lo hace como parte del batallón latinoamericano de la Brigada XV. Su actuación merecerá elogios de sus superiores, tanto por sus acciones en combate como por haber salvado la vida de un teniente herido.

Así quedó registrado: “Felicitamos al camarada sargento Carlos Kern, por su brillante actuación en la Ofensiva del Ebro y por su valiente actitud y disciplina en todo momento”. Por esas acciones se dispone el otorgamiento del grado de capitán. Lo que no se concreta porque ya llega el tiempo del retiro del frente de las brigadas internacionales.

El 24 de octubre de 1938, con una despedida oficial en Barcelona, la República hace efectivo el retiro de los brigadistas internacionales. Se esperaba con eso inducir el retiro de tropas fascistas italianas y alemanas, lo que no ocurrirá.

Poco después, ya en el exilio, Carlos quedará recluido con otros brigadistas en Gurs, uno de los penosos campos de concentración en los que el Estado francés encerraba a los veteranos venidos de España.

De nuevo en Argentina, un hombre de la política y el arte 

Su familia intercede para que lo liberen. Antes del fin de 1939, el ahora ex brigadista ya estaba de nuevo en Buenos Aires. Tuvo desinteligencias con sus familiares, que no se conformaban con su pensamiento y acción radicalizados.

Se aleja hacia Chaco, donde permanece tres años. De regreso a Buenos Aires, ejerce su profesión de arquitecto. Trabaja para la municipalidad de Avellaneda y comparte tareas para un Plan Regulador en la ciudad de Buenos Aires.

Al parecer no prosigue con la militancia partidaria pero persiste en el sentido de sus ideas. Lo manifestó con la escritura de artículos sobre arte y política en general en las revistas culturales y literarias Principios, Conducta y Propósitos, dirigidas por el escritor Leónidas Barletta.

Entablaría relación con variados intelectuales y artistas enrolados en el partido comunista o afines con el mismo.  Fue amigo de Raúl González Tuñón y del pintor Antonio Berni. A este último lo habría influido con alguno de sus temas pictóricos.

También establece un vínculo con el dirigente comunista mendocino Benito Marianetti, con quien departe sobre las grandes cuestiones del socialismo.

Reside un tiempo en Chile. Allí mantiene amistad con Pablo Neruda y Luis Corvalán, secretario del Partido Comunista de ese país. Poco antes del golpe encabezado por Augusto Pinochet regresa de nuevo a Argentina.

Sus posiciones no se alteraron con el paso de los años. Valgan como ejemplo algunas palabras suyas:

“…fui, soy y seré voluntario a vida o muerte. Así desde la Alemania de Hitler, donde acababa de ser procesado con camaradas inolvidables, fui liberado gracias a ellos y a la entrega de sus vidas para salvarme. Me presenté voluntario en Barcelona y combatí por la España Republicana y la libertad. Fui, soy y seré antifascista afrontando a los masacradores de ayer y de hoy”.

Kern vivió hasta los 95 años, con los últimos transcurridos en Tucumán, al parecer amargado por los cambios regresivos ocurridos en el país y en el mundo en la década de 1990.

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Valga el recuerdo para uno de los centenares de luchadores de Argentina que estuvieron en España poniendo el cuerpo contra el fascismo. La mayoría, como en el caso que nos ocupa, prosiguieron toda su vida en la lucha contra el capitalismo y la búsqueda de un objetivo socialista que habían abrazado en su juventud.

Para la elaboración de esta nota hemos contado con materiales escritos por Jerónimo Borágina, destacado experto en todo lo relacionado con los voluntarios argentinos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.