Entre el tardofranquismo (1972-1975) y la Transición (1975-1978) existió una cierta continuidad expresada en dos aspectos fundamentales: primero, la sucesión de gobiernos no elegidos, si bien las primeras elecciones democráticas se celebraron en junio de 1977, a lo largo de esos años precedentes los gobiernos no salieron de las urnas; y, segunda, la violencia contra la oposición al franquismo, que durante el tardofranquismo era ejercida por las fuerzas de seguridad del régimen, mientras que durante los años de la Transición esa violencia se desplazó, principalmente, a los grupos parapoliciales de extrema derecha que actuaban con absoluta impunidad. Los objetivos de esa violenta represión de la oposición antifranquista -principalmente obrera, estudiantil y vecinal-, iniciada el 10 de marzo de 1972 con el asesinato de Amador y Daniel en las calles de Ferrol mientras luchaban por sus derechos -como dice la letra de “Preguntas por Puerto Montt”, de Víctor Jara, ‘les acribillaron el pecho luchando por sus derechos’-, aunque podemos encontrar sus antecedentes en el asesinato de Enrique Ruano (1969), estaban claros: durante el franquismo el objetivo era el mismo que en 1936, eliminar cualquier tipo de oposición al régimen; durante la Transición, crear una ‘estrategia de la tensión’ que tenía como objetivo principal forzar a las fuerzas transformadoras de izquierdas, principalmente al PCE, a aceptar la monarquía y el capitalismo, para lo que el terrorismo negro de la ultraderecha no dudó en asesinar en las calles de toda España (masacre de Atocha), del mismo modo que lo hacían las fuerzas represivas del régimen (Vitoria…).
En este contexto, el 27 de septiembre de 1975 tienen lugar los últimos fusilamientos del régimen franquista. Ese día fueron asesinados, después de darse por ‘enterados’ el dictador Francisco Franco, el ‘carnicero de Málaga’ y jefe de gobierno Carlos Arias Navarro -el mismo que anunció llorando la muerte del tirano-, y los ministros León Herrera Esteban (Información y Turismo), José García Hernández (Gobernación y también enterado del asesinato por medio de garrote vil de Puig Antich en 1974), Antonio Carro (Presidencia), Joaquín Gutiérrez Cano (Planificación), José Solís (Secretario General del Movimiento), Luis Rodríguez Monreal (Vivienda), Alejandro Fernández Sordo (Relaciones Sindicales), Pedro Cortina Mauri (Asuntos Exteriores), Rafel Cabello de Alba (Hacienda), Alfredo Santos Blanco (Industria), Cruz Martínez Esteruelas (Educación), Fernando Suárez González (Trabajo), Tomás Allende y García Baxter (Agricultura), José María Sánchez Pascual (Justicia), Nemesio Fernández Cuesta (Comercio), Francisco Coloma Gallegos (Ejército y, por supuesto, militar), Gabriel Pita da Veiga (Marina, almirante y responsable de la brutal represión de la revolución de Asturias de 1934 desde el crucero Miguel de Cervantes) y Mariano Cuadra Medina (Ejército del Aire y militar que participó voluntario en la División Azul), y de haber desoído todos los llamamientos de clemencia llegados desde el extranjero, incluido uno del propio Papa Pablo VI, fueron asesinados cinco militantes antifascistas de los once que fueron sentenciados a muerte en cuatro Consejos de Guerra celebrados sin ningún tipo de garantía judicial… Y no solo eso, sino que del mismo modo que en 1939 la Ley de Responsabilidades políticas fuera el marco legal para ejecutar las condenas a muerte derivadas de actos que solo se consideraron delictivos tras la aplicación retroactiva de esa ley; esos cinco militantes antifascistas fueron incriminados en aplicación de la Ley Antiterrorista (Decreto-Ley 10/1975, de 26 de agosto), también con carácter retroactivo…
Recibieron la pena de muerte en esos cuatro juicios farsa las siguientes personas: José Antonio Garmendía Artola (militante de ETA P-M), Ángel Otaegi Etxeberria (militante de ETA P-M), Jon Paredes Manot (militante de ETA P-M), Xosé Humberto Baena Alonso (militante del PCE-ML y del FRAP), José Luis Sánchez-Bravo Solla (militante del PCE-ML y del FRAP), Ramón García Sanz (militante del PCE-ML y del FRAP), cuya pena fue ejecutada el 27 de septiembre de 1975, al alba…, y Manuel Blanco Chivite, Pablo Mayoral Rueda, Fernando Sierra Marco y Vladimiro Fernández Tovar, Manuel Cañaveras de Gracia, Concepción Tristán López, María Jesús Dasca Penelas y José Fonfría Díaz, militantes del PCE-ML y cuya sentencia a pena de muerte fue conmutada por la “pena inmediatamente inferior de 30 años de cárcel”.

El libro 27 de septiembre 1975, de la Plataforma Abierta ‘Al Alba’ y de ediciones Garaje, concluye con este mensaje firmado por Iñaki Alrui:
“Han transcurrido cincuenta años desde aquel auto de fe sangriento: los últimos fusilamientos de la dictadura franquista. Es importante que se reconozca la ilegitimidad de aquellos consejos de guerra farsa y la vulneración de todos los derechos de los procesados. Tan importante como el reconocimiento de la legitimidad de la lucha antifranquista en todas sus modalidades.
Cincuenta años. Ya es hora. Sus familias lo siguen esperando.
Ramón, José Luis, José Humberto, Txiki, Angel, ino os olvidamos!”.
Cincuenta años después, para rendir homenaje a su memoria y para exigir Verdad, Justicia y Reparación, la Plataforma Abierta ‘Al Alba’, integrada por Cristina Ridruejo, Ignacio Alonso, Pablo Mayoral, Manuel Blanco y ediciones Garaje, nos ofrece ese necesario homenaje en forma de libro elaborado en base a recuerdos y testimonios directos de sobrevivientes -como los de Vladimiro Fernández Tovar, Manuel Blanco Chivite, Pablo Mayoral y de Fernando Sierra-, abogados -ahí están los textos de Juan Mari Bandrés, Pedro Ruiz Balerdi, Mariano Benítez de Lugo, Miguel Castells, Juan Aguirre, Juan Lozano Villaplana y Gerardo Viada, recogidos de diversas fuentes- y de luchadores antifascistas de la época – como el de Antonio García-. Además, se recogen documentos de los fusilados, como las últimas cartas que escribieron Humberto Baena o Txiqui.
Asimismo, a lo largo de este libro testimonial encontramos relatos y documentación gráfica y textual de las movilizaciones contra las sentencias de muerte, entre la que se encuentra el testimonio de Christian Viret o de Matilde Muñoz (militante del PCE-ML exiliada en Roma)…

Y tras la noche más larga…, el libro recoge todas las movilizaciones que protagonizaron los pueblos del mundo, desde Australia hasta EEUU, pasando por India o México.
Finalmente, como todo libro de memoria, recoge exhaustivamente ‘la lucha posterior’: los homenajes, las luchas familiares, sindicales y políticas… Unas luchas que solo terminarán cuando se lleven hasta las últimas consecuencias de lo dispuesto en el artículo 4 de la Ley de memoria democrática (2022), que “reconoce y declara el carácter ilegal y radicalmente nulo de todas las condenas y sanciones producidas por razones políticas, ideológicas, de conciencia o creencia religiosa durante la Guerra, así como las sufridas por las mismas causas durante la Dictadura, independientemente de la calificación jurídica utilizada para establecer dichas condenas y sanciones”. Cincuenta años son suficientes, ya es hora de establecer la Verdad, hacer Justicia y Reparar la dignidad de las víctimas, que lo fueron por luchar contra un régimen que comenzó asesinando y finalizó de la misma manera.
Un libro de lectura obligada para no perder la memoria.
Este mismo texto también fue publicado en la edición digital de Mundo Obrero (2 de octubre de 2025): https://mundoobrero.es/2025/10/02/memoria-de-los-ultimos-fusilados-de-la-dictadura/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.