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Una jaula más pequeña aún: la «solución de dos Estados» de Israel sobre las ruinas de Gaza

Fuentes: Voces del Mundo

Más de un mes después de la entrada en vigor del alto el fuego, poco ha cambiado en Gaza. Las promesas de tiendas de campaña, caravanas y casas prefabricadas no se han materializado y, por otra parte, solo ingresan alimentos y ayuda humanitaria de forma limitada, con el cruce de Rafah cerrado en ambas direcciones.

Más de 360 ​​palestinos, incluidos 136 niños, han sido asesinados por Israel desde la entrada en vigor de la “tregua”, lo que ha llevado a Amnistía Internacional a concluir que el genocidio en Gaza “prosigue sin pausa”.

Aunque el plan de alto el fuego prometía reconstrucción, ayuda humanitaria y un horizonte político, lo que ha surgido en cambio es un nuevo plan de subyugación perpetua, en el que el territorio de Gaza está siendo rediseñado arquitectónicamente para normalizar la fragmentación y la ocupación indefinida, cerrando cualquier futuro para la autodeterminación palestina.

Zona roja/zona verde: Mantener a Gaza en ruinas

Desde que se anunció el alto el fuego Israel ha dividido Gaza a lo largo de lo que se suponía iba a ser la línea de retirada inicial del ejército israelí.

La “zona verde” del este de Gaza es donde, en teoría, la reconstrucción y la ayuda fluirían con mayor libertad y donde se permitiría el paso de delegaciones internacionales (aunque escoltadas por el ejército), mientras que la “zona roja” del oeste de Gaza iba a permanecer asediada, devastada y cada vez más bombardeada.

Esto es lo que Ron Dermer, confidente cercano del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu y ministro de Asuntos Estratégicos, denominó “la solución de dos Estados… dentro de la propia Gaza”.

La separación entre estas dos mitades está cimentada por una barrera atrincherada llamada la “Línea Amarilla”, que se ha vuelto más mortífera que el Muro de Berlín, donde los soldados israelíes disparan a matar a cualquiera que se acerque. La línea también es elástica; el ejército israelí la ha ido desplazando gradualmente hacia el oeste de Gaza para reducir el territorio de la población. Gaza Oriental (58% del enclave), donde se promete “prosperidad”, está totalmente ocupada por el ejército israelí sin planes de retirada en el futuro próximo y ha sido completamente despoblada, con todos sus habitantes expulsados ​​por la fuerza.

Sólo cinco bandas de intermediarios reclutadas y apoyadas por Israel pueden existir allí bajo la protección del ejército. Además, las tropas israelíes y las empresas contratistas de colonos siguen arrasando y demoliendo sistemáticamente las viviendas que quedan en las mismas zonas donde se supone que se planea la reconstrucción.

Gaza Occidental, el 42% del enclave donde dos millones de personas viven enjauladas y hacinadas, será un “campo de refugiados permanente en ruinas por tiempo indefinido”, declaró un diplomático europeo destinado en Israel a The New Arab.

La “Nueva Rafah”: Aldeas Potemkin para la propaganda

La reconstrucción en Gaza Oriental se limitará a áreas confinadas, bajo pleno control israelí, llamadas “Comunidades Alternativas Seguras”, la primera de las cuales es “Nueva Rafah”, en el extremo sur de Gaza, en la frontera con Egipto.

La idea es una reformulación de distópicas propuestas israelíes ampliamente condenadas, como las “burbujas de seguridad”, las “comunidades cerradas”, las “áreas humanitarias” o las “zonas esterilizadas”, que el ex primer ministro israelí Ehud Olmert calificó de “campos de concentración”. Esto se debe a que a cualquiera que entre en “Nueva Rafah” no se le permitirá regresar a Gaza occidental y se verá rodeado por un mar de tropas israelíes.

La mayor señal de alerta sobre este proyecto es que está siendo liderado por uno de los arquitectos y promotores de la ahora desaparecida, ampliamente denunciada y notoriamente asesina Fundación Humanitaria de Gaza (FHG), cuyas operaciones provocaron el asesinato de más de 2.500 personas muertas de hambre que buscaban ayuda humanitaria.

Aryeh Lightstone, empresario estadounidense, rabino ortodoxo y amigo de Netanyahu, actúa como enlace entre Jared Kushner y Steve Witkoff en Washington y el Centro de Coordinación Civil-Militar (CCCM) en Israel. Este último fue establecido por Trump para supervisar la implementación de su plan de 20 puntos para Gaza.

No habrá una reconstrucción real en el este de Gaza. En cambio, lo que los estadounidenses llaman “reconstrucción” será algo superficial y, en el mejor de los casos, se limitará a viviendas rudimentarias, según declaró una fuente diplomática del CCCM a The New Arab.

“Será mejor en comparación sólo con Gaza Occidental, pero con en ningún otro lugar”, añadieron, explicando que las viviendas en la nueva Rafah, como máximo, consistirían en pequeños contenedores de transporte sin infraestructura ni instalaciones permanentes. En verano, esos contenedores se convierten en hornos y no ofrecen protección contra el frío invernal.

Si bien se estima que la reconstrucción de Gaza costará más de 50.000 millones de dólares, el coste de la “Nueva Rafah” es de decenas de millones como máximo, gran parte de los cuales se destinaría a consultores, contratistas y empresas con fines de lucro, en lugar de a las propias estructuras rudimentarias.

La fuente añadió que los estadounidenses utilizarán “contratistas locales” para gestionar la “Nueva Rafah”, probablemente delincuentes de la banda proisraelí de Abu Shabab, que anteriormente también fueron utilizados como “personal local” por la FHG.

Además, Israel investigaría y evaluaría minuciosamente a cada gazatí que desee mudarse a la “Nueva Rafah”, lo que implica un enorme poder de chantaje que las agencias de seguridad israelíes utilizarán para extorsionar y coaccionar a los solicitantes para que se conviertan en colaboradores e informantes.

Los residentes de esas zonas confinadas estarían bajo vigilancia constante mediante inteligencia artificial en tiempo real de sus teléfonos, redes sociales y movimientos físicos por parte de la empresa Palantir, que presuntamente ha estado ayudando al genocidio israelí. La abrumadora mayoría de los gazatíes se negaría a mudarse a esas zonas en tales condiciones.

No es de extrañar que estadounidenses e israelíes esperen que esta “comunidad alternativa segura” albergue sólo a unos pocos miles de los más de dos millones de habitantes de Gaza. La Nueva Rafah es deliberadamente inaplicable, e Israel cuenta con ello. Sería básicamente una aldea Potemkin; una fachada destinada a encubrir la continuación del genocidio.

Esta es una táctica común en dictaduras violentas y zonas de genocidio. Myanmar empleó un truco similar en 2023 para encubrir el genocidio de los rohinyá: el gobierno birmano construyó dos “aldeas modelo” para 314 familias rohinyá, con diminutas viviendas sin baño, cocina ni acceso a alimentos, simplemente como una fachada para ocultar sus atrocidades, mientras más de un millón de rohinyá siguen refugiados en Bangladesh y países vecinos.

Corea del Norte tiene fachadas similares: se lleva a visitantes extranjeros en viajes de propaganda y se les muestran zonas de apariencia próspera para crear una falsa impresión de abundancia de alimentos.

Israel seguirá señalando la “Nueva Rafah” para desviar la atención de las preguntas sobre por qué continúa bombardeando, enjaulando, privando de alimentos y negando medicamentos y artículos de primera necesidad a toda la población de Gaza.

Sin embargo, a pesar de la presión israelí-estadounidense, ningún gobierno árabe, regional u occidental ha accedido a financiar la “Nueva Rafah” y ninguna organización internacional ha aceptado operar allí. Sin embargo, Estados Unidos sigue adelante con este proyecto a toda marcha y ya ha asignado un presupuesto para su establecimiento, según el diplomático del CCCM.

A pesar de su entusiasmo por la “Nueva Rafah”, los estadounidenses no han considerado la realidad sobre el terreno. Por ejemplo, nadie en el CCCM tiene respuesta a por qué Israel sigue destruyendo sistemáticamente viviendas en la misma zona donde se supone que van a construirse.

“La hipótesis de los estadounidenses es que tan pronto como construyamos una zona y echemos más alimentos y agua allí, cientos de miles de personas querrán mudarse”, añadió el diplomático a The New Arab.

Los asentamientos y la limpieza étnica siguen en la agenda

Para Israel, sin embargo, nada de este plan es arbitrario ni aleatorio. Daniel Levy, exnegociador israelí y presidente del Proyecto Oriente Medio, declaró a The New Arab que la “Nueva Rafah” contribuye a la agenda del gobierno israelí en al menos cuatro niveles:

En primer lugar, es un “proyecto nuevo y brillante” y un “juguete” que Israel necesita para complacer a la administración Trump.

En segundo lugar, Rafah tiene una “especial utilidad política” para Netanyahu, especialmente de cara a las elecciones. Es la ciudad donde el primer ministro israelí se enfrentó a “todos, incluso a los intereses nacionales y militares” cuando decidió invadirla en mayo de 2024.

“Recuerden la importancia de Rafah para Netanyahu como justificación para prolongar la guerra; todo el discurso de Bibi es: ‘Me presionaron para terminar la guerra antes. Si la hubiera terminado antes, no habríamos tomado Rafah… y miren Rafah hoy’”, declaró Levy a The New Arab. “Rafah es donde demostrará que se puede construir una nueva Gaza ‘desnazificada’, según sus propias palabras”.

En tercer lugar, el gobierno israelí no ha renunciado al plan de reconstruir asentamientos en Gaza, y la “Nueva Rafah” sirve para distraer la atención. Israel podría haber ubicado fácilmente la nueva “comunidad alternativa” en Beit Lahia, Beit Hanun o Yabalia, en la parte norte del enclave, pero la elección de Rafah, justo en la frontera con Egipto, ha sido deliberada.

“Es más fácil para Israel mantener y justificar la permanencia de su presencia militar en el norte de Gaza; de alguna manera, colindando con Israel, las comunidades afectadas el 7 de octubre, etc. Israel tiene toda la intención de que el norte de Gaza sea una ‘zona de seguridad’. Tienen toda la intención de que más adelante se convierta en un asentamiento”, añadió Levy.

Yehuda Shaul, cofundador de Rompiendo el Silencio de Israel, también cree que Israel podría impulsar la reconstrucción de asentamientos en el extremo norte de Gaza, en los mismos lugares donde antiguamente se alzaban los asentamientos de Dugit, Nisanit y Elei Sinai.

En cuarto lugar, la “Nueva Rafah” puede ser un paso adelante hacia el plan de limpieza étnica de Israel en Gaza. “Las fuerzas sionistas en el gobierno están a favor de las primeras reglas, que son acabar la Nakba, el desplazamiento permanente, expulsarlos a todos y la limpieza étnica”, declaró Levy a The New Arab.

 “Como la Nueva Rafah está en la frontera con Egipto, metes gente allí, luego las cosas salen mal, se reinicia la guerra, los tienes a todos en la frontera y entonces los obligas a cruzar”.

Las autoridades israelíes han dejado clara esta intención al afirmar que las estructuras en la “Nueva Rafah” sólo están pensadas para ser temporales y que, si bien los residentes de esa zona aislada quedarían completamente aislados del resto de Gaza, gozarían de mayor libertad para salir de Gaza.

Netanyahu mantiene a Hamás en el poder para que Gaza siga en ruinas

Israel condiciona cualquier reconstrucción del oeste de Gaza al desarme total de Hamás, su salida del gobierno, la entrada de la Fuerza Internacional de Estabilización (FSI, por sus siglas en inglés) de Trump y la destrucción completa de la infraestructura terrorista, lo que podría llevar años mientras Gaza siga siendo un páramo.

Hamás había acordado desde hacía tiempo ceder el gobierno a un comité administrativo tecnocrático y permitir que unos 5.500 policías palestinos entrenados en Egipto y Jordania se hicieran cargo del sector de seguridad. Sin embargo, Netanyahu sigue prolongando la aprobación de dicho comité y rechazó rotundamente la entrada de la fuerza policial en Gaza.

Israel también está obstruyendo la creación y el despliegue de la FSI de Trump al vetar la participación de tropas de Turquía o Qatar y al exigir que la FSI actúe como subcontratista del ejército israelí, algo que ningún país ha aceptado.

Se suponía que la FSI debían hacer cumplir el alto el fuego, actuar como fuerza de protección para los palestinos, entrenar y supervisar a la policía local, supervisar las reformas del sector de seguridad, vigilar las fronteras, crear una zona de amortiguación entre Gaza e Israel e informar sobre las violaciones del alto el fuego.

Sin embargo, Israel también pretende que utilicen la fuerza violenta contra los palestinos, realicen labores de contrainsurgencia, destruyan la infraestructura y las armas de los grupos de resistencia armada, y detengan o se enfrenten a sus miembros.

Al mismo tiempo, el diplomático europeo declaró a The New Arab que los funcionarios de seguridad israelíes se han mostrado “escépticos”, “resentidos” y “hostiles” ante la idea de que una fuerza internacional pueda desarmar o desmantelar a los grupos militantes en Gaza.

Las autoridades israelíes han estado diciendo a los gobiernos occidentales que “la FSI no podrá controlar a Hamás” y que “las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) permanecerán en Gaza a medio plazo”, lo que, según el diplomático, es “la forma en que Israel dice que será permanente”.

En otras palabras, Netanyahu sabe que es poco realista exigir que las tropas de la FSI hagan lo que el propio Israel no logró durante 24 meses de guerra y genocidio sin precedentes: destruir la voluntad de los palestinos de resistir a sus ocupantes.

Pero la insistencia israelí en esta exigencia tiene como objetivo imposibilitar que cualquier país se una a la FSI, para evitar que esos países se conviertan en cómplices explícitos del genocidio. De esta manera, el ejército israelí puede mantener el control de Gaza sin oposición.

El sábado pasado, el Washington Post informó de que la idea de Trump de establecer fuerzas de seguridad israelíes ya se está desmoronando, y que la Casa Blanca lucha por encontrar una alternativa. Israel está presentando ya “opciones alternativas” a la administración Trump, incluyendo “la ocupación total de la Franja de Gaza” y la reanudación de las operaciones militares.

Tras las bambalinas: El nuevo gobernante colonial de Gaza en el bolsillo de Israel

Más de 200 militares estadounidenses, sin experiencia ni conocimiento del contexto palestino, se encuentran en una fábrica abandonada en la nada en Kiryat Gat, Israel, resolviendo los detalles de cómo debería ser Gaza en el futuro previsible y a largo plazo, según el diplomático del CCCM.

Los coroneles estadounidenses no han hablado ni una sola vez con la Autoridad Palestina, y mucho menos con los gazatíes sobre el terreno. En cambio, se han dedicado principalmente a solicitar consejos y perspectivas a israelíes de derechas y centristas, y en el mejor de los casos, a ciudadanos palestinos de Israel que nunca han estado en Gaza.

Los coroneles evitan abordar las causas profundas de las crisis sobre el terreno y eluden cualquier discusión política que requiera la más mínima presión sobre los israelíes para que cambien sus políticas de asedio, cierre o separación.

En cambio, se ocupan de lo que llaman “cuestiones técnicas”. De cambios superficiales e inmediatos, dentro de las limitaciones definidas por Israel, en lugar de intentar cambiar el statu quo sobre el terreno. Si Israel se niega a permitir la entrada de ciertos alimentos a Gaza, el CCCM ofrece otro escáner a Israel, además de los muchos que ya tiene, dijo el diplomático.

Así es precisamente como Israel aprendió de forma rápida a jugar con los estadounidenses y ganar tiempo, empantanándolos con detalles técnicos. “Estamos jugando a darle al topo”, declaró la fuente a The New Arab.

Explicó que Israel inunda el CCCM con argumentos, propaganda y excusas técnicas para justificar decisiones puramente políticas, como el cierre continuo de Rafah, el impedimento de la reconstrucción y la restricción de la ayuda que entra en Gaza. El personal del CMCC dedica días a examinar y desacreditar las afirmaciones israelíes o a encontrar un punto medio, y para cuando llegan a una respuesta, los israelíes les ofrecen nuevos argumentos.

“El CCCM opera a voluntad de los israelíes; es, en cierto modo, una especie de Fundación Humanitaria de Gaza, una versión de la autoridad provisional de la coalición en Iraq; tiene la misma mentalidad colonial”, declaró Daniel Levy a The New Arab.

“Es la misma incapacidad para comprender a qué se enfrentan, la misma arrogancia, impulsada políticamente por la ideología del lado israelí y por la mentalidad colonial por el lado estadounidense”.

La “Nueva Rafah” es una réplica de un plan estadounidense idéntico en Siria, según declaró a The New Arab un veterano diplomático de la ONU que trabajó extensamente en el caso sirio. Añadió que la primera administración Trump buscó dividir el país en “Siria Oriental y Occidental”, separadas por el río Éufrates.

Los estadounidenses prometieron convertir el este de Siria, bajo control kurdo, en un próspero “Dubái” y concentrar allí la reconstrucción, la ayuda y la financiación, mientras que el oeste de Siria permanecería sancionado, asediado y bombardeado hasta su declive. El diplomático de la ONU declaró a The New Arab que, al igual que el este de Gaza, el este de Siria nunca se convirtió en un Dubái.

En última instancia, la “Nueva Rafah” será una ciudad fantasma habitada por unos pocos cientos de pandilleros y sus familias, utilizada como proyecto de propaganda para mostrar una fachada de bondad, mientras el genocidio recupera gradualmente su intensidad previa al alto el fuego.

Este plan es una confesión de malas intenciones, no una visión de paz. Revela una estrategia donde la reconstrucción se sustituye por el confinamiento, la soberanía por la vigilancia y la dignidad por la desesperación.

Al construir una fachada propagandística destinada a desviar la mirada del mundo, los arquitectos de este plan buscan autorizar la perpetuación del asedio, la hambruna y la dominación militar.

Esto no es un salvavidas, sino el último nudo de la soga. El futuro de Gaza no puede ser una elección entre una prisión bombardeada y una jaula vigilada; la justicia exige una ruptura total con este statu quo. De lo contrario, si Israel se sale con la suya, Cisjordania podría ser la siguiente.

Muhammad Shehada es un escritor y analista palestino de Gaza. Es también director de Asuntos Europeos en el Euro-Med Human Rights Monitor. X: @muhammadshehad2

Texto en inglés: The New Arab, traducido por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/12/15/una-jaula-mas-pequena-aun-la-solucion-de-dos-estados-de-israel-sobre-las-ruinas-de-gaza/