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Nuevas manifestaciones en Egipto

Acerca de distintas lógicas de construcción de poder

Fuentes: Rebelión

Otras líneas han afirmado la duda acerca del cambio institucional que ha supuesto la revolución egipcia. Prestando atención a los asientos del poder (el ejército), hemos llamado la atención a la confianza expresada por el pueblo egipcio hacia sus militares. No hemos hecho esto sin ciertos temores de estar haciendo transferencia de la relación entre […]

Otras líneas han afirmado la duda acerca del cambio institucional que ha supuesto la revolución egipcia. Prestando atención a los asientos del poder (el ejército), hemos llamado la atención a la confianza expresada por el pueblo egipcio hacia sus militares. No hemos hecho esto sin ciertos temores de estar haciendo transferencia de la relación entre pueblo y ejército en Argentina. Sin embargo, sí hemos mantenido que la estructura de poder permaneció fuertemente inalterada en el país árabe.

Afirmar no obstante que nada ha cambiado es despreciar la potencialidad de los movimientos populares. Potencialidad (también lo dijimos) en la mayoría de los casos canalizada a través de distintos grados de institucionalización. En efecto, y habiendo pasado algo más de nueve meses desde el derrocamiento de Hosni Mubarak, los egipcios han modificado su lectura de lo que los rodea y, por tanto, han trocado sus objetivos: ya no quieren más al ejército en el poder -el pueblo que aún permanece en la Plaza Tahrir lo está demostrando.

Ahora bien, las acciones tendientes a realizar este objetivo, los pasos para alcanzarlo, los caminos que se toman, los medios que se utilizan, no son entre todos los sujetos implicados iguales. Quisiéramos aquí centrar la atención, pensar, analizar, dos de estos caminos. El primero representado por la juventud y los trabajadores egipcios reunidos al día de hoy en la Plaza Tahrir, funcionando como fuerza de choque de la resistencia al régimen. El segundo, por su parte, graficado por la Hermandad Musulmana (HM) que ha decidido no participar en las acciones callejeras y esperar, en cambio, a que se desarrolle el proceso electoral.

Entre ambos movimientos existen, claro, marcadas diferencias. En tanto los movimientos que nuclean a la juventud (por caso: el Movimiento 6 de abril y la Coalición de la Juventud Revolucionaria) son movimientos de creación reciente con una nebulosa jerarquía de poder a su interior, la HM, por su parte, que ha creado el Partido de la Justicia y la Libertad a fin de poder presentarse a las próximas elecciones, es un movimiento nacido en el año 1928 con una importante organización que le ha permitido atravesar diversas coyunturas políticas y de acuerdo a las cuales ha sabido transformarse.

Junto con otros movimientos, de algún modo ha sido la HM la iniciadora de los últimos levantamientos en Egipto. En efecto, ésta ha respondido a través de la movilización a los intentos por parte del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) de erigirse como entidad supra-constitucional, es decir, en términos de Schmitt, como soberano que guarda para sí la posibilidad de declarar el estado de excepción, colocándose, de esta manera, a un tiempo dentro y fuera del marco jurídico egipcio. Ahora bien, la HM, junto con otras fuerzas políticas, decidieron no ocupar ni permanecer en la Plaza Tahrir, de allí que ninguno de sus miembros esté entre las decenas de muertos y los centenares de heridos que dejó aquella represión. Estos últimos pertenecen a las filas de las juventudes menos organizadas que fueron también aquellas que permanecieron en la Plaza y fueron víctimas de la violencia estatal subsiguiente.

El poder de convocatoria de las juventudes y de los trabajadores no debe ser en absoluto despreciado: la cadena qatarí Al-Jazeera hablaba y mostraba imágenes de decenas de miles concentrados en la plaza cairota en los últimos días. Fue solo allí, en la intersección entre el retiro de la HM y la llegada de los jóvenes, el único momento en el que ambos movimientos coincidieron. Luego, la HM lanzó una declaración en la que afirmaba que no iría a la Plaza para evitar el derramamiento de sangre y bregó por la tranquilidad. Su objetivo: lograr que las elecciones fijadas para el 28 de noviembre y en las que -según sostienen la enorme mayoría de los analistas- tienen grandes posibilidades de lograr un amplio triunfo, se desarrollen sin sobresaltos. Desde los movimientos juveniles hay una impugnación directa a dichas elecciones de las cuales se subraya su ilegitimidad. Es ésta una discusión, por otra parte, que ha estado desde el inicio de la revolución sobre la mesa: la HM -consciente de su fuerza- bregando por la realización de elecciones, la juventud intentando algún otro tipo de salida que le permita capitalizar políticamente el movimiento del cual, sin duda alguna, ha sido la principal protagonista.

En este marco, y dadas las relaciones que poco a poco (aunque no sin racismos culturales de por medio) la administración estadounidense (fundamental jugador en el conflicto) ha comenzado a entablar con la HM y las que ya lleva hace años entabladas con el ejército egipcio, no debería descartarse algún tipo de acuerdo entre el movimiento islámico y la institución castrense. A diferencia de la juventud, la HM se ha sostenido durante los meses de la revolución, pero también con anterioridad a ella, sobre un pragmatismo político sumamente inteligente que le posibilitó llegar a esta instancia con la fuerza que sin dudas hoy posee. Si bien no va a aceptar (ya lo han demostrado) hacerse cargo de un gobierno que descanse sobre los resortes del poder militar, rechazar de plano la posibilidad de algún tipo de acuerdo de coparticipación del poder (siquiera con algún sector de las fuerzas armadas) sería desatinado.

Es nuestra intención tomar aquí una actitud celebratoria. Lo repetimos: frente a los diversos grados de institucionalización, las movilizaciones populares abren una multiplicidad de posibilidades, inauguran varios mundos posibles. Quienes mueren en la Plaza, quienes ponen su vida al servicio de la resistencia, están haciendo historia en Egipto. De eso no hay duda. La historia nos enseña (nos ha enseñado), sin embargo, que no necesariamente los frutos son cosechados por los que los siembran.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.