La activista Ahed Tamimi, símbolo de las nuevas generaciones palestinas que nacieron sin derechos ni libertad bajo el sistema del «apartheid» impuesto por Israel, ha regresado a su aldea natal Nabi Saleh, sita en la Cisjordania ocupada, tras realizar un curso intensivo de inglés en el Reino Unido para, una vez convertida en abogada, denunciar […]
La activista Ahed Tamimi, símbolo de las nuevas generaciones palestinas que nacieron sin derechos ni libertad bajo el sistema del «apartheid» impuesto por Israel, ha regresado a su aldea natal Nabi Saleh, sita en la Cisjordania ocupada, tras realizar un curso intensivo de inglés en el Reino Unido para, una vez convertida en abogada, denunciar las injusticias cometidas contra su pueblo en los Tribunales Internacionales.
Ahed Tamimi, que está aprendiendo la lengua de Shakespeare con una rapidez asombrosa (ya ha dado varias charlas en inglés), regresó a casa en junio «con mal pie», ya que tuvo un accidente cuando viajaba en coche con sus padres (Bassen y Nariman). Al parecer, sólo tuvieron heridas leves y únicamente pasaron una noche en un hospital de Ramallah, la capital de facto de Cisjordania, informó el diario Middle East Monitor.
La chica que vale más que mil hombres, como la definió un día la prensa internacional, ha decidido mantener un perfil bajo y hacer las mínimas declaraciones posibles, ya que, debido a las amenazas que ha recibido de Israel, en el caso de que «se pase de la raya», sus familiares podrían ser «castigados o encarcelados», y, esta vez «en serio».
Ahed Tamimi fue advertida reiteradamente de que si mantenía «un comportamiento ilegal» habría consecuencias graves para su familia y amigos, cuando pasó ocho meses en prisión (entre diciembre de 2017 y julio de 2018). La chica entró en la cárcel con 16 años, periodo en el que sufrió desde acoso sexual hasta torturas psicológicas.
Esta incansable luchadora regresa a Cisjordania (también estuvo haciendo una larga gira por varios países europeos y africanos) cuando el Gobierno de Israel, a través de dudosos intermediarios («algunos se hacen pasar por árabes») está comprando cientos de viviendas (ofreciendo sumas «suculentas» o «conminando» a los inquilinos) a familias palestinas que viven en Jerusalén Este (la parte árabe de la ciudad). El objetivo está claro «ir expulsando de la Israel bíblica» a «los habitantes de la Palestina histórica».
Luis E. Sabini (1937) ensayista y periodista uruguayo radicado en Buenos Aires, quizás uno de los más profundos conocedores de la causa palestina a nivel internacional, cree, lo que ratifico firmemente, que el objetivo final de Israel es ir «concentrando a los palestinos en guetos» siguiendo el modelo de los Estados Unidos con «las reservas indias».
(Aconsejo leer, a los que pueda interesar, esta magnífica crónica de mi colega y amigo Luis E. Sabini, publicada en Rebelión y que lleva por título «Matemática Imperial: Israel x Trump = Acabar con la cuestión palestina).
Ahed Tamimi ha recibido la oferta de una beca para estudiar derecho internacional en la Universidad de Amán (Jordania), pero no se descarta que haga Leyes en Ramallah para no perder contacto con su pueblo y estar al lado de su familia, a pesar del riesgo que ello implica ya que está vigilada por la policía israelí «las 24 horas del día».
Esta joven, que siempre ha admirado a Nelson Mandela, a quien considera un ejemplo a seguir, tiene numerosos seguidores en Palestina, sobre todo jóvenes «que quieren desmarcarse de las viejas tácticas de los mayores que no han dado ningún resultado positivo».
Pero también tiene detractores, como el escritor y periodista Ramzi Baroud, autor de «The Last Earth: A Palestian Story» (Ed. Pluto Press. London), quien en declaraciones al diario «Jordan Times» ha dicho:
«La fascinación que despierta Ahed Tamimi, con su cabello rubio, rizado y al descubierto, ahoga los gritos de miles de Ahed Tamimi que viven atrapadas, enjauladas, en Gaza y en toda Palestina».
Me da la impresión de que no es bueno «a estas alturas» lanzar ninguna manzana de la discordia en Palestina, ya que eso sólo favorecerá «a la matemática imperial» estudiada en los laboratorios de la Casa Blanca y el lobby judío, cuyo objetivo es reducir «Palestina a la mínima expresión». Ningún intelectual de izquierdas podía imaginar, en los albores del nazismo, que un «holocausto» daría tanto rédito a los fundamentalistas judíos.
Ahed Tamimi fue encerrada ocho meses en prisión tras abofetear a un soldado en el patio de su casa, sita en la aldea de Nabi Saleh. Su reacción no fue un impulso adolescente porque los militares allanaron su vivienda. Atacó el uniformado poco después de enterarse de que un primo suyo, Mohamed, de 14 años, había recibido un impacto de bala de goma, a bocajarro en la cara, que le dejó, primero en estado de coma, y luego una grave deformación craneal.
Las noticias de la compra de viviendas árabes en Jerusalén Este, ciudad donde Israel ha trasladado su capital con el beneplácito de Donald Trump, forman un cuadro perfecto de la realidad Palestina que se complementa con las informaciones, casi a diario, de la «fuga de muchos jóvenes palestinos», principalmente de Gaza, que intentar llegar a Europa a través de Egipto.
«Esos migrantes» ya no ven ningún futuro en el enclave costero, donde los niveles de paro y pobreza afectan a grandes capas de la población. Donde esa tragedia, que muchos no ven por el alto muro que ha puesto Israel, ha disparado el trabajo infantil, las drogas, la prostitución, etc., pues el Gobierno ultraderechista de Benjamin Netanyahu continúa repitiendo «el mantra castrense» de «Palestina delenda est» (Palestina debe ser destruida), mientras el Primer Mundo consiente y esconde la cabeza debajo del ala. Al final las fronteras las marcan las garras del águila bicéfala y, a los demás, le queda el pataleo y/o el berrinche intelectual.
Blog del autor: http://m.nilo-homerico.es/reciente-publicacion/
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