Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Esperando pacientemente a que los activistas palestinos les monten una tienda donde poder seguir las clases. (Foto: MEE/Chloé Benoist)
Decenas de niños de Yubet al-Dib y pueblos vecinos del distrito de Belén, en la zona sur de la Cisjordania ocupada, esperaban que el miércoles [23 de agosto] fuera el primer día de clase en una nueva escuela de primaria financiada por la Unión Europea (UE).
Sin embargo, el martes por la tarde, las fuerzas israelíes derribaron seis aulas prefabricadas y confiscaron todo el material de construcción, dejando tras su paso sobre el asfalto desnudo tan sólo unas cuantas pilas de sillas infantiles.
Sillas infantiles desechadas por las fuerzas israelíes durante la demolición (Foto: MEE/Chloé Benoist)
Los vecinos de Yubet al-Dib están conmocionados. «No son personas, quienes se dedican a demoler una escuela no pueden ser seres humanos», dijo a los periodistas el miércoles Manal Zawahra, vecina de Yubet al-Dib.
«Nosotros no les hacemos nada a sus niños, ¿por qué le hacen esto a los nuestros? Queremos vivir en paz, pero no nos dejan», añadió Manal, que tiene seis hijos.
Asistiendo a clase en un aula atestada de la escuela de enseñanza primaria Hatin, en el pueblo de Beit Tamir. (Foto: MEE/Chloé Benoist)
Yubet al-Dib es el tercer colegio que las fuerzas israelíes han demolido o confiscado su infraestructura desde primeros de mes. Esto incluye la única guardería de la comunidad beduina de Yabal al-Baba y el desmantelamiento de los paneles solares -la única fuente de energía- de una escuela en Abu Nuwar.
Las misiones de la UE en Jerusalén y Ramala manifestaron sentir «gran preocupación» en un comunicado emitido el jueves, tras la confiscación de estructuras de las escuelas palestinas en las comunidades beduinas.
Escolares palestinos en la tienda levantada para sustituir las aulas prefabricadas en Yubet al-Dib (Foto: MEE/Chloé Benoist)
«Todos los niños tienen derecho al acceso seguro a la educación y los Estados tienen la obligación de proteger, respetar y cumplir este derecho, asegurando que las escuelas sean espacios seguros inviolables para los niños», decía el comunicado, llamando a Israel a «detener las demoliciones y confiscaciones de casas y propiedades palestinas en cumplimiento de sus obligaciones como potencia ocupante en virtud del derecho humanitario internacional».
Acto de desafío
A pesar de la demolición, los niños de la escuela de primaria se presentaron temprano el miércoles por la mañana en los terrenos del colegio y ayudaron a recoger las sillas desechadas, mientras los activistas levantaban una tienda para cobijarles sobre los arrasados cimientos de las aulas prefabricadas.
Sobre los cimientos de cemento donde unas horas antes se alzaban las aulas prefabricadas de la escuela de Yubet al-Dib. (Foto: MEE/Chloé Benoist)
Alrededor de 60 niños abarrotaron la tienda y cantaron el himno nacional palestino, mientras los profesores daban clase en el lugar como muestra simbólica de desafío contra las discriminatorias políticas israelíes contra los palestinos.
Niños y activistas se agolpan en el interior de la tienda mientras se inicia la clase (Foto: MEE/Chloé Benoist)
Este lugar no representa peligro alguno para nadie. No es peligroso para los tanques ni aviones israelíes», dijo a MEE Sami Mroueh, director de educación de la Autoridad Palestina en el distrito de Belén. «Un ataque agresivo sobre este lugar representa un ataque contra los derechos humanos en general y los derechos de los niños en particular».
Manal Zawahra, una de las madres de Yubet al-Dib, mira hacia el interior de la tienda. En su exterior puede leerse: «Escuela de Yubet al-Dib, una espina en la garganta de la ocupación. Aquí leemos, aprendemos, nos liberamos… para el retorno» (Foto: MEE/Chloé Benoist)
Mientras Mroueh insistía en que «aquí permaneceremos y aquí continuaremos enseñando a nuestros estudiantes», los trabajadores de la ONG implicados con el colegio declaraban que la inminente amenaza de una nueva acción israelí, junto con las dificultades de enseñar en una tienda de campaña abarrotada con un clima desapacible, hacían que esta opción fuera poco aconsejable en un futuro próximo.
Violencia psicológica
La organización israelí por los derechos humanos B’Tselem emitió un comunicado el miércoles en el que explicaba que 80 niños se habían visto afectados por la demolición del colegio. Afirmaba que la medida israelí «simboliza la crueldad administrativa y el acoso sistemático diseñados por sus autoridades para expulsar a los palestinos de su tierra».
Restos de bombas sonoras y casquillos de balas de acero recubiertas de caucho disparadas por las fuerzas israelíes durante la demolición de la escuela. (Foto: MEE/Chloé Benoist)
Un coordinador de una ONG francesa que había participado en la construcción del colegio, que pidió mantener el anonimato, declaró a MEE que la demolición representaba una un ejercicio de «violencia psicológica» contra los estudiantes.
«Para niños de esa edad, algo como esto te hace comprender de la noche a la mañana cuál es tu sitio en el mundo», dijo.
La Coordinadora de las Actividades del Gobierno en los Territorios (COGAT, por sus siglas en inglés), la agencia militar israelí encargada de poner en marcha las políticas israelíes en el territorio ocupado palestino, justificó las demoliciones alegando que las escuelas no contaban con los permisos de construcción que concede Israel.
«La construcción de Yubat al-Dib [sic] se levantó ilegalmente el pasado fin de semana, violando de forma contundente las órdenes de interrupción de los trabajos y sin recibir los permisos necesarios», dijo a MEE un portavoz de la COGAT.
Pero los vecinos de la localidad explicaron a MEE que las instalaciones destinadas a aseos, que eran la única estructura que permanecía en pie el miércoles, fueron la única parte de la escuela que había recibido la orden de que se interrumpieran los trabajos; la COGAT afirmó que las aulas de la «caravana» también habían recibido la orden.
En julio pasado, la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) afirmó que las restricciones israelíes en el Área C -las dos terceras partes de Cisjordania que están bajo el control total del ejército israelí- habían hecho «prácticamente imposible» que los palestinos obtuvieran permisos de construcción en esa zona, a diferencia de los colonos israelíes, a quienes sí se les conceden dichas licencias.
Según la OCHA, como consecuencia de las políticas israelíes, más de la tercera parte de las comunidades palestinas en el Área C carecen de escuelas de enseñanza primaria, obligando a los niños a recorrer largas distancias para poder acceder a la educación.
En junio, las autoridades israelíes confiscaron también alrededor de 60 paneles solares -donados por el gobierno holandés-, que proporcionaban a Yubet al-Dib la tan necesitada electricidad.
B’Tselem informó de una cifra «record» de demoliciones de hogares palestinos en Cisjordania durante el año 2016.
Las autoridades israelíes están impulsando planes para construir miles de viviendas en los asentamientos situados en Cisjordania y en la zona de Jerusalén Este de la que se han apoderado desde comienzos de 2017, en violación directa del derecho internacional.
Acceso a la educación
Al vivir en las polvorientas colinas situadas al sureste de la ciudad de Belén, los niños de Yubet al-Dib deben caminar al menos cinco kilómetros a través de un terreno empinado y muy complicado para poder asistir a clase, con riesgo de toparse con perros salvajes, soldados israelíes o los residentes en el ilegal asentamiento israelí adyacente de Nokdim, donde vive el ministro de defensa israelí Avigdor Lieberman.
Emplazamiento de la escuela demolida de Yubet al-Dib, situada sobre una colina en la zona sur del distrito de Belén, en la Cisjordania ocupada, el 23 de agosto de 2017
El dificultoso desplazamiento, combinado con aulas superpobladas y el estigma social impuesto contra los empobrecidos niños de Yubet al-Dib en las escuelas de la zona, llevan afectando de forma negativa desde hace años el acceso a la educación de los más jóvenes.
La escuela más cercana a Yubet al-Dib, la escuela de enseñanza primaria de Hatin, situada en el pueblo de Beit Tamir, consiste en una casa parcialmente alquilada por la Autoridad Palestina, chapuceramente reformada para poder acoger a docenas de estudiantes en antiguos garajes, así como en sótanos sin ventanas.
Pequeña aula en la escuela de primaria Hatin, en la aldea de Beit Tamir, en la que reciben clase 20 estudiantes. (Foto: MEE/Chloé Benoist)
Aunque los vecinos llevaban mucho tiempo pidiendo que se abriera una escuela en Yubet al-Dib, fue tan sólo en el verano de 2016 cuando las organizaciones internacionales empezaron a trabajar para construir una escuela en las tierras del pueblo, acabada muy recientemente, con financiación de la UE.
«¿Es que no tienen en cuenta las distancias que mis niños tienen que recorrer cada día? Son kilómetros bajo el sol o la lluvia sin ningún transporte», dijo Zawahra.
«¿Cuáles son los principios éticos, humanos o incluso legales que podrían justificar un ataque tan implacable contra una comunidad al negarles el acceso a la electricidad, al agua potable y ahora a una escuela?, preguntó el coordinador de la ONG francesa. ¿Qué justificación puede haber como no sea el intento de racionalizar la expansión de una colonia cercana que es en sí misma totalmente ilegal?».
Chloé Benoist es una periodista francesa que trabaja en Oriente Medio desde 2011, cubriendo la actualidad política y escribiendo también sobre cuestiones económicas, sociales y culturales.
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.