Las Instrucciones de la consejería de educación de la Comunidad de Madrid para el curso 2011-2012 suponen un aumento de la jornada lectiva del profesorado de secundaria de la enseñanza pública de 2 horas semanales (80 lectivas más al año, con la preparación y las correcciones y con otros 30 alumnos más), dejar en la […]
Las Instrucciones de la consejería de educación de la Comunidad de Madrid para el curso 2011-2012 suponen un aumento de la jornada lectiva del profesorado de secundaria de la enseñanza pública de 2 horas semanales (80 lectivas más al año, con la preparación y las correcciones y con otros 30 alumnos más), dejar en la calle a unos 3.000 profesores/as interinos, el desplazamiento de centenares de funcionarios como consecuencia de lo anterior, y el debilitamiento de las tutorías de grupo que vienen funcionando muy racionalmente en los institutos.
Todas estas medidas son un ataque a los servicios públicos y se sitúan en la línea privatizadora que mantiene el gobierno de Esperanza Aguirre desde hace años (privatización de la educación infantil, desmantelamiento de la formación, ataques a los Equipos de Orientación, Escuelas de Adultos, Aulas de Enlace …) y golpea al profesorado, figura básica en el proceso de enseñanza-aprendizaje. El resultado, de imponerse las instrucciones, sería un deterioro en la calidad educativa, un aumento del fracaso escolar y un retroceso del espacio de la educación pública.
Dicen que las medidas son para ahorrar, pero no es cierto que no haya dinero. Se lo gastan en otras cosas por una decisión política e ideológica. Por ejemplo, sí hay dinero para que se desgraven del IRPF 90 millones de euros las familias que llevan a sus hijos a la privada; para aumentar los recursos económicos y dar un trato privilegiado a los centros concertados; se derrocha en la JMJ y en la aventura de los Juegos Olímpicos; se pretende crear una policía autonómica como guardia de corps de Esperanza Aguirre, tan innecesaria como mantener el medio de desinformación masiva que es Telemadrid.
Ante el ataque el profesorado empezó a movilizarse este mismo verano y tras las masivas asambleas de julio en los IES Beatriz Galindo y San Isidro, el 31 de agosto se celebró una gran asamblea del profesorado en el auditorio Marcelino Camacho de CCOO. He dejado pasar 24 horas para valorarla más objetivamente y tras una primera toma de contacto con mi instituto el primer día de exámenes de septiembre, me atrevo a escribir estas notas, que algunas compañeras y compañeros me pidieron que hiciera al final de la asamblea.
Creo que la asamblea tuvo varios aspectos muy positivos, la gran asistencia (éramos más de 2000 profesoras y profesores, entre las asambleas de dentro y de la calle) y la gran determinación y combatividad entre los asistentes. También la repercusión en los medios, que no pueden ignorar el conflicto. Pero hay que decir que nos dejó mal sabor de boca que no estuviéramos todos juntos, la reiteración de actitudes que rescataban viejos demonios antisindicales y que impedían sumar y actuar con confianza entre todos, y el tumultuoso cierre que a profesionales como nosotros nos podría recordar una clase mal llevada, con muchos niños sobrados e indisciplinados. Se concluyó con los aspectos de mínimos que más o menos fuimos capaces de concretar: llevar el debate y la consulta a los centros, nueva asamblea y afinar en el argumentario para ganar apoyos entre el profesorado y en la sociedad.
Sinceramente vi un gran espíritu de lucha en la mayoría del profesorado asistente y determinación en los sindicatos de convocar movilizaciones, algo que me alegra y que hay que reforzar, sin decirles a cada rato: nos vais a traicionar, algo que en estos momentos me parece injusto, gratuito, nos debilita y contribuye a crear un pésimo clima entre todos los que tenemos que defender a la educación pública. Por ello plantee que tenemos la obligación de hablar muy claro, sin regalarnos los oídos, porque esta es una lucha que no podemos perder. Y que se tenían que dar tres condiciones para afrontar con garantías de éxito la batalla contra este brutal ataque a la enseñanza pública secundaria de la CAM y en defensa de toda la escuela pública: firmeza, unidad e inteligencia.
1. Firmeza: la movilización tiene que estar a la altura de la agresión
Empezando por la firmeza en el rechazo de los recortes y que sea explicitada por el profesorado directamente afectado. La escuela pública de la CAM ya sufrió el curso pasado una disminución de sus plantillas del orden de los 2.000 profesores/as, suprimiéndose desdobles, reduciéndose la atención a la diversidad, aumentando la jornada en algunos casos y reduciéndose el tiempo para tutorías y jefaturas de departamento. Las nuevas instrucciones profundizan en el terreno de la agresión a la enseñanza pública y nadie que no mienta puede decir que la calidad educativa no se va a resentir si en dos años desaparecen de las aulas más de 5.000 profesores/as para el mismo volumen de alumnado.
Firmeza para situar como objetivos básicos e irrenunciables la exigencia de negociación y consulta con el profesorado de toda medida que le afecte, así como la retirada de las instrucciones, evitando la táctica de la consejería del regateo para dejar el recorte de plantillas del 10-12% en el 8-10% o darnos pequeñas propinas económicas y que encima parezca que nos hace un favor. Tiene que haber un conflicto y éste debe de ser proporcional al nivel de la agresión. Frente a ella, es evidente que no vale un día de huelga para dejar testimonio de nuestro rechazo y malestar. Tampoco una huelga que tuviera poco seguimiento aunque (o porque) se pretenda de larga duración, que nos agote ante de tiempo y deje las manos libres a la consejería para imponer sus planes y seguir golpeando a la escuela pública.
Es necesario prepararse para una lucha larga, para mantener en el tiempo una movilización sostenida hasta el logro de los objetivos. Hay que impulsar un proceso intenso con el ánimo de ganar la pelea, no para calmar ninguna mala conciencia. Hay que estar dispuestos a invertir en esta lucha para poder evitar un mayor deterioro de la enseñanza y un retroceso continuo de nuestros derechos. Ante un ataque de esta magnitud, la movilización debe ser todo lo contundente y masiva que seamos capaces de organizar. El único límite a la movilización es que no la siga el profesorado de forma masiva.
Firmeza, por último, para resistir las presiones que los equipos directivos y profesorado vamos a recibir desde la consejería y de las DAT para intentar pinchar las protestas y conseguir que arranque el curso con su «normalidad». También las que puede recibir el profesorado de determinados equipos directivos en la misma línea
2. Unidad: unidos se gana o se pierde menos, divididos se pierde siempre
Es tan claro lo anterior que la unidad debe de ser la apuesta prioritaria. Unidad en los objetivos, en la propuesta y en la movilización. Y ello pasa por construir una plataforma de mínimos irrenunciables, consensuada por todos. También por proponer de común acuerdo las acciones e iniciativas movilizadoras con la suficiente contundencia para conseguir los objetivos.
Unidad de todos los sindicatos en torno a un planteamiento de movilización, tanto de los que están en la junta de personal como los que no, sean más progresistas o más corporativos, necesitamos el concurso de todos. De las Plataformas locales por la Escuela Pública y de los movimientos progresistas como el 15-M, que también tiene que decir y aportar en esta lucha. De unidad de todos los niveles y colectivos de la educación, si bien ahora el ataque principal es la enseñanza secundaria.
Pero sobre todo unidad del profesorado. Y la clave para ello es aunar a todo el colectivo en torno al objetivo de defensa de la enseñanza pública. Para ello hay que aproximar las dos dinámicas ahora existentes; la de las asamblea masivas, mucho más encendida y con más recorrido en el debate y en la conciencia de la situación, y la de los centros, más relajada y con los deberes por hacer. Esta situación exige prudencia, respeto por los ritmos y un gran esfuerzo de debate, convencimiento y suma de fuerzas para que no se produzca una escisión del colectivo.
Cualquier profesor/a, independientemente de su ideología, preferencia política, voto partidario debería coincidir en este minimo minimorum de «Escuela Pública de tod@s y para tod@s» como simbolizan las verdes camisetas de Vallecas. Esta unidad solo es posible conseguirla con una práctica muy participativa, con las consultas permanentes a los claustros, con un sistema de funcionamiento asambleario, con una estructura organizativa democrática desde abajo y que culmine en una Asamblea General de Centros Públicos y en una Coordinadora de representantes de las zonas donde también estén los sindicatos que apoyan las movilizaciones y que combine representatividad y operatividad. Además de mucha paciencia en los debates, ausencia de sectarismos y máxima búsqueda de consenso. Unidad, también, para dar salida al conflicto, consultando para ello al profesorado que participe en las movilizaciones.
Unidad, por último, pero la de mayor importancia de toda la comunidad educativa: familias, profesorado y alumnado. No se trata de que las familias apoyen al profesorado, sino de que sean ellas las que se movilicen en defensa de una escuela de calidad para sus hijos e hijas, y luchen codo a codo con el profesorado. También el alumnado debe de buscar las fórmulas de su participación por los mismos objetivos generales, a través de sus organizaciones representativas y desde los mismos centros.
Una manera de trabajar la unidad y la participación puede ser someter a una rápida y general consulta-referéndum al profesorado de secundaria la primera semana de septiembre con preguntas muy sencillas: 1º. Estás de acuerdo o en contra de las instrucciones de principio de curso 2011-2012 para los centros público docentes no universitarios, de fecha 4 de julio de 2011? SI/NO; 2º. ¿Estás dispuesto a movilizarte para su retirada y en defensa de la Escuela Pública? SI/NO; 3º. ¿Qué tipo de movilización te parece más adecuada? HUELGA/ MANIFESTACIONES/ OTRAS, y aquí se debe de abrir el debate sobre el tipo d huelga . La respuesta que dé el profesorado a la primera pregunta no es baladí: dejar constancia de un amplísimo rechazo a las instrucciones nos cargaría de razón y dejaría sin argumentos a una consejería que siempre intenta desautorizar las movilizaciones hablando de baja participación y a la que le sobra cara para decir que el profesorado está de acuerdo con el esfuerzo. Las respuestas a las otras preguntas permiten abrir un rico debate en los centros y darían una radiografía sobre el estado de indignación y de compromiso del profesorado para movilizarse, sobre las formas concretas que debería de adoptar la movilización, además del protagonismo que se cede a los sujetos activos de la lucha. Y, por último, obliga y compromete a los sindicatos, a las plataformas, a los claustros y asambleas de profesores a organizar la consulta para llegar a todos los centros, desarrollar el debate y respetar los acuerdos.
3. Inteligencia colectiva, como factor de enriquecimiento de la lucha
Inteligencia para construir un discurso que se gane a la opinión pública sobre la justeza de las reivindicaciones del profesorado. Que sitúe las causas del conflicto, situando la calidad educativa y los despidos (pues no son otra cosa) de miles de profesores y profesoras competentes como los puntos principales. Que explique que en España según los últimos datos PISA hay tres veces más alumnos por aula que en los países de cabeza; que el sueldo de un profesor es la mitad que en países como Alemania, Reino Unido y Francia; o que mientras que en Finlandia la autoridad hacia los profesores es algo sagrado, aquí Aguirre y Figar les denigran, desautorizan y prácticamente les llaman vagos. También es necesaria una campaña de información permanente para convencer a la sociedad de la necesidad de que la salida de la crisis se haga priorizando mayor inversión en educación para reducir el fracaso escolar.
Inteligencia colectiva es gestionar bien la participación en las asambleas a todos los niveles, las propuestas y medidas que surjan, la creatividad del movimiento, etc. Creo que también se expresa en ámbitos de encuentro como determinados foros como el de la DAT Sur, ejemplo de debate abierto, de creación de iniciativas imaginativas, para resolver dudas, darse apoyo mutuo y mantener el ánimo.
Desmontando la demagogia de utilizar a los empleados públicos, y más en concreto al profesorado, como el chivo expiatorio de sus agresiones, utilizando estereotipos e imágenes absolutamente injustas sobre la cantidad y la calidad de nuestro trabajo. En la asamblea alguien apuntó el dato de que según la UNESCO una hora de trabajo de profesor equivale a 3 horas de otros tipos de trabajo; en cualquier caso, es obvia la gran responsabilidad laboral y social que tiene educar y enseñar al alumnado de treinta en treinta.
Para sumar aliados: familias, estudiantes, otros sectores sociales, laborales y políticos. Explicando las consecuencias prácticas de los recortes en la calidad docente: retroceso en las tutorías, menos profesores para educar a sus hijos, educación menos personalizada y con menor atención a la diversidad por los escasos recursos, más dificultades para las actividades extraescolares, menos entrevistas con las familias, etc.
Y, muy especialmente, inteligencia para planificar las movilizaciones de tal manera que se minimice el coste económico y personal y se optimice la repercusión social. Hay que evaluar la potencialidad de movilización realmente existente para usarla a lo largo del primer trimestre del curso y mantener el conflicto vivo y abierto hasta conseguir los objetivos, evitando que se agote rápidamente.
En la asamblea salieron varias propuestas de huelga: un día (14-S) y evaluar y seguir convocando, indefinida, de martes-miércoles y jueves… Entiendo que planteen mayor dureza en la movilización los compañeras/os interinas/os, por lo general grandes profesionales muy preparados e infravalorados, que son imprescindibles para el funcionamiento del sistema educativo y que tienen el valor de seguir peleando por este oficio por pura vocación tras varias oposiciones aprobadas; los valoro y respeto tanto que muchas veces digo que es preferible un interino entusiasta que un funcionario amargado. Por ello puedo comprender que digan: pelear por nosotros todo lo que podáis, que nos hemos dejado la piel en la aulas codo con codo, no nos dejéis tirados, no es justo. También respeto la posición de compañeros/as que honestamente defienden, por ejemplo, la huelga indefinida por considerar que es la mejor vía. Entiendo bastante menos esta postura cuando tiene sesgos partidarios, de competencia interorganizaciones o de tonto protagonismo para aparecer más puros que nadie. Respeto la libre opinión, la buena voluntad o la ingenuidad, pero no me gustan nada los pescadores en río revuelto.
Pero no estamos ante una cuestión de voluntarismo, sino de eficacia. En mi opinión, la regla a seguir debe de ser: la más intensa movilización que seamos capaces de realizar, asegurando la participación más masiva posible. Y, desgraciadamente, suele darse una relación inversamente proporcional entre ambición de la movilización y amplitud de su seguimiento. Ello no aconseja situaciones del tipo: huelga indefinida con bajo porcentaje de seguimiento, queman en pocos días el movimiento y el proceso de lucha y porque por ello son poco eficaces. Yo no estoy por principios en contra de la huelga indefinida, estoy en contra de que seamos pocos los que la secundemos, porque de ser así se convierte en un error. Temo las consecuencias de que se plantee sin un gran trabajo previo de convencimiento y de gradualidad, de que se agote el conflicto a las primeras de cambio, de que podamos ser derrotados rápidamente, de que no podamos unir nuestras fuerzas a otras comunidades autónomas en una lucha común contra los recortes (Galicia, Castilla La Mancha, Navarra…). Dicho de otra manera, y espero que se entienda el símil, si en una partida de cartas uno gasta sus triunfos en las primeras manos y son poco eficaces porque te los pisa el contrario, antes de que acabe la partida ya la hemos perdido. Lo que hay que calcular (y trabajarse también) son los triunfos que tenemos en esta lucha y que los juguemos sabiamente y con la cabeza fría.
Dosificando nuestras fuerzas, por ejemplo, estableciendo una cadencia de acciones semanales coordinadas en todos los centros de secundaria: cada semana debe de tener su afán y la coordinación le da más impulso colectivo y más repercusión mediática. Por ejemplo, semana de la consulta-referéndum, semana de divulgación de las reivindicaciones (decoración del exterior de los centros con pancartas, fotos de los profesores que faltan, reparto de octavillas a los vecinos, etc.), semana de la convocatoria y asambleas con las familias, semana con huelga, semana de constitución en asamblea permanente en los centros de toda la comunidad educativa (algo así como «Nos desvelamos por la Escuela Pública»), semana de huelga a la japonesa con acciones que demuestren que el problema no es el aumento de la jornada sino la pérdida de miles de empleo y las consecuencias negativas en la calidad educativa (clases por la tarde, en las plazas de los barrios y pueblos, sábado de centros abiertos, etc.), semana de grandes manifestaciones en las calles, nueva semana de huelga esta vez de estudiantes, nueva huelga del profesorado, etc. Dando un especial protagonismo y coordinación al colectivo de interinos que se queda en la calle y al más de un millar de profesorado de expectativa sin nombrar aún para sus destinos.
Inteligencia para situar el conflicto contra los recortes en la educación pública madrileña (y en otras comunidades autónomas) en el debate de la campaña electoral del 20 de noviembre. Los diferentes partidos deberían pronunciarse, especialmente el PP ya que son ellos los responsables de lo que pasa en Madrid. Parecía que Rajoy intentaba presentar una imagen de moderación en la campaña electoral, no hablando de recortes sociales y sin desvelar los aspectos más cortantes de su futura política. Pero debería de explicar por qué su partido en Madrid realiza una cruzada contra la enseñanza pública ensimismado en el bucle de su propia intransigencia neoliberal
Ganar las elecciones no da patente de corso para desmantelar los servicios públicos; mucho menos cuando en las campañas electorales se comprometen y hablan de mejorar el reconocimiento social del profesorado, algo que está en las antípodas de los despidos masivos, el recorte de derechos y la selección negativa del alumnado con dificultades para los centros públicos. Es más, si Rajoy se convence de que las medidas del PP de Madrid le perjudican electoralmente, presionará para que sea retiradas unas instrucciones que han desencadenado un importante conflicto social. Si en algo son sensibles lo políticos es a la intención de voto y éste es un campo no desdeñable si queremos ganar la pelea en defensa de la enseñanza pública en Madrid. Trasladando la preocupación al profesorado del resto del Estado por las políticas educativas que puede aplicar el PP si gana las elecciones y permite las actuales agresiones en la comunidad de Madrid, Castilla La Mancha, Galicia, etc.
Pero para ello hay mantener vivo y abierto en el tiempo el conflicto, sin que se agote la capacidad de movilización del profesorado y de la comunidad educativa en la primera semana del curso. Y la movilización debe de ser gradual en el planteamiento. Considero que la primera huelga de septiembre debería ser un día totalmente lectivo (mejor el 15 o el 20 que el 14 de septiembre, que podría ser una Jornada de Protesta contra los Recortes y en Defensa de la Escuela Pública, hablando los tutores con el alumnado y dándoles información para sus padres sobre lo que está sucediendo); las huelgas hay que hacerlas cuando el alumnado está en clase y el profesorado en sus puestos de trabajo, más que por el impacto mediático. Primero debería de ser en Secundaría por la retirada de las instrucciones, que es donde hay más agresión, indignación y posibilidades hay. Posteriormente debería de organizarse la movilización de forma unitaria con todo el profesorado madrileño de la educación pública no universitaria. Y lo antes posible habría que organizar la confluencia en la movilización con el profesorado manchego, gallego, navarro, etc., convocando a una huelga estatal del profesorado, en torno al mes de noviembre.
4. Ausencia de sectarismo y construcción de una dinámica de confianza
Por último, quiero referirme a los peligros que existen para el éxito de la movilización. Es normal que Aguirre o la consejería anuncie que no piensan retirar las instrucciones, que diga que son irreversibles para comernos la moral y que intente dar sus «argumentos» para manipular a la opinión pública y hacer política neoliberal anti sector público y desacreditar a los empleados públicos. Aunque nos irrite, es su papel y no debe de sorprendernos. Ya veremos si cambia o no su posición ante una lucha masiva y bien planteada, porque esta agresividad que manifiestan hacia el profesorado indican su preocupación porque ven que no les van a salir gratis las agresiones. Creo que el problema no está ahí.
El principal riesgo, en mi opinión es que nosotros mismos echemos a perder las posibilidades que tenemos de ganar esta lucha si no nos vacunamos de varios aspectos negativos que aparecen frecuentemente en estos procesos: el sectarismo, los intentos de manipulación y el falso radicalismo.
Pongo algunos ejemplos. Creo que no es de recibo el ataque permanente a los sindicatos, generando desconfianza y división; no me han gustado la intervenciones en la asamblea de algunas personas con un sectarismo gratuito, alejado de los principios de tolerancia, inclusividad y pluralidad que, por ejemplo, han informado al 15-M; tampoco me gusta la patética visceralidad de alguna plataforma que si no divide al colectivo es porque no puede; no me gusta el excesivo protagonismo que tienen las estructuras sindicales en la Plataforma Regional por la Escuela Pública; no tenía sentido seguir insistiendo en la huelga el 1 y 2 de septiembre cuando no había consenso, no se podía debatir en agosto con todo el profesorado y nos dividía en temas como qué hacer con el alumnado de 2º de bachillerato.
Creo, que para evitar estas situaciones que debilitan al movimiento hay que trabajarse la actitud y el método. Construir una dinámica de confianza entre nosotros con mucha paciencia de todos y de todas. Desarrollar un espíritu unitario y constructivo, reconociendo las diferencias que pudieran existir e intentando integrarlas a través de la síntesis y el sentido común. Siendo capaces de organizar el debate desde el respeto y no desde la descalificación, buscando sumar y no restar. También hay que acertar con el método de debate, de dirección del proceso y de toma de decisiones, basado en los controles democráticos y en la amplia participación.
La unidad es nuestra fuerza y quién la ataque debilita nuestra lucha. Por ello habría que rechazar posturas que no aporten, que dividan y metan cizaña entre el profesorado No son de recibo las actitudes que no se ajusten a las normas más elementales de respeto y de coexistencia pacífica y constructiva, por un intento de competir o por la existencia de viejos fantasmas.
Creo firmemente que tenemos algunas buenas bazas (la rabia, el espíritu de lucha, la posibilidad de nuestra unidad) para ganar esta batalla, pero también tenemos riegos de perderla si no la planteamos como una lucha larga, no somos muy finos en los planteamientos y no estamos muy unidos. No olvidemos que se puede llorar por los rincones por no movilizarnos o por no hacerlo bien y ser derrotados.
Claro que las huelgas no están garantizadas en sus resultados, como no lo está que toque la lotería. Si luchamos podemos perder, pero si no luchamos estamos perdidos. La lucha es por razones justas y por ello siempre merece la pena, porque no se nos olvide: lo peor no es la injusticia sino la falta de indignación. Va a ser compleja la situación de este otoño y la consejería anuncia que no va a retroceder, pero tengo la convicción de que si sabemos actuar con inteligencia, aunque no va a ser sencillo, podemos ganar.
(*) El autor es profesor de Secundaria de Vallecas y miembro de CCOO
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