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Alianzas y vías de actuación en la izquierda: El caso de Cataluña

Fuentes: Rebelión

La CUP ¿de anticapitalistas autónomos a apoyos independentistas de JxS? Para una parte importante de la izquierda el desenlace de tres meses de negociaciones entre la CUP y Junts pel Si (JxS) – coalición electoral formada por CDC, ERC y otras organizaciones de la sociedad civil – para la elección de un nuevo gobierno de […]


La CUP ¿de anticapitalistas autónomos a apoyos independentistas de JxS?

Para una parte importante de la izquierda el desenlace de tres meses de negociaciones entre la CUP y Junts pel Si (JxS) – coalición electoral formada por CDC, ERC y otras organizaciones de la sociedad civil – para la elección de un nuevo gobierno de la Generalitat, a partir de los resultados de las elecciones del 27 de septiembre pasado, ha sido tan sorprendente como el desenlace en julio pasado de las negociaciones entre Syriza y la troika en torno al tercer rescate para Grecia. Dos procesos que han terminado pareciéndose en muchos aspectos como veremos al final. Pero antes analizaremos otra serie de aristas del desenlace de esta negociación que vuelve a enfrentar a la izquierda en torno a las cuestiones de la estrategia, la línea política o las alianzas.

La CUP se presenta a la vez como una fuerza independentista y anticapitalista, con un programa máximo donde Cataluña sería una república socialista independiente fuera de la UE, la OTAN y el euro; y en la más cercano es una fuerza que ha criticado y se ha enfrentado con intensidad al gobierno neoliberal de Artur Mas en los años precedentes por sus políticas austericidas, represivas y antipopulares. Pero no es la única izquierda en Cataluña, en las elecciones del 27-S la CUP y la alianza que englobaba a la otra parte de la izquierda (CSQP: Podemos, ICV, EUiA) obtuvieron unos resultados similares, 8,2% la primera y 9% la segunda. No obstante, las diferencias que las separan son importantes, en primer lugar en torno a la solución ofrecida sobre el proceso catalán, la CUP es partidaria de una independencia unilateral de Cataluña mediante el desconocimiento y desobediencia de las leyes del Estado español, y para ello privilegia, como segunda diferencia en la izquierda, la alianza a cualquier precio con la burguesía y pequeña burguesía nacionalista catalana, rechazando la alianza con la otra parte de la izquierda catalana y la izquierda mayoritaria española.

Su proyecto significa apostar por la alianza con la burguesía catalana y no con la izquierda española o catalana (En Comú Podem, en la última versión de la alianza de izquierdas). Se desentiende de lo que ocurra en el resto del Estado español (ni siquiera participa en las elecciones al parlamento español) y de los proyectos del resto de la izquierda mayoritaria. Justamente, cuando toda la izquierda reconoce la necesidad de acumular fuerzas a nivel europeo como condición indispensable para poder romper la hegemonía neoliberal, necesidad especialmente puesta en evidencia con la experiencia de Syriza, la CUP plantea que esa batalla se da mejor en un futuro mini Estado europeo. En otro artículo anterior ya expuse, utilizando un debate clásico dentro del marxismo, los argumentos en contra de reducir el tamaño de los Estados en un mundo dominado por las grandes corporaciones e instituciones financieras del capitalismoii.

Lo que hemos denominado otra izquierda catalana está compuesta por los referentes de Podemos e IU en Cataluña más la parte agrupada en torno a las candidaturas municipalistas, y se han presentado unidos con diferentes formatos en las elecciones municipales, autonómicas y generales. Su solución al proceso catalán es la celebración de un referéndum vinculante acordado con el Estado español, lo que presupone obtener una correlación de fuerzas favorables para ello no solo en Cataluña sino en toda España, y aunque ha coincidido con la CUP en el rechazo y enfrentamiento con el gobierno anterior de Artur Mas, sin embargo su política de alianzas también la aleja de ella, pues privilegia la alianza izquierdista dentro de Cataluña y con la izquierda mayoritaria del Estado español, rechazando cualquier acuerdo con los neoliberales de JxS.

Como vemos, pues, la izquierda aparece dividida en torno a dos posiciones sobre la legítima demanda de los catalanes a decidir sobre su relación con España, el derecho a decidir mediante un referéndum vinculante (1) o la desconexión unilateral (2). Cualquiera de las dos posiciones son de difícil consecución e implican situarse ante dos vías de actuación dentro de las democracias liberales. La (1) implica conseguir abrir un proceso constituyente en el Estado español (en el que no solamente se solventaría el tema catalán sino otra serie de reivindicaciones de la izquierda), admitir la legalidad del Estado de derecho y trabajar desde dentro, buscar una mayoría electoral para ello, difícil pero no imposible (Syriza ganó las elecciones), y no necesita sacrificar el problema social al nacional. La (2) implicaba desconocer la legalidad vigente del Estado de derecho pero no los procedimientos de la democracia liberal (elecciones al parlamento catalán), en la situación actual, delegar el liderazgo del proceso en la burguesía catalana, y sacrificar el problema social al nacional (inevitable si se acepta la hegemonía burguesa desde una posición minoritaria). La CUP tenía que decidir entre una alianza a largo plazo con la izquierda española y catalana en torno a la opción (1) o una alianza a corto plazo con la burguesía catalana nacionalista en torno a la opción (2), con la conciencia de que la adopción por una alianza y vía eliminaba la otra. Hoy la CUP no solo se ha aliado con la burguesía, sino que lo ha hecho en las peores condiciones posibles (hubiese sido mejor aceptar a Mas y conservar la autonomía) porque JxS han sido más hábiles llevando la negociación al extremo y obteniendo que, a cambio de sacrificar temporalmente a Mas, la CUP renuncie a su autonomía como organización y se humille reconociendo que su política negociadora había sido obstruccionista y errónea, y pague el tributo a JxS de cambiar dos de sus diputadosiii.

Si al final hubiesen conseguido la cabeza de Mas, aun dejando la dirección del proceso a la burguesía, pero manteniendo su independencia como organización, hubiese sido una victoria, pírrica pero victoria. Pero conseguir la cabeza de Mas a cambio de ceder su autonomía es simplemente caer en la propia trampa. Se trata de una victoria pírrica para la CUP y de una victoria total para JxS.

Conquistar le hegemonía a través de la democracia, u otra cosa.

Si esta era la crítica a su política de alianzas, también es necesario hacer una crítica sobre la vía elegida para alcanzar su objetivo, la independencia de Cataluña. Esta vía, en la que coincide, por ahora, con parte de la burguesía y pequeña burguesía catalana (JxS) supone una discusión sobre legalidades y legitimidades enfrentadas y sobre las vías para transformar la realidad política y social.

La estrategia de JxS y la CUP es enfrentar dos legitimidades derivadas de un proceso similar, las elecciones parlamentarias dentro de una democracia liberal. Para ello transformaron las elecciones del 27-S en un plebiscitó que enfrentaba a los partidarios de la independencia unilateral, que obtuvieron un 47,8% de votos, con los que rechazaban esa posición, con un 52,2% de votos, aunque ofrecían soluciones diferentes. No obstante, esa minoría electoral se trasformó en una mayoría parlamentaria, por el método de convertir votos en escaños, y a través de ella se pretende desconectar de la legalidad y el Estado español y crear su propia legalidad y Estado independiente.

Esto plantea, una vez más en la historia, el problema de las vías empleadas para los cambios políticos y sociales y la actitud ante la democracia. Una actitud de la democracia instrumentalista (se acepta durante una parte del recorrido en tanto se llega al punto en que el enfrentamiento se resuelve por otros medios), o una actitud de aceptación plena (lo que puede implicar el trabajar por enriquecerla y hacerla más participativa, superando los límites de su versión liberal). Si el tema es importante de debatir ahora es porque tras la división de la izquierda sobre el proceso catalán subyace una posición sobre este aspecto de fondo. Porque de lo contrario ¿qué impediría a En Comú Podem apoyar la vía de la desconexión unilateral mediante el desconocimiento de las leyes del Estado español?, supongo que no simplemente el hecho que el proceso lo dirija la burguesía catalana.

La democracia liberal encauza mediante sus procedimientos los enfrentamientos que se producen en las formaciones sociales capitalista, desde los que se originan entre los sectores de la misma burguesía hasta los que enfrentan a la burguesía con el proletariado y las clases populares, pasando por los conflictos políticos, como los territoriales (caso catalán) o los institucionales (enfrentamiento entre diferentes instituciones del Estado). La vía instrumental supone que los conflictos agudos de carácter social llegados a un cierto punto se terminan resolviendo por métodos diferentes de los democráticos, en tanto que la vía que apuesta por la democracia radical plantea que nunca debe abandonarse la vía democrática (radicalizándola) para alcanzar los programas máximos.

En el caso que nos ocupa de Cataluña se trata de un conflicto político en el que la obtención de las reivindicaciones de una de las partes -las de los nacionalistas catalanes- está bloqueada por la correlación de fuerzas existentes, la arquitectura constitucional del Estado, y la falta de voluntad de las fuerzas políticas defensoras del nacionalismo español de encontrar una solución. En el primer aspecto porque hay una mayoría determinante de fuerzas políticas en el Estado español (PP, Ciudadanos y PSOE) opuestas a la independencia de Cataluña, pero además, ni siquiera en Cataluña las fuerzas partidarias de la independenciaunilateral son mayoritarias (48%). En el segundo, porque la constitución española fue concebida para congelar la situación económica, social y política establecida en la transición. En el último aspecto, porque en España, al contrario que en Gran Bretaña, las élites estatales han rechazado un pacto democrático que facilite un referéndum para solventar el tema.

Pero el mismo bloqueo existe en otros temas en los que la izquierda no puede conseguir sus objetivos, por ejemplo, la reivindicación de la república (o al menos un referéndum para decidir la forma de Estado para España), la nacionalización de sectores claves de la economía, la salida de la OTAN, la garantía constitucional real de los derechos sociales, etc. La izquierda lucha por conseguir la hegemonía en la sociedad y el cambio de correlación de fuerzas para transformar esas realidades. ¿Por qué, entonces, debería apoyar la ruptura de la legalidad vigente para obtener la independencia en Cataluña y no para el resto de sus reivindicaciones más genuinas?, o, dirigido a la CUP, ¿por qué romper con la legalidad española que bloquea la independencia catalana y no romper con la legalidad del parlamento catalán que ha impuesto un plan de medidas austericidas durante varios años?

Ninguna formación política de Europa o América Latina ha preconizado en las últimas décadas una forma de lucha desconociendo la legalidad dentro de una democracia liberal, con la excepción del movimiento zapatista, que nació como un movimiento guerrillero. El caso más agudo de lucha social en Europa en esta etapa de crisis fue el protagonizado por el movimiento sindical francés en 2010, en su fase final llegaron al intento de bloquear el país cortando el suministro de combustible, prácticamente se alcanzó el límite donde pueden llegar las movilizaciones obreras dentro de la legalidad burguesa sin entrar en una fase insurreccional. Pero la ley de pensiones, contra la que luchaban los sindicatos, fue votada por el parlamento a finales de octubre y ratificada a primeros de noviembre y los sindicatos se desmovilizaron evitando desconocer la legalidad francesa.

En el caso catalán, las formaciones independentistas apelan a la legitimidad de su parlamento para oponerse a las leyes estatales vigentes. Pero esto que sería de por sí muy discutible, es un argumento que queda muy debilitado con el 48% de los votos favorables que obtuvieron en las elecciones plebiscitarias del 27-S. ¿Cómo pueden sostener que dentro de Cataluña un 48% de votos a favor de la independencia unilateral tiene más legitimidad que el 52% que está en contra?

Así, se entra en un juego de oportunismos políticos peligrosos, la legalidad y la legitimidad son relativizadas y dependen de la utilidad política que puedan ofrecer. Pero esto no es más que un camino directo al dominio de los populismos que, en Europa, manejan muy bien y peligrosamente la extrema derecha.

Ha querido la casualidad histórica que este problema de legalidades y legitimidades se plantee a la vez en el tiempo en dos procesos diferentes donde la izquierda ocupa posiciones diferentes. El primero es el del proceso catalán al que nos venimos refiriendo, el segundo es el de la revolución bolivariana. En esta última, tras la victoria absoluta de la oposición antichavista (MUD) en las elecciones parlamentarias de diciembre pasado se ha planteado un conflicto de carácter político, por el momento, en el que está interviniendo el gobierno de Maduro, el parlamento y el Tribunal Supremo, en torno a la impugnación de tres candidatos electos de la oposición por parte del gobierno, impugnación admitida por el TS. Inicialmente la MUD se inclinó por desconocer al TS, pero luego rectificó y aceptó reconocer sus decisiones. También en este caso hay un sector de la izquierda cuyo discurso es el de «no se puede entregar la revolución» sin aclarar si eso significa desconocer el resultado de unas elecciones desfavorables (y sin entrar en la discusión sobre si la revolución fue entregada en estos años anteriores con los errores y debilidades del gobierno).

Las consecuencias de la decisión de la CUP de apoyar un gobierno de JxS

La consecuencia más inmediata de la decisión de la CUP de apoyar a un candidato de CDC a la presidencia de la Generalitat en reemplazamiento de Artur Mas es que evita la repetición de unas elecciones autonómicas en marzo en las que previsiblemente hubiese disminuido el apoyo a las candidaturas independentistas, y posibilita, así, la continuación del proceso de independencia unilateral, sea cual sea su desarrollo.

Pero también hay otras consecuencias colaterales que no pueden ser ignoradas: a) En la agónica negociación de tres meses entre la CUP y JxS quién ha salido reforzada ha sido esta última y debilitada la CUP, que ha aceptado públicamente su responsabilidad en el retraso y la obstrucción. Ello la deja más desarmada ante la hegemonía de JxS. b) Al evitarse unas nuevas elecciones en marzo se facilita la continuación de la hoja de ruta independentista, pero se impide la posibilidad un reagrupamiento más amplio de la izquierda en Cataluña cuyas dos expresiones se alejan aún más como consecuencia del pacto CUP-JxS. c) El problema nacional se impone totalmente sobre el social tanto en Cataluña como en España en la agenda política de los próximos meses o años. d) La alternativa defendida por la mayoría de la izquierda de luchar por conseguir un referéndum pactado y vinculante queda marginada ante el choque de los dos extremos que enfrenta a los partidarios de la independencia unilateral (CUP y JxS) con los del mantenimiento de la unidad estatal y el cumplimiento de la legalidad vigente (PP, Ciudadanos y PSOE). d) En este sentido la alianza JxS-CUP y su proceso de desconexión unilateral presionará para un posible pacto gubernamental, en algún tipo de formato, entre PP-Ciudadanos-PSOE, impidiendo cualquier posibilidad de un gobierno «progresista» que debería pasar por un entendimiento entre el PSOE y Podemos. e) No obstante, si al final tuviesen que repetirse las elecciones legislativas en España, el tema central lo ocuparía el proceso catalán en detrimento del problema social.

Syriza y la CUP: dos procesos con muchos parecidos

En menos de seis meses dos organizaciones de izquierda se han encontrado en la situación de jugar un papel determinante en procesos importantes en Europa. La primera tuvo lugar en Grecia dónde Syriza alcanzó el gobierno y se encontró con la posibilidad de romper el dominio neoliberal en Europa. La segunda se esperaba en España con las expectativas creadas en torno a Podemos, pero éstas no se concretaron e, inesperadamente, fue una organización con un peso menor y en Cataluña la que jugó ese papel determinante en la posibilidad de provocar la ruptura territorial en el Estado español.

El camino que transitaron ambas organizaciones, a pesar de las diferentes coyunturas en las que se encontraron inmersas, tiene muchas semejanzas como veremos a continuación:

1) Ambas organizaciones se encontraron en un momento dado ante una situación histórica especial en la que se convirtieron en un actor determinante. Syriza como consecuencia de haber alcanzado el gobierno con un programa para poner fin a las políticas de austeridad que estaban asfixiando al pueblo y a la economía griega. La CUP por convertirse, con sus diez diputados en el parlamento catalán, en un apoyo indispensable para iniciar un proceso de independencia unilateral de Cataluña pilotado por las fuerzas políticas mayoritarias de la derecha nacionalista (JxS).

2) Aunque ambas fuerzas políticas se convirtieron por diferentes causas en actores determinantes, sin embargo se enfrentaron a fuerzas más poderosas y con más recursos que ellas. En el caso de Syriza, y a pesar de haber alcanzo el gobierno, la aplicación de su programa anti-austeridad la enfrentó directamente no solo con la burguesía griega y sus fuerzas políticas, sino especialmente con la troika formada por el Banco Central Europeo, el FMI y Bruselas, es decir, con las principales organizaciones económicas de la burguesía europea y mundial. En el caso de la CUP se encontraba en una posición más débil aún que Syriza, su papel determinante derivaba de su situación de apoyo necesario para la burguesía catalana en el proceso independentista, con la que estaba enfrentada en todos los demás aspectos. Esta situación contradictoria como actor necesario pero subordinado de la burguesía se hacía más dramática aún cuando tenía que enfrentarse dentro de esa alianza, que representaba al 48% del electorado catalán, al Estado español.

3) Las dos buscaron a través de la negociación con las fuerzas oponentes (la troika en un caso, JxS en el otro) conseguir sus objetivos, lo que se tradujo en meses de negociaciones agónicas que las fueron desgastando. En ambos casos se demostró que ni Syriza ni la CUP disponían de planes alternativos ante un fracaso de las negociaciones. Syriza nunca se planteó seriamente romper con la troika y salirse del euro, ni siquiera cuando ganó ampliamente el referéndum que convocó, por lo que la troika solo tuvo que esperar su claudicación. La CUP tampoco se planteó seriamente la posibilidad de nuevas elecciones, como lo demuestra la aceptación de las duras condiciones que la impuso la burguesía catalana para remplazar a Mas.

4) Las dos recurrieron a decisiones democráticas de base para legitimarse y reforzarse ante la inmovilidad del adversario. En un caso se trató de la celebración de un referéndum en Grecia, en el otro el proceso de asambleas de afiliados y simpatizantes de la CUP, aunque la legitimidad en el caso griego fue más importante porque concernía a todo el pueblo y se saldó con un respaldo incontestable a Syriza, en tanto que la CUP se rompió en dos mitades exactamente iguales.

5) Finalmente, ambas terminaron claudicando, aunque sus respectivos adversarios les hicieron concesiones no decisivas que les permiten seguir manteniendo totalmente el control de la situación. En el caso griego la troika aprobó el tercer rescate con las mismas condiciones de austeridad impuestas para los dos primeros. En el caso de la CUP, Mas se vio obligado a dimitir, cediendo la presidencia a otro dirigente de su partido.

6) Estas claudicaciones tienen el efecto de desactivar el potencial contestatario y transformador tanto de Syriza (completamente comprobado con el cumplimiento previsto del plan de la troika y la no reactivación del ciclo de movilizaciones anterior al gobierno Syriza), como de la CUP (lo cual, dado lo reciente del hecho, tiene que ser verificado en los próximos meses) y deja en peor posición a las clases populares.

Notas:

i Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog: http://miradacrtica.blogspot.com/

ii El debate sobre el nacionalismo entre Hobsbawm y Nairn y el derecho a decidir en Cataluña.

iii Los términos que JxS han impuesto a la CUP a cambio de la retirada de Mas como candidato a la presidencia son (http://www.lavanguardia.com/politica/20160109/301292532608/acuerdo-junts-pel-si-cup.html):

1. No votar en ningún caso en el mismo sentido que los grupos parlamentarios contrarios al proceso y / o el derecho a decidir cuando esté en riesgo dicha estabilidad.

2.- Garantizar que dos diputados / desde la CUP-CC se incorporarán a la dinámica del grupo parlamentario de Junts pel Sí, de manera estable. Participarán en todas las deliberaciones y actuarán conjuntamente en las tomas de posición del grupo para dar cumplimiento a lo establecido en el punto 1.

3.- Investir en primera votación el candidato a la presidencia de la Generalitat en la investidura que el actual presidente proponga de entre los miembros del Grupo Parlamentario de Junts pel Sí.

Asimismo,

4.- La CUP-CC asume que la defensa en los términos políticos del proceso tal y como la entiende la CUP-CC puede haber puesto en riesgo el impulso y el voto mayoritario de la población y el electorado a favor del proceso hacia la independencia en una negociación que ha desgastado ambas partes y la base social y popular del independentismo. Hay que reconocer errores en la beligerancia expresada hacia Junts pel Sí, sobre todo en lo relativo a la voluntad inequívoca de avanzar en el proceso de independencia y en el proceso constituyente que conlleva, único escenario de construcción de estructuras y marcos de soberanía que nos puede permitir, como sociedad, vislumbrar otras cuotas de justicia social y participación democrática. Por todo ello, la CUP-CC se compromete a reconstruir, a todos los efectos, la potencia discursiva y movilizadora de la etapa política que se inicia con este acuerdo, incluyendo la defensa activa de todos los agentes que lo hacen posible.

5.- La CUP-CC pone a disposición del acuerdo el compromiso de renovar, tanto como sea necesario, el propio grupo parlamentario con el objetivo de visualizar un cambio de etapa y asumir implícitamente la parte de autocrítica que le corresponde en la gestión del proceso negociador. Los relevos en el grupo parlamentario se producirán inmediatamente después del pleno de investidura.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.