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Series

American Horror Story: sentimentalismo(s) + muertes brutales

Fuentes:

En otro sitio, a propósito de la serie House of Cards, y en el marco de una discusión (política) sobre la relación realidad-series, decía que estas últimas serían una suerte de «folletín siglo XXI», en tanto y en cuanto -como otrora- «atrapan» a su público, generan «pasiones» por los personajes, los seducen con sus historias, […]

En otro sitio, a propósito de la serie House of Cards, y en el marco de una discusión (política) sobre la relación realidad-series, decía que estas últimas serían una suerte de «folletín siglo XXI», en tanto y en cuanto -como otrora- «atrapan» a su público, generan «pasiones» por los personajes, los seducen con sus historias, etc. (Y a esto además hay que sumar las ventajas tecnológicas actuales: no sólo las plataformas de servicios tipo Netflix, que ofrecen las temporadas completas para que cada usuario, previo pago, pueda disponer de la serie completa para administrar(se)la a gusto y piacere, sino la infinidad de sitios que acumulan y ofrecen todos los capítulos y temporadas, gratis -aunque con mucha «publicidad encubierta»-, para ver.) Entre las cientos de series que se han sucedido el último tiempo, AHS, una de las más populares, revitalizó el «género terror» (en este formato), generando-ganando una gran audiencia, temporada tras temporada. En este mismo momento se está emitiendo la cuarta, titulada «Freak Show».

Recordemos brevemente: la primera temporada de AHS transcurría en una casa (abandonada y a la venta), lugar habitual que habita (y que habilita) el género. Una familia «estándar», matrimonio, hija e hijo, consigue comprar una gran mansión en la ciudad de Los Angeles, sin entender el por qué del accesible precio. ¿El motivo?: hubo una historia de crímenes allí desde comienzos del siglo XX (flashbacks en blanco y negro), y entonces, la familia, cuando va descubriendo los espíritus (e intenciones de «contacto» que buscan con ellos -además de algunos vecinos non sanctos-) pretenderá huir, impidiéndoselo el estallido de la crisis de las «hipotecas subprime» (guiño a la realidad)… La segunda temporada giró sobre un sanatorio para enfermedades mentales, en la década de 1960, regenteado por monjas y un médico… proveniente de otra época histórica (en este punto el recurso es muy similar al de la nueva serie The Strain: un «clásico» -cuasi permanente- de la ideología fílmica imperialista yanqui: que haya conexiones con el nazismo… y además aquí con «el demonio»). Una reportera «de investigación» intenta, siguiendo un crimen, saltar a la fama buscando secretos en la «santa» institución que acaba de albergar a un supuesto asesino… La tercera emisión empleó otro insumo clásico del género: las brujas; sus historias (las de una mujer de color; la de otra blanca, proveniente de la aristocracia…) y las de las «jóvenes generaciones» (bah: adolescentes) que viven en el mundo contemporáneo de internet y los I-Pad’s. Y ahora está transcurriendo la cuarta temporada, inspirada en películas, documentales y series como la histórica Freaks (1932), Carnivàle (2003-2005) ¿y también las estéticas del David Bowie del disco y videoclip de Outside (1995), o Marilyn Manson? AHS4 tiene a la mujer de dos cabezas (en realidad, unas siamesas nacidas en un solo cuerpo), a una barbuda, a enanos, a deformes…

Con un comienzo que se puede calificar de aburrido, moroso; con varios capítulos «acumulativos», de «presentación de los personajes» (y algunos crímenes), lugares y momento histórico (década de 1950, en el mojigato e hipócrita -como se verá- pueblito de Júpiter, en Florida), desde los capítulos 4 y 5 se ha mejorado la dinámica: aparecen nuevos personajes, se conocerá la (atroz) historia de «la dueña del circo», Elsa Mars, (que interpreta, una vez más, magistralmente, Jessica Lange) y comenzarán los asesinatos más feroces…

En AHS4 conviven diferentes «capas de sentido» que se entrelazan, mezclan, confunden, y que son, sin duda, fundamentales para (intentar) atrapar una audiencia lo más amplia (social, cultural y etariamente) posible: hay, inevitable pero principalmente, «novela», con sus vínculos familiares, amistosos y amorosos. Se desarrolla, aun en medio de la «ficción terrorífica», la vena sentimental. Se quiere saber qué pasará con esos personajes, tan sufridos, con sus historias de frustraciones, odios e injusticias, en sus apuestas por concretar, en el presente, sus pasiones (sean amorosas, familiares o -incluso, como la de Elsa Mars, proveniente de la Europa en guerra- artísticas).

También aparece lo «políticamente correcto»: así como hubo en AHS3 ciertos coqueteos con el «feminismo» (muy light, por cierto), acá hay un discurso atento a (en juego con) la discriminación, la hipocresía familiar y social establecidas: está el «servicio oculto» que le solicitan para el «relajo» las amas de casa y jóvenes de clase media del pueblo al freak «de manos grandes» que interpreta Evan Peters; la policía desconfiando de los/as freaks, hostigándolos, etc.; o la discusión que tiene la joven que renuncia a su trabajo de enfermera y se instala en el circo un tiempo, con la dueña, acerca de «quiénes son en verdad los monstruos«… El capítulo 5, (a su modo) «gay friendly«, seguirá con la historia del niño rico que tiene tristeza (y un vínculo perverso con su madre); un aburrido-frustrado que anhela «divertirse» siendo un asesino… Las muertes son cada vez más, especialmente, truculentas. Todo se va complicando e incluso aparecen personajes «de zonas grises», que siendo «normalmente humanos» -como la falsa «adivinadora» que interpreta Emma Roberts, cómplice de un «cazador de monstruos»- simpatizan con los freaks, les ven «valores y sentimientos humanos» (¿hasta la posibilidad de poder enamorarse?), aunque juegan en el bando de sus enemigos…

Con un elenco que se mantiene (en su mayoría) de las anteriores temporadas -y que ha sido sumamente premiado en diversas ceremonias-, y que suma «freaks» reales (actores con cuerpos diferentes), la serie creada por Ryan Murphy ya promete una quinta temporada, aunque al parecer ya sin Jessica Lange, protagonista indiscutida -aunque no la única- de la presente y todas las anteriores (Sarah Paulson tuvo destacados protagonismos en las AHS 2 y 3; y Kathy Bates y Angela Bassett en la aquelárrica 3).

AHS4 combina bastante hábilmente la «novela (seriada, por capítulos) sentimental» con las muertes y crímenes más inesperados y brutales. Una gran imaginación y creatividad en el libreto y la filmación, ritmos con sus altibajos y una «dosificación» atrapante (más algunos clichés y situaciones predecibles, esperables), aderezados de buena y variada música. Todo eso, y los lugares comunes «de terror» (¡el «payaso asesino»!) que tan bien conocemos desde la infancia.

Fuente original : http://www.laizquierdadiario.com/American-Horror-Story-sentimentalismo-s-muertes-brutales