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Análisis de los datos, efectos y resultados de la colonización económica en Andalucía

Fuentes: Rebelión

La tasa de paro más elevada del estado, la emigración, la renta familiar media más baja de España, la escasez de productos andaluces en nuestro mercado interno de bienes de consumo, la nula implantación de empresas andaluzas en el sector de los servicios básicos de consumo diario (luz, teléfono, gas, internet, etc), los bajos salarios, […]

La tasa de paro más elevada del estado, la emigración, la renta familiar media más baja de España, la escasez de productos andaluces en nuestro mercado interno de bienes de consumo, la nula implantación de empresas andaluzas en el sector de los servicios básicos de consumo diario (luz, teléfono, gas, internet, etc), los bajos salarios, la precariedad laboral, un reparto desigual de la tierra, la escasa iniciativa empresarial, el subdesarrollo del sector industrial, la inexistencia de multinacionales de capital andaluz, la situación secundaria de los bancos y cajas andaluces en relación a los grandes bancos españoles, los inmigrantes que arriesgan su vida en el estrecho, etc, son problemas que hacen de la realidad socio-económica del pueblo andaluz una de las más duras, no ya de España, sino de toda la Europa desarrollada. A raíz de una lectura simple de estos hechos podríamos llegar a la afirmación de que Andalucía es una tierra pobre, incapacitada por su propia condición económica para la generación de recursos que ayuden a levantar la nación. Pero, ¿realmente esto es así? ¿realmente es Andalucía una tierra pobre? ¿realmente el subdesarrollo económico de Andalucía es consecuencia de su propia incapacidad para la generación de recursos? o por contra ¿es Andalucía una nación dotada de los recursos suficientes como para poder convertirse en una de las zonas más prosperas, ricas y desarrolladas de la Europa comunitaria, pero que al día de hoy se ve incapacitada para una correcta gestión de los mismos que le permita la reinversión de los beneficios obtenidos por sus actividad económica en el progreso de su tierra y su pueblo? Sinceramente, para mi la respuesta es tan clara como evidente.

Aunque pueda parecer lo contrario, Andalucía reune todos los requisitos necesarios para ser una de las naciones más prosperas de la vieja de Europa, aunque al día de hoy todo queda subordinado al papel de cenicienta que el estado español ha otorgado a esta maravillosa tierra. Andalucía es la guinda del pastel capitalista del estado español, la tierra ideal para la implantación y desarrollo del colonialismo del siglo XXI. Ocho millones de personas que comen, beben, calzan, visten, compran casas, consumen gas, agua, luz y teléfono, piden hipotecas, ahorran dinero en cuentas corrientes. Ocho millones de personas que trabajan y viven. Total, un paraiso para quienes logran llenar nuestros mercados con sus productos, sus bancos con nuestros ahorros e hipotecas y las arcas de sus empresas con nuestros bajos salarios.

Andalucía, aunque nos duela así dicho, es el lugar ideal para hacer un buen negocio a costa del desarrollo político, social y económico de sus ciudadanos. Pero la cosa no viene de ahora, estas circunstancias no son ni nuevas ni ajenas a la realidad histórica de este pueblo. Durante los últimos 500 años de historia existen multitud de razones para demostrar la explotación económico-colonial que el Estado español ha llevado a cabo sobre nuestros territorios:
*la usurpación durante finales del siglo XIX y principios del XX de los recursos mineros de nuestra tierra a favor de los intereses de empresas inglesas y alemanas que con su compra sufragaran las ruina económica a la que se habia visto sometido el estado español por causa de sus campañas bélicas en ultramar.
*la utilización de nuestros recursos agrícolas para el beneficio exclusivo de los grandes terratenientes de ascendencia castellana mientras el campesinado jornalero andaluz vivía en la mas absoluta de las miserias, la incultura y la pobreza extrema.
*la utilización de nuestros puertos y playas para el comercio con las Indias de cuyo beneficio económico poco o nada quedo en manos del Pueblo andaluz.
* El cierre de determinados intereses económicos andaluces (como los altos hornos de Serranía de Ronda en 1725 y Marbella y Málaga a principios del siglo XIX -1833- ) a favor de los intereses comerciales y económicos de otros Pueblos del Estado (en este caso concreto el Pueblo vasco), etc.

Podemos decir que los Andaluces ya estamos curados de espanto, quizás por eso, y a diferencia de nuestra larga tradición de lucha política y social, ahora seamos tan dociles ante lo que se nos viene encima. Pero aunque bien es cierto que todo esto no se debe olvidar, pues como bien dice esa famosa frase, «El pueblo que olvida su historia esta condenado a repetirla», lo verdaderamente importante, lo que de verdad nos afecta en la actualidad no es la explotación histórica de nuestros recursos económicos, aunque es evidente que por derivación de alguna forma lo hace, sino la explotación actual que de una manera encubierta vienen sufriendo las principales fuentes de generación de riqueza de nuestra tierra: el comercio, el consumo, el turismo, la mano de obra, la construcción, los negocios inmobiliarios y la agricultura.

Cualquiera que tenga unas nociones básicas sobre economía debe ser conocedor de la importancia que para el desarrollo de la economía de cualquier estado tiene el consumo interno de bienes y servicios en su mercado autóctono -baste decir para confirmar esto, que durante estos últimos años donde la mayor de las economías mundiales (la norteamericana) ha estado en un claro proceso de retroceso, ha sido el consumo interno el elemento económico que les ha permitido mantener unos índices de desarrollo aceptables-. Pues bien, si tenemos en cuenta que el pueblo andaluz esta formado por casi 8 millones de habitantes residentes en nuestra nación, más otros casi dos millones de miembros repartidos «gracias» a la emigración por el resto del territorio del Estado español (en total cerca de 10 millones), y que el número total de habitantes de este estado son poco más de 40 millones, esto nos da como resultado que prácticamente 1 de cada 4 potenciales consumidores internos del estado español son andaluces, y, por tanto, que el pueblo andaluz supone el principal motor de consumo interno del país, y con ello uno de los principales generadores de riqueza diaria de la actual España capitalista. Siguiendo en esta misma línea de argumentación, podríamos decir también que 1 de cada 4 potenciales productos que se venden en España es comprado por un consumidor andaluz, bien sea dentro o fuera de la propia Andalucía. Si hacemos un análisis no demasiado profundo de la situación económico-estructural de España, podemos observar rápidamente que son comunidades como Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia, etc, las encargadas de poner a la venta, a través de su poderoso sector secundario (industrial), la mayoría de bienes de consumo que circulan por el mercado español. Pues bien, como es evidente a la vista de los datos, estas empresas se nutren poderosamente entre sus clientes de los consumidores andaluces para su volumen de negocio, generando, a costa de nuestro pueblo, un beneficio económico constante, y asegurándose para sí, consecuentemente, el dinero que los andaluces ganamos a diario con el sudor de nuestro trabajo, así como la capacidad de reinversión generada por el beneficio del mismo. Esto no dejaría de ser una mera anécdota de no ser porque las principales fuentes de materias primas de las que se nutren estas empresas para elaborar sus productos son generadas en el territorio andaluz.

Pongamos como ejemplo el caso del algodón. En España, la producción se concentra en Andalucía, esencialmente en las provincias de Sevilla y Córdoba. Por contra, es en Cataluña donde se ubican las principales industrias textiles y manufactureras que usan esta materia prima para la elaboración de sus productos. Ahora cabe preguntarse, ¿Cuántos de esos productos manufacturados en Catalunya con nuestro algodón se venden luego en Andalucía? Pues exactamente no podría decir el número, pero a buen entendedor, pocas palabras bastan. Pues asi con toda una amplia variedad de nuestras materias primas. Además es por todos sabido la enorme cantidad de andaluces que deben abandonar sus ciudades y pueblos de origen para buscar trabajo en otros territorios del Estado español (como ya he dicho 2 millones aproximadamente), que en muchas ocasiones acaban trabajando para estas empresas de bienes de consumo. Por tanto, el resultado de todo esto es que los andaluces para la elaboración del producto final que se vende en nuestros mercados, aportamos la materia prima, cierta parte de la mano de obra, mientras «otros» se limitan a envasar o manufacturar el producto y luego nos lo mandan de vuelta para que se lo compremos, llevandose, evidentemente, el beneficio económico generado por la venta del producto. Y yo me pregunto, ¿Tan tontos somos los andaluces que estamos necesitados de que otros envasen o manufacturen nuestros propios bienes de consumo con nuestras propias materias primas y nuestra propia mano de obra para ponerlos luego a disposición del consumo interno de Andalucía? ¿tan complicado resulta que sea el propio pueblo andaluz quien lleve a cabo este proceso para evitar así que nuestro dinero se fugue lejos de nuestros intereses? Evidentemente no es en la capacidad intelectual del pueblo andaluz donde toma vida esta paradoja mercantil, si no en la propia disposicón estructural del estado español, el cual, hace ya mucho tiempo, nos ha reservado el papel de tierra colonizada donde comprar (cuando no robar) materias primas, vender productos a mansalva y mantener los salarios bajos para favorecer el negocio de las exportaciones estatales. O dicho de otra manera, el papel de los «tontos de España», a los que robar y saquear en sus propias narices sin que se den cuenta y, por consiguiente, sin que abran la boca para quejarse.

Si alguien tiene la más mínima duda de esto, que se de una vuelta por cualquier supermercado andaluz, o sin ir más lejos que eche un vistazo en su propia nevera, comprobando uno a uno la procedencia de los bienes y productos que consume a diario en la mesa de su casa, para poder observar de esta manera hacia donde va el dinero que humildemente gana en su puesto de trabajo y, lo que es más importante, la capacidad de reinversión de este importantísimo campo generador de riqueza que supone el consumo interno. El 90% de los productos que se consumen en el mercado andaluz no están elaborados en Andalucía, frente al 68% del País Vasco y el 63% en Cataluña. Es decir, 9 de cada 10 productos que consumimos los andaluces estan elaborados por empresas de capital no andaluz, y cuyo beneficio económico se reinvertirá en última instancia fuera de las fronteras de Andalucía. Y aunque es cierto que la iniciativa empresarial no es una cultura muy extendida entre la mentalidad de los andaluces, el principal problema de todo esto no es la incapacidad de los propios andaluces, sino la propia historia.

España se ha organizado durante siglos asignando una serie de zonas para una cosa y otras para otras, valga la redundancia. Unas para explotar la tierra y generar materias primas, otras para envasarlas y manufacturarlas. Unas para tener industrias y vender productos, otras para exportar mano de obra a estas industrias y comprar estos productos. Andalucía no ha podido desarrollar industrias, ni industrias de elaboración, simplemente porque los propietarios productores no eran de aquí, eran gente de fuera que venia llamada por los terratenientes andaluces o por la política colonial del estado. La verdadera realidad histórica de Andalucía son los latifundios. La producción extensiva ya tenía, y sigue teniendo, unos canales definidos hacía otros territorios, lo cual va unido al dominio absoluto por parte de las zonas ricas del estado. En Andalucía no se ha podido decidir nunca nada, y nos han asignado un papel muy concreto, que en cierta manera, ayer como hoy, sigue siendo igual.

Para apuntalar todo esto, para que vean que mi cabeza nacionalista no es víctima de una paranoia persecutoria anti-española, basta con ofrecer un dato que refleja muy a las claras cual es el papel que Andalucía juega en la estructura económica del estado español: las empresas andaluzas solo controlan el 2% de las ventas realizadas en España. Ahí queda eso para quien quiera pensarlo un rato. Dicho esto, analicemos ahora el gasto medio por unidad de consumo de los ciudanos andaluces. Los andaluces nos gastamos de medía 7.988,73 Euros en el año 2001 (último año del que he podido obtener datos). El beneficio generado por este gasto, como ya hemos señalado, fue a parar casi en exclusividad a manos de empresas de capital no andaluz, quedando para el beneficio y la reinversión de la economía andaluza una parte minoritaria del mismo. Para que vean que no les estoy mintiendo, les expondré, sobre el 100% del gasto de los andaluces, la parte destinada a determinados consumos cuyos mercados estan dominados mayoritariamente, si no en su totalidad, por empresas no andaluzas:

Alimentación y bebidas no alcoholicas————18,18
Beb alcoh., taba. y narco—————————— 2,62
Art. vestir y calzado————————————– 7,83
Vivienda, agua, electricidad. y otros————– 29,12
Transportes———————————————– 12,50
Comunicaciones——————————————- 2,09
TOTAL——————————————————- 72,54

Esto quiere decir, que de esos 7.988,73 Euros que cada andaluz nos gastamos de media en el 2001, un 72,4% fue destinado a la compra de productos cuyo beneficio económico en poco o nada repercuten en la nación andaluza, y eso que simplemente me he limitado exponer los sectores de consumo donde tan solo con el uso del sentido común se puede observar con facilidad que no son precisamente empresas e industrias andaluzas quienes elaboran y ofertan su productos. Además por razones obvias, debemos sumar a estos datos los 138,70 euros que por persona nos gastamos los andaluces cada año en loterías y apuestas del Estado, para darse cuenta de la enorme fuga de capitales que se produce a diario de nuestra nación para el beneficio de otras economías. En definitiva, aquellos que nos acusan de parásitos estatales nos necesitan para el buen funcionamiento de su potente industria, pues de no existir el mercado andaluz, o estar este compuesto mayoritariamente por bienes de consumo elaborado s y envasados en Andalucía, su nivel de ventas disminuiría hasta tal punto que muchas de sus empresas se verían obligadas a cerrar sus puertas, con el correspondiente estancamiento y retroceso que esto supondría para con su floreciente economía.

En el campo de los servicios podemos decir que sucede tres cuartos de lo mismo. Consumos que realizamos a diario como el telefónico, el gas, la electricidad, internet, y un largo etc, están en manos de empresas cuyo patrimonio poco o nada actúa en beneficio del pueblo andaluz. En este punto expondremos cuatro datos que hablan por si mismos:
a) el 96.4% de la energia consumida en Andalucia esa controlada por manos no andaluzas.
b) solo el 19% de las obras publicas ejecutadas en Andalucia han sido llevadas a cabo por empresas Andaluzas.
c) solo un 6.3% del negocio del transporte en Espana esta controlado por andaluces.
d) solo el 2% de los medios de comunicación espanoles son andaluces.

Y así, ante esta panorámica, llegamos a casos tan extremos como el de la ciudad de Jaén, donde sólo 2 de cada 100 euros invertidos en obras públicas van a parar directamente a la caja de las constructoras jienenses. Ninguna empresa local hace competencia a las grandes compañías que acaparan las licitaciones. Acertadamente, el Círculo de Empresas Andaluzas de la Construcción, Consultoría y Obra Pública (CEACOP) considera inadmisible esta coyuntura. Y nos aporta un dato clave para que los andaluces podamos ver la luz. Considera que este contexto tan desfavorable debe analizarse desde el punto de vista de los desequilibrios territoriales, ya que cada vez que se concede un proyecto a alguien de fuera «nos empobrecemos el doble de lo que se presupuesta». Señores, no es por ser egoista, pero a Dios los que es Dios, y al Cesar lo que es del Cesar.

Particularmente alarmante en este aspecto es la situación del turismo. Al día de hoy se puede considerar el turismo como la mayor fuente de ingresos del Estado español, y Andalucía como una de las principales regiones turísticas del Estado por su oferta tanto en el turismo de sol y playa, como en el turismo rural de interior y el turismo monumental-cultural. La inmensa mayoría de los recursos generados por el turismo andaluz quedan en manos bien de las multinacionales turísticas españolas, bien de los grandes tour operadores europeos, quedando para el beneficio y reinversión de la economía andaluza las migajas sobrantes. Además es de sobra conocido por todos el impacto ambiental que la actividad turistica de masas está teniendo para con el medio ambiente de las zonas costeras andaluzas. Por ejemplo, En el 2003, el 30,6% de las ventas de promociones vinculadas a campos de golf de todo el Estado español se concentraron en Andalucía, con lo cual se incrementa la necesidad de co nstruir nuevos campos de golf, con el consecuente efecto que cada nueva construcción de uno de estos campos tiene para con nuestro medio ambiente y nuestro patrimonio de agua para consumo y regadío.

Mientras esto pasa, todas las provincias andaluzas alistan planes de restricción con la intención de ahorrar hasta la última gota de agua. En Málaga la situación es muy delicada en la capital y en la Costa del Sol occidental porque los tres embalses que la abastecen están al 17 por ciento. En Jaén se calcula que hay reservas para algo más de un año. En Córdoba, en cambio, alcanza para dos años igual que en Granada, mientras que la zona gaditana, Sevilla, Huelva y Almería, pueden resistir como mucho tres años. Pero lo más preocupante de todo esto es que la economía andaluza poco a poco va pasando a depender casi en exclusividad del sector servicios, y más concretamente de las actividades turísticas. Esto tiene un doble efecto, no solo dirige a la nación andaluza hacia un callejón sin salida que acabará convirtiendonos a los andaluces en sirvientes de los turistas europeos, si no que además coloca nuestra economía en la cuerda floja, al ser el turismo una actividad económica de caracter fragil e inestable. La actividad económica del turismo queda sujeta a una serie de factores externos que pueden hacer caer la demanda de un año para otro y, por tanto, que puede reducir su volumen de negocio a marchas forzadas en un breve periodo de tiempo. Si la economía andaluza queda en manos exclusivamente del turismo, el pueblo andaluz tendrá que rezar cada año para que los competidores del mercado no mejoren nuestros servicios, nuestra relación calidad-precio, o, simplemente, por que el cliente potencial siga viendo en nuetra tierra un paraiso donde pasar sus vacaciones y no comience a dirigir su mirada hacia otro territorios similares. Es evidente qu e con un buen trabajo se puede mantener el nivel competitivo de nuestro turismo, pero lo es también que nadie nos puede asegurar que esta tendencia de negocio al alza se pueda mantener año tras año, e incluso que no comience a retroceder drasticamente en cualquier año de estos sin posibilidad de retorno. En las siguiente gráfica podemos observar la «peligrosa» tendencia que viene siguiendo nuestra economía en los últimos años:

*Distribución de la producción por sectores económicos
Territorio       Año                  Agricultura y pesca               Industria                Construcción                    Servicios
Andalucía       1995                                  8,2                         14,5                         8,6                               68,7
Andalucía       2002                                  6,7                         12,5                        10,5                               70,3

Al contrario de lo que sería deseable para un correcto aprovechamiento de los beneficios potenciales a obtener por las empresas andaluzas en el mercado interno de bienes de consumo andaluz, la industria, al igual que la agricultura, va perdiendo peso en el conjunto de nuestra economía en beneficio de la terciarización de la producción, y fundamentalmente de la dependencia de la economía andaluza en relación al turismo. Esta es la dinámica en la que nos vemos inmersos, y, lamentablemente, poco se hace desde el poder andaluz para cambiarla.

Otra fuga importante de capitales se produce a través del ahorro. Aunque en toda Andalucía existen multitud de entidades bancarias cuya sede central se encuentra en nuestra tierra, la gran mayoría de los ahorros de los ciudadanos andaluces quedan en manos de entidades foráneas, principalmente de los principales bancos españoles (BBVA, Santander, Caja Madrid, la Caixa, etc). Estas entidades utilizan el dinero de los andaluces para sus negocios y su propio beneficio, poco o nada relacionado con el beneficio del pueblo andaluz. Pero no solo es el ahorro, también son las hipotecas y los créditos concedidos por estos bancos que nos ponen la soga al cuello durante un largo periodo de nuestras vidas. Observemos ahora la situación financiera de las familias andaluzas en relación al importe, en euros, de las hipotecas y depósitos bancarios, relativizada a través de la población de derecho:

Territorio           Año               Endeudamiento              Ahorro
Andalucía           2002                   1.263,67                   8.165,57
España               2002                   1.490,12                  14.976,66

Resulta significativo apreciar que aunque el nivel de enduadamiento de los ciudadanos andaluces y el indice medio del resto de los ciudadanos del estado español es bastante similar, la capacidad de ahorro de estos últimos es practicamente el doble que la nuestra. Así, si una hipoteca es ya una lacra económica para cualquier persona, en virtud de los ahorros medios de cada ciudadano, para un andaluz es una lacra casi el doble de pesada que para la media del resto de ciudadanos del estado. Pero claro, teniendo en cuanta la realidad laboral a la que hemos de hacer frente los andaluces y andaluzas es bastante comprensible este dato. No solo tenemos la tasa de paro más alta de España y practicamente una de las mas altas de Europa, si no que además nuestro nivel de ingresos es ligeramente inferior a la media del estado español, y años luz de la media europea.

Un trabajador andaluz recibe de media por año un salario de 15.269 Euros (datos de 2004), mientras que la media del estado español se situa en los 16.763, aunque estas diferencias se agrandan si lo comparamos con los datos de los territorios mas pudientes del estado, como Madrid, Catalunya o Euskadi. Aunque bueno, estos datos frios, se vuelven un poco más oscuros si analizamos el salario medio de la juventud andaluza, por ejemplo el de un andaluz menor de 20 años (4.584 euros) o de un andaluz con una edad comprendida entre los 20 y los 29 años (9.280 euros). Aunque como ya he comentado, teniendo en cuenta que tenemos la tasa de paro más alta del estado y una de las más elevadas de Europa, ya puede estar uno contento con su trabajo por que de lo contrario, como se suele decir, «chungo tema».

Y es que así, visto lo visto, es bastante normal que lo andaluces no podamos ahorrar masivamente (el 67,2% no puede dedicar dinero al ahorro). No solo tenemos un paro enorme, si no que ganamos poco, y encima tenemos un empleo de baja calidad: la EPA-2004 (INE) en su cuadro ‘Distribución de asalariados por sexo, tipo de contrato y comunidades autónomas’ reconoce en Andalucía un 44,3% de empleo precario temporal -967.200 trabajadores- sobre el total nacional de asalariados, mientras la media estatal desciende al 30,6%.

En cuanto a la agricultura, bien es cierto que quizás sea de todos lo potenciales factores productivos el que sufra un mayor y mejor aprovechamiento por la economía andaluza (por algo formamos parte del sector primario del Estado español), pero aun así no deja de haber una constante fuga de capitales a través de los procesos de venta de materias primas y distribución del ahorro anteriormente mencionados. Además cabe decir que al día de hoy la agricultura andaluza sigue estando en buena parte ligada a las manos de los grandes terratenientes que desde siglos atrás nos han explotado y relegado a la incultura y el analfabetismo (léase duquesa de Alba, marques de Urquijo, etc). Aunque pueda sonar retrógrado, urge una reforma agraria en nuestra tierra. Pero no solo es esto, si no que además la agricultura andaluza esta cambiando peligrosamente sus hábitos de producción tradicionales: «Hoy en día, la rica, variada y autosuficiente agricultura tradicional andaluza está un proceso de regresión, pues nuestro campo se está especializando casi exclusivamente en satisfacer la demanda de ciertos productos hortofrutícolas para los mercados europeos: Andalucía pasó de exportar en 1980 el 19,1% de su producción agraria, al 41,8% en 1995. En consecuencia, esta especialización está provocando la necesidad de completar nuestra demanda interna con productos foráneos que antes eran de producción propia, pasando de importar el 23,7% del mercado en 1980 al 32,5% en 1995. Este modelo agrícola, además de ser muy vulnerable a las fluctuaciones del mercado, provoca una gran dependencia de las multinacionales de semillas, plaguicidas y fertilizantes. Es agresivo con el medio ambiente al generar muchos residuos no biodegradables y consumir grandes cantidades de energía y agua. Además provoca graves desequilibrios sociales y económicos (en el 3% de la superficie agraria andaluza se concentra la mitad de la producción) que aceleran el abandono humano del medio rural. En la pesca, Andalucía ya ha sufrido muy directamente la aplicación del artículo I-2 antes de que se apruebe: con el Acuerdo Pesquero con Marruecos, al ser competencia exclusiva de Bruselas, la UE sacrificó al sector pesquero andaluz (con mas de 2.000 puestos de trabajo directos y 14.000 indirectos), solo por que para las flotas pesqueras del Cantábrico y del norte de Europa no eran imprescindibles los caladeros marroquíes» (extraido del texto de Nación andaluza titulado «10 razones para votar no a la constitución europea»).

En fin, queridos amigos esto es lo que hay, esta es la trágica situación socio-económica en la que vive inmerso el pueblo andaluz, y que quizás debiera servir para unirnos a los andaluces en la defensa de nuestros intereses nacionales, aunque desgraciadamente la cosa parece que tendrá que empeorar aun un poquito más para que este pueblo comience a darse cuenta de que es lo que le interesa y cuales pueden ser los beneficios de dar un giro radical hacia el nacionalismo. En mi opinión, Andalucía reune en sí misma todas las potencialidades económicas necesarias para tener un rápido y veloz despertar, aunque para ello, antes deberiamos desligarnos de las cadenas estructurales que el estado español ha colocado sobre la libertad de las manos de nuestro trabajo. Necesitamos controlar nuestros mercados, llenarlos de productos andaluces, de empresas de servicios básicos que sean andaluzas, desarrollar nuestra industria con el correcto aprovechamiento de nuestras materias primas, nuestr a mano de obra y nuestra capacidad para comprar sus productos una vez esten puestos a la venta en nuestro mercado interno, recuperar el contról de nuestro negocio turístico, fortalecer nuestra agricultura tanto en el plano de la demanda interna como en el de la demanda externa. Necesitamos una reforma agricola, dotar de tierras a los jornaleros que la trabajan, planes específicos para combatir el desempleo de las nuevas generaciones, desarrollar un mercado bursatil andaluz donde coticen las principales empresas andaluzas. Necesitamos esto y mucho más, pero potencialidades tenemos para ello. El único problema es nuestro papel de subordinación y dependencia respecto al estado español y sus potentes empresas. Por eso, y aunque esta opinión pueda resultar radical, considero que lo que verdaderamente necesitamos es la creación de un estado propio en el marco de la Unión Europea, pues, sin duda alguna, es la independencia la vía más rápida y efectiva para dar un cambio radical a nuestra cara, obtener el control de nuestros recursos y, consecuentemente, las riendas de nuestro futuro: «Conociendo sólo estos datos -y otros muchos más que podrían sumarse, como el peso de la economía sumergida o las condiciones laborales en horarios, seguridad e intensidad del trabajo, etc, que también muestran el signo de la desigualdad- se concluye fácilmente que el independentismo andaluz no es una estrategia y un proyecto con razones sólo basadas en el pasado, en la historia o la cultura sino también en el presente y en el futuro y que nace y se nutre del conjunto de las condiciones reales de vida de la nación andaluza» (Boletín Andalucía Libre-Abril 2005).

Nota
Todos los datos aquí expuestos han sido obtenidos de los archivos del I.A.E (Instituto Andaluz de Estadistica).

* Pedro Antonio Honrubia Hurtado. Estudiante de filosofía en la universidad de Granada y militante de Asamblea Nacional de Andalucía (ANA).