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Comunicado de la Campaña Global por la Reforma de la Arquitectura de Igualdad de Género de la ONU

Ante la 52ª sesión de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer y la reforma de la ONU

Fuentes: Choike

En todas partes del mundo, las mujeres son ciudadanas de segunda clase. Desde 1948, cuando adoptaron la Declaración Universal de Derechos Humanos, los estados integrantes de la ONU se han comprometido a corregir esa injusticia y a lograr la igualdad entre hombres y mujeres. Hoy en día, 182 países han ratificado la Convención para la […]

En todas partes del mundo, las mujeres son ciudadanas de segunda clase. Desde 1948, cuando adoptaron la Declaración Universal de Derechos Humanos, los estados integrantes de la ONU se han comprometido a corregir esa injusticia y a lograr la igualdad entre hombres y mujeres. Hoy en día, 182 países han ratificado la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, declarando que los derechos humanos y las libertades fundamentales les pertenecen por igual a mujeres y hombres en el terreno político, económico, social, cultural, civil y en todos los otros. Pero aún así, dondequiera que se mire incluyendo las propias Naciones Unidas los hombres detentan poder y ventajas sobre las mujeres. Aunque esa realidad ahora se considera algo negativo y contraproducente, la mayoría de las instituciones, gobiernos, culturas y tradiciones modernas se encuentran atrapadas en su rutina, y continúan reforzando el lugar central y la superioridad masculinas. La condición marginal, inferior, de las mujeres y su potencial sin realizar, constituyen un castigo para la mitad de la población mundial, pero también nos debilitan a todos. (Extraído de «Una ONU reformada necesita de una agencia dedicada a las mujeres con todas las de la ley», Stephen Lewis, enviado Especial de la ONU para el VIH/SIDA en África, 25 de febrero de 2006).

Durante más de 80 años la relación de las mujeres y las organizaciones internacionales casi no existe en los archivos históricos ni es difundida por ningún medio de prensa. Desde antes de la Carta de las Naciones Unidas aprobada en 1945, ya en la Liga de las Naciones las mujeres pelearon y participaron para incorporar reivindicaciones contra la discriminación, para promover el avance legal y social de las mujeres de todo el mundo. El movimiento internacional de mujeres que participó en la creación de las Naciones Unidas, estas «madres fundadoras», deberían tener el crédito que merecen.

Anteriormente, en 1933 se discutió en la Séptima Conferencia Internacional Americana el primer tratado del mundo sobre igualdad para la mujer, que solamente fue firmado por Cuba, Ecuador, Paraguay y Uruguay. En cambio se adoptó por todos los países la Convención sobre la Nacionalidad de la Mujer que permitía a la mujer mantener su propia nacionalidad en caso de matrimonio con un hombre de otra nacionalidad. Fue el primer instrumento internacional adoptado en el mundo relativo a los derechos de la mujer. Esta Convención fue decisiva y sirvió de catalizador para que la Liga de las Naciones reconociera la existencia y validez de los movimientos sobre derechos de la mujer en la región.

En la actualidad, gracias a las luchas y diplomacia de las mujeres a nivel global durante décadas, se ha logrado incluir en la agenda internacional muchas aspiraciones y propuestas políticas que se ven plasmadas en declaraciones, convenciones y programas para el progreso de las mujeres, las que van más allá de legislaciones y políticas existentes en gran parte de los Estados miembros de la ONU.

En los últimos años, la Reforma de la ONU es un tema permanente, que ha estado hasta ahora centrado fundamentalmente en la reforma del Consejo de Seguridad. Es el único tema de la reforma respecto al cual lleva reuniéndose desde hace diez años un grupo asesor permanente de la Asamblea General, el «grupo de trabajo de composición abierta» sobre la reforma del Consejo de Seguridad.

Las diferentes propuestas de reforma y la polémica política que éstas llevan aparejadas reflejan visiones, expectativas diferentes y evaluaciones dispares sobre la naturaleza de los problemas que vive la Organización. Los amplios grupos de opinión que se pueden identificar con respecto a la reforma de la ONU han tendido a alistarse en dos grandes posiciones en el debate: el Norte y el Sur. La polémica es profunda porque las propuestas relativas a la reforma de la ONU también integran la lucha por la influencia y el control sobre la Organización.

¿Y LAS MUJERES?

El 16 de febrero de 2006, las Naciones Unidas anunciaron el nombramiento de un nuevo Panel de Alto Nivel sobre la Coherencia Inter-Sistemas de la ONU en las áreas del desarrollo, la asistencia humanitaria y el medio ambiente. Este panel, conformado por 12 hombres y sólo 3 mujeres, tiene la tarea de recomendar cambios a la ONU en una amplia gama de asuntos estructurales, operacionales y de políticas relacionadas con estas áreas. Los temas transversales de género y derechos de las mujeres no habían sido incluidos como responsabilidad del Panel hasta que grupos de mujeres, nacionales e internacionales, realizaron acciones de cabildeo ante Kofi Annan.

«Veintisiete años después de aprobada la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, ahora ratificada por 180 gobiernos; trece años después de la Conferencia Internacional de Derechos Humanos en Viena, donde acuñamos el mantra «Los derechos de las mujeres son derechos humanos»; once años después de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, ahora reafirmada dos veces a intervalos de cinco años; casi exactamente un mes después de que por primera vez en la historia de África una mujer asumiera como presidenta electa (Ellen Johnson-Sirleaf, de Liberia); dos semanas antes de la sesión que marcará el 50º aniversario de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer; y en el mismo año en el que la nueva Presidenta de Chile rompió todos los precedentes conocidos al presentar un gabinete con igualdad de género exacta, el sistema multilateral vomita un panel de alto nivel formado por quince personas que deberán analizar el nuevo diseño de todas aquellas áreas del sistema de Naciones Unidas que de manera tan significativa se ocupan de las vidas de las mujeres, y sólo tres de los integrantes de ese panel son mujeres». (Stephen Lewis)

En la actualidad, existen en la ONU comisiones y agencias que se ocupan exclusivamente de temas de mujeres y que carecen de los recursos necesarios para hacer su trabajo: UNIFEM (el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer), DAW (la División para el Adelanto de la Mujer), OSAGI (la Asesora Especial del Secretario General en Cuestiones de Género y Adelanto de la Mujer) y el INSTRAW (Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer).

En el año 2006 grupos y redes de mujeres comenzaron a actuar para cambiar esta ausencia en el proceso de la reforma, lo que a su vez ha promovido una discusión sobre las entidades de género que existen dentro de las Naciones Unidas, su reducido financiamiento y su posición dentro de la organización. UNIFEM, por ejemplo, no tiene siquiera la categoría de agencia, es un departamento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y tiene un presupuesto y personal tan reducidos que imposibilitan su acción como agencia a gran escala. Es ilustrativo comparar esta situación con la de la Organización Mundial de Turismo, que se convirtió en agencia especializada de la ONU en 2003. «Con sede central propia en Madrid y más de 90 puestos, tiene una estructura organizacional más grande que la de cualquiera de las «entidades de género» oficiales, y un personal más numeroso que OSAGI, INSTRAW y DAW combinadas» (Lewis).

La discusión y propuestas de las mujeres organizadas incluyen temas polémicos tales como la transversalización de género en todas las entidades de las Naciones Unidas, si esto significaría una mejoría en cuanto a los derechos de las mujeres o no, la creación de una nueva Agencia con financiamiento adecuado, que esa agencia esté basada en UNIFEM o no, que no exista Agencia hasta que no estén claras las reglas de juego, etc.

Parecería entonces que no solamente es necesario integrar la discusión en el Panel de Alto Nivel, sino que hay que cambiar muchas más cosas para poder hablar de equidad. En este informe proporcionamos información sobre diferentes posiciones de redes y organizaciones de mujeres de todo el mundo sobre el proceso de reforma, información oficial de las Naciones Unidas y diversos documentos que aportan análisis. Esta página también está abierta para quienes deseen enviar información y que consideren que no está contemplada en este informe.