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Apuntes sobre el triunfo de Israel que lo condujo al desastre

Fuentes: Znet

Traducido para Rebelión por J.M. y revisado por Caty R.

¿Quién detendrá a Israel en la expropiación de Palestina y del triunfo que lo llevará al desastre? Isaac Deutscher, de quien copié el título, creía que la ocupación de 1967 tendría consecuencias catastróficas para Israel. Temía que el desenlace de ese triunfo terminara mal [1]. La expansión de Israel y su desprecio colonial sólo producirían nuevos enemigos y la derrota sería la consecuencia de esas conquistas. Echando una mirada a las diarias agresiones que lleva a cabo Israel tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza -y para el caso, dentro del mismo Israel-, las advertencias de Deutscher no pueden seguirse ignorando. Si Israel apostó por su triunfo, y se convenció de que el mismo era irreversible, no hubo ninguna garantía de que los árabes oprimidos se mantendrían por siempre desorganizados y en su condición de derrota. Ningún Estado puede predecir el futuro ni adueñarse de las posibilidades y capacidades humanas. La única cosa de la que Israel puede estar seguro es de que cuanto más embrutezca, mate, oprima y estrangule palestinos, más palestinos y árabes se convencerán de su desolador futuro. Las advertencias de Deutscher deberían estar en cada israelí y en toda conciencia amante de la paz. Lo que Israel perpetra diariamente, simplemente no prevalecerá.

La izquierda no se ocupa de invocar catástrofes. La intención de Deutscher era, de hecho, totalmente opuesta: estaba tratando de parar e impedir que se produjera un desastre inminente. Como Walter Benjamin, quería «activar el freno» de este tren en una carrera humana que lo llevaría al abismo [2]. Entonces la advertencia de Deutscher debería ser la pregunta sobre quién detendrá a Israel en su triunfo hacia el desastre. ¿Quién puede terminar con el insulto, los agravios y las humillaciones que inflige diariamente sobre árabes y palestinos con su ocupación y acercar la justicia y traer la paz? Hay muchos falsos mesías en estos días y sólo un poder redentor. Comencemos por algunos de los falsos.

Está claro que Estados Unidos no quiere parar a Israel, menos cuando Israel cumple un rol tan importante garantizando sus intereses regionales mediante el aplastamiento de nacionalistas y radicales. Tampoco mientras Israel continúe siendo para EE.UU. el aliado más confiable y estable en esta región tan inestable. (El público israelí quiere en estos momentos a Estados Unidos e Israel unidos, a diferencia del público turco, saudí, egipcio o jordano). Desde Kissinger, Estados Unidos no ha hecho otra cosa que apoyar la profundización del colonialismo expansionista israelí sobre la Palestina ocupada, tanto diplomática, como financiera y militarmente. Para la gente razonable EE.UU. es tan problemático para Palestina como lo es Israel. Los menos razonables ven a Estados Unidos como «imparcial» y «agente de la paz», ignorando de qué lado está desde hace cuarenta años. Cambiar las relaciones de Estados Unidos con Israel sería cambiar sus intereses en la región y esto no tiene vuelta de hoja. Las súplicas, las peticiones, la «confianza en un cambio» no conseguirán que se tome ese rumbo. El único cambio real es un cambio de la política y los intereses. La única pregunta adecuada no es si Estados Unidos presionará a Israel sino qué hacer para sacar a Estados Unidos de Oriente Próximo. Un millón de árabes han muerto en Iraq y cinco millones de desplazados externa e internamente son demasiados, ni las guerras ni las ocupaciones traen la paz.

¿Qué hay del movimiento nacional palestino? ¿Puede parar a Israel? La elite de la Autoridad Palestina captó políticamente a Fatah, redujo y disminuyó drásticamente su área de acción política. Fatah no tiene estrategia ni plan para sacar a los palestinos de la crisis actual [3]. La legitimidad de Abbas y de Fayyad a los «ojos de la comunidad internacional» (Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea) es el resultado de su complicidad con la ocupación y no del objetivo de acabar con esa situación. Se puede decir, sin más, que ya no existe un movimiento nacional palestino. Las principales figuras de la Autoridad Palestina se alternan compitiendo para encontrar formas de «desarrollar», «construir instituciones», y levantar Palestina sin abordar las raíces causantes del problema para millones de palestinos: la esencia del régimen de ocupación. Este esquema fantasioso ignora los cientos de puestos de control y de retenes, los cientos de kilómetros anexados con la construcción del muro de separación, los cientos de incursiones y arrestos semanales que hace el ejército israelí, los 11.000 prisioneros palestinos, los obstáculos cotidianos, las humillaciones y las violaciones de la vida humana. Estados Unidos apoya activamente este statu quo, no solamente con su financiamiento tanto directo como indirecto, por medio de la Unión Europea y sus aliados árabes, sino también militarmente, entrenando a las fuerzas palestinas para aterrorizar y torturar a su propio pueblo aplastando su voluntad de resistencia. (¿Cómo puede la Autoridad Palestina llamar honestamente al boicot de los productos de los asentamientos israelíes mientras es cómplice de Israel diariamente en Cisjordania?). Soborna con dinero a una elite cómplice, entrena en la seguridad, coordina con Israel la represión a Hamás y a la Yihad islámica y toma prisioneros a cientos de hombres y mujeres cada mes. Cada día, Abbas y sus subordinados hablan en contra de la tercera Intifada e impiden la demostración de la furia contra Israel. Si la tercera Intifada alguna vez se produce, no solamente tendrá que enfrentarse con la brutalidad del ejército israelí sino también con sus propios enemigos internos, el presidente Abbas y las fuerzas entrenadas para la ocupación del general Dayton.

El trabajo contra la ocupación es ver a Gaza, cuando Israel lanza en forma agraviante: «ir a por Gaza». Gaza está ahí como un buen ejemplo para los palestinos de Cisjordania de cómo se ven la democracia y la resistencia: bloqueo, asfixia, desempleo masivo, muerte lenta y castigos colectivos. Además, asesinatos y destrucciones masivas, como pone de manifiesto el ataque «plomo fundido» del año pasado. Estados Unidos e Israel dieron a los palestinos dos opciones: o colaborar en la administración de la ocupación -sofocando la resistencia y la protesta popular por medio de la fuerza- o sufrir las durísimas consecuencias de la lucha armada. Hasta Hamás aprendió la costosísima lección y ahora es más activo para evitar que otros grupos de la Yihad disparen cohetes qassam hacia Israel. ¿Verá Hamás a los palestinos libres de la ocupación? La respuesta es simple: no. Todavía no ha logrado levantar el cruel asedio a Gaza que encarcela a un millón y medio de palestinos. Hamás se encuentra ahora al frente de una población prisionera desprovista de sus derechos humanos básicos, los derechos a viajar, al empleo, la seguridad y la educación. Añade aún a las humillaciones que sufren los palestinos la imposición coercitiva de la hijab (como intentó imponerla últimamente a las mujeres en el tribunal de justicia) o prohibiendo a los hombres peluqueros cortar el cabello a las mujeres en Gaza. ¡Como si la opresión a las mujeres fuera un requisito para la liberación de Palestina! Además la adhesión política a Hamás en el mundo árabe cuenta muy poco. La adopción de la política nacionalista de Fatah de «no interferencia con los regímenes árabes» encuentra al mismo Hamás -así como a su predecesor laico- intentando asegurar los derechos de los palestinos rodeado de regímenes árabes increíblemente hostiles, uno de los cuales no sólo es estadounidense dependiente, sino que además es su aliado contra el ejercicio de la libre democracia representativa y el radicalismo islámico. Hamás ruega a Egipto que alivie el encierro de Gaza y abra el paso de Rafah mientras Egipto utiliza el control de ese paso fronterizo y el profundo muro subterráneo que construye y que aislará a Gaza del último cable a la vida que le quedaba con el propósito de obligar a Hamás a aceptar las condiciones estadounidenses para la reconciliación palestina, la renuncia a la violencia y el reconocimiento de acuerdos anteriores. Antes de reconciliarse con Fatah, Hamás necesita, por lo que a Egipto se refiere, convertirse en Fatah. De esta manera, Hamás llama a los palestinos de Cisjordania a una «tercera Intifada», pero sin que sus efectos sean visibles. Los palestinos salen, como ocurrió esta semana, cuando la provocación israelí es completamente intolerable, o cuando sienten que pueden lograr algo. Después de la derrota de dos Intifadas, se entiende que los palestinos estén preocupados por una tercera Intifada fallida.

Lo que los palestinos decidan hacer colectivamente, en definitiva, es lo más importante. Solamente ellos pueden parar a Israel. Muchos palestinos están hartos de la política facciosa, corrupta y servil de la Autoridad Palestina. Realmente no ven un camino para la reconciliación o la unidad, algo que sin embargo desean aunque las divisiones parecen demasiado profundas y Estados Unidos sea mucho más que un obstáculo. También reconocen que la resistencia armada contra uno de los ejércitos más poderosos y brutales del mundo fracasó. Israel se descargó sobre Gaza durante 22 días, el mundo observó y no hizo nada. ¿Por qué hacer un juego de fuerzas cuando la relación de fuerzas es tan adversa? Los palestinos más cerrados solían desafiar y socavar a la ocupación israelí en una primera Intifada de resistencia masiva desarmada. Ésta permanece como la forma más efectiva para vencer a Israel políticamente y restituir los derechos palestinos. Es difícil predecir el futuro, pero muchos creen que, a la larga, sobrevendrá un levantamiento popular. ¿Será la próxima rebelión espontánea con el riesgo de dispersarse o será una efectivamente organizada, priorizando la movilización autoconvocada que prevalezca sobre una confrontación armada? ¿Serán la Autoridad Palestina e Israel capaces de sofocarla por la fuerza y la coerción (por el congelamiento de los salarios de los cuales viven 140.000 empleados y sus familias en Cisjordania y de la cual Gaza depende) o logrará Israel finalmente precipitar a los palestinos a una guerra civil?

No hay nada demasiado claro hasta el momento. Pero una cosa es cierta: la opinión pública internacional daría la bienvenida a una revuelta palestina en masa. Las voces de boicot y cumplimiento de sanciones contra el régimen de apartheid israelí crecerán así como se intensificarán las que están en contra del sitio de Gaza, e Israel nuevamente se verá como un Estado canalla. ¿Causará esto una ruptura en su deficiente autoimagen? Esto es lo que uno desea. ¿Podrán los israelíes verse a sí mismos como son realmente: brutales, autoindulgentes, ocupantes que tienen a un pueblo entero en prisión? Posiblemente. Ciertamente hay algunos israelíes molestos con la ocupación y grupos antiocupación que necesitan desesperadamente apoyos y simpatizantes. Sería agradable ver que estos grupos son bienvenidos y no repudiados por el público general en las calles de Jerusalén y Tel Aviv, arrestados por la policía, amedrentados y humillados.

Si los pueblos árabes también se mueven y su apoyo espontáneo se organiza y se moviliza con más eficacia, entonces también la presencia estadounidense en la región se verá más debilitada. Y esto no es poca cosa. El corazón árabe aún permanece en Palestina. Aún puede movilizar a toda una nación como ninguna otra causa en la región. Aunque el presente se ve sombrío, los actos de resistencia colectivos aún pueden originar inmensas posibilidades.

Notas

1. Isaac Deutscher, «On the Israeli-Arab War», New Left Review, I/44 (julio-agosto de 1967), 30-45: «Estoy convencido de que el último y demasiado fácil triunfo para las fuerzas armadas israelíes, algún día, y no en un futuro remoto, se verá como un gran desastre, en primer lugar para Israel mismo». (30) Y «los alemanes resumieron su propia experiencia en una amarga frase: ‘Man kann sich totsiegen! (Uno puede alcanzar victoriosamente su propia tumba). Esto es lo que los israelíes estuvieron haciendo. Han mordido más de lo que pueden tragar» (39).

2. Citado en Michael Löwy, Fire Alarm: Reading Walter Benjamin’s ‘On the Concept of History’ (Londres, Verso, 2005), pp. 66-7.

3. International Crisis Group, Palestine: Salvaging Fatah, Middle East Report nº. 91 (12 de noviembre de 2009)

Bashir Abu-Manneh es profesor de inglés en el Barnard College

Fuente: http://www.zcommunications.org/notes-on-israels-triumph-to-disaster-by-bashir-abu-manneh