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Ahed Tamami y los niños palestinos

Aqui no vuelan las mariposas

Fuentes: Rebelión

«Aquí no vuelan las mariposas- Poemas y dibujos infantiles- Terezin 1942-1944» es un libro trágico y conmovedor, que nos hace indignar y llorar, sublevarnos como seres humanos. En él se recogen los dibujos y las poesías de niños, casi todos judíos, confinados en el gueto de Terezin, una ciudad cercana a Praga, en aquellos años […]

«Aquí no vuelan las mariposas- Poemas y dibujos infantiles- Terezin 1942-1944» es un libro trágico y conmovedor, que nos hace indignar y llorar, sublevarnos como seres humanos.

En él se recogen los dibujos y las poesías de niños, casi todos judíos, confinados en el gueto de Terezin, una ciudad cercana a Praga, en aquellos años terribles de la guerra y la dominación nazi de gran parte de Europa. En ese campo de concentración infantil hubo unos quince mil niños encerrados, víctimas además de haber sido separados de sus padres asesinados, de una farsa montada por los alemanes para mostrar a la Cruz Roja que se aprisionaba pero se dejaba vivos y cuidados a esos chicos de 10, 12, trece años, dejándolos jugar, dibujar, escribir algunas cosas en algún momento, chicos que vieron furgones de cadáveres, yuntas humanas tirando de carretas, horrores sin fin, castigos sin pausa, y que a poco andar fueron trasladados a Auschwitz y otros campos de la muerte. Sólo una centena sobrevivió.

Pero los niños y las niñas prisioneros vieron más allá de las alambradas y los portones, vieron y dibujaron y crearon versos relatando cosas que surgían de su imaginación y de sus sueños, cielos, pájaros, mariposas volando entre flores y árboles pintados de naranja, el color del sol y el calor, cosas que los adultos y más los carceleros no podían ver, princesas con sus diademas, brujas y magos portentosos, tierras sin miedo y sin rejas, donde vivía «la gente buena». Y también su honda, profunda tristeza. Un niño de 14 años, Fronta Bass, que terminará asesinado en 1944, escribe: «Pequeño jardín / Lleno de rosas y perfume / La senda es estrecha / Y un niño camina por ella / El niño pequeño, hermoso / Como un botón. / Cuando el botón florezca / El niño no existirá»…. Y otro chico, Pavel Friedman escribirá en junio de 1942, sobre «La mariposa»: «Aquel último / resplandor de agudo y fuerte amarillo / más vivo que el del sol, es una lágrima / sobre la piedra blanca /…/ Aquel resplandor de entonces era el último / pues aquí no vuelan las mariposas…»

Hoy, los presuntos herederos armados hasta los dientes de aquellas víctimas inocentes del genocidio nazi, desde un Estado autoritario, represivo y racista, que se expande ocupando por la violencia y la arbitrariedad sistemáticas las tierras de un pueblo digno que defiende su identidad y sus derechos masacrados, persiguen, hieren, detienen y matan a los niños y los jóvenes que, como Ahed Tamimi y cientos de otros, resisten y los enfrentan con coraje y ansias de una vida más justa y libre, como la que soñaban los chicos de Terezin.

Una sociedad como la que predomina en Israel que, aplicando las lecciones de los verdugos fascistas de ayer, demoniza, desprecia y busca someter a los niños y jóvenes «ajenos» mientras transforma a sus propios jóvenes en represores y asesinos impunes, no tiene posibilidades humanas y civilizatorias de mantenerse y expandirse , ni se lo merece. Y por eso crece la resistencia propia y la solidaridad de los pueblos con su justa causa.

Sobre los cielos de Palestina, y especialmente de Nabi Saleh, vuelan buscando el horizonte las mariposas de la libertad.

Juan Rosales, Profesor Honorario de la UBA, director de la Cátedra de Estudios Americanistas de la misma, escritor y periodista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.