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Asesinar reclutas palestinos e involucrar los campos de refugiados… ¿por qué?

Fuentes: Al-Quds al-Arabi

Traducido del árabe por Antonio Martínez Castro.

Si bastasen las súplicas para detener el infierno y la locura que asuelan Siria, a Dios rogaría día y noche para que los sirios se dejen arbitrar por la razón, por el amor a Siria, a su gente y a su tierra, y busquen mediante el diálogo la solución que los salve de la destrucción que, seguida por más destrucción, abarcará incluso a los países árabes que alimentan el fuego con petróleo y que disfrutan sin disimulo con el papel que les han encargado sus amos.

Si bastase el ayuno para apagar la hoguera, ayunaría el mes de Ramadán, antes y después, como Ghandi cuando estuvo a punto de morir en protesta por las masacres de hindúes y musulmanes que desgarraron la India. El bando afín al plan de la Corona Británica las perpetró de forma inconsciente, o consciente. La India quedó arrasada y se perdió la joya de las colonias.

Ni las súplicas por razones políticas ni el ayuno en signo de protesta disuadirán a los aventureros que están en liza. Aún así no perdemos la esperanza de escuchar a gente cabal como el Dr. Haytham Mannaa que, hace unos días en el programa (hadiz es sa’a) a una cadena de televisión vía satélite, criticó con conocimiento, sin dobleces ni elogios, a las partes implicadas en el incendio que asuela Siria. Esa debe ser la línea que se imponga: defender todos los derechos de los sirios, rechazar la lucha armada, denunciar la financiación de parte de la oposición por países petroleros y condenar la intervención extranjera para quemar Siria, destrozarla y despedazarla. Esa es la opción del movimiento pacífico popular que nos salvará al final del camino.

Los palestinos de Siria no pueden evitar el fuego. Siria lleva camino de compartir el destino del Iraq dividido para que la Sra. Clinton felicite a Israel, como en su visita de hace unos días, intercambie abrazos y risotadas con los dirigentes más racistas de la entidad sionista y dé consejos sobre cómo sacar provecho de las revoluciones árabes.

Me insultaron cuando apoyé a Iraq y advertí de lo que se avecinaba. Ahora, aquéllos que entonces insultaban siguen residiendo en Europa y desde allí observan su país machacado, desgarrado e ingobernable. No haré caso a los que insultan ahora ni a sus amenazas por no aceptar la lucha armada en Siria. Pedimos, por el bien de Siria, de Palestina y de los millones de revolucionarios de la Nación árabe, que todo aquel sirio con uso de razón adopte la consigna que dice: «no a la intervención extranjera, no al soborno petrolero de los opositores que están quemando Siria y no a la solución militar; sí al movimiento popular pacífico». Los sirios lograrán sus propósitos aunque paguen un alto precio y Siria saldrá unida. La tierra y el pueblo permanecen mientras que el poder, cualquier poder, termina yéndose por mucho que se aferre y por muy cruel que sea en sus prácticas.

Nadie puede salvarse del fuego que devora Siria. Palestina será la primera perjudicada si Siria se convierte en un estado fracasado. Los palestinos no tienen más remedio que permanecer en los campos al margen de este incendio loco sobre el que no deja de verterse petróleo.

Los palestinos intentan escapar de las llamas. No olvidan que en Iraq fueron asesinados, degollados, humillados y violadas sus mujeres por fanáticos sectarios que los expulsaron del país en el que residían desde la Nakba del 48. Conviene recordarlo: todavía están en campos de refugiados en la frontera de Iraq y Siria, o han sido distribuidos por distintos continentes y países, desde Brasil en América latina, hasta Sudán en África, Noruega en Europa o el infierno de algunos países árabes «hermanos».

Los palestinos llevan su parte de muerte gratuita en Siria a pesar de las precauciones que han tomado para intentar salvarse. El último caso es la matanza de Idleb de la que no se han hecho eco las televisiones vía satélite que, de hecho, se dedican exclusivamente a divulgar matanzas.

Nadie llora a los palestinos, nadie recoge sus restos, por eso la noticia del asesinato de 18 reclutas palestinos ha pasado sin que nadie le preste atención aunque las pruebas están al alcance de todos en facebook e internet, con documentos, fotos reales y los nombres, no falsificados, de las víctimas.

Se sabe que el Ejército de Liberación de Palestina (ELP) tiene un centro de entrenamiento en la zona de Misyaf donde los reclutas cumplen el servicio militar en duras condiciones y sin vacaciones. Al terminar los jóvenes vuelven llenos de impaciencia a sus familias.

Eso es lo que pasó hace unos días: 18 jóvenes alquilaron un microbús con el poco dinero de que disponían pues no cobran sueldo sino unas pocas liras para los traslados necesarios. Salieron del cuartel hacia sus campos de refugiados en los alrededores de Alepo; el microbús fue secuestrado y los reclutas llevados a paradero desconocido.

Las familias y la buena gente de Idleb mediaron con los secuestradores, pero las negociaciones fracasaron y todos fueron asesinados con la acusación de que los soldados del Ejército de Liberación de Palestina (ELP) han de correr la misma suerte que los soldados del Ejército de Siria.

Al conductor lo ataron con el cuerpo cargado de explosivos al asiento del vehículo, minaron el microbús con gran cantidad de explosivos y lo dirigieron contra un puesto de control militar del ejército sirio. No obstante, el conductor, según atestiguan quienes vieron el lugar del atentado, pudo desviarse antes de colisionar con el control y lo hicieron explotar los secuestradores que lo seguían en motocicletas. De este modo el conductor salvó la vida de los pobres soldados sirios que, tal vez como sus compañeros palestinos, cumplían el servicio militar obligatorio.

La ocasión es propicia para decir que quien dispara a un soldado palestino hace un servicio a la entidad sionista y sabe bien el crimen que perpetra.

Los campos de Hamdarat y de Neirab en Homs guardarán el luto y la tristeza por mucho tiempo. Ejecutaron a los reclutas sin que hubiesen disparado un solo tiro contra quienes ocupan su país prohibiéndoles vivir donde nacieron sus padres y madres, y dejando a sus novias con promesas incumplidas: ¿no son mártires estos chicos? ¿no son sus asesinos unos malvados criminales?

El fuego se aproxima al campo de refugiados de Yarmuk a pesar de que los palestinos habían tomado la precaución de mantenerse al margen como mejor medida para evitar verse arrastrados a la hoguera.

Hace unos días apareció gente armada por los barrios colindantes al campo: Hayy Tadamun, Hayr el Aswad, Baldat el Yalda. Grupos armados se introdujeron de repente en el campo, por los barrios y las calles de Yarmuk, alzando distintas insignias y gritando a favor de un estado islámico y de volver al califato. (No saben ni qué tipo de estado quieren).

Empezó la batalla entre las fuerzas del régimen y los seguidores del califato. En ese momento intervinieron las personalidades del campo y convencieron a los grupos armados para que abandonasen el campo. Pocas horas después llegaban riadas de ciudadanos sirios que escapaban de los barrios vecinos; a los de Baldat Yalda les abrieron los colegios para acogerlos y ayudarlos a superar la situación de emergencia.

Ya lo he dicho antes. Repito la pregunta: ¿por qué los intentos de arrastrar a los palestinos a la hoguera y jugar con su causa? ¿Es algo inocente? ¿O son los consejos de la Sra. Clinton a los dirigentes de la entidad sionista?

 

Fuente: http://www.alquds.co.uk/index.asp?fname=data201277-1717qpt998.htm&arc=data201277-1717qpt998.htm