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Las bombas estadounidenses les ayudan

Asesino masivo sentimental

Fuentes: Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Cuando Obama llegó al poder había aproximadamente 35.000 soldados estadounidenses en Afganistán. Dos años después triplicó esa cantidad. Ahora Obama anuncia que 10.000 soldados volverán a casa a finales de 2011 y 33.000 a finales del próximo verano. Hace dos ‘oleadas’, retira una, y declara que es una retirada exitosa, como prometió. Me alegro de que Obama no sea mi contable o ambos acabaríamos presos por fraude, pero ¡espera un segundo!, Obama es mi contable, mi banquero, mi presidente.

¿Y por qué estamos en Afganistán? Oficialmente, estamos allí para combatir a los talibanes, a los que apoyamos inicialmente. El demócrata Jimmy Carter y el republicano Ronald Reagan, armaron, financiaron y entrenaron a sus combatientes por la libertad o «islamofascistas». En los años ochenta, EE.UU. echó gasolina al fuego del fanatismo islámico para quemar a los soviéticos. Ahora, nosotros somos los soviéticos.

EE.UU. va a Iraq y a Afganistán y los pone patas arriba, luego explica que sería irresponsable dejarlos dell revés, pero resulta que mientras EE.UU. no se vaya, esos países seguirán estando en un lío. Con su presencia, EE.UU. hace que estallen bombas, luego insiste en que tiene que quedarse hasta que esas bombas dejen de estallar, ¡pero EE.UU. es la bomba! Una y otra vez, EE.UU. causa el incendio y luego se presenta como bombero voluntario. Es la carga de ser el líder mundial de la libertad, democracia, y venta de armas.

EE.UU.: eres un asesino masivo sentimental. Libras una guerra tras otra, luego pretendes llorar por algunas de las víctimas. (Las víctimas «nuestras», no las víctimas «de ellos»). Mientras Barack envía a los hijos e hijas de EE.UU. a esas carnicerías innecesarias, Michelle nos insta a apreciar sus sacrificios sin sentido.

Mientras nuestros pelados realizan sus deberes de expandir el imperio en ultramar, sus seres queridos lo pasan mal en casa, así que Michelle quiere que prodiguemos a esas familias alivio y ayuda: «Puede ser ayudando a un vecino a cortar el césped. Puede ser ofreciéndose a cuidar niños durante una tarde, a hacer una comida, arreglar una estufa, o acercarse a una familia de la reserva que vive lejos del apoyo de una instalación militar.» Por cierto, esos apuros podrían evitarse si dejáramos de enviar a nuestros soldados a todas partes a matar y mutilar, y para que los eliminen a su vez.

Mientras el esposo mata, la esposa reconforta, pero a menudo, este truco de Jano lo representa el mismísimo payaso. Se ha convertido en un rito anual que Colin Powell pronuncie un solemne discurso en el césped del Capitolio el Día del Recuerdo. Este año volvió a rendir homenaje a los estadounidenses «que combaten en la guerra global contra el terrorismo, sirviendo y sacrificándose en Afganistán e Iraq y en otros puestos avanzados en las primeras líneas de la libertad. La vida de cada uno de ellos es preciosa para sus seres queridos y para nuestra nación. Y cada vida sacrificada en nombre de la libertad es una vida que no se ha perdido en vano.»

Aunque Iraq no tuvo nada que ver con el 11-S y no poseía armas de destrucción masiva, Powell es capaz de afirmar, incluso ahora y con cara dura, que es una primera línea de la guerra contra el terrorismo. Una vez que terminó su untuoso e hipócrita palabreo, Powell se aproximó al gentío para abrazar a una docena de veteranos y a sus seres queridos. Dio una palmada en la espaldita del bebé de un hombre con daño cerebral y ciego. ¿Por qué no se levantó nadie, pero nadie, y gritó: «¡Oye Powell, no fuiste tú el que ayudó a llevarnos a la guerra con mentiras!? ¿No estuviste ante todo el mundo y mostraste engañosas fotografías satelitales de ‘laboratorios móviles para hacer armas biológicas’? En el EE.UU. contemporáneo, un arquitecto de guerras puede jugar a consolar a sus víctimas y nadie se inmuta.

También nos llevan a creer que beneficiamos a la gente que bombardeamos, acribillamos y violamos. Según Yahoo! News, la retirada de los soldados estadounidenses produce «una mezcla de alegría y preocupación [entre los afganos] mientras su nación se debate con la idea de menos ayuda», de modo que invadir un país es ayudarle, pero ésa es la lógica del imperio. La próxima vez que alguien te dispare, ya sabes que te está ayudando.

Sin embargo, el imperio va hacia la bancarrota, de modo que nuestras víctimas deberían enviarnos voluntariamente montones de dinero. De visita en Bagdad, el congresista Rohrabacher (de California) declaró: «Cuando Iraq se convierta en un país muy rico y próspero… esperamos que considere la devolución a EE.UU. de parte de la enorme cantidad de dólares que hemos gastado en ese país en los últimos ocho años. Esperamos que se considere una restitución porque EE.UU. se encuentra ahora cerca de una crisis económica extremadamente seria y ciertamente nos ayudaría si algunas gentes se preocuparan de nuestra situación, como nosotros nos hemos preocupado por la de ellas.» Bombardeados por Obama, los libios deberían sentir una gratitud semejante: «Si los libios, por ejemplo, están dispuestos a ayudar a pagar, a compensar a EE.UU., por lo que gastamos en ayudarles a pasar por este difícil período, es una manera de hacerlo».

Con una mano el Tío Sam te mata. Con la otra, extiende la mano para pedir limosna. ¡Dádsela ya, malditos ingratos! EE.UU. tiene terribles problemas. Con medios informativos como los que tenemos, nuestros dirigentes seguirán diciendo insensateces y no hay nada que podamos hacer al respecto.

EE.UU. tiene que encontrar urgentemente sus prioridades, pero no se presenta ninguna. Mientras se descompone, supura y convulsiona, pregunta a nuestro próximo presidente: «¿Pizza crujiente y fina o esponjosa? ¿American Idol o Dancing with the Stars?

Linh Dinh es autor de dos libros de cuentos, cinco de poemas, y una novela recién publicada Love Like Hate. Rastrea nuestro paisaje social en desarrollo a través de su blog fotográfico frecuentemente actualizado: http://linhdinhphotos.blogspot.com/

Fuente: http://www.counterpunch.org/dinh06232011.html

rCR