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Psicología e interrogatorios coercitivos en la perspectiva histórica

Ayuda y confort para los torturadores

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Sean Baker, miembro de la Guardia Nacional de USA estacionado como policía militar en el centro de detención de Guantánamo, se prestó voluntario el 24 de enero de 2004 para ser un prisionero ficticio, con un traje naranja, que se niega a abandonar su celda como parte de un ejercicio de entrenamiento. Tal como había sido planificado, un equipo de policías militares de la Fuerza de Reacción Inmediata trató de extraerlo de la celda. Cuando pronunció la palabra en clave, «rojo,» indicando que era un ejercicio y que ya bastaba, uno de los policías militares «me forzó a bajar la cabeza contra el piso de acero y hacía como si la restregara contra el suelo. Entonces, ese sujeto, cuando levanté la cabeza y le dije «rojo», golpeó mi cabeza contra el piso,» dice Baker. «Estaba tan atemorizado que me quejé: «soy soldado USamericano,» Y cuando lo dije volvió a golpear mi cabeza, una vez más, contra el suelo. Y volví a quejarme. Dije: «Soy soldado USamericano.» ‘Y los oí decir: «¡So!, ¡Jo!, ¡So!»‘ A pesar de que, a diferencia de lo que habría sucedido si hubiera sido un prisionero genuino, la «extracción» fue cancelada a mitad de camino, le diagnosticaron una lesión traumática del cerebro y lo dejaron con lesiones permanentes, entre ellas frecuentes ataques de naturaleza epiléptica.

Cuando le preguntaron lo que habría sucedido si hubiera sido un verdadero detenido, Baker declaró a 60 Minutes de CBS: ‘Creo que me hubieran jodido. He visto a detenidos que salen de ahí ensangrentados. Si no hubiera alguien que dijera: «Soy un soldado USamericano,» si hablaras árabe o pastún o urdu o algún otro idioma del lugar, podríamos no llegar a saber jamás lo que le habría sucedido a ese individuo.’

Esa instalación de detención es uno de los ambientes en los que psicólogos sirven como consultores para interrogatorios. La Asociación Psicológica USamericana no ve problemas éticos en la participación de psicólogos.

Nosotros, psicoanalistas, sabemos que la comprensión requiere una perspectiva histórica. Los abusos que son perpetrados contra los detenidos de USA en la Guerra Contra el Terror, y el papel de los psicólogos en esos abusos tienen un historial antiguo.

Hace unos 60 años, cuando la Guerra Fría entró llegó a su clímax, hubo personas en el gobierno de USA, sobre todo en la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que se inquietaron por la posibilidad de que los enemigos comunistas podrían haber desarrollado técnicas especializadas de control mental. Observaron que, entre otros, altos funcionarios soviéticos confesaban crímenes que probablemente no habían cometido. Los escandalizó la cantidad de soldados USamericanos de la guerra de Corea que colaboraron con sus apresadores y condenaban a USA. Primero defensivamente, y luego como instrumento ofensivo, la CIA emprendió lo que se convirtió en un programa de 25 años de investigación de técnicas de control mental bajo una serie de nombres, incluyendo, el más tristemente célebre, MKULTRA. Aunque el tiempo disponible excluye un estudio extensivo de este programa (el APA Monitor de diciembre de 1977 contiene una descripción de algunas de esas actividades] dos componentes son de especial relevancia para el tópico de hoy. 1) Durante años, la Agencia, como se conoce a la CIA, buscó un mágico «suero de la verdad» que le permitiera lograr que los cautivos revelaran sus secretos; y 2) la CIA y los militares financiaron una investigación exhaustiva de técnicas de interrogatorio potencialmente efectivas, incluyendo el posible uso de hipnosis, de drogas, de aislamiento y de extrema privación sensorial, de estímulo cerebral, etc.

Parte del conocimiento desarrollado durante MKULTRA y programas relacionados fue incorporada al Manual KUBARK de interrogatorio de la CIA en 1963. Técnicas similares aparecieron en manuales de entrenamiento de la CIA distribuidos en toda Latinoamérica en los años setenta y ochenta. El único de estos manuales que salió a la luz pública fue el utilizado para entrenar en Honduras en 1983, tal como lo revelara un artículo de enero de 1997 en el Baltimore Sun intitulado: «La CIA enseñó la tortura; Manual desclasificado detalla los métodos utilizados en Honduras; Refutan los desmentidos de la Agencia.»

El manual aconseja a un interrogador que «manipule el entorno del sujeto, para crear situaciones desagradables o intolerables.»

Del artículo del Baltimore Sun:

«Aunque no destacamos el uso de técnicas coercitivas, queremos que usted tenga consciencia de ellas y del modo adecuado de utilizarlas,» señala la introducción del manual. El manual dice que tales métodos se justifican cuando los sujetos han sido entrenados para resistir medidas no coercitivas.

Las formas de coerción explicadas en el manual de interrogatorio incluyen: Infligir dolor o la amenaza de dolor: ‘La amenaza de infligir dolor puede provocar temores más dañinos que la sensación inmediata de dolor. En realidad, la mayor parte de la gente subestima su capacidad de resistir el dolor.’

Una sección más adelante señala: ‘El dolor que le está siendo infligido desde fuera puede intensificar realmente su voluntad de resistir. Por otra parte, es más probable que el dolor que siente que se está infligiendo a sí mismo debilite su resistencia.'»

Los que han examinado las prácticas en las instalaciones detención de USA en Afganistán, Iraq, y Guantánamo han identificado, como lo describe un informe de 126 páginas de 2005 de Médicos por los Derechos Humanos intitulado «Break Them Down» [Quebrántenlos]  en su subtítulo: «Uso sistemático de la tortura psicológica por Fuerzas de USA.»

La práctica de la tortura psicológica en las instalaciones de USA incluye:

°    Aislamiento prolongado durante meses, incluso años.
°    Privación del sueño, permitiendo a veces sólo dos horas por noche, durante períodos prolongados.
°    Deformación sensorial, incluyendo privación sensorial (máscaras, gafas, etc.), música muy fuerte; e hipotermia (poner muy fuerte el aire acondicionado)
°    Humillación sexual y cultural – micción forzada sobre sí mismo; desnudez forzada, humillación sexual, humillación religiosa (arrojar el Corán); Ser llevado desnudo sujeto con una correa. Ser obligado a ladrar como un perro [En cuanto a la humillación religiosa, se cita al antiguo capellán de Guantánamo James Yee diciendo en una conferencia reciente: ‘El arma secreta de Guantánamo’ es ‘el uso del Islam contra los prisioneros para quebrantarlos.’ Dijo que se obliga a los prisioneros a postrarse en el centro de un círculo inscrito con un pentagrama por un guardia que grita: ‘¡Satanás es tu Dios ahora, no Allah!’ Dijo que mujeres interrogadoras ‘explotaban la conservadora etiqueta islámica’ desvistiéndose ante detenidos interrogados y ‘haciendo bailes de regazo’ para enervarlos.
Yee dijo que el Corán, que los musulmanes consideran la palabra literal de Dios, ‘fue profanado de muchas manera diferentes,’ como ser que le orinaban encima y ‘lo tiraban al suelo.’]
°    Estas técnicas puramente psicológicas son combinadas a menudo con otro componente:
Dolor auto-infligido – las infames «posiciones de estrés,» incluyendo el encadenamiento en posiciones fijas durante horas sin fin y la infame fotografía de Abu Ghraib de un detenido equilibrándose sobre una caja con brazos extendidos y electrodos atados (se refieren a esta técnica en la literatura de la tortura como «Vietnam») [Recuerde el manual de interrogatorio de Honduras: ‘Por otra parte, es más probable que el dolor que se está auto-infligiendo debilite su resistencia.’]

Además, ha habido repetidas afirmaciones de detenidos de que han sido sometidos a drogas. [Recuérdese que el desarrollo de drogas para su uso en interrogatorios fue un elemento clave en la investigación MKULTRA de la CIA.] Por lo tanto, como un ejemplo entre muchos, el 2 de marzo de 2007, el Sydney Morning Herald incluyó un informe de un detenido australiano en custodia USamericana, David Hicks. Aparte de las palizas, el aislamiento, los ataques culturales, el dolor auto-infligido, dijo que: «También le inyectaron una sustancia que ‘hizo que mi cabeza se sintiera extraña.'»

Muchas de estas técnicas, en forma reducida, fueron utilizadas en el programa militar SERE (Supervivencia, Evasión, Resistencia, Escape) para enseñar a oficiales USamericanos entrenamiento contra-resistencia. Según varios periodistas, estos métodos fueron desarrollados por ‘ingeniería inversa’ y exportados a Guantánamo y otros sitios mediante entrenamiento en técnicas de SERE. Por lo tanto, Mark Benjamin, de Salon, en un artículo intitulado «Maestros de la tortura» documenta que por cierto enseñaron técnicas de SERE a interrogadores en Guantánamo. Benjamin continúa detallando:

«Hay sorprendentes similitudes entre el abuso mencionado por detenidos tanto en Guantánamo como en Abu Ghraib y las técnicas utilizadas con soldados que pasaron por la escuela de SERE, incluyendo desnudez forzada, posiciones de estrés, aislamiento, privación del sueño, humillación sexual y extenuación mediante ejercicios. El jefe anónimo de interrogatorio de Guantánamo señala en su declaración que en su guardia se exponía a los detenidos a música fuerte y a gritos. «La regla en cuanto al volumen,» dijo, «era que no debía ser tan fuerte como para reventar los tímpanos de los detenidos.’ El jefe afirmó que los interrogadores ajustaban el aire acondicionado para enfriar a los detenidos, y que a un prisionero también le aplicaron un «baile de regazo» por parte de una interrogadora ‘para utilizar la tensión sexual en un intento de quebrar a un detenido.'»

Aunque el papel de los psicólogos en Guantánamo y otros sitios sigue siendo muy tenebroso, debido al extremo secreto que lo rodea, comienza a filtrarse más y más evidencia. Parece cada vez más que agentes cruciales en esto fueron psicólogos e, inicialmente, psiquiatras, en así llamados Equipos de Consulta en Ciencia Conductual (BSCT, por sus siglas en inglés) que participaron en interrogatorios seleccionados.

Mohammed al-Qahtani fue interrogado durante muchos meses en Guantánamo. El psicólogo de los BSCT, mayor John Leso estuvo presente durante este interrogatorio.

Durante el interrogatorio de al-Qahtani fue sometido a extremo frío hasta el punto que su corazón se desaceleró y fue hospitalizado (lo calentaron y volvieron a someterlo a extremo frío), le inyectaron varias bolsas de solución salina mientras estaba atado a una mesa hasta que orinó sobre sí mismo, y lo obligaron a ladrar como un perro; no nos dicen lo que le hicieron para obligarlo a ladrar. Necesitó control cardíaco después de 60 días en una celda inundada de luz artificial, de interrogatorios durante 48 días de 54 por 20 horas por vez. Lo hospitalizaron brevemente y de inmediato lo devolvieron para seguir con los interrogatorios.

A propósito, el gobierno de USA insiste en que al-Qahtani fue tratado «de modo humano,» como, dice, todos los detenidos en Guantánamo. Y la dirección de la Asociación Psicológica USamericana ha afirmado repetidamente que los psicólogos de los BSCT participan en interrogatorios para prevenir abusos, para asegurar «que esos procesos sean seguros y éticos para todos los participantes.» Nunca han comentado en público sobre la participación en interrogatorios del mayor Leso, miembro de la APA, ni han adoptado paso alguno para investigar las repetidas afirmaciones de que psicólogos de los BSCT están en Guantánamo para enseñar métodos de tortura, no para prevenir su uso.

En julio de 2005, el New Yorker publicó un artículo de Jane Mayer llamado «The Experiment» [El experimento]. En él presenta la evidencia disponible en aquel entonces sobre el SERE y su papel en el proceso de interrogatorio en Guantánamo. Cita a Baher Azmy, abogado de uno de los detenidos, cuyo cliente informó sobre brutalidad física, humillación sexual, y que se le inyectaron drogas debilitadoras.

El abogado Azmy dijo a Mayer:

«Obviamente, estas estratagemas psicológicas no constituyen eventos aislados. Son prevalecientes y sistemáticas. Son ensayadas, medidas y planificadas. Son maneras de humillar y desorientar a los detenidos. Todo el sitio parece ser un gigantesco experimento humano.»

El destacado erudito sobre Oriente Próximo, Juan Cole, en su blog «Informed Comment» publicó un correo de un antiguo oficial militar:

«Soy un antiguo [oficial militar] USamericano, y tuve el ‘placer’ de asistir a la escuela de SERE. El curso al que asistí… [tenía] un campo de prisioneros de guerra ficticio, en el que tuvimos la oportunidad de ser prisioneros entre 2 y 3 días. El campo también era utilizado como instrumento de entrenamiento para CI [contra-inteligencia], interrogadores, etc.

Estoy seguro de que usted también se da cuenta de que Gitmo [Guantánamo] debe estar siendo utilizado como ‘laboratorio’ para todas estas técnicas de manipulación psicológica por los tipos de la CI. Absolutamente repugnante…

1. Mi sentimiento íntimo me dice que los campos de SERE fueron ‘laboratorios’ y parte del programa de entrenamiento para personal de contra-inteligencia militar y de interrogatorio. Lo escuché como anécdotas en lo que se refiere al entrenamiento.

2. Considerando Gitmo en el ‘cuadro general.’ hay que preguntarse por qué sigue en operación aunque saben que muchos de los detenidos son inocentes de acusaciones importantes. Una mirada a través de la historia de los varios programas de ‘experimentación’ del Departamento de Defensa suministra una respuesta válida. El campo asegura una oportunidad importante para someter a una población a varias técnicas de control psicológico. Considere algunas de las cosas que se han hecho públicas, y se hace aún más obvio. Especialmente la privación sensorial – no sólo de sueño, sino también están las fotos de reclusos con máscaras de gas o artefactos de privación de la vista, la audición, el olfato. Ha habido una voluminosa investigación sobre la privación sensorial, y parece ser otra buena oportunidad para aumentarla.»

El equipo operativo de PENS

A medida que se conocía la noticia de la participación de profesionales de la salud, incluyendo a psicólogos, en interrogatorios abusivos, aumentó la presión sobre las asociaciones profesionales para que hicieran algo al respecto. La Asociación Psicológica USamericana decidió formar un Equipo Operativo Presidencial sobre Ética Psicológica y Seguridad Nacional (PENS, por sus siglas en inglés). Aunque parezca raro, la APA no publicó los nombres del grupo operativo PENS a sus miembros, ni fueron incluidos en el informe. Los miembros del PENS fueron divulgados por primera vez en su integridad en la prensa en julio pasado por Mark Benjamin de Salon, más de un año después de la publicación del informe del PENS. Benjamin obtuvo los nombres de una fuente parlamentaria, no de la APA.

Consideremos a algunos de los miembros, tal como son descritos en sus declaraciones biográficas oficiales de la APA:

El coronel Morgan Banks es actualmente el Psicólogo en Comando y Jefe del Directorio de Aplicaciones Psicológicas del Comando de Operaciones Especiales del Ejército de USA (USASOC). «Es el psicólogo superior del Ejército para Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape (SERE), responsable por el entrenamiento y supervisión de todos los psicólogos del SERE del Ejército, que incluye a los que participan en el entrenamiento de SERE. Suministra apoyo y asesoría técnica a todos los psicólogos del Ejército que proveen apoyo a interrogatorios, y su oficina suministra actualmente la única capacitación del Ejército para psicólogos en la planificación y ejecución de repatriación, apoyo a interrogatorios, y perfilación conductual.»

    Robert A. Fein es actualmente asesor del Directorio de Ciencias Conductuales de la Actividad de Contrainteligencia en el Terreno del Departamento de Defensa (CIFA), del Grupo Operativo de Investigación Criminal del Departamento de Defensa, y del Centro Nacional de Evaluación de Amenazas del Servicio Secreto de USA. También sirve como miembro del Consejo Científico de Inteligencia.

El coronel Larry C. James. En 2003, fue Psicólogo Jefe del Grupo Conjunto de Inteligencia en GTMO [Guantánamo], Cuba, y en 2004 fue Director de la Unidad de Ciencia Conductual, del Centro de Interrogación Conjunta e Información en Abu Ghraib, Iraq. El coronel James fue asignado a Iraq para desarrollar políticas legales y éticas consistentes con las Guías de la Convención de Ginebra y el Código de Ética de la APA como reacción ante el escándalo de los abusos.

El capitán Bryce E. Lefever fue asignado a la Escuela de Supervivencia Evasión Resistencia Escape (SERE) de la Armada desde 1990 a 1993. Sirvió en las Fuerzas Especiales de la Armada desde 1998 a 2003 y fue enviado como psicólogo del Grupo Operativo Conjunto de las Fuerzas Especiales en Afganistán en 2002, donde dio clases a interrogadores y fue consultado sobre varias técnicas de interrogatorio. El capitán Lefever ha sido enviado a muchas partes del mundo durante su carrera, incluyendo a Haití, Panamá, Israel, Afganistán, Italia, Bahrein, Creta, Puerto Rico, Islandia, la Antártica, y España donde dio clases sobre «Lavado de Cerebros: el Método del Interrogatorio Forzado.»

R. Scott Shumate ha trabajado para el gobierno federal en posiciones altamente confidenciales que han necesitado amplios viajes y vida en el extranjero. Realizó muchos de sus deberes bajo circunstancias altamente estresantes y difíciles. En mayo de 2003, el doctor Shumate aceptó una alta posición en el Departamento de Defensa como Director de Ciencia Conductual para la Actividad de Contrainteligencia en el Terreno. DOD/CIFA es responsable por el apoyo a los esfuerzos de contrainteligencia (CI) ofensiva y defensiva. Su equipo de reputados psicólogos forenses está involucrado en evaluaciones de riesgo de los detenidos en Guantánamo.

También está en el grupo operativo PENS Michael Gelles. El doctor Gelles fue el psicólogo jefe del Servicio de Investigación Criminal de la Armada. El doctor Gelles estuvo en Guantánamo para desarrollar evidencia para el posible enjuiciamiento criminal de detenidos. Al presenciar el trato dado a los detenidos, se indignó y pasó a denunciarlo. Según un artículo del Boston Globe «el doctor Michael Gelles, completó un estudio de interrogatorios en Guantánamo en diciembre de 2003 que incluyó pasajes de bitácoras de interrogatorios de detenidos. Gelles informó al director del servicio, David Brant, que los interrogadores estaban utilizando ‘técnicas abusivas y procedimientos psicológicos coercitivos.'»  Como tal, el doctor Gelles es uno de los auténticos héroes de esta historia bastante sórdida. Al mismo tiempo, sin embargo, es por lo menos discutible por dos motivos si debiera haber estado en el grupo operativo PENS. Primero, como miembro de la jerarquía militar, estaba sujeto a la disciplina militar, en lugar de ser un agente libre; como los otros miembros del PENS de los servicios militares y de inteligencia, su carrera podría verse directamente afectada por el resultado del proceso del PENS. [Basta con preguntar al heroico abogado JAG (arma judicial de las fuerzas armadas) de la Armada, capitán de corbeta Charles Swift que ganó una victoria que marcó un hito en la Corte Suprema contra los tribunales militares de Guantánamo en el caso Hamdan, sólo para ser obligado a retirarse después de más de 20 años de servicio.] Además, como psicólogo e interrogador militar, el doctor Gelles no estaba en condiciones de considerar seriamente el punto de vista de que la participación en interrogatorios era, de por sí, poco ética.
No sorprende por lo tanto, considerando su composición, que el informe del PENS concluyera:

«El Grupo Operativo declaró que es consistente con el Código de Ética de la APA que psicólogos sirvan en roles de asesoría en procesos de interrogatorio y recolección de informaciones para propósitos relacionados con la seguridad nacional.»

Al manejar este informe, la APA no siguió los procedimientos normales y no lo presentó al Consejo elegido de Representantes para su discusión y aprobación. En lugar de hacerlo, fue presentado en unos días y aprobado por el Consejo de la APA, dejando de lado al Consejo.

Otras asociaciones profesionales

En contraste, la Asociación Médica USamericana, decidió en junio de 2006: «Los médicos no deben realizar, ni participar directamente en, interrogatorios, porque un papel como médico-interrogador debilita el papel del médico como terapeuta y por lo tanto erosiona la confianza en el individuo médico-interrogador y en la profesión médica.»

En junio de 2005, la Asociación Psiquiátrica USamericana expresó su preocupación por los informes sobre la participación de psiquiatras en abusos en Guantánamo:

«La Asociación Psiquiátrica USamericana está inquieta por informes recientes respecto a presuntas violaciones de la ética médica profesional por psiquiatras en Guantánamo. La APA está estudiando problemas relacionados con los procedimientos de psiquiatría e interrogatorio y planifica el desarrollo de una declaración política específica en el futuro cercano.»

No he podido encontrar una sola mención de preocupación por informes de participación de psicólogos en abusos en Guantánamo de parte de la Asociación Psicológica USamericana o alguno de sus dirigentes recientes. En su lugar, en febrero de 2006, el entonces presidente Gerald Koocher escribió:

«Una serie de comentaristas oportunistas disfrazados de eruditos han seguido informando sobre supuestos abusos por profesionales de la salud mental.»

En mayo de 2006, la Asociación Psiquiátrica USamericana procedió a prohibir toda participación directa de psiquiatras en interrogatorios:

«Ningún psiquiatra debe participar directamente en el interrogatorio de persona(s) mantenidas bajo custodia por autoridades militares o civiles investigadoras o de mantenimiento del orden, sea en USA o en otros sitios.»

El presidente de la Asociación Psiquiátrica USamericana, Steven S. Sharfstein, dedicó una parte importante de su discurso presidencial de 2006 a este tema:

«Debemos ejercer vigilancia sobre nuestros otros valores esenciales. Cuando leí en la New England Journal of Medicine sobre la participación de psiquiatras en el interrogatorio de detenidos en Guantánamo, escribí al Secretario Adjunto de Salud en el Departamento de Defensa expresando mi seria preocupación por esa práctica. A mediados de octubre estuve en un avión jet de la Armada a partir de la Base Andrews de la Fuerza Aérea en un viaje de 3 horas a Guantánamo. Se nos informó exhaustivamente sobre los métodos de interrogatorio y la participación de Equipos de Asesoría en Ciencia Conductual en el proceso.

Después de volver a Andrews, comenzamos una animada discusión de 3 horas durante la cena. Estuve cara a cara con máximos mandamases del Pentágono – son mucho más altos que yo, pero estábamos sentados. Dije a los generales que los psiquiatras no participarán en el interrogatorio de personas mantenidas en custodia. Los psicólogos, al contrario, habían publicado una declaración que permite consultorías en interrogatorios.

Si te has preguntado alguna vez lo que nos diferencia de los psicólogos, es lo siguiente. Es un desafío fundamental a nuestra ética y a nuestra educación hipocrática. A juzgar por los antecedentes sobre el tratamiento real de los detenidos, sólo la más fina de las líneas separa una tal consultoría de la participación en la facilitación del engaño y del trato más cruel y degradante. Gente inocente que es liberada de Guantánamo – gente que nunca fue enemiga nuestra y que no poseía información útil sobre la Guerra contra el Terror – vuelve a sus casas y familias con terribles cicatrices internas. Nuestra profesión se pierde si jugamos algún papel en la producción de esas heridas.»

Mientras el presidente Sharfstein encaraba a los mandamases del Pentágono, el presidente de la Asociación Psicológica USamericana, Ronald Levant participaba en el viaje a Guantánamo. Mientras el presidente de los psiquiatras decía a los mandamases que «los psiquiatras no participarán en el interrogatorio de personas mantenidas en custodia,» el presidente de los psicólogos dijo lo siguiente al volver:

«Acepté esta oferta para visitar Guantánamo porque consideré la invitación como una importante oportunidad para continuar suministrando nuestra pericia y guía sobre cómo los psicólogos pueden jugar un papel adecuado y ético en las investigaciones de seguridad nacional. Nuestros objetivos son asegurar que los psicólogos agreguen valor y salvaguardias a semejantes investigaciones y que sean hechas de un modo ético y efectivo que proteja la seguridad de todos los involucrados.»

Como psicólogo, me entristece profundamente admitir que Sharfstein, presidente de la Asociación Psiquiátrica, tiene razón. Lo que distingue a las dos profesiones es que los psiquiatras han adoptado una posición moral, al precio de una pérdida potencial de acceso a las máximas autoridades y a los proveedores de finanzas militares, mientras los dirigentes de los psicólogos, al contrario, han colocado el acceso y un financiamiento potencial, por sobre la adopción de una posición moral respecto a las perversiones de la Guerra contra el Terror. En el proceso de proteger este acceso, la asociación psicológica ha utilizado regularmente el engaño y la mala fe, tratando de argüir que la participación en interrogatorios es, por cierto, ética.

La dirigencia de la Asociación ha trabajado persistentemente para proteger la posibilidad de que psicólogos participen en interrogatorios «de seguridad nacional» incluso, afirmando, a veces, una obligación ética de hacerlo para prevenir daño a la sociedad, presumiblemente por parte de «terroristas» encarcelados allí durante los últimos cinco años. (Véase el informe de Olivia Moorehead-Slaughter sobre el Grupo Operativo de PENS que presidió: «como expertos en la conducta humana, los psicólogos contribuyen a interrogatorios efectivos.»]

Estos esfuerzos han dado resultados: el 7 de junio de 2006, el New York Times informó:

«Funcionarios del Pentágono dijeron el martes que tratarán de sólo utilizar psicólogos, y no psiquiatras, para ayudar a los interrogatorios en la preparación de estrategias para obtener información de detenidos en sitios como Guantánamo, Cuba.»

La nueva política viene poco más de dos semanas después de un abrumador voto de la Asociación Psiquiátrica USamericana que disuade a sus miembros de la participación en esos esfuerzos.

El doctor William Winkenwerder Jr., secretario adjunto de defensa para asuntos sanitarios, declaró a los periodistas que la nueva política que favorece el uso de psicólogos en lugar de psiquiatras constituye un reconocimiento de las posiciones divergentes adoptadas por sus respectivos grupos profesionales.

Así los psicólogos lograron una importante victoria sobre sus antiguos enemigos, los psiquiatras.

El 8 de enero de 2007, el abogado británico Brent Mickum escribió en el sitio en la red del periódico británico The Guardian sobre sus dos clientes: Bisher al-Rawi y Jamil el-Banna, almas perdidas en Guantánamo. Se sabe, como resultado de una amplia evidencia, que es casi seguro que estos dos hombres sean inocentes:

«Bisher al-Rawi cae, lenta pero seguramente, hacia la locura.

La disminución de las facultades mentales de Bisher no tuvo lugar de una sola vez. Gradualmente, con el pasar del tiempo, Bisher simplemente se ha agotado. Ya no tiene el poder de resistir los estragos del aislamiento psicológico y del abuso constante que sufre. Evidentemente, Bisher no es el único prisionero afectado; abogados que representan a otros prisioneros en Guantánamo informan que sus clientes que son mantenidos en aislamientos están enloqueciendo.

El mundo de Bisher es una celda de 2 por 2,65 metros en el Campo V, donde están encarcelados prisioneros supuestamente «no-anuentes.» Después de años y de cientos de interrogatorios, Bisher terminó por negarse a continuar siendo interrogado. A pesar de que funcionarios de Guantánamo han proclamado públicamente que ya no se exige que los prisioneros participen en interrogatorios, Bisher es considerado no-anuente y torturado a diario.

El confinamiento solitario no es más que un aspecto de la tortura que Bisher sufre a diario. Mientras está en aislamiento, Bisher es constantemente sometido a severos extremos de temperaturas y a otros tormentos sensoriales, muchos de los cuales forman parte de un programa de privación del sueño que nunca declina. La celda de Bisher está a menudo insoportablemente fría porque aumentan al máximo el aire condicionado. A veces, sus aprehensores le quitan su buzo naranja y su frazada, dejándolo en calzoncillos. Durante toda una semana a la vez, Bisher tiembla constantemente y no puede dormir por el extremo frío. En una ocasión, cuando Bisher trató de recalentarse cubriéndose con su alfombrilla para la oración, uno de los pocos «artículos de confort» que le permiten, sus guardias se la quitaron por «mal uso.» En otras ocasiones, se permite que el calor se haga tan inaguantable que se hace difícil y trabajoso respirar. Durante toda una semana a la vez, todo lo que Bisher puede hacer es acostarse completamente quieto, con sudor corriendo de todo su cuerpo durante el día, cuando el calor cubano llega a 38 grados C, y la temperatura dentro del Campo V es aún más elevada.

A Bisher no le permiten contacto alguno con otros prisioneros. Mantienen fuertes luces encendidas las 24 horas del día. Le dan 15 hojas de papel higiénico al día, pero porque utilizó las hojas para cubrirse los ojos para tratar de dormir, le han quitado el papel higiénico – considerado otro ‘ítem de confort’ – por ‘mal uso.’

Por ello, ya no recibe su ración diaria de 15 hojas de papel higiénico. Hay que imaginarse que alguien se encuentra en la posición de tener que elegir entre utilizar su pequeña asignación de papel higiénico para el propósito para el que ha sido hecho o para dormir, para que luego se le quite por completo.

La cena nunca llega antes de las 9.30 de la noche y a veces hasta a medianoche. Casi siempre está fría. Los cambios de vestimenta tienen lugar a medianoche, cuando los prisioneros reciben una sola sábana delgada de algodón para dormir. Después, arrastran un ruidoso carro de la biblioteca por los corredores. A Bisher le han negado derechos a la biblioteca desde hace algún tiempo, pero el carro de la biblioteca y el ruido son recuerdos constantes de que no le otorgan ningún estímulo intelectual. Los prisioneros no pueden dormir hasta cerca de la 1 de la mañana. Los despiertan a las 5, hora a la que tienen que devolver la sábana. Todos los documentos legales de Bisher y las fotografías de su familia fueron confiscados en junio y nunca le han sido devueltos.»

Sobre el otro prisionero que representa, Jamil el-Banna, el abogado informa:

«He visto cartas de los hijos más pequeños de Jamil en mi visita a Guantánamo, cartas de una página que han sido severamente modificadas por censores militares. ¿Cuál es el lenguaje ofensivo que los militares han decidido modificar? Lenguaje como «Papacito, te quiero» y «Papacito, te echo de menos.» ¿Cómo lo sé? Porque por instrucciones mías, la mujer de Jamil ha guardado copias de las cartas enviadas por los niños.»

Guantánamo y otras instalaciones de detención de USA son instituciones ilegales e inmorales. Parecen haber sido diseñadas para quebrantar a las personas, destruirlas, sean inocentes o culpables, tengan algún valor desde el punto de vista de la inteligencia o no. Es posible que sean instalaciones experimentales diseñadas intencionalmente para desarrollar y ensayar nuevas técnicas de manipulación conductual. En todo caso, constituyen claramente un infierno terrenal, el «Gulag de nuestros días» como Amnistía Internacional describiera a Guantánamo. Ya es más que hora de que USA comience a respetar esos sublimes sentimientos de derechos humanos pregonados por sus dirigentes y venerados por sus leyes y por tratados internacionales vinculantes.

También es más que hora que la psicología como profesión, junto con otras profesiones de la salud, comience a contribuir a edificar el respeto a la humanidad en lugar de contribuir a crear un infierno. Como dijera claramente Harry Stack Sullivan hace mucho tiempo: «Somos simplemente mucho más como humanos que de otra manera.» Es seguro que nosotros, como psicólogos y psicoanalistas, deberíamos ser líderes en el reconocimiento de la humanidad de todos, incluso de aquellos identificados como presuntos «terroristas.» Seguramente la realización de nuestros deberes como psicólogos, como ciudadanos, y como seres humanos, es mucho más importante que el mantenimiento de nuestro acceso profesional a las riendas del poder. Si no es así, la humanidad no necesita nuestra profesión.

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Stephen Soldz es psicoanalista, psicólogo, investigador en la salud pública, y miembro de la facultad en la Escuela de Graduados de Psicoanálisis de Boston. Mantiene el sitio en la Red de Psychoanalysts for Peace and Justice  y el blog «Psyche, Science, and Society».

Este ensayo es el texto de una charla dada el 17 de marzo de 2007 en el Instituto Psicoanalítico de California del Norte (PINC) en la conferencia: «UNFREE ASSOCIATION: The Politics and Psychology of Torture in a Time of Terror.»

http://www.counterpunch.org/soldz04132007.html