Las lluvias torrenciales que desembocaron en masivas inundaciones en el sur de Brasil encierran múltiples lecciones.
La situación es tan grave que en ese país se discute si el gobierno de Lula da Silva estaría enfrentando un “momento Katrina” que pone en cuestión sus capacidades de gestión (1). Esa imagen se refiere al huracán de ese nombre que impactó sobre Nueva Orleans en 2005, y que por la pésima y desordenada respuesta del gobierno de George Bush, su imagen pública se desplomó y contribuyó a que perdiera la elección.
Si desde Brasilia no se reacciona adecuadamente, se espera un duro golpe de confianza ciudadana. Es comprensible porque la escala de esas inundaciones es escalofriante, y a la vez pone en primer plano las implicancias de los desarreglos ecológicos. En el sur, las lluvias acumuladas en las dos semanas que van desde el fin de abril a inicios de mayo, es equivalente a las precipitaciones de cinco meses; en algunas ciudades se alcanzaron extremos de 700 mm. El 85 % de la superficie del estado de Rio Grande do Sul está afectada, lo que equivaldría aproximadamente al área de todo el Reino Unido. De hecho, los medios de prensa han perdido la perspectiva porque es como si se hubiera inundado o impactado toda esa isla británica. Hubieronmás de dos millones de personas afectadas de alguna manera, cientos de miles han perdido sus viviendas, y hay más de 150 muertos (2).
Esa catástrofe está dejando en claro que no se está preparado para lidiar con los eventos extremos que se esperan como resultado del cambio climático. Es una circunstancia que todos los países de la región deberían observar.
La ocupación del territorio fue propia de un mundo que ya no existe. En el sur, varias ciudades están emplazadas en angostos valles flanqueados por cerros, que tras las lluvias torrenciales quedan rápidamente anegados. Al mismo tiempo, la falta de medidas de gestión ambiental desembocó en que se perdieran los bosques y humedales que retrasaban el escurrimiento del agua. De ese modo, el desarreglo climático se potenció por el cercenamiento de la gestión ambiental. Es que el gobernador de aquel estado modificó o anuló un estimado de casi 500 normas ambientales a lo largo de sus dos gestiones, tales como los que controlaban la deforestación, la protección de humedales o las evaluaciones de impacto ambiental (3). Sellegó al extremo en la flexibilización de los controles, instalando un auto-permiso ambiental: una persona o empresa solicita una licencia ambiental, firma una declaración jurada, y se le otorga en 48 horas sin análisis técnicos. Intentos de similares flexibilizaciones ambientales se quieren concretar, por ejemplo en Perú, y esta experiencia brasileña muestra lo peligroso que puede ser.
Al mismo tiempo, en el centro y norte de Brasil, los incendios están provocando otra catástrofe ambiental. El número de focos de fuego desde el primero de enero al primero de mayo alcanzó un nuevo extremo histórico: 17 421 incendios. En la Amazonia el aumento es del 148 % y en el Pantanal, se incrementó en casi el 1 000 % (4).
Esto hace que el gobierno y la sociedad brasileña estén golpeadas por condiciones ecológicas en múltiples regiones, y en unos y otros sentidos. Pero nada de esto debería haber tomado al gobierno por sorpresa, porque fue alertado por distintos científicos e incluso, años atrás, se predecía un desastre de este tipo en un informe ministerial que fue enterrado durante el gobierno de Dilma Rousseff (5).Esos informes son particularmente impactantes ya no sólo alertaban sobre el riesgo de esa zona en Brasil sino que proyectaba los efectos de inundaciones, por ejemplo, sobre la agropecuaria o la infraestructura. Todo ello era parte de los estudios que en ese país se hacían para evaluar las vulnerabilidades ante el cambio climático, y que fueron finalmente cancelados.
Ante la catástrofe actual, el gobierno Lula está ante un “momento Katrina”. A diferencia de lo que ocurrió con Bush, algunas reacciones fueron rápidas, tales como movilizar el ejército y organizar la ayuda, le siguieron promesas de asistencia en la reconstrucción. Dilma Rousseff, otra vez presidenta, pero ahora del banco de los BRIC, anunció una ayuda financiera de 5,7 mil millones de reales, a pesar que ella fue la que desmanteló aquellas alertas. Lula además presionó a sus ministros para que actúen y coordinen entre ellos, y agilizó la burocracia. Su presencia ha sido importante, porque en su gestión ha dedicado mucho tiempo a las giras internacionales, muy visibles en los medios globales, pero que resultaba en un presidente ausente para muchos brasileños. Será necesario que esa reacción sea efectiva, que no quede atrapada en la pesada burocracia brasileña ni en las redes de corrupción.
Pero permanece la interrogante sobre si la administración Lula entiende que también hay una crisis ecológica. Es una nueva situación que no puede resolverse bajo los viejos preceptos. Sin duda será necesario recomponer la gestión estatal, pensándola en plazos muchos más largos y comprometida con una justicia social y también ambiental. Se debe volver a instituir la normativa y los controles ambientales en el estado de Rio Grande do Sul, y al mismo tiempo, evitar que otros gobiernos estaduales intenten reformas de ese tipo.
Pero lo más importante y revelador es que los especialistas acuerdan en que ciudades completas deben ser cambiadas de ubicación, y llaman a iniciar un des-edificación de los viejos emplazamientos, y al mismo tiempo edificar nuevos pero otros en sitios más seguros (6). Esto debe ir acompañado de la recuperación de los ecosistemas que atrapan y enlentecen el agua, como bosques y humedales. Como puede verse, las prácticas convencionales, atrapadas por la especulación inmobiliaria, deben ser abandonadas.
Pero habrá que ver si todo esto es entendido, y aceptado, tanto por el gobierno como por la sociedad.
Entretanto, estas y otras lecciones deben ser observadas desde los países vecinos. Ojalá aprendan las implicancias de estas catástrofes, y la necesidad de renovar al Estado y la política.
Notas:
1. Las históricas inundaciones en Brasil: un “momento Katrina” para la presidencia de Lula, S. Iglesias y T. Waldron, Bloomberg, 9 mayo 2024.
2. Enchentes no RS: novobalançoaponta queda no número de desaparecidos, O Globo, São Paulo, 20 mayo 2024.
3. Eduardo Leitecortououalterouquase 500 pontos do Código Ambiental do RS em 2019, A. Centeno, Brasil de Fato, 4 mayo 2024.
4. Chuva no sul, fogo no norte: Brasil no meio das mudancas climáticas, Pocos Ja, 5 mayo 2024.
5. Enchentes no RS: leia o relatótio de 2015 que projetou o desastre – e os governosescolheram engavetar, T. Dias, Intercept Brasil, 6 mauo 2024.
6. ‘Cidadesinteiras do RS terão que mudar de lugar’, dizpesquisador que alertou para despreparo contra chuvas, L. Guimarães, Globo 1, 9 mayo 2024.
Una primera versión de este artículo se publicó en Brújula Digital (Bolivia), seguida por otra, revisada y ampliada en Desde Abajo (Colombia).
Eduardo Gudynas es investigador en transiciones y alternativas al desarrollo en el Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB); en redes @EGudynas
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.