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Balance del XVII Congreso del PCE y alternativas

Fuentes: Rebelión

Como era previsible (ver Congreso o cónclave ¿comunista?), el XVII Congreso del PCE funcionó como una convocatoria de aparato con dos principales resultados. Primero, una cierta recomposición del grupo dirigente que aglutinó en la lista de Frutos un 80% de delegados/as y, en segundo lugar, el mantenimiento/refuerzo de la orientación adoptada por la Conferencia organizativa […]

Como era previsible (ver Congreso o cónclave ¿comunista?), el XVII Congreso del PCE funcionó como una convocatoria de aparato con dos principales resultados. Primero, una cierta recomposición del grupo dirigente que aglutinó en la lista de Frutos un 80% de delegados/as y, en segundo lugar, el mantenimiento/refuerzo de la orientación adoptada por la Conferencia organizativa del PCE de hace un año para desplazar a Llamazares de la secretaria general de IU y ocupar su lugar. Una orientación que condujo, en la posterior Asamblea extraordinaria de IU, a la división de esta organización, hoy regida por una mayoría de electos y dirigentes institucionales sin otro horizonte que la supeditación política al PSOE gobernante y a las instituciones.

Esta recomposición de la dirección del partido, que aísla a los llamazaristas del PCE prefigurando el próximo conflicto interno de IU, se ha producido mediante la negociación (entre bambalinas) de una jefatura bicéfala, trinitaria, basada en el reparto de ámbitos internos de poder e incidencia. Así, Frutos reforzará la conexión con el Partido de la Izquierda Europea, Felipe Alcaraz disputará el destino final de IU a Llamazares (quizá muy próximo, puesto que seguramente éste no va a quedarse cruzado de brazos y forzar la deriva hacia izquierda Verde) y, por último, Anguita gestionará la elaboración consultada de un futuro Manifiesto-Programa. Elaboración cuyo nombre despierta amplias reminiscencias en la cultura del PCE anterior a la transición pero que, a juzgar por la resolución aprobada en el XVII Congreso, pretende ser mucho mas (y otra cosa) que una propuesta política a la sociedad como fue la anterior. Pretende, como dice literalmente la resolución congresual aprobada: reformular el ideario emancipatorio, (y) repensar la estrategia y los modos de intervenir y de organizar la política de los comunistas.

Con respecto a los contenidos del XVII Congreso, como afirma el propio y escueto balance de la secretaría federal de comunicación del PCE, se va a seguir priorizando la recuperación de IU, la construcción de un análisis y una posición común en el movimiento obrero, y las formas de contribuir a la articulación de la izquierda transformadora en un primer nivel a escala europea y globalmente con el movimiento altermundialista. Es decir, que salvo por la mayor incidencia deseable en el movimiento obrero (y el sindical, qué?) que suele ponerse siempre en los papeles, este Congreso continua la orientación seguida en los últimos años, aunque apostando por una mayor presencia pública como partido.

A la luz de estos dos principales resultados puede decirse, entonces, que el XVII Congreso se ha decantado por una transición de la organización del PCE que conocemos hacia otra cosa, como única salida de nuestros actuales (y anteriores) dirigentes para la supervivencia en las instituciones. Precisamente, si esta vez ha sido posible una mayor cohesión orgánica del aparato y los grupos internos de presión es por las generalizadas expectativas existentes sobre los cambios políticos y sociales que pueden pronto producirse en nuestro país y continente, ambos inmersos en una honda crisis de representación política y de legitimidad institucional, tal como muestran contundentemente las sucesivas convocatorias electorales y las amplias e incesantes movilizaciones de masas, a su vez desencadenantes de procesos de crisis y quiebras internas dentro de los principales partidos políticos y organizaciones reformistas de Europa.

Pero este interés de las cúpulas por la supervivencia institucional y su espera oportunista ante lo que puede ocurrir con IU, el partido de la Izquierda Europea e incluso los foros sociales, no ha pasado desapercibida para casi nadie y por ello el nivel de motivación e ilusión de la militancia continúan bajo mínimos.

Porque para resignado desaliento de muchos y muchas y la exasperación de algunos camaradas mas inquietos de Corriente Roja (que pusieron la nota de color anunciando públicamente su dimisión o abandono de la organización), este XVII Congreso no supone avances, ni en términos de orientación y propuesta política (para parecerse mas a un partido de clase y marxista, por ejemplo, capaz de ponerse a la cabeza de las movilizaciones sociales) ni en materia siquiera de cohesión real del conjunto de la organización. De hecho, la precaria confluencia de intereses entre Frutos-Alcaraz-Anguita parece no responder a una visión común de la situación política y del papel del partido, al tiempo que constituye o puede suponer una seria amenaza de dislocación de las débiles agrupaciones de base del partido en aras del secular juego de escalamiento de puestos en otras organizaciones y entes, como IU o el PIE.

En definitiva, que desde la dirección del PCE se sigue sin asumir la necesidad de una propuesta política independiente a la sociedad, en la línea de retomar la lucha por la ruptura democrática y de construir un referente político de los trabajadores y la juventud en nuestro país, un partido de clase.

En lugar de esto y en continuidad con la deriva asumida por las anteriores direcciones, ahora lo que se sigue pretendiendo es una recuperación de IU basada en nuevos brindis al sol. Es decir, ignorando, silenciando, por ejemplo, que la estrategia adoptada por el PCE hace décadas, de construcción de un movimiento político y social alternativo (Izquierda Unida), nunca ha pasado de la mera formulación en el papel, fuera quien fuese el coordinador general.

Recuperar IU del modo como se pretende implica también, incluso, favorecer la deriva de los actuales dirigentes de IU hacia el PSOE y no al contrario. Y en definitiva y lo mas importante, implica seguir dando la espalda a los intereses y aspiraciones de los trabajadores y los pueblos de España que, como muestran todas las movilizaciones, (además de no confiar en IU por motivos sobrados) siguen sin disponer de un referente político para cambiar la sociedad y acabar de una vez con el vigente régimen de monarquía heredero del franquista.

En consecuencia, la principal responsabilidad política ante el presente momento histórico de nuestro partido no puede ser otra que aterrizar, que insertar el trabajo y la acción política de la militancia en la lucha de clases realmente existente, como única y mas eficaz forma de poner en cuestión y acabar con los aparatos y las estructuras burocratizadas que siguen rigiendo los destinos de los supuestos partidos y sindicatos que dicen (y todos saben que mienten) hablar en nombre de la clase trabajadora.

Esta es, igualmente, la única orientación para rescatar a muchos colectivos y adscritos a Izquierda Unida del institucionalismo vergonzante a que se les viene abocando e incluso, si fuese el caso, para incorporarles a la lucha concreta por el cambio social.

El fracaso político patente de este XVII Congreso del PCE, su otra vez reafirmado y deliberado alejamiento de las masas, para quienes se consideran comunistas y aun militan en el partido debe conllevar antes que una derrota la apertura de una nueva fase de compromiso militante y de trabajo político, pero de cara a la sociedad y con quienes se reclaman comunistas consecuentes bajo unas siglas u otras.

Ante el cada vez mas evidente fracaso de los aparatos para hacer otra cosa que tratar de perpetuarse, es la unidad de los trabajadores y de sus organizaciones de clase (independientes del poder y no financiadas por él) por el cambio social lo que debe preocuparnos mas y concitar nuestras mejores energías. Y esta unidad se forja en la calle, en la lucha concreta y cotidiana, aparcando las siglas o cuanto menos evitando que interfieran o nos desvíen como vienen haciendo de este objetivo central.

Ciertamente, las consideraciones que anteceden tienen varias consecuencias prácticas para el aquí y ahora. Con respecto al actual momento político español y el papel que está jugando IU, en lugar de persistir en el cainismo y las luchas de poder entre dirigentes bajo la excusa de recuperar IU, debemos plantear a la sociedad y a esta organización en la que aun militan muchos comunistas una orientación clara: la necesidad de decantarse por una línea de ruptura (no de reforma) con el vigente régimen constitucional y por la apertura de un proceso constituyente que entronque con el potente movimiento por la democracia y las libertades levantado tras la muerte de Franco.

Si algo nos muestran los años transcurridos desde los pactos de la Moncloa, la burocratización y vaciamiento sufridos por las organizaciones de clase, as como el desarrollo de IU desde su creación (como movimiento político social alternativo nunca realizado) es lo erróneo de la estrategia de convergencia de la izquierda autodenominada, que nos ha llevado a la disolución y al callejón sin salida del institucionalismo en que nos encontramos.

Con respecto al propio PCE, a diferencia de como se nos quiere vender, la única posibilidad de recomposición a estas alturas no pasa ni por la revisión ideológica ni por las cosméticas sugeridas en el proyecto de elaboración del manifiesto-programa salido del XVII Congreso. Hace mucho tiempo que el partido viene necesitando una reflexión (reorientación estratégica), pero fundada en el esfuerzo colectivo y militante por construir un partido que sea necesario para la clase trabajadora y útil para avanzar hacia el socialismo. Aunque esta sigue siendo la cuestión, sin embargo nuestros dirigentes acaban de acordar en el XVII Congreso continuar mirando para otro lado.

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Juanjo Llorente y Jorge Yacer son militantes PV Valencia

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