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Si de verdad se negaran a bajarse los pantalones ante el poder financiero, el PPSOE crearía una banca tan pública como la policía o los hospitales

Bancos, como hospitales

Fuentes: Crónicas de la Emigración

Dice el ministro de Fomento y número 2 del PSOE, José Blanco, que «no aceptamos lecciones de la banca». Es la última consigna electoral adoptada por el mismo partido que ha entregado el país y sus ciudadanos al poder financiero. Aunque lleve más de veinte años en este oficio de contar lo que veo, me […]

Dice el ministro de Fomento y número 2 del PSOE, José Blanco, que «no aceptamos lecciones de la banca». Es la última consigna electoral adoptada por el mismo partido que ha entregado el país y sus ciudadanos al poder financiero.

Aunque lleve más de veinte años en este oficio de contar lo que veo, me sigue sorprendiendo la capacidad del bipartito español PPSOE para creer que con una simple frase insistente pueden borrar los dramas personales de millones de sus propios votantes. Y hacen bien, porque al final vuelven una y otra vez a votarles sus propias víctimas, como harán muchos de los que hoy se consideran ‘indignados’ (*). Si de verdad se negaran a bajarse los pantalones ante la banca, no sólo tendríamos una banca sostenida sobre la economía real sino que dispondríamos de una banca pública, del mismo modo que tenemos, por ahora, unos hospitales, policía y universidades públicas. Y estos servicios públicos los entendemos y nos gustan.

Pero para todo esto hace falta dinero, poder financiero, por eso no es creíble una democracia en la que el poder económico no está en manos de los mismos representantes que gestionan los hospitales, la policía y las universidades públicas. Nos encontramos ante un engaño monumental apoyado por la mayoría. Lo cierto es que el PPSOE sí tiene la lección muy bien aprendida, porque la justicia económica no se dicta con frases huecas en los medios: se decreta con leyes que representan las necesidades de la gente. Y lo saben.

Fuente: http://www.cronicasdelaemigracion.com/opinion/2011-07-18/bancos-hospitales/13315.html

(*) Nota sin indignación: La izquierda española (la que está a la izquierda del PPSOE) está tan preocupada por lo políticamente correcto y mediáticamente ortodoxo que corre el riesgo de colapsar por dos vías: Uno, convertida en apéndice del PSOE por el entreguismo y la falta de personalidad de sus dirigentes estatales (caso Extremadura y otros en los que se piensa en la reacción del votante del PSOE antes que en la del votante propio o, directamente, en la propia ideología) y Dos, desaparecida en la práctica, arrollada por movimientos sociales de ideología tan confusa y esnob como una buena parte de lo que rodea al movimiento de los llamados indignados, tan machacados por la derecha que no han dejado el mínimo espacio para la autocrítica (reacción que nos recuerda al PSOE de toda la vida). Apuesto doble contra sencillo a que el candidato Rubalcaba -fíjese qué le digo, lector- se va a llevar consigo al grueso de los indignados que más gritan estos días, dejando en mantillas a la gente comprometida e ilusionada que cargó con el peso de las movilizaciones. El movimiento indignado (creado por los grandes medios, por mucho que lo nieguen, y sé de lo que hablo; marginación mediática es lo que hacen en España a los movimientos de izquierda de América Latina) tiene toda la razón en sus quejas, pero habría que reprocharle cierto mesianismo y recordarle que, además de propietarios con hipotecas, también hay personas que no tienen casa de ningún tipo, que hay pobres de solemnidad que seguirán durmiendo en la calle cuando ellos vuelvan a casa, que hay obreros que trabajan muy duro, a veces hasta morir, en la industria y en la construcción pero que no se conectan a la Red y que hay un puñado de personas que dedican su vida y su ética a ayudar a toda esta gente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.