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En respuesta a las críticas al acto de boicot del ex-ministro israelí en Valencia publicadas en el periódico El Levante

Ben Ami y el genocidio palestino

Fuentes: Rebelión

En respuesta al artículo de opinión publicado en este mismo periódico en su edición del 2 de Noviembre, El caso del profesor Ben Ami: antisemitismo rampante, firmado per Agustín Remesal y Carmen Postigo, corresponsales de EFE y de TVE en Jerusalén, y sobre las diferentes manifestaciones de condena que se han producido a raíz del […]

En respuesta al artículo de opinión publicado en este mismo periódico en su edición del 2 de Noviembre, El caso del profesor Ben Ami: antisemitismo rampante, firmado per Agustín Remesal y Carmen Postigo, corresponsales de EFE y de TVE en Jerusalén, y sobre las diferentes manifestaciones de condena que se han producido a raíz del acto de boicot a Shlomo Ben Ami, Maulets quiere aclarar algunas cuestiones.

En ningún momento de la protesta se intentó agredir al Sr. Ben Ami, únicamente se produjeron gritos y empujones a raíz de la intervención violenta de los guardias de seguridad del edificio de La Nau, que provocaron heridas en un ojo a una joven y diversos contusionados entre los asistentes a la protesta. A pesar de ello, el Sr. Ben Ami, en ningún momento fue agredido, como muchos medios de comunicación han destacado estos últimos días.

La protesta iba dirigida exclusivamente a la presencia, apadrinada por la Universitat de Valencia, del Sr. Ben Ami a La Nau. Este individuo, más allá de su condición de profesor y intelectual israelí, autor de diversos libros, como por ejemplo ¿Cuál es el futuro de Israel? (Ediciones B), fue ministro de seguridad entre 1999 y 2001 y ministro de asuntos exteriores durante el gobierno laborista de Ehud Barak. Sería conveniente recordar que durante el año 2000, mientras el Sr. Ben Ami ocupaba el cargo de ministro de seguridad, las fuerzas de ocupación y los colonos israelíes asesinaron un total de 297 civiles palestinos inocentes. Quince de estos asesinatos fueron ejecuciones extrajudiciales. Como indicaba el colectivo Palestina Lliure en un comunicado previo a la celebración de la conferencia, el Sr. Ben Ami es persona non-grata «porque defiende el proyecto sionista, de ideología racista y excluyente que promulga un Estado exclusivamente para judios y que fomenta la discriminación, además de negar el derecho de retorno de los refugiados palestinos expulsados de sus tierras, cuando él, nacido en Tanger (Marruecos), se benefició del «Derecho Histórico» de establecerse en Palestina». los gritos lanzados contra el Sr. Ben Ami estaban bien acordes con la realidad -si nos fijamos en ella. Más allá de las diversas consideraciones estrictamente relacionadas con el conflicto palestino-israelí, que ahora trataremos, resulta indignante que los Premis Octubre den voz a un criminal de guerra, el caso del cual debería ser estudiado por la justicia internacional.

Algunas personas, como el Sr. Climent, presidente de Acció Cultural, así como gran parte de los medios de comunicación se han mostrado muy críticos con los hechos sucedidos, pero en ningún momento se ha tratado la raíz de la cuestión: el tratamiento unilateral del conflicto por parte de los organizadores, invitando únicamente a una de las partes en conflicto, el representante de la cual, además, ha sido acusado de ataques premeditados y ejecutados por parte de la desmesurada y peligrosa fuerza militar israelí contra civiles palestinos inocentes, entre los cuales se encuentran niños, ancianos y mujeres. Este acto, a parte de excluir a una de las partes implicadas en el conflicto, resultaba muy deficitario respecto a la complejidad de la situación que vive el Oriente Medio.

La Resistencia en Palestina siempre ha sido acusada por un sector de los medios de comunicación y de los intelectuales de practicar el antisemitismo. Este ha sido el argumento favorito utilizado contra los movimientos de solidaridad con la lucha del pueblo palestino y contra autores críticos con la política genocida de Israel, como es el caso del norteamericano Noam Chomsky (¡que además es judío!). Agustín Remesal y Carmen Postigo, consideran los hechos como un rebrote del antisemitismo, pero ¿qué tiene que ver el antisemitismo con el conflicto palestino-israelí? Absolutamente nada. El movimiento de solidaridad con la lucha del pueblo palestino dirige sus críticas y acciones contra la política expansionista y genocida ejercida por el Estado de Israel, en ningún caso ataca al pueblo judío. Y es que, como pasa con otros conflictos internacionales, gran parte de intelectuales y medios de comunicación, serviles con el discurso dominante, coinciden en posicionarse con el actor que se encuentra en una situación superior de fuerza y de poder respecto a la otra parte en conflicto.

En este caso, este posicionamiento se ha producido con el estado de Israel, que ejerce una opresión sangrienta sobre el pueblo palestino desde el año de su creación, en 1948. Fue a partir de este mismo año, cuando la creación del estado de Israel provocó la expulsión y la huida inducida de 800.000 palestinos. En la actualidad, los refugiados palestinos llegan a la escalofriante cifra de cuatro millones de personas, repartidas entre Jordania (1.780.000), Líbano (400.582), Siria (424.650), Cisjordania (687.542) y Gaza (961.645). Estos olvidados de Oriente Medio, por retomar la expresión de la socióloga y arabista Gema Martín Muñoz, sufren una grave situación, denunciada en incontables ocasiones por innumerables instituciones y organismos internacionales, como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que es responsabilidad exclusiva del Estado de Israel. El muro de la vergüenza es otra de las políticas ampliamente denunciadas desde su creación, con las consecuencias directas para la población civil palestina que ello supone. Este muro ha sido denunciado y declarado ilegal en numerosas ocasiones por las Naciones Unidas, pero Israel, supuesto oasis de democracia en el Oriente Medio, incumple sistemáticamente las resoluciones dictadas por la ONU -en caso de no ser vetadas por el máximo aliado de Israel en el planeta, los Estados Unidos. Los ataques contra la población civil palestina inocente por parte de las fuerzas de ocupación son habituales en los territorios palestinos y en los campos de refugiados, resultando víctimas del armamento israelí, niños, jóvenes y mujeres… Los hechos de Sabra y Chatila nos recuerdan el nivel de violencia y de falta de respeto a los derechos humanos que caracteriza a Israel, pero estos hechos no son, desafortunadamente, una excepción: son cotidianos para miles de civiles palestinos. La situación de los palestinos en las prisiones es insostenible, por no hablar de la situación socioeconómica que, a raíz del impacto de la ocupación, sufren los palestinos. Además, Israel, constituye el principal elemento de desestabilización del mundo árabe, como demuestran las diferentes injerencias en los países vecinos de la región, como es el caso de Líbano o la posesión de un importante programa nuclear con finalidades militares, denunciado el año 1986 por el famoso ingeniero Mordechaï Banunu en el periódico Sunday Times.

Los aspectos criticados del Estado de Israel por diferentes motivos son innumerables y resulta difícil resumirlos en poco espacio, per, en todo caso, criticar la política del estado de Israel no tiene absolutamente nada que ver con el antisemitismo. Las acusaciones de antisemitismo sólo hacen que desviar las miradas del mundo al genocidio que, en estos momentos, y desde hace más de medio siglo, el Estado de Israel está cometiendo en Palestina.

Defender al pueblo palestino y denunciar la política genocida del Estado de Israel va más allá de la política, es una cuestión ética y moral.

* Ferran Peris pertenece a la Comisión de Prensa de Maulets.

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