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Bloqueo sin paliativos

Fuentes: Rebelión

Una visita al cardiocentro infantil de Ciudad de la Habana basta. El bloqueo de Estados Unidos contra la nación cubana entraña sufrimiento: de niños, padres y especialistas ante el tratamiento de cardiopatías si uno solo de los componentes tecnológicos es norteamericano. Lo éticamente correcto es partir de las consecuencias inhumanas que genera determinada política. Exigir […]

Una visita al cardiocentro infantil de Ciudad de la Habana basta. El bloqueo de Estados Unidos contra la nación cubana entraña sufrimiento: de niños, padres y especialistas ante el tratamiento de cardiopatías si uno solo de los componentes tecnológicos es norteamericano. Lo éticamente correcto es partir de las consecuencias inhumanas que genera determinada política. Exigir desde el chantaje no tiene justificación y es inaceptable, sobre todo entre seres apegados a su soberanía. Si recientemente 168 países han votado NO en Naciones Unidas y solo Estados Unidos e Israel hicieron lo contrario, lo inaudito salta a la vista, máxime cuando durante los últimos 20 años acontece el mismo varapalo. Asistimos a un comportamiento similar del eje aliado por encima de las mayorías. Se ensaña con la UNESCO por votar a favor del ingreso de Palestina. La Casa Blanca retira el dinero. Una reacción fiel a sus prácticas de compra-venta de políticas incondicionales a su ejercicio hegemónico.

La denuncia asumida desde Cuba en todos los escenarios posibles como una prioridad coherente con los sentimientos ciudadanos es presentada como un simulacro gubernamental para justificar sus problemas internos. Hay voces en desacuerdo con el bloqueo no por lo que es: una agresión inadmisible contra cubanos y hasta quienes no lo son; sino porque dicen es el manto protector de las autoridades de la isla. La tesis del bloqueo como sustento rememora otra muy sonada en su época: el carácter satelital de Cuba hacia la desaparecida Unión Soviética hace más de dos décadas. Sin su ayuda el proceso cubano desaparecería. Es lo que tiene darle rienda suelta a los deseos individuales al vaticinar rumbos que dependen de la voluntad de toda una nación. En Cuba, por cierto, a todos los niveles se habla de corrupción, de burocracia, de ineficiencia y de otros males domésticos al encarar lo que sí puede comprometer la supervivencia del sistema. La exposición de esas valoraciones con ejemplos y análisis transcurre en escenarios colectivos aunque no aparezca frecuentemente en los medios. La insatisfacción ciudadana hacia la gestión informativa ha desembocado en la actual reacción política e institucional para solucionar rémoras instauradas durante lustros.

Las pretensiones del bloqueo son las que han concitado el rechazo popular y el escepticismo hacia los gobiernos de Washington. La algazara por la era Obama no deslumbró a los cubanos. Aún esperan la abolición de un entramado de leyes que ha ido lesionando derechos más allá de su territorio en la medida que sus promotores consideran que la asfixia no es suficiente. Tal es el carácter de un bloqueo sin paliativos impuesto desde hace casi 50 años como parte de unas pretensiones globales sombrías. La actualidad refleja esos intereses nefastos cada vez que se predica sobre la salvación cometiendo asesinatos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.