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Turquía

Boicot al Parlamento

Fuentes: Mediterráneo Sur

La negativa del partido socialdemócrata CHP, el mayor de la oposición, y el prokurdo BDP a participar en la jura de la Constitución tras las elecciones del 12 de junio abre una crisis en Turquía que puede desembocar incluso en una repetición de los comicios. La incertidumbre reina ahora en el Parlamento turco. El mayor […]

La negativa del partido socialdemócrata CHP, el mayor de la oposición, y el prokurdo BDP a participar en la jura de la Constitución tras las elecciones del 12 de junio abre una crisis en Turquía que puede desembocar incluso en una repetición de los comicios.

La incertidumbre reina ahora en el Parlamento turco. El mayor partido de la oposición, el socialdemócrata CHP, anunció el martes por la tarde que boicoteará la jura de la Constitución en la que los diputados electos recogen su acta.

La formación encabezada por Kemal Kiliçdaroglu se suma así al boicot anunciado por el partido prokurdo BDP, cuyos 36 parlamentarios tampoco acuden a la ceremonia porque seis de ellos siguen encarcelados. El CHP tiene a dos diputados entre barrotes. Los tribunales no les han dado permiso para asistir a la sesión del Parlamento.

El anuncio de Kiliçdaroglu, hecho minutos antes de inaugurarse la sesión, hunde el país en una crisis institucional nunca vista en su historia democrática. Sólo ocuparán sus escaños los 326 parlamentarios del AKP, el partido religioso-conservador en el poder, y los 53 del ultranacionalista MHP, aunque éste también tiene a un diputado entre rejas. En total, se ocupará un escaso 70% de los 550 asientos del hemiciclo.

En el caso de los diputados kurdos, se veía venir. «Si nuestros seis amigos no son puestos en libertad, ninguno de nosotros entrará en el Parlamento», advirtió un destacado miembro del BDP, Ahmet Türk, el lunes, en referencia a las dos mujeres ―Gülser Yildirim y Selma Irmak― y los cuatro hombres ―Faysal Sariyildiz, Hatip Dicle, Ibrahim Ayhan y Kemal Aktas― que consiguieron su acta el 12 de junio pasado, presentándose como independientes con el respaldo del partido BDB por las regiones de Mardin, Sirnak, Diyarbakir, Sanliurfa y Van, en el sureste kurdo del país.

Todos están encarcelados en el marco del ‘Juicio KCK’ que desde 2008 investiga la relación de centenares de políticos e intelectuales kurdos con las estructuras de la guerrilla PKK. Hay un centenar de detenidos, entre ellos varios alcaldes.

La acusación de «difusión de propaganda terrorista» es utilizada frecuentemente incluso contra periodistas que citan manifiestos del PKK en sus reportajes. Hatip Dicle es el único que ha sido condenado por este motivo. La Comisión Electoral Suprema le despojó la semana pasada de su condición de parlamentario y entregó el escaño a Oya Eronat, afiliada al AKP.

«Dicle es nuestra línea roja», advirtió el presidente del BDP, Hamit Geylani. La noticia de que el Tribunal Supremo ha revocado la sentencia de diez años de cárcel de la carismática dirigente Leyla Zana, también elegida diputada, no ha calmado las aguas.

El domingo, varios diputados del partido, entre ellos el prestigioso cineasta Sirri Süreyya Önder ―que no es kurdo― se manifestaron en Estambul, enfrentándose a gases lacrimógenas y sprais de pimienta de la policía. Pero la tensión se habría quedado en un ámbito determinado, de no ser por el repentino cierre de filas del CHP.

Juego peligroso

«Es un juego político muy peligroso», juzga Mensur Akgün, director del centro de análisis turco GPOT. Las normas del Parlamento no prevén que tiene que ocurrir cuando tantos escaños se quedan vacíos. Fuentes parlamentarias, citadas por la agencia oficial Anadolu, aseguran que los diputados podrán jurar su cargo más tarde. Akgün cree que el AKP, dado que tiene más de la mitad de los diputados ―obtuvo un 49,9 % de las papeletas el 12 de junio pasado y con 326 diputados ―327 tras obtener el escaño de Dicle― alcanza una cómoda mayoría absoluta― podrá formar Gobierno y luego intentar resolver la crisis.

«Hay dos opciones: una es que en las primeras sesiones, el Parlamento cambie las leyes que definen la participación política de las personas encarceladas, de manera que éstas puedan finalmente acudir al hemiciclo», explica Akgün. Es lo más probable: el viceprimer ministro, Bülent Arinç, ha asegurado que su partido, el AKP, dirá sí «a cualquier solicitud justificada, como en 2002».

Aquel año, el hemiciclo cambió primero una ley respecto a la participación política y acto seguido votó a favor de repetir los comicios en una circunscripción… para permitir que su dirigente Recep Tayyip Erdogan, condenada por leer un poema islamista, pudiera ocupar su escaño y el asiento del jefe de gobierno.

La otra opción es más arriesgada: el Parlamento puede decidir convocar elecciones anticipadas. Habría sido una opción lógica si el boicot se hubiera limitado a los 36 diputados del BDP y sus circunscripciones electorales, casi todos del sureste kurdo, y con un electorado fiel.

«Era algo que se esperaba: el BDP debe proteger a sus miembros, y además recibían órdenes de la cúpula del PKK», la guerrilla kurda, opina Akgün. Pero ante el boicot del CHP, todo el país tendría que acudir de nuevo a las urnas.

En este caso, cree el director del GPOT, «el CHP perderá votos porque se percibiría como el culpable de la crisis. Además, por una parte, este partido se queja de la Constitución diseñada por la dictadura militar en 1982, y por otra provoca una crisis para defender precisamente a dos diputados involucrados emocionalmente con los golpes militares».

Mehmet Haberal, médico y rector de la universidad de Baskent, y Mustafa Balbay, periodista, están acusados de formar parte de la trama Ergenekon, una supuesta red golpista. Al igual que cinco de los seis diputados kurdos encarcelados no han sido condenados aún. Kiliçdaroglu ha declarado que quiere «mantener el principio de que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario».

«Si Erdogan y el AKP aguantan el tirón» pueden hundir a la oposición, opina Akgün, y aumentar su número de escaños a costa de su rival. Pero cree que el partido ganador preferirá buscar un compromiso que permite al país salir lo antes posible de una crisis nunca vista y sin manual de instrucciones.

La persecución que no cesa

Un mes. Veinte meses. Año y medio. Las condenas a cárcel siguen cayendo a mansalva sobre los periodistas que publiquen información relativa a la causa kurda. El delito: «Publicar manifiestos de una organización terrorista» en referencia al PKK. «Enaltecimiento de crímenes». Once periodistas fueron sentenciados a cárcel en 2010 por estos motivos. A veces, noticias publicadas en todas partes se convierten en el corpus delicti de una revista más comprometida con los derechos de los kurdos. En marzo, dos reporteros fueron sentenciados a diez meses por realizar una entrevista con el líder guerrillero kurdo Murat Karayilan. La «apertura kurda» del Gobierno no incluye, aparentemente, a los periodistas.

Los kurdos exigen su presencia en la nueva Turquía

«Cualquiera vinculado al Estado turco mediante la ciudadanía es turco». Así reza el artículo 66 de la Constitución de Turquía. Pero Tansel Parlak, activista residente en Estambul y oriundo de Van, en el sureste del país, no se siente turco sino kurdo. Como los 2.146.000 ciudadanos que votaron a los candidatos respaldados por el partido BDP. Son 900.000 votos más que hace cuatro años.

«No es necesario introducir la palabra ‘kurdo’ en la Constitución, basta con redefinir la ciudadanía turca de manera que no excluya las otras muchas etnias distintas a la turca que hay en el país», detalla Çigden Kiliçgün Uçar, copresidenta del BDP en Estambul. «Además hay que bajar el umbral electoral del 10 por ciento actual al 5 por ciento», lo que permitiría al partido competir sin necesidad de presentar a sus candidatos como ‘independientes’.

Otro artículo que dará guerra es el 42: «Ninguna lengua aparte del turco será enseñada como lengua materna a los ciudadanos turcos en ninguna institución educativa». Griegos y armenios sí tienen derecho a enseñar sus lenguas en colegios privados. «Porque son minorías reconocidas como tales desde el establecimiento de la república. Los kurdos no contamos como minoría». También en este caso «bastaría con poner que ‘otras lenguas podrán usarse localmente’, lo que benefeciaría también a las etnias caucásicas», opina Parlak.

El AKP ha ido escenificando su apertura hacia la causa kurda hasta el punto de que el propio Erdogan pronunciara una frase en kurdo al inaugurar la versión en kurdo de canal público TRT en enero de 2008. Pero no se ha atrevido con las demandas del BDP, por miedo a perder la parte nacionalista de su electorado (gran parte de los votos del ultranacionalista MHP ha pasado al AKP en los comicios). Según Kiliçgün Uçar, el BDP había presentado una propuesta detallada al AKP antes de la reforma parcial del 12 de septiembre pasado «pero no nos hicieron caso».

La aritmética no permite que AKP y BDP ― juntos suman 362 escaños, cinco menos de los necesarios para una reforma sin referéndum ― elaboren la reforma a solas. Aunque la vieja guardia del CHP, el partido de la oposición, renegaba de todo lo que era rebajar la «turquicidad» de la república, el rumbo emprendido por su nuevo presidente, Kemal Kiliçdaroglu, su buena acogida en los feudos del BDP durante la campaña, y su cierre de filas con el BDP al boicotear la jura de la Constitución, hace pensar que el consenso ahora sea posible.

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Fuente: http://www.mediterraneosur.es/prensa/tur_boicotparlamento.html