En el verano de 2014, la operación llamada «Margen Protector» perpetrada por el ejército de Israel en la franja de Gaza terminó con 2.200 palestinos muertos (el 75% civiles) y 10.000 heridos, además de 60.000 casas y 130 fábricas dañadas o destruidas. ¿Ha habido un paréntesis tras la masacre? Los aviones militares y los drones […]
En el verano de 2014, la operación llamada «Margen Protector» perpetrada por el ejército de Israel en la franja de Gaza terminó con 2.200 palestinos muertos (el 75% civiles) y 10.000 heridos, además de 60.000 casas y 130 fábricas dañadas o destruidas. ¿Ha habido un paréntesis tras la masacre? Los aviones militares y los drones continúan sobrevolando diariamente este territorio presa del hacinamiento, donde malviven 1,8 millones de personas en apenas 360 kilómetros cuadrados. Casi en silencio, con muy poco alarde mediático, en mayo de 2016 las bombas han vuelto a caer sobre Gaza. En el ataque israelí a la ciudad de Jan Yunis, al sur de la franja, murió una mujer palestina de 53 años y otras dos personas resultaron heridas. El Ministerio de Salud gazatí también ha informado del bombardeo contra un taller metalúrgico en Ciudad de Gaza, que se saldó con un anciano de 65 años y tres menores heridos. Además, una mujer de 21 años resultó herida por el lanzamiento de cohetes israelíes en las zonas agrícolas de la ciudad de Rafah. En marzo dos niños palestinos murieron a causa de los ataques aéreos en Beit Lahiya, al norte de Gaza.
Da cuenta de esta realidad en una mesa redonda organizada por el BDS-País Valencià («De la Naqba Palestina al BDS») la activista Jaldía Abubakra (Gaza, 1967), quien toma parte en organizaciones como Unadikun-Brigadas Internacionales, BDS-Madrid y Palestina Toma la Calle. Hace tres décadas que reside en Madrid, y se presentó en las últimas elecciones generales como candidata al Senado por la capital en las listas de Izquierda Unida-Unidad Popular. No resultó elegida. Entre agosto y diciembre de 2015 estuvo retenida ilegalmente en Gaza por las autoridades de Israel. La militancia en diferentes colectivos, la lectura de prensa palestina y el contacto con su familia (tiene parientes en diferentes puntos de la franja), le convierten en una fuente primaria de información. La prensa española no cuenta que el bloqueo israelí, las necesidades básicas que no se cubren (apenas seis horas diarias de suministro eléctrico, falta de agua potable y de material sanitario), el desempleo del 42%, las tasas de pobreza del 80% y la psicología maltrecha de la población han dado lugar a un incremento de los suicidios (según el Euro Mediterranean Human Rigts Monitor, en el periodo 2013-2015 se quitaron la vida -o lo intentaron- una media de 25-30 personas al mes).
Tras la escabechina de 2014 la mayoría de la población vive en un continuo síndrome postraumático. Temen que en cualquier momento puedan reanudarse los ataques. Pueden ser objeto de las balas y de las bombas los pescadores o los campesinos. «Cuando están cultivando o recogiendo el trigo, en cualquier momento les pueden disparar y nadie se entera», explica Jaldía Abubakra. Una de las pocas periodistas que informa sobre el terreno es Isabel Pérez, colaboradora freelance de «El Mundo», «Eldiario.es» e «HispanTV», que reside en Gaza desde enero de 2013. Sus artículos y comentarios pueden seguirse en el blog «Gazeitunas», y es una de las vías para romper el bloqueo mediático. Gaza es además un territorio sometido a estricta vigilancia, mediante drones, globos aerostáticos, aviones de reconocimiento y torretas ubicadas en alambradas. Los barcos de la marina israelí se emplazan a pocos kilómetros de las playas.
La experiencia personal es el mejor modo de acercarse a la tragedia cotidiana. Jaldía Abubakra tiene un sobrino con Síndrome de Down que asiste a una escuela de educación especial en el norte de Gaza, cerca de la frontera y en la zona donde se produjo la última embestida israelí. Su hermana le manifestó su preocupación porque la dirección del centro no mandó a los escolares con sus familias, pero en el barrio de Shujaya, al este de Ciudad de Gaza, sí se evacuaron las escuelas. «Hubo menores que salieron corriendo, aterrorizados, hacia sus casas; las bombas pueden caer en cualquier lugar y la gente prefiere volver con los suyos, aunque les pueda caer un misil encima», explica la activista. ¿Cuál es el argumentario israelí para justificar estas ofensiva? «El ejército no tiene que poner ninguna excusa, nadie le pide cuentas, todo les da igual». A veces se bombardea a partir de sospechas, en otras ocasiones se trata de simples entrenamientos, o puede que quieran asustar a la población. También es posible que pretendan medir la capacidad de respuesta del «enemigo» (palestino) o de la llamada comunidad internacional.
La campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) es una de las herramientas utilizadas en los últimos años por los activistas contra la ocupación israelí (41 administraciones públicas del estado español se han adherido al BDS o declarado «Espacio Libre de Apartheid Israelí»). Una de las últimas acciones, el pasado tres de marzo, consistió en boicotear el concierto del cantante Idan Raichel en la Sala Caracol, ubicada en el centro de la capital. El grupo BDS-Madrid pretendía realizar una «performance» con una veintena de personas en los aledaños de la sala, por considerar al artista una persona muy comprometida con el sionismo y uno de los cantantes que encarna la «marca» Israel. Cuando los miembros del BDS se acercaron al lugar del concierto, finalmente celebrado, se encontraron con siete furgones de la policía antidisturbios. «Hubo identificaciones y multas», recuerda Jaldía Abubakra. Un vecino del barrio les invitó a leer el comunicado del BDS desde el balcón de su casa, mientras cuatro personas que guardaban cola para asistir al espectáculo rompieron su entrada. Al tiempo que Idan Raichel cantaba en España, el estado de Israel proseguía la construcción de asentamientos ilegales en tierras palestinas, denunciaron los activistas.
Según la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, las autoridades de Israel demolieron 588 viviendas palestinas entre enero y abril de 2016. La nota informativa, reproducida por Hispan TV, agrega que la citada cifra cuadruplica los derribos en el mismo periodo de 2015. Se dio la circunstancia de que en un sólo día 124 palestinos, entre ellos 60 niños, quedaron sin hogar como resultado de los derribos. Esta realidad es la que legitima proyectos como el de la flotilla «Rumbo a Gaza», que en 2016 se dedica a las mujeres palestinas y en la que participan organizaciones de la sociedad civil de diferentes países. A mediados de septiembre navegarán rumbo a la franja, con el objetivo de romper el bloqueo de Israel, dos barcos llamados «Amal» (esperanza) y «Zaytun» (oliva). El manifiesto redactado para la campaña de 2016 por la periodista Teresa Aranguren recuerda una frase de Dow Weisglass, asesor del primer ministro israelí Ariel Sharon en 2006: «No los vamos a matar de hambre, pero les vamos a someter a una dieta extrema de adelgazamiento». Y destaca otro hecho cruento y brutal: los menores gazatíes de ocho años han vivido las acometidas de 2008, 2012 y 2014 (en está última murieron más de 500 niños). Según Naciones Unidas, unos 400.000 niños de Gaza podrían requerir atención psicológica.
En las jornadas organizadas por el BDS-País Valencià ha participado Maysa Hajjaj, palestina de Jerusalén y doctoranda en Economía con enfoque de género en la Universidad Complutense. Subraya la importancia de la ocupación y el asedio diario en los check-points, realidades que condicionan a las niñas y jóvenes palestinas para que abandonen sus trabajos, escuelas y universidades. Hay mujeres que buscan un empleo cerca de casa para evitar los puntos de control, que en ocasiones están fuera del muro que serpentea Cisjordania y separa pueblos y ciudades. En estas zonas de vigilancia las mujeres palestinas se someten a chequeos y al riesgo de acoso por parte de los soldados. La ocupación israelí es un factor capital para explicar cómo se deteriora el nivel formativo de las mujeres, que en los años 70 estaba entre los más destacados de Oriente Medio. «Actualmente es cada vez menor». Además, «en una sociedad ocupada termina habiendo una diferencia de género cada vez mayor, de hecho, en la década de los 70 la sociedad palestina era más igualitaria». La vida entre muros, alambradas, check-points y permanente presencia militar lleva también a una mayor tutela y sobreprotección de las mujeres.
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