Traducido por Germán Leyens y Manuel Talens. Revisado por Juan Vivanco.
Entrevistar a Gilad Atzmon no es nunca fácil, pero sí siempre interesante. Es alentador porque, llegados al final, hay tanto material acumulado que debe resumirse bastante para que la entrevista tenga una longitud aceptable y el lector medio pueda paladearla. También lo es porque Atzmon aborda sin esfuerzo, con autoridad y de manera entretenida, un amplio abanico de temas. Aunque participa con frecuencia en el blog Peacepalestine y suele publicar en él, la última entrevista formal que le hice fue en abril de 2005. Muchas cosas han cambiado desde entonces, tanto en el mundo que Atzmon suele comentar, Israel-Palestina (y los movimientos activistas surgidos de ahí), como en su propia carrera. Desde entonces, ha sacado un CD con pseudónimo , ha grabado un álbum, que pronto lanzará al mercado, con su grupo The Orient House Ensemble, ha compuesto música para la escena y se ha embarcado en un proyecto multimedia. A pesar de que me habría gustado incluir tales cuestiones en la conversación, esta entrevista no aborda los aspectos artísticos de Gilad Atzmon, pero ilumina sus ideas sobre los acontecimientos del mundo en que vivimos.- Mary Rizzo
Mary Rizzo : En relación con Israel-Palestina hemos venido escuchando durante años que la solución era uno, dos o tres Estados. ¿Cuál es la perspectiva que usted prevé?
Gilad Atzmon: A estas alturas debe quedar claro que cualquier discurso sobre la resolución que se ha de adoptar puede tener una importancia muy limitada con respecto a la realidad sobre el terreno, así que es mejor olvidarse de este asunto.
MR: Usted ha dicho en muchas ocasiones que su preocupación primordial es respaldar la liberación del pueblo palestino, lo cual puede resultar confuso para quienes ven ahora que los palestinos de los dos partidos principales del Gobierno de Unidad están implicados en los enfrentamientos armados de las milicias. ¿Cómo se puede apoyar de forma eficaz a un grupo que está dividido en facciones?
GA: Es verdad que parecen divididos y hace tiempo que somos testigos de una crisis larvada en el seno de la sociedad palestina. Pero también hace tiempo aprendí que no debemos entrometernos en este conflicto ni tomar partido por sus facciones. De todos modos, eso no es nada nuevo, los palestinos están divididos por circunstancias creadas por un Estado judío con un desprecio ininterrumpido por los derechos humanos y una política genocida.
MR: ¿Debemos entonces considerar que la división palestina es algo más o menos habitual y establecido?
GA: Es algo sintomático en sociedades oprimidas y no cabe duda de que el desprecio israelí por los derechos humanos supera todo lo que hasta ahora conocíamos. Sin embargo, lo primero que debemos hacer es reconocer dónde se sitúan tales divisiones. Hay tres planteamientos distintos y opuestos. El primero es el de los palestinos que poseen la ciudadanía israelí y luchan a favor de la igualdad de derechos. Pero tan pronto como expresan sus exigencias, totalmente legítimas, se los acusa de traición y tienen que huir de los israelíes para salvar sus vidas, como Azmi Bishara, el admirable miembro de la Knesset.
El segundo discurso surge en los Territorios Ocupados, donde los palestinos famélicos de Gaza y los de Cisjordania, que están algo mejor, exigen el fin de la ocupación. Todos piden lo mismo, y sólo recientemente podemos ver desde el exterior que los palestinos de los Territorios Ocupados están muy divididos, pero no en lo tocante al objetivo, sino a qué táctica debe utilizarse para lograr la retirada de Israel. Mientras que en Fatah están dispuestos a negociar, los líderes de Hamas creen sobre todo en el desafío.
El tercer grupo está obviamente constituido por los palestinos de la diáspora, que exigen regresar a sus tierras y a sus hogares. Muchos de ellos viven en campamentos de refugiados y es obvio que a menudo en condiciones inhumanas.
Está claro que las exigencias de los tres grupos son totalmente legítimas. Sin embargo, cualquier activista occidental a favor de la causa palestina que trate de ofrecer ayuda corre el grave peligro de respaldar una causa y olvidar las otras dos, si es que llega siquiera a ser consciente de la gravedad de la situación de las otras dos. Mientras lucha a favor del derecho al retorno, que es indudablemente el núcleo central de la causa palestina, uno puede terminar descartando la urgencia de la hambruna cada vez mayor en Gaza. Quienes luchan contra la ocupación y los que están determinados a romper el cerco corren el peligro de hacer caso omiso de los millones de palestinos abandonados en campamentos por todo el Oriente Próximo. Es evidente que la mayoría de los activistas propalestinos son capaces de apreciar la verdad y la urgencia de las tres causas palestinas. Pero el compromiso en un frente suele conducir al olvido de los otros dos.
Ésa es la razón por la que sugiero que cambiemos de enfoque. En vez de interferir en el debate interno palestino, lo que debemos hacer es identificar la raíz del problema. Mi opinión sobre el asunto es clara y simple: hay que luchar contra sus opresores. Es el Estado judío quien causó y sigue causando el sufrimiento de los palestinos. Es el Estado judío quien emplea las tácticas del divide y vencerás. Es a los grupos de presión de Israel en todo el mundo a los que debemos enfrentarnos. Son Israel y sus asombrosamente poderosos grupos de presión en Washington y en Europa quienes mueven los hilos de la miseria en Gaza, no las luchas entre palestinos. No hay otra salida: es imposible terminar con la opresión si uno se niega a enfrentarse con el opresor.
MR: ¿Cuál es entonces su papel? ¿Es posible que usted ya no se considere un activista o que incluso haya dejado de ser un artista político?
GA: En lo que a mí respecta, estoy inmerso en el estudio de la complejidad del mundo judío. Quiero comprender la noción de la fraternidad racial judía, las relaciones entre el Estado judío y el mundo judío, entre Israel y el pueblo judío, entre judeidad y sionismo. Quiero descubrir si hay alguna diferencia categórica real entre sionistas y «judíos contra el sionismo», porque hasta donde me alcanza el entendimiento creo que ambos se dedican a actividades racialmente orientadas.
MR: ¿Está el mundo judío directamente implicado en la opresión? ¿No sería más directo ocuparse exclusivamente de Israel y de los estados que lo apoyan? Todos sabemos que a veces los ciudadanos de un estado no respaldan por completo a sus dirigentes y esto es verdad tanto en Occidente como en otro lugar. ¿Por qué es diferente Israel?
GA: Estas preguntas son fundamentales. La primera pregunta que debe plantearse es ¿qué es el «mundo judío»? ¿Es el mundo de todos los judíos vivos? ¿Existe ese mundo? ¿Existe esa entidad colectiva? La respuesta es NO, pero es sintomático que los políticos étnicos judíos hablen de manera colectiva, ya sea en nombre del Holocausto o de sus víctimas, los que sufren. Como es bien sabido, tras la masacre de Yenín, Sharon declaró que se había ejecutado en nombre de los judíos. ¿Había recibido Sharon el mandato para decirlo? La verdad es que no. Tal como parece, hay un conjunto bastante ordenado de organismos judíos que apoyan al Estado judío en nombre de los judíos y también otros grupos minoritarios, mucho menos ordenados, que se enfrentan a Israel en nombre de los judíos. Estas dos identificaciones políticas opuestas no nos enseñan nada sobre el mundo judío, pero sí bastante sobre la tendencia política judía a hablar en nombre de los judíos. Se trata probablemente de una de las manifestaciones de la gestión política judía dentro de un ambiente democrático liberal.
No podría asegurarle que Moshe Cohen, de Golders Green London, esté respaldando la opresión israelí, pero sí puedo decirle categóricamente que la opresión israelí se perpetra, en parte, en nombre de Moshe Cohen. Esto nos deja en una situación muy complicada. Supongamos que Cohen no está de acuerdo con Israel. En tal caso podría reaccionar políticamente como un judío, podría fácilmente gritar, «¡No en MI nombre judío!», pero eso implicaría culpar a todos sus hermanos por apoyar a Israel, lo cual significaría el reconocimiento de la reivindicación israelí de que, efectivamente, actúa en nombre de los judíos. El Ministro de Relaciones Exteriores israelí podría afirmar después de la siguiente masacre que ésta se ejecutó en nombre de los judíos del mundo, excepto Moshe Cohen, de Golders Green London. Por otra parte, Cohen también puede gritar, «¡No en NUESTROS nombres judíos!», pero entonces sería tan culpable como lo es Israel de asumir una colectividad intelectual, ética e ideológica judía. Por eso creo que un judío sólo tiene dos posibilidades de oponerse políticamente a Israel: actuar como un ser humano corriente, no como un elegido, u oponerse al Estado judío en nombre de los valores judíos, lo cual sugeriría una interpretación humanista del judaísmo. Eso es lo que hacen, con cierto éxito, los judíos de la Torá.
Sin embargo, dado que Israel insiste en considerarse un Estado judío, creo que estamos en nuestro derecho de oponernos a Israel como Estado judío. Creo que si hay una lección que puede aprenderse del Holocausto, es el impacto devastador del racismo. Hemos de luchar contra el racismo. Tal como parece, en Occidente no hay ni un solo movimiento político legítimo con orientación racial, salvo los judíos, ya se trate del sionismo o de los «judíos por la paz». Hemos de oponernos a cualquier forma de segregación racial.
MR: Pero el que un grupo activista esté organizado en torno a su raza, y aquí podíamos iniciar un debate sobre si la judeidad es una raza u otra cosa, no quiere decir que sea racista. ¿O sí? Eso haría que todos los grupos que se organizan en nombre de su raza fuesen entidades racistas. Si seguimos esta lógica, el grupo de derechos civiles NAACP, que representa a los negros de USA, recibirían este calificativo.
GA: Dividamos la respuesta en dos partes. La primera pregunta es si los judíos son una raza. La respuesta es NO, pero el activismo político judío está, por definición, racialmente orientado. Lo extraño es que Israel esté más abierto a la idea de que los judíos sean multirraciales que los judíos socialistas de Londres, que celebran su cultura yiddish pero puede que tengan muy poco en común con un judío socialista iraquí. La segunda pregunta es ligeramente más complicada. ¿Es necesariamente racista una actividad libertadora racialmente orientada? Yo diría que nunca debemos juzgar a los oprimidos. Sin embargo, que yo sepa, ningún movimiento de liberación y a favor de los derechos civiles ha impedido nunca que otras identidades étnicas o raciales se le unan. Sabemos que muchos ciudadanos blancos de USA (muchos de ellos judíos) se integraron en el movimiento de los derechos civiles. Sabemos de judíos que a lo largo de los años han formado parte de la OLP. Pero no conozco muchos goyim que se afiliaran al Bund.
MR: Si volvemos a la parte inicial de nuestra conversación, ¿su actitud consiste en no tomar partido nunca si el debate o el enfrentamiento implican solamente a palestinos?
GA: Como reconozco la injusticia histórica contra el pueblo palestino y observo la creciente barbarie israelí, mi deber moral está claro para mí. Yo sólo apoyo al pueblo palestino y sus diferentes opciones sus tendencias, incluso si son contradictorias. En vez de tratar de situar la lucha palestina en el marco de una deteriorada filosofía decimonónica de clase obrera o de cualquier otra ideología, me adapto a su llamada. Considero que Palestina y los palestinos son la vanguardia y el frente de la lucha contra el Mal moderno.
MR: ¿Cuál es el Mal moderno?
GA: Se trata, evidentemente, del sionismo y del actual anglo-usamericanismo sionizado.
MR: Entonces ¿usted no clasifica a Abbas o a Dahlan como traidores a su pueblo, como oportunistas o incluso como políticamente equivocados? ¿Se abstiene de criticarlos?
GA: Sé que hay gente de los nuestros que le reprochan a Abbas sus recientes acciones y conozco la causa. Puedo entender la frustración. Yo mismo me irrito con frecuencia, pero seré el último en reprochar cualquier acto de los palestinos. Mi obligación, o mejor, nuestra obligación, es comprender las diferentes maneras de pensar entre quienes han estado viviendo bajo la ocupación durante cuatro décadas, entre quienes fueron despojados hace sesenta años, esos que se enfrentan a la interpretación más brutal de la cosmovisión supremacista laica judía.
Mi tarea consiste en arrojar luz sobre la situación, en comprender las justificaciones de diversos actos, ofrecer las razones, dejar que actúe la razón. Estoy ahí para recordar a quien quiera escucharme que Hamas fue votado democráticamente por la mayoría del pueblo palestino en la Autoridad Palestina y eso representa tanto a Cisjordania como a Gaza. Estoy ahí para recordar a mis oyentes occidentales que nunca ha habido un sueño palestino de dos Estados: la CNN todavía está hablando del sueño palestino destrozado de la solución de los dos Estados. Estoy ahí para alertar a mis oyentes occidentales de que Shalom no es paz y de que, en realidad, no hay casi ninguna voz que se alce por la paz dentro del mundo judío.
MR: ¿Diría usted que los israelíes empiezan a comprender que la solución del conflicto puede estar lejos de su alcance?
GA: Los israelíes prevén su día del juicio final, están ahora rodeados por un desafío absoluto. Israel empieza a comprender su temporalidad y la inestimable entrevista de Avrum Burg a Ari Shavit lo deja claro. Es evidente que ya no hay espacio para hablar de soluciones, el conflicto madurará en un solo Estado palestino, lo cual es algo que me alegra mucho.
MR: Volveremos a la entrevista de Burg en unos minutos, pero ahora está usted diciendo que los palestinos nunca soñaron, como dice la CNN, con un Estado palestino al lado de uno israelí, a pesar de que la OLP lo había aprobado.
GA: En primer lugar, seamos precisos: a lo que se refiere la CNN es al sueño de un Estado palestino unificado en los territorios situados fuera de las fronteras de Israel a partir de 1967, pero si se observa el mapa puede verse que no existe semejante estado, sino Gaza y Cisjordania con un inmenso gueto judío entre ambos. Eso no es un Estado unificado. Además, la solución de los dos Estados no ha sido nunca un sueño palestino y nunca lo será. Era tal vez un posible enfoque para un acuerdo, sólo eso. Y, tal como muchos de nosotros hemos venido pronosticando durante más de una década, nunca funcionaría, porque excluye la causa palestina.
MR: Supongo que ahora, con la formación de un «gobierno técnico» dirigido por Fatah, muchos activistas sienten alivio al ver que el estrangulamiento económico contra partes de lo que sería la futura Palestina se ha aflojado con la descongelación de algunos fondos. Pero también se alegran de que Hamas esté fuera de la foto oficial, de que sus advertencias contra el hecho de que Hamas formase parte del gobierno se han cumplido. Tal vez algunos piensen en salvar lo salvable y dejar que las cosas en Gaza discurran como puedan. Cisjordania para «Palestina» y Gaza para «Hamas».
GA: Es obvio que muchos activistas de la solidaridad con Palestina se relacionan con Fatah, Abbas y su gobierno de excepción. Estamos viviendo en un mundo que en un momento dado parecía libre. Creo que la gente ha de seguir los dictados de su corazón. Pero creo que apoyar a Palestina es respetar la elección del pueblo palestino. Eso significa felicitar a Hamas y a los habitantes de Gaza por su rebeldía. Al final, Hamas tuvo que tomar partido por la fuerza. Es realmente asombroso cuando uno lo piensa. No me sorprende que Tony Blair, que de criminal de guerra ha pasado a ser enviado especial para la paz, sancionase a Hamas, pero lo que nosotros debemos preguntarnos es: ¿Qué hicimos para respaldar la legítima elección de los palestinos?
MR: ¿Cree entonces que este momento es el ojo del huracán o que la división va a dar un giro todavía más dramático?
GA: Quiero creer que la guerra civil en Gaza ha terminado.
MR: Más que de guerra civil cabría calificarla de acción preventiva militar o paramilitar, muy socorrida últimamente en el Oriente Próximo. Hamas tomó el control de la situación antes de que Fatah diese un golpe de Estado, que era lo que se temía.
GA: Pero hay que abordarlo como parte de un panorama mucho mayor. Debemos recordar que Hamas ganó las elecciones tanto en Gaza como en Cisjordania. En términos prácticos, es el actual gobierno de excepción en Ramalá el que está cambiando, por la fuerza, un gobierno elegido. Lo hace con el apoyo de Occidente e Israel. El actual gobierno de excepción funcionará con el beneplácito israelí y con el sostén de las fuerzas de ocupación israelíes. A la larga, esto podría ser el golpe de gracia que acabaría con Fatah, un movimiento laico que había estado dirigiendo la lucha palestina durante años. Es una verdadera lástima.
MR: Obviamente usted quiere combatir a Israel por ser la causa del sufrimiento de tanta gente. Ha habido un tiempo en que parecía que no se hacían esfuerzos concretos para combatir a Israel, pero en fechas recientes se ha observado un movimiento cada vez mayor que pretende boicotear de algún modo a Israel como forma de protesta. ¿Cree usted que es una herramienta eficaz para el cambio?
GA: El boicot es algo muy complicado. Durante años hemos estado discutiendo a favor de la desinversión y el boicot. En su momento respaldé cualquier forma del boicot a Israel, a sus productos y a su cultura.
Hay algunos elementos en el boicot que son obviamente bienvenidos. Por ejemplo, el hecho de que los sindicatos del Reino Unido estén plantándole cara al mal sionista es un cambio muy importante en la buena dirección. El boicot es indudablemente una mala noticia para Israel, lo cual es una noticia estupenda en sí misma. Ayer fui a una lectura de una obra dramática, que en realidad es una adaptación teatral de mi última novela. El productor es judío y, en cierto momento, cuando estábamos hablando del significado de la obra, se puso en pie y dijo. «Ve usted, teníamos un estado judío, hoy hace ya sesenta años, y es un lugar horrible, tan horrible que lo están boicoteando. Y eso debería hacernos pensar: ¿Cuál fue el error?». Ése es el impacto más positivo del boicot. Hace que la gente reflexione.
Pero tengo serias reservas, que me inclino a mencionar.
La primera es que hay una gran diferencia entre prohibir un aguacate y un libro. Daría la bienvenida a cualquier forma de restricción económica contra Israel y los organismos que lo apoyan, pero creo en la libertad de expresión y me opongo a cualquier forma de maccarthismo o de censura intelectual, del tipo que sea. Por eso, interferir en la libertad pedagógica no es precisamente algo que pueda defender a ciegas. A diferencia de algunos de mis amigos más progresistas, estoy contra cualquier forma de límites o quema de libros. Pero hay más, quiero escuchar lo que los israelíes y los sionistas tienen que decir. Quiero leer sus libros. Si la justicia está de nuestro lado debemos poder enfrentarnos a ellos.
MR: Por supuesto, no dejarán de escribir o proponer sus ideas y hasta podrían volverse más reaccionarios en el proceso.
GA: En realidad no creo que puedan volverse mucho más reaccionarios. La segunda reserva es que imponer un boicot es darle trabajo a un boicoteador. Si se trata de imponer un boicot académico yo esperaría que el inquisidor fuese un erudito de gran altura. Obviamente no es este el caso. La razón es muy sencilla. Los intelectuales más importantes suelen dedicarse a la erudición más que a la política sindical o a actividades de clase obrera y proletariado. Al parecer no son las mentes más privilegiadas de la vida académica británica y del pensamiento ético quienes están llevando adelante el boicot. De hecho, es al contrario, el boicot lo llevan algunos universitarios de segunda fila con muy poco que decir sobre la ética e incluso menos sobre el conflicto en cuestión. De hecho, esto se ve repetidamente en los debates televisados. El movimiento antisionista de Gran Bretaña tiene todavía que encontrar la respuesta apropiada y elocuente a los Dershowitz de este mundo.
La tercera reserva es que en lo tocante al discurso de solidaridad con Palestina puedo identificar dos modos de discusión: el ético y el político. El modo ético lo provoca obviamente una reacción humanista natural ante el interminable aluvión de imágenes sobre la actividad criminal israelí. Por otro lado, el discurso político es bastante autónomo y ajeno al conflicto. Tiene mucho que ver con el mantenimiento de algunos socialistas de la vieja escuela dentro del marchito discurso progresista occidental. Tiene poco que ver con Palestina y con las transiciones dentro de la lucha palestina. En lo relativo al boicot actual, por desgracia estamos maniobrando en el interior de un modo político, no ético. Digo por desgracia, porque la realidad palestina no es un acontecimiento aislado en la historia ni en la región. Si los universitarios estuviesen orientados por la ética tendrían que haberse preguntado qué han estado haciendo ellos, sus sindicatos y sus universidades, para detener la masacre actual en Iraq. ¿Qué es lo que hacen para oponerse al gobierno británico, que está enfangado en crímenes no diferentes de los israelíes? Me entristece y avergüenza decir que, en lo tocante al terrorismo de Estado, Blair y Olmert están bastante igualados. Y, sin embargo, los universitarios británicos esperan que los israelíes hagan algo que ellos no hacen.
No obstante, tal como he dicho antes, estoy a favor de cualquier forma de restricciones contra Israel, contra sus sectores financieros, pero al actuar políticamente mientras evitamos un debate ético estamos perdiendo la batalla frente a los israelíes y sus grupos de presión.
Lo más importante es que si decidimos apoyar un boicot universitario, quemar libros o hacer callar las ideas, entonces quiero saber por qué no vamos más allá de los universitarios o institutos israelíes. ¿No deberíamos acaso prohibir cualquier contacto con sionistas, personas e institutos que apoyan abiertamente la idea de un Estado racista? Como usted bien sabe, contrariamente a lo que pasaba con Sudáfrica, el sionismo, el núcleo ideológico sobre el que se basa Israel, es un movimiento global. ¿No deberíamos también prohibir cualquier forma de actividad racialmente orientada? ¿No deberíamos pararles los pies al universitario y difamador David Hirsh y a sus socios racialmente orientados y luego continuar con Socialistas Judíos (que son un grupo «progresista» racialmente orientado)? ¿Dónde ponemos el límite? No conozco las respuestas, pero creo que lo mejor es respaldar categóricamente la libertad de expresión, ya se trate de David Irving, de David Hirsh o incluso de Tony Greenstein.
MR: Está bien, así que usted apoya cualquier tipo de instrumento que presione y afecte económicamente a Israel, pero tiene algunas reservas acerca de boicotear las universidades israelíes en lo académico, pues el boicot limita la libertad de enseñanza.
GA: Yo incluso lo llamaría libertad intelectual. Me encanta la diversidad. Imponer un único discurso es en sí mismo un enfoque talmúdico y a eso me resisto. Dada mi formación como filósofo europeo, sé muy bien que los defensores de las ideas más instructivas de finales del siglo XIX y principios del XX hasta la Segunda Guerra mundial no eran exactamente progresistas. Cómo no decir que Heidegger fue un nazi por lo menos durante un tiempo y, según parece, tanto Lévinas como Leo Strauss fueron lo bastante osados como para admitir que podría ser el pensador más grande de nuestro milenio.
MR: Bueno, siempre habrá individuos que expresen sus ideas de una u otra manera y, en el caso de Israel, podrían buscar empleo en el extranjero, así que en este caso no parece que peligre la libertad intelectual. Pero si se declarase un boicot a las universidades israelíes ¿no sería la libertad de enseñanza en Israel un precio bajo a pagar en el caso de que resultara una herramienta eficaz para contrarrestar las prácticas israelíes? Si mucha de la investigación y desarrollo que se hace daña a los palestinos ¿no valdría la pena cortarle también la financiación?
GA: Quizá, no lo sé, por eso no me pronuncio sobre el asunto. No tengo respuestas y ni siquiera trato de encontrarlas. No soy un político ni un activista, no tengo el deber de decir «¿y ahora qué?». Comparto mis preocupaciones con quienes son capaces de pensar con libertad y lo desean. Sin embargo, si me pide mi última palabra sobre boicots y otras iniciativas progresistas revolucionarias, adoptaré la actitud de Ben Gurion: «Lo que digan algunos sindicalistas británicos no importa, lo que importa de verdad es qué hacen los palestinos». Me interesa mucho más la agresividad de Hamas.
MR: Sobre el asunto de la libertad de enseñanza, a Norman Finkelstein le han apartado de la cátedra en su universidad, probablemente por razones políticas, y eso podría ser un argumento en contra de mezclar la política y la erudición. ¿Qué opina sobre esto?
GA: ¿Por qué dice «probablemente»? No cabe duda de que ha sido por razones políticas. Más de una vez he elogiado a Finkelstein y su trabajo a favor del pueblo palestino. Creo que su contribución es inestimable. Yo diría incluso que la solidaridad con Palestina sería muy diferente sin él. Trato de estar al día con Finkelstein y de leer todo lo que publica. La mayoría de las veces coincido totalmente con él; en otras mi desacuerdo es marginal.
Sin embargo, sólo tengo una pequeña crítica que hacer a la actitud de Finkelstein, no a su trabajo intelectual. Si su trabajo tiene tanto valor académico como todos creemos, entonces su historia personal es por completo irrelevante para la validez de su argumentación. Por supuesto, no tengo ninguna intención de decirle a Finkelstein lo que debe hacer o decir. Finkelstein, como cualquiera, puede alegar que tiene derecho a hablar claro porque sus padres «son supervivientes», pero eso adolece de una desventaja: sencillamente excluye a quienes no tuvieron la fortuna de ser hijos e hijas de supervivientes del Holocausto judío.
De forma similar, hace dos meses vi a Ilan Pappe, uno de los pilares de la resistencia académica al sionismo, que presentó su argumentación a favor de la solución de un solo Estado. Empezó con las siguientes palabras: «En calidad de hijo de supervivientes alemanes del Holocausto…». De nuevo Pappe, quien para mí es una voz muy importante, por error y, por supuesto, de manera inconsciente, excluyó a quienes no eran víctimas del Holocausto. Estoy completamente seguro de que tanto Finkelstein como Pappe no están pensando en excluir a nadie, pero creo que deben evitar el uso de dicha argumentación. Estoy convencido de que sus argumentos son lo bastante sólidos como para que no sea necesario incluir esta historia personal en la discusión.
MR: Hay quienes no lo ven así, piensan que eso añade un impacto más emocional al mensaje y hace que la gente lo acepte mejor. Podrían pensar que «si los hijos de supervivientes del Holocausto están luchando contra Israel, cualquiera puede hacerlo». Eso podría abrir una puerta que hasta ahora estaba cerrada.
GA: Lo acepto por completo. No descarto el valor emocional ni el impacto de la historia personal, pero pienso que al ser el crimen tan obvio, ya va siendo hora de abrir el discurso y darle la bienvenida a alguna forma de intervención ética e intelectual.
En cualquier caso, estábamos hablando de la argumentación académica. Y creo que, al menos desde el punto de vista intelectual, dicha táctica es contraproducente. En aras del desarrollo de la discusión, pongamos que yo me sintiese lo bastante desafortunado como para sufrir de impotencia sexual. Evidentemente, no cabe la menor duda de que tal estado psicológico y físico afectaría o incluso conformaría mi visión de la realidad. Cada vez que diese un gatillazo en la cama mi comprensión de la noción del sufrimiento humano podría dar un paso adelante adicional. Podría, con toda legitimidad, iniciar mi próxima charla sobre el conflicto palestino-israelí diciendo, por ejemplo: «En calidad de impotente puedo comprender el sufrimiento palestino, en calidad de impotente puedo sentir el dolor, puedo comprender lo que es la esperanza». Evidentemente, sería mi impotencia lo que me conduciría, por empatía, hacia el dolor de los demás. Pero a pesar de la legitimidad de dicha posición, a pesar de que está claro que con ella celebro mis síntomas, no logro establecer un argumento intelectual. Reduzco la ética a mera compasión.
MR: Sin embargo, la simpatía puede llevar a la empatía, una cualidad necesaria para cualquier activista, que debe identificarse con el sufrimiento y dar testimonio.
GA: Lo acepto, pero me limito a dar a conocer sus aspectos académicos negativos.
MR: Pero pienso que otro aspecto crucial es que uno puede referirse ciertamente a una experiencia personal específica; sin embargo en este caso, muy al contrario de una experiencia personal como pueda ser la impotencia, estamos ante una experiencia indirecta, la de otra persona. En realidad podría ser engañoso estimular la idea de que la calidad de víctima pueda transmitirse de generación en generación y que quienes fueron supervivientes del Holocausto sobrevivieron al peor de los acontecimientos posibles, lo cual haría que cualquier otra experiencia palidezca en comparación. En cierto modo, pasa por alto la enormidad del sufrimiento humano que, como sabemos, no se limita sólo al Holocausto.
GA: De hecho, si consideramos el argumento de una experiencia indirecta como lo es un trauma de segunda mano, podríamos fácilmente refinar el modelo de impotencia. Supongamos por un segundo que mi rendimiento sexual sea de una perfección absoluta y que en realidad el impotente fue mi abuelo. Siempre puedo argumentar que la desventura de mi abuelo y la frustración de mi abuela conformaron la realidad de mi padre. Los temores de mi padre provocan mi insomnio y esos temores me convierten en una víctima que debiera recibir un suministro constante y gratuito de Viagra y otras cosas. Siento decirlo: cuando escucho que personas de mi generación dicen que son víctimas del Holocausto, me suena enfermizo y patético. Me dan lástima, ellos y también quienes los toman en serio.
Y con respecto al asunto del testimonio personal, tengo que recordar que un argumento racional debería ser aplicable y válido sin tener en cuenta el origen o las circunstancias personales de quien lo presenta. La física de Newton va más allá del sexo, la raza o la etnia. Se supone que las leyes científicas son inteligibles sin tener en cuenta la historia familiar de los que las traen al mundo. Los objetos caen a cierta velocidad, sin relación alguna con el hecho de que los padres de alguien hayan estado en Auschwitz o en Deir Yassin. En el ámbito académico nos las hemos arreglado para perder la cualidad del pensamiento racional libre. Presenciamos un rápido deterioro de la capacidad de razonamiento occidental. Estamos sometidos a esta inmensa corrección política del mundo académico. Mi consejo a los colaboradores académicos del discurso solidario es que no se den por vencidos y expresen su opinión. Que actúen como auténticos seres humanos, como pensadores éticos genuinos en lugar de como políticos reformados que, para decir lo que piensan, deben enviar nuevamente a sus antepasados a Auschwitz con el fin de obtener luz verde.
MR: En 2005 usted parecía creer que la victoria de Amir Peretz como dirigente del Partido Laborista de Israel era poco menos que una revolución. Sin embargo, al menos si una piensa en los baños de sangre sufridos por palestinos y libaneses, ha resultado un tremendo desastre. ¿Por qué fracasó de un modo tan miserable?
GA: Había buenos motivos para creer en Peretz, en que era diferente. No formaba parte de la Junta Militar ni era miembro de la elite asquenazí. La consigna electoral de Peretz fue muy sencilla: una vez que encaremos nuestros problemas sociales estaremos listos para hablar de paz con nuestros vecinos. Por cierto, Israel no está listo para discutir de paz, ni con su vecino ni consigo mismo. Peretz fue lo bastante sincero como para admitirlo. Sin embargo, no fue lo bastante modesto como para aspirar a un ministerio con orientación social. Insistió en convertirse en ministro de la seguridad, algo que lo calificaría para ser el futuro Primer Ministro. El final de la historia es conocido. A falta de los antecedentes militares necesarios, el hombre y su primer ministro reaccionaron de forma exagerada ante una simple operación de captura [del soldado israelí Gila Shalit, N. de los T.] y encajaron una completa derrota militar ante una organización paramilitar en miniatura. No cabe duda de que en cuanto Peretz ocupó su sillón en el Ministerio de defensa, dejó de actuar como un judío árabe y siguió la visión tradicional sionista, asquenocéntrica, del mundo del Muro de Hierro. Dejó que el ejército convirtiese un incidente fronterizo menor en una guerra. Sin embargo, a pesar de todo quiero creer en que, en última instancia, después de los beligerantes Barak y Netanyahu, un verdadero y genuino israelí judío árabe de segunda e incluso tercera generación podrá llegar a reflexionar sobre las condiciones pacíficas de las que gozaron los judíos en los países árabes. A fin de cuentas, el antisemitismo y los interminables conflictos pertenecen a la historia de los judíos europeos, es algo que los judíos europeos llevaron a la región. No tienen nada que ver con los judíos árabes y su historia.
Además, todavía quiero creer que si hay una posibilidad para una auténtica voluntad de paz dentro de la sociedad israelí, tendrá algo que ver con el hecho de que los judíos árabes, generalmente oprimidos en Israel, comprendan que sus verdaderos hermanos en la región son los palestinos oprimidos. Un acto semejante destrozaría, de una vez por todas, la hegemonía política asquenazí en la esfera israelí.
MR: Usted está muy involucrado en «peleas políticas» con gente que le ataca políticamente e insiste en que su influencia puede ser perjudicial para los «activistas honrados y de principios», por utilizar una cita reciente de un bloguero que se ocupa de temas de identidad judía y los vincula con su protesta contra el sionismo. Es normal y natural que sionistas lo ataquen, pero ¿por qué son tan virulentos estos ataques cuando provienen de sectores antisionistas?
GA: En primer lugar, tratemos de ser precisos, quienes me atacan son cinco bundistas, es decir, judíos socialistas, gente cuya voz pudo ser importante en cierta etapa, pero que poco a poco se ha convertido en un lastre o incluso en ruido de fondo. Por cierto, agotan todas sus energías luchando contra mi persona y contra otros pensadores libres; promueven mociones, nos dedican blogs, pero han fracasado una y otra vez. Sin embargo, no me puedo quejar, sus ataques han contribuido mucho a la circulación de mi pensamiento. También me han ayudado a refinar mi visión del sionismo y de la identidad judía moderna.
Como sabe, no soy un político. Nunca lo he sido y no tengo intención alguna de llegar a serlo. Por el hecho de haberme involucrado con el discurso palestino durante una década he encontrado a personas extremadamente esclarecedoras. Ninguna de ellas era política o activista políticamente orientada. En realidad, siempre se veían atacadas por políticos y, en gran parte, por ese grupo en miniatura de sujetos que, por algún motivo extraño, se consideran a sí mismos judíos progresistas. Necesité cierto tiempo antes de darme cuenta de que los judíos progresistas tratan manifiestamente de lograr la hegemonía dentro del discurso de solidaridad con los palestinos. Insisten en que el caso de Israel debe de ajustarse a un espectro materialista muy limitado. Adoran la política de clase obrera.
MR: Bueno, tendrá que admitir que, en Occidente, la mayoría de los partidarios de los palestinos lo hacen desde un punto de vista izquierdista, de la misma manera que en el mundo árabe éste sería un asunto de liberación. Puede que sea inevitable que sea así, no podemos crear activistas en el vacío.
GA: No estoy de acuerdo. Lo tengo bastante claro y lo veo en mis conciertos, noche tras noche, en todo el mundo. La mayoría de los occidentales están anonadados por la brutalidad israelí. El apoyo a Palestina es una reacción ética natural. Sin embargo, cuando la gente de a pie sigue lo que le dicta su corazón y se une al movimiento de solidaridad, allí se encuentra con cierta frecuencia a un puñado de decadentes socialistas no dialécticos que insisten en decirle cómo debe pensar y qué decir según algunos textos anteriores a la Segunda Guerra mundial. Este hecho explica por sí mismo por qué casi no hay palestinos en el movimiento de solidaridad y por qué ese movimiento no se convierte en un movimiento de masas.
MR: ¿Diría usted que el pensamiento socialista está muerto?
GA: De ninguna manera, estoy totalmente a favor de una visión del mundo dinámica, dialéctica, socialista. Hace una semana toqué en un inmenso evento de solidaridad en Alemania, organizado por el Partido Comunista. Había artistas de todo el planeta. Fue un evento de solidaridad con refugiados de Iraq, Afganistán, Palestina, kurdos, iraníes. En pocos días actuaré en Marxismo 2007. De nuevo, que yo sepa, en el Reino Unido el Partido Socialista de los Trabajadores trata de no quedarse rezagado. Comprende que la clase trabajadora es una noción dinámica. Comprende que si hay una clase obrera en Gran Bretaña, esa noción ha cambiado radicalmente en los últimos 30 años.
Sin embargo, no puedo escoger sólo a quienes afirman que están del lado de los palestinos y, obviamente, si se trata de gente cuya interpretación de la realidad sólo se entiende desde el punto de vista de una política de clase trabajadora, estoy convencido de que se equivocan por completo en cuanto a la interpretación del problema de Oriente Próximo. Hacen que la realidad encaje en la visión del mundo que tienen en lugar de adaptar su punto de vista a la realidad. Tienen derecho a hacerlo mientras no traten de silenciar las opiniones de otros. Israel se considera a sí mismo como un Estado Judío y para comprender el alcance de su actividad tenemos que comprender lo que significa el judaísmo. Lo que representa la hermandad racial. Además, la revolución industrial aún no ha llegado a Gaza y, por lo tanto, las ideas marxistas nunca han llegado a ser abrumadoramente populares entre el pueblo palestino. Dicho lo cual, no me opondría a una interpretación colonial limitada del conflicto, pero la insistencia en limitar el discurso a la interpretación de la clase obrera es idiota y, en cierto modo, emblemática de esos cinco activistas judíos progresistas.
MR: Pero usted no concuerda en absoluto con su punto de vista de que la puesta en práctica de una especie de socialismo laico para palestinos e israelíes solucionaría el problema de la opresión.
GA: ¿Ha tratado de hablar de socialismo con un palestino? Yo traté de hacerlo. En general tienden a reírse o simplemente pierden interés. Marx o, mejor, digamos el marxismo, no tienen nada que ver con su realidad. Sin embargo, creo que ahora, tras 100 años de sionismo, a 60 años de la Nakba , después de 40 años de ocupación, nuestros queridos judíos progresistas socialistas, marxistas, matzpenistas, bundistas y los Socialistas Judíos han tenido suficiente tiempo para resolver el conflicto y liberarnos a todos convirtiendo la región en un paraíso rojo. Permítame revelarle por primera vez que, como activista rojo de 18 años, cuando era soldado en el ejército israelí, estuve afiliado a ciertos grupos anarquistas radicales en Israel. Al igual que el resto de mis compañeros, estaba convencido de que tarde o temprano la clase obrera árabe e israelí se uniría contra el mal colonial sionista burgués. Me costó años antes de abrir los ojos al hecho sorprendente de que no había una clase obrera judía y de que los palestinos se negaban a corresponder al modelo eurocéntrico de clases. Fue entonces cuando me di cuenta de que no me quedaba otra alternativa que guardar mi camisa roja, aunque sólo fuera por el momento.
MR: Es harto interesante, tanto el hecho del activismo de su juventud como que afirme que no existe una clase trabajadora judía. Pero, en cuanto a que los palestinos no quieran tener nada que ver con las ideas socialistas, yo diría que el caso del FPLP te contradice un poco, y ello a pesar de que son una clase diferente de socialistas, básicamente un movimiento nacionalista con ideas progresistas.
GA: Por cierto, incluso ellos desaparecieron. Además, de vez en cuando encuentro a algún que otro matzpenista palestino, sobre todo en Europa. No trato de argumentar que no existan marxistas palestinos. Sólo he llegado a reconocer el hecho evidente de que su voz es menos que marginal. No es una crítica, sólo una observación.
MR: Pero, volviendo a donde estábamos, dices que el activismo de los progresistas occidentales está atascado en una visión de la realidad que nunca existió: la creencia de que si se encaran los problemas de clase, el resto será solucionable; pero el motivo de la opresión en Israel nunca ha sido de clase, sino más bien un problema de raza, ¿no es cierto?
GA: Lo de raza puede sonar un poco abstracto. Llamémoslo hermandad racial, puntos de vista culturales supremacistas, orientación basada en la sangre, etc. En todo caso, el problema con respecto a los activistas judíos que me atacan se centra en realidad en el hecho de que mis puntos de vista van más allá de su estrecho pensamiento político. Yo me concentro en el pensamiento ético. Mi crítica contra Israel como paradigma de orientación racial denuncia también el aspecto enfermizo del socialismo judío. El argumento es tan fácil: si eres socialista, eres mi compañero y no me importa si eres judío, musulmán, negro o budista. Sin embargo, nuestros judíos progresistas insisten en importar su sistema exclusivista de lazos de sangre al discurso progresista. Al hacerlo, se sitúan dentro del discurso sionista, como los sionistas: dicen que son gente como los demás, pero ligeramente diferentes.
He de admitir que al principio tomé en serio a esa gente, a esos activistas judíos progresistas de izquierda, pero después aprendí que, en lo tocante a la pureza moral, el más ruidoso de los que protestaban en mi contra, el que trataba con mayor obsesión de enseñarme ética, en realidad tenía toda una lista de pequeñas actividades criminales. No voy a guardarle rencor por su pasado, pero no puedo permitir que un ratero venga a enseñarme, a mí o a cualquier otro, lo que es la moral. Por si no fuera suficiente, él y sus amigos fueron excluidos de diversos institutos académicos por antisemitas. Con todo el respeto debido, no puedo permitir que alguien así me llame antisemita. Sucede que otro activista progresista difamador anti-Atzmon dirigía un blog sólo para judíos en el que los ataques contra mí son bastante repetitivos. Puede hacer el blog que le dé la gana, pero está bastante claro que los judíos progresistas siempre operan en células con orientación racial y yo tengo el derecho de pensar que su blog es exclusivista y que seguirá siéndolo. Ésa es la naturaleza del club. No hay muchos Abed y Mohammed registrados en el grupo de Judíos contra el Sionismo y tampoco veo ningún artículo sobre palestinos en ese blog. Se trata obviamente un problema de segunda clase para la identidad progresista judía.
MR: Bueno, dos activistas poco conocidos en Gran Bretaña no deberían representar una gran amenaza. ¿Por qué reacciona ante sus provocaciones en vez de, simplemente, ignorarlas?
GA: En realidad, no los culparía necesariamente por provocarme, es más probable que sea yo quien los provoca. Denuncio sus falacias. En cierto momento, no hace mucho, me di cuenta de que esos bundistas representan la esencia de la centenaria tragedia judía laica. Son el epítome de la futilidad judía emancipada. Por una parte, no lograron llegar al discurso universalista. Por la otra, se quedaron desconectados de su propio patrimonio cultural. En su miseria, elogian su cultura yiddish sin comprender la función que representa ese lenguaje y sin siquiera hablarlo. Esos bundistas representan el colapso del cosmopolitismo progresista judío. En realidad, no los culparía necesariamente por provocarme. Sería imposible comprender de dónde provino el sionismo sin hacerle frente a esa singular y extraña identidad. Para mí, analizarlos no es algo diferente de visitar un safari de animales exóticos.
Como sabemos, el Bund ya no existe. En realidad fue derrotado en la Segunda Guerra mundial. En cuanto al pueblo judío, el sionismo conquistó la calle judía. El estudio de la célula británica y de su actividad me explica lo que debería corregir el sionismo. Son microcosmos de pensamiento extremo judío equivocado. Desde mi punto de vista son realmente mucho peores que los sionistas de verdad.
MR: ¿No cree que eso es una exageración?
GA: En realidad, estoy totalmente convencido de que es así. Uno de los seres más honrados entre ellos es el galardonado poeta Michael Rosen. Rosen se define públicamente como: socialista, judío laico, progresista. Recientemente descubrí que Rosen se ha estado pronunciado de manera bastante locuaz a favor del boicot. Esto, obviamente, no tiene nada malo, pero para mi gran sorpresa descubrí que el mismo Rosen, el que llama al boicot contra Israel, también participó en una tristemente célebre Semana derechista del Libro Judío en Londres como animador familiar. Para aquellos que todavía no lo entiendan, la Semana del Libro Judío está apoyada por la Embajada de Israel y por la virulenta organización judía UJIA, una organización que está ahora organizando giras de gala para el 60 aniversario del Estado israelí. Si lo considero desde un punto de vista progresista, no puedo decidir si la conducta de Rosen es traición o simplemente hipocresía consumada. Cuando se le preguntó a Rosen cómo es posible, cómo fue que él, justamente él, un entusiasta del boicot, terminase participando en un evento sionista, fue lo suficientemente estúpido como para admitir que había reflexionado en serio al respecto: «Tuve dudas sobre mi participación en la Semana del Libro Judío, así que pregunté a toda clase de gente, de cuya opinión me fío, si pensaban que era una buena idea o no». Rosen, el que llama a boicotear las universidades israelíes, terminó acostándose con la embajada israelí.
MR: No es que yo esté familiarizada con los escritos de Rosen…
GA: Buen comentario, no hay escritos. No existe un trabajo contemporáneo ni un trabajo escrito, crítico o político. De su parte sólo hay unos pocos comentarios en foros, realmente sólo preocupados por impedir que el discurso palestino se convierta en lo que él y sus amigos llaman antisemita. En cierta medida operan como topos de la Liga contra la Difamación [organización sionista de USA, N. de los T.] dentro del discurso de solidaridad palestino. En pocas palabras, en este caso estamos ante un grado inaceptable de hipocresía e ignorancia que roza con la traición total.
MR: En algunos de sus escritos define a esos individuos como criptosionistas y como Judíos de Tercera Categoría.
GA: Temo que mi argumento sea ahora aún más concluyente. Cuando se establece que un político marxista miente, tenemos derecho a llamarlo marxista mentiroso. Cuando un político republicano espía para el enemigo, tenemos derecho a llamarlo espía republicano. Sin embargo, cuando a un paladín del boicot, que insiste en actuar políticamente bajo la bandera judía (como socialista judío o como judío contra el sionismo, etc.) lo sorprenden en la cama con algunos institutos ultrasionistas, debemos abstenernos de llamarlo judío hipócrita. Ése es el truco. Los judíos étnicos progresistas que hacen campaña están interesados en un singular discurso unilateral. Están contentos con actuar como judíos, pero se niegan a que los critiquen como judíos. Cuando actúan en política dicen que somos gente como los demás, pero cuando se los critica en política se ocultan tras su identidad racial. El que esto sea divertido o asqueroso es cuestión de gustos. Sin embargo, es una repetición total de la táctica sionista. En otras palabras, tenemos derecho a concluir que los socialistas judíos y cualquier otra forma de activismo exclusivo judío no son más que otra forma de sionismo.
Gracias a esos así llamados judíos progresistas he comprendido la validez de la crítica del cosmopolitismo judío, la extraña noción de una identidad histórica carente de territorio. Me di cuenta del motivo por el cual esos pocos bundistas no pudieron nunca establecer una solidaridad genuina con la lucha palestina. La causa palestina es primordialmente por el territorio. Los cosmopolitas podrán reconocer la miseria palestina, pero no pueden identificarse con su aspiración a recuperar su tierra. Mientras los bundistas hablan de su identidad histórica, los palestinos no necesitan hablar de identidad histórica, no tienen que inventar o reinventar su cultura. Al igual que alemanes, franceses o albaneses, simplemente viven a través de su cultura. A diferencia de los sionistas -incluidos los bundistas-, que quieren ser un pueblo como los demás, los palestinos están allí desde el principio. Son un pueblo como los demás. No tienen que buscar el renacimiento cultural. Los pueblos con orientación cultural pueden simplemente avanzar por sí mismos sin percepción de su cultura, que está moldeada y transfigurada por su propio territorio, por su cocina, por su lenguaje y su paisaje. Viven su cultura y avanzan mediante la creación.
Por eso el sionismo, con su restauración del hebreo, pudo tener más éxito que el Bund. Rosen y los su calaña hablan de su singular cultura judía, de su yiddish y, sin embargo, ni siquiera hablan la lengua. Su creatividad dentro de su propia cultura es cero. No escriben libros en yiddish, no leen periódicos en yiddish, no tienen rock&roll yiddish, no traducen nada al yiddish. Y, en todo caso, hay muy poco que traducir del yiddish. Básicamente difunden un poco de nostalgia del gueto, básicamente dicen sandeces por el gusto de decirlas. Y, como he dicho antes muchas veces, tienen pleno derecho de hacerlo, pero yo estoy aquí para recordarles que el caldo de pollo [plato típico judío, N. de los T.] no es un argumento político ni una posición moral.
MR: Así que, mientras continúa criticando a sus detractores y presenta las inconsecuencias de sus razonamientos, ellos seguirán realizando campañas de difamación en su contra, llamándolo antisemita y tratando de disuadir a la gente de que lo acojan en eventos políticos y públicos. Mientras lo sigan haciendo, seguirá teniendo usted motivos para criticar su lógica. Es una especie de círculo vicioso. ¿Se va a terminar alguna vez?
GA: Al parecer, a pesar de todas las calumnias, sobrevivo. En realidad he ganado cada una de las batallas que decidí librar. Al parecer, al combatirme sólo han logrado autoaniquilarse. Cada vez que levantan la cabeza aprendo más sobre el grado de la falsa ilusión ideológica judía secular. Será muy aburrido cuando levanten la bandera blanca, pero eso no ocurrirá jamás. A pesar de que en fechas recientes fueron humillados en el PSC AGM (Campaña de Solidaridad Palestina), a pesar de que el director de la banda fue desenmascarado como criminal convicto, a pesar de la vergonzosa conducta criptosionista de Rosen, nunca se rinden. Sólo la gente con dignidad puede admitir la derrota y la dignidad es exactamente lo que les falta. Para la gente que se miente tanto a sí misma es mucho más fácil mentir a los demás.
Aunque han logrado silenciar a algunos de los colaboradores más importantes del discurso israelí-palestino, han fracasado totalmente en mi caso. Esto se debe a dos secretos, que me complazco en compartir.
El primero: En lugar de hablar a los judíos, yo hablo sobre los judíos y me intereso básicamente en el judaísmo. Muchos de mis lectores y partidarios son en realidad judíos ortodoxos, judíos asimilados y ex judíos. Pero, obviamente, la cosa va mucho más allá de los judíos. Puesto que más de unos pocos expertos identifican el actual conflicto global con un vasto cabildeo sionista en USA, las preguntas que tienen que ver con el problema judío se hacen más y más pertinentes y populares. Hace tiempo que decidí arriesgarme a decir lo que considero que es verdad y, al parecer, la gente aprecia mi esfuerzo por buscar la verdad. Algunos judíos me han llamado antisemita, algunos sabios londinenses han formado piquetes ante mis conciertos, pero no me arredré y eso no impidió que volvieran a contratarme. Al contrario, me he vuelto mucho más popular de lo que jamás había deseado ser.
El segundo: No pertenezco a ninguna organización o religión organizada. No dejo que los políticos ingresen en mi mundo. Hablando en términos generales, desprecio cualquier forma de actividad política y de activismo en general. Creo en la orientación ética. Me mantengo independiente. A fin de cuentas, soy en primer lugar un artista y un terrorista cultural ligero.
MR: Una reciente entrevista con Avrum Burg ha despertado mucho interés. Sé que le sorprendió a usted especialmente y dijo que contenía «cambios cósmicos». Aún a riesgo de que deba cambiar sus puntos de vista con el paso del tiempo y de que las cosas resulten menos cósmicas de lo que esperamos, ¿podría entrar en detalles sobre cómo le afectó esa entrevista?
GA: Hasta cierto punto, Burg no hizo ninguna tremenda revelación intelectual o ideológica. Sin embargo, Avrum Burg no es un hombre ordinario, no es exactamente un defensor de la solidaridad con Palestina. Al contrario, Burg ha sido durante años el máximo epítome de la israelidad y de los círculos políticos dominantes de Israel. Fue la gran esperanza de la Joven Guardia del Partido Laborista. Después de eso, fue presidente de la Agencia Judía , presidente de la Knesset [parlamento israelí, N. de los T.], candidato a la dirección del laborismo.
Debemos recordar que como presidente de la Agencia Judía , Burg fue míster Aliyah (judíos que emigran a Israel). Ahora ha cambiado de opinión: es míster Yerida (judíos que emigran de Israel). Cuando un hombre con semejante historial político se levanta y sugiere que los israelíes pidan pasaportes extranjeros y abandonen el país lo más pronto posible; cuando un hombre con semejante capacidad intelectual admite que «Israel es fascista», debemos confesar que se nota un cambio de humor en el ambiente.
Para nosotros, el que Israel sea ciertamente fascista puede que no sea una gran revelación, pero sabemos desde hace años que la legislación israelí está orientada por principios raciales. Sabemos que el antiguo Partido Laborista israelí de Burg siempre ha estado dedicado a la creencia en el socialismo de una raza (Nacionalsocialismo). Sin embargo, ha sido Burg quien se ha levantado y ha enfrentado a los israelíes con su amarga realidad. Básicamente, lo que les dice a los israelíes es: «No somos mejores que Hitler». ¡Y ésa es una revelación!
Pero la cosa va más lejos, Burg llega y dice: «De las tres identidades que me forman -humana, judía e israelí- siento que el elemento israelí me despoja de las otras dos». Como judío practicante, Burg admite que la israelidad se opone al humanismo y al judaísmo. No será nada nuevo para muchos de nosotros, pero nadie había tenido nunca el valor de decir precisamente eso a los israelíes (a excepción, tal vez, de mi persona, pero yo soy sólo un saxofonista).
Sin embargo, Burg logra arrojar una luz interesante sobre la noción del sionismo y de la israelidad. En la entrevista dice: «Soy un ser humano, soy judío y soy israelí. El sionismo fue un instrumento que me llevó de la forma de ser judía a la forma de ser israelí. Creo que fue Ben Gurion quien dijo que el movimiento sionista fue el andamio para construir la casa y que, una vez establecido del Estado, había que desmantelar dicho andamio.»
Se trata, por cierto, de un detalle importante y crucial. Al parecer, el sionismo no significa nada para el judío contemporáneo nacido en Israel. El sionismo es una noción orientada hacia la Diáspora. El sionismo existe para diferenciar entre Abe Foxman y Roland Rance. Los dos son judíos, los dos operan en células políticas racialmente segregadas, pero uno es sionista y el otro antisionista (¡menuda tontería!). Cuando tiene que ver con israelíes nacidos en Israel, la idea de un Estado judío no es un motivo de celebración. Para los israelíes, un Estado judío no es algo a lo que haya que aspirar o apoyar ideológicamente. Ser israelí significa ser judío y vivir en un Estado sólo para judíos. Cuando me alisté en el ejército israelí hace 25 años, lo hice porque era la única interpretación disponible de mi judeidad. Era judío, vivía en el Estado judío y pertenecer al ejército de los judíos fue el resultado natural.
La palabra sionismo casi no tiene sentido en Israel y dentro del discurso israelí es realmente inexistente. El sionismo podrá significar algo para los colonos estadounidenses en Cisjordania o para la nueva ola de inmigrantes franceses a Israel, pero no mucho más que eso. Y si ése es ciertamente el caso, podríamos interiorizar el hecho de que la campaña antisionista tiene poca eficacia en el caso de Israel. Ya que los israelíes no se consideran sionistas, difícilmente los puede afectar el antisionismo.
MR: Aunque ese fuera el estado de la situación ¿se dirige realmente Burg a la gente que está fuera de Israel cuando insta a que se desmantele la estructura sionista? ¿Estamos de nuevo ante una situación de nemo propheta in patria [nadie es profeta en su tierra]?
GA: No conozco la respuesta. Me sorprendió bastante que las ideas de Burg no circularan ampliamente. No sé nada sobre la propagación del pensamiento en los círculos judíos. Puedo ver que incluso en Israel sus ideas despertaron alguna atención, pero no lo bastante. Al fin y al cabo, para mantener las políticas asesinas israelíes es elemental que haya una ceguera colectiva. Mi interés por Burg es meramente intelectual. No sé si todavía tiene algún poder político de importancia, supongo que no. Sin embargo, sus ideas resonarán durante un cierto tiempo e incluso más que eso.
Fuente: http://peacepalestine.blogspot.com/2007/07/gilad-atzmon-interview-tangling-with.html
Artículo original (Gilad Atzmon Interview: Tangling with the Oppressor – What really matters is what Palestinians Do) publicado el 5 de julio de 2007.
Germán Leyens, Manuel Talens y Juan Vivanco son miembros de Rebelión. Talens y Vivanco son asimismo miembros de Cubadebate y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.