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Breves apuntes en torno a Hamás, Palestina, Israel y Medio Oriente hoy

Fuentes: Rebelión

“Soy sionista, pero para esto no hace falta ser judío”. Joe Biden, Presidente de Estados Unidos de América, y Premio Theodor Herzl (2016)

1. La guerra civil en Siria es un conflicto complejo y sangriento que enfrenta al gobierno del presidente Bashar al Asad con diversos grupos rebeldes, algunos de ellos islamistas, y con la organización terrorista Estado Islámico (EI). Además, varias potencias extranjeras han intervenido en el conflicto, apoyando a diferentes bandos y persiguiendo sus propios intereses.

Rusia es uno de los principales aliados del régimen de Al Asad, al que ha apoyado de forma política, diplomática y militar desde el inicio de la guerra. Rusia tiene una base naval en Siria, que es su única instalación en el Mediterráneo, y considera al país árabe como un socio estratégico en la región. Rusia ha realizado una campaña de bombardeos aéreos contra las posiciones de EI y otros grupos rebeldes, incluidos algunos que cuentan con el respaldo de Estados Unidos y sus aliados occidentales. Rusia sostiene que su intervención tiene como objetivo combatir el terrorismo y preservar la soberanía y la integridad territorial de Siria.

Israel, por su parte, tiene una difícil situación geopolítica frente a la guerra en Siria. Por un lado, Israel quiere mantener su estrecha relación con Estados Unidos, su principal aliado a nivel global, que se opone al régimen de Al Asad y apoya a algunos grupos rebeldes moderados y a los kurdos. Por otro lado, Israel tiene que lidiar con la presencia e influencia de Rusia en su frontera norte, donde el gobierno sirio también cuenta con el apoyo de Irán y el grupo libanés Hezbolá, ambos enemigos declarados de Israel. Israel ha realizado varios ataques aéreos en territorio sirio contra objetivos militares iraníes y de Hezbolá, buscando evitar que estos grupos se fortalezcan y amenacen su seguridad. Israel también ha expresado su preocupación por el avance de EI y otros grupos yihadistas en Siria, que podrían desestabilizar aún más la región. Israel ha mantenido una postura ambigua respecto al futuro de Al Asad, sin apoyarlo ni rechazarlo abiertamente, pero exigiendo que se respete el alto el fuego en los Altos del Golán, una zona disputada entre ambos países.

2. Hezbolá es un grupo político y militar libanés que profesa la rama chií del islam y que tiene una fuerte influencia en el gobierno y la sociedad del Líbano. Hezbolá fue fundado en 1982 como una respuesta a la invasión israelí del Líbano y desde entonces ha mantenido una postura hostil y beligerante contra Israel, al que considera una entidad ilegítima. Hezbolá cuenta con el apoyo financiero, político y militar de Irán, que lo considera un aliado estratégico en la región y un instrumento para expandir su influencia y su ideología.

La relación entre Hezbolá y el gobierno del Líbano es compleja y ambigua, ya que el grupo tiene una doble faceta: por un lado, participa en el sistema político libanés como un partido legal que cuenta con representación parlamentaria y ministerial; por otro lado, mantiene una estructura militar independiente y paralela al ejército nacional, que le permite actuar como un estado dentro del estado. Esta situación genera tensiones internas y externas, ya que Hezbolá no siempre respeta las decisiones del gobierno ni las resoluciones de la ONU que le exigen desarmarse y someterse a la autoridad estatal.

Las relaciones entre Hezbolá e Israel son de confrontación permanente, ya que ambos se consideran enemigos irreconciliables. Hezbolá ha participado en varias guerras contra Israel, la última de ellas en 2006, cuando lanzó miles de cohetes contra el territorio israelí y provocó una dura respuesta militar que causó cientos de muertos y miles de desplazados en el Líbano. Desde entonces, Hezbolá ha aumentado su arsenal de misiles y ha reforzado su presencia en la frontera con Israel, donde realiza ataques esporádicos y se mantiene en alerta. Israel, por su parte, ha realizado varios bombardeos selectivos contra objetivos de Hezbolá en el Líbano y en Siria, donde el grupo apoya al régimen de Al Asad. Israel considera a Hezbolá como una amenaza existencial y ha advertido que no tolerará que el grupo adquiera armas avanzadas o que se acerque a sus fronteras.

La situación actual entre Hezbolá e Israel es de alta tensión, debido al conflicto entre Israel y el grupo palestino Hamás, que controla la Franja de Gaza. Hezbolá ha expresado su solidaridad con Hamás. Hezbolá también ha lanzado algunos cohetes contra Israel desde el sur del Líbano, aunque sin causar víctimas ni daños significativos. Sin embargo, Hezbolá no ha entrado de lleno en la guerra, ya que sabe que eso podría desencadenar una escalada bélica con consecuencias devastadoras para el Líbano, que atraviesa una grave crisis política, económica y social. Además, Hezbolá tiene que tomar en cuenta la opinión pública libanesa, que está dividida entre los partidarios y los detractores del grupo político-militar, así como la presión internacional, que le exige moderación y respeto al derecho internacional.

3. Las relaciones entre Hamás, Catar e Irán son complejas y cambiantes, dependiendo de los intereses y las circunstancias de cada actor. Hamás es un movimiento islamista palestino que controla la Franja de Gaza desde 2007 y que se opone a la existencia de Israel. Catar es un pequeño pero rico país del Golfo Pérsico que tiene una política exterior activa y ambiciosa, buscando mediar en conflictos regionales y proyectar su influencia. Irán es una potencia regional chií que apoya a diversos grupos armados en Oriente Medio, incluyendo a Hamás, con el objetivo de contrarrestar a Israel y a sus aliados árabes suníes.

Hamás y Catar mantienen una relación estrecha desde hace años, basada en la afinidad ideológica y el apoyo financiero. Catar es uno de los principales donantes de Hamás, proporcionándole fondos para pagar salarios, reconstruir infraestructuras y aliviar la crisis humanitaria en Gaza. Catar también ha acogido a varios líderes políticos de Hamás, como Jaled Meshal, que vivió en Doha entre 2012 y 2017. Catar sostiene que su apoyo a Hamás tiene fines humanitarios y diplomáticos, y que busca facilitar una solución pacífica al conflicto palestino-israelí. Sin embargo, otros países árabes, como Egipto, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, acusan a Catar de respaldar al terrorismo y de socavar la estabilidad regional.

Hamás e Irán tienen una relación más tensa y fluctuante, marcada por las diferencias sectarias y políticas. Irán es uno de los mayores proveedores de armas y entrenamiento militar de Hamás, así como de apoyo político y mediático. Irán considera a Hamás como un aliado estratégico en su enfrentamiento con Israel y como un elemento de presión para negociar con Occidente sobre su programa nuclear. Sin embargo, Hamás e Irán han tenido momentos de distanciamiento y desconfianza, especialmente tras el estallido de la guerra civil en siria en 2011. Hamás se negó a apoyar al régimen de Al Asad, aliado de Irán, y optó por una posición neutral o favorable a la oposición siria. Esto provocó el enfado de Irán, que redujo su ayuda económica y militar a Hamás. La relación entre ambos se ha recuperado parcialmente en los últimos años, gracias a la mediación de Hezbolá, otro grupo armado proiraní que opera en el Líbano.

Las relaciones entre Catar e Israel son más pragmáticas y discretas, basadas en intereses comunes y en la búsqueda de una mayor cooperación regional. Aunque Catar no reconoce oficialmente a Israel ni mantiene relaciones diplomáticas con él, ambos países han mantenido contactos ocasionales y han colaborado en algunos asuntos, como el envío de ayuda humanitaria a Gaza o la promoción de proyectos económicos conjuntos. Catar también ha jugado un papel de mediador entre Israel y Hamás, tratando de reducir las tensiones y facilitar los acuerdos de alto el fuego. Catar ha expresado su disposición a normalizar sus relaciones con Israel si este acepta la solución de dos estados para el conflicto palestino-israelí.

4. Hamás es un movimiento político y militar palestino, fundado en 1987, que se define como islamista y que tiene como objetivo la liberación de Palestina y la destrucción de Israel. Hamás controla la Franja de Gaza desde junio de 2007, tras expulsar por la fuerza a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el gobierno reconocido internacionalmente y que representa a los palestinos. La ANP tiene su sede en Cisjordania. La ANP es liderada por el movimiento político Fatah, que es el principal rival de Hamás dentro del espectro nacionalista palestino.

Las relaciones entre Hamás y la ANP son conflictivas y turbulentas, ya que ambos se disputan la legitimidad y el liderazgo del pueblo palestino. A pesar de varios intentos de reconciliación y de formar un gobierno de unidad nacional, las diferencias entre ambos son profundas y abarcan aspectos ideológicos, políticos, económicos y de seguridad. Hamás rechaza los acuerdos de paz firmados por la ANP con Israel y aboga por la resistencia armada, mientras que la ANP defiende la solución de dos estados basada en las negociaciones diplomáticas. Hamás también acusa a la ANP de corrupción, autoritarismo y colaboración con Israel, mientras que la ANP denuncia a Hamás por violar los derechos humanos, imponer un régimen islámico y obstaculizar el proceso democrático.

La ANP no tiene capacidad de control sobre la Franja de Gaza ni sobre Hamás, ya que este último ejerce un dominio absoluto sobre el territorio costero, donde impone su propia administración, su propia fuerza policial y su propio brazo armado, las Brigadas Al Qassam. La ANP solo tiene presencia simbólica en algunos puestos fronterizos o en algunas instituciones humanitarias o educativas, pero depende del consentimiento o la tolerancia de Hamás. La ANP tampoco puede influir en las decisiones políticas o militares de Hamás, que actúa con autonomía e independencia respecto a la ANP. De hecho, Hamás ha lanzado sus ataques contra Israel sin consultar ni coordinar con la ANP, lo que ha generado tensiones y reproches entre ambos.

No obstante, la ANP sigue siendo la legítima representante nacional e internacional del pueblo palestino, porque:

1) La ANP es el resultado de los Acuerdos de Oslo firmados entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1993, que establecieron un marco para la solución del conflicto palestino-israelí basado en el derecho internacional y el principio de dos estados.

2) La ANP es reconocida por la mayoría de los países del mundo y por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el gobierno interno de los territorios palestinos, con el estatus de estado observador no miembro desde 2012.

3) La ANP cuenta con el apoyo de la Liga Árabe, la Unión Europea, Estados Unidos y otros actores internacionales que consideran que es el único interlocutor válido para negociar con Israel una paz duradera y justa.

4) La ANP ha celebrado elecciones democráticas en 1996, 2005 y 2006, que fueron supervisadas por observadores internacionales y que dieron la victoria a Fatah hasta el 2005, el partido que lidera la ANP. Aunque las elecciones legislativas de 2006 fueron ganadas por Hamás, este no reconoció la legitimidad del presidente Mahmoud Abbas ni respetó los acuerdos previos con Israel, lo que provocó una crisis política y una guerra civil que culminó con la toma de control de Gaza por parte de Hamás en 2007.

5) La ANP ha intentado en varias ocasiones reconciliarse con Hamás y formar un gobierno de unidad nacional que represente a todos los palestinos, pero estos esfuerzos han fracasado por la falta de voluntad y compromiso de Hamás, que se niega a renunciar a la violencia, reconocer a Israel y aceptar los principios del Cuarteto para Oriente Medio (Estados Unidos, Rusia, Unión Europea y ONU).

Por otro lado, se podría argumentar que la ANP ha perdido su legitimidad y representatividad como líder nacional e internacional del pueblo palestino, porque:

1) La ANP no ha logrado cumplir las aspiraciones nacionales del pueblo palestino, que son la creación de un estado independiente y soberano con las fronteras de 1967 y Jerusalén Este como capital, y el retorno de los refugiados palestinos que fueron expulsados o huyeron de sus hogares durante la guerra árabe-israelí de 1948.

2) La ANP ha sido incapaz de frenar o revertir la expansión de los asentamientos israelíes en la propia Cisjordania y Jerusalén Este.

3) La ANP ha sido criticada por su corrupción, nepotismo, falta de transparencia y violación de los derechos humanos, tanto por organizaciones internacionales como por sectores de la sociedad civil palestina.

4) La ANP ha perdido credibilidad y apoyo popular entre los palestinos, debido a su debilidad política frente a Israel, su dependencia económica de la ayuda internacional y su fracaso en convocar nuevas elecciones desde 2006, lo que ha generado un vacío democrático y una crisis de legitimidad.

5) La ANP no tiene control efectivo sobre la Franja de Gaza, donde vive cerca del 40% de la población palestina. Gaza está gobernada por Hamás, que se considera a sí mismo como el legítimo representante del pueblo palestino y que ha resistido los ataques militares de Israel. Hamás también cuenta con el apoyo de países como Irán, Turquía o Catar, que le proveen de armas, dinero y respaldo político.

En consecuencia, el conflicto entre Israel y Hamás es muy complejo y no tiene una solución fácil. Hamás es un grupo militante palestino que gobierna la Franja de Gaza desde 2007, cuando expulsó a la ANP, el gobierno reconocido internacionalmente y que representa al pueblo palestino. Hamás no reconoce el derecho a existir de Israel y quiere reemplazarlo por un estado islámico. Hamás ha luchado varias guerras con Israel desde que tomó el poder en junio de 2007, y ha lanzado miles de cohetes contra el territorio israelí.

La ANP, por su parte, es el resultado de los Acuerdos de Oslo de 1993 y 1995, que establecieron un marco para la paz entre Israel y los palestinos. La ANP reconoce a Israel y busca una solución de dos estados basada en las fronteras de 1967, con Jerusalén Este como capital de Palestina. La ANP sólo gobierna propiamente en Cisjordania.

A pesar de numerosos esfuerzos de reconciliación en los últimos 15 años, las divisiones entre Hamás y la ANP han permanecido. Hamás y la ANP se acusan mutuamente de traicionar la causa palestina y de socavar la democracia y los derechos humanos. La rivalidad entre Hamás y la ANP también ha afectado a la población palestina, que sufre la violencia interna y la falta de servicios básicos.

Entonces, ¿con qué actor político o entidad política representativa del pueblo palestino podría negociar un acuerdo de paz el Estado israelí respecto a su conflicto con Hamás? Algunas posibles opciones son:

1) Negociar con la ANP, que es el interlocutor legítimo para la comunidad internacional y que busca una solución pacífica con Israel. Sin embargo, esto podría implicar ignorar o aislar a Hamás, que tiene un gran apoyo popular entre los palestinos y que controla efectivamente una parte importante del territorio palestino. Además, la ANP adolece de capacidad de influencia o credibilidad para convencer a Hamás de renunciar a la violencia o de aceptar un acuerdo que reconozca a Israel.

2) Negociar con Hamás, que es el actor más poderoso y desafiante en la Franja de Gaza y que representa una amenaza directa para la seguridad de Israel. Sin embargo, esto podría implicar legitimar o recompensar a un grupo considerado terrorista por muchos países y que rechaza cualquier compromiso con Israel. Además, Hamás podría no estar dispuesto o interesado en negociar con Israel, ya que su ideología y su base social se basan en la resistencia armada y el rechazo al sionismo.

3) Negociar con una entidad conjunta que incluya tanto a la ANP como a Hamás, que refleje la diversidad y la unidad del pueblo palestino y que tenga una visión compartida para su futuro. Sin embargo, esto podría implicar superar las profundas diferencias políticas e ideológicas entre ambas partes, así como resolver los problemas prácticos de gobernabilidad y seguridad en los territorios palestinos. Además, podría ser difícil lograr un consenso entre los diferentes actores internos y externos que tienen intereses e influencia en el conflicto.

Finalmente, cabe resaltar que el propio Hamás no reconoce a la ANP como una entidad política con capacidad de representación del pueblo palestino en la Franja de Gaza y fuera. Ello obedece a varias razones:

1) Hamás tiene una ideología islamista que se opone al nacionalismo secular de la ANP y su principal partido, Fatah.

2) Hamás considera que la ANP ha traicionado la causa palestina al firmar los acuerdos de paz de Oslo con Israel en 1993, que reconocieron el derecho de Israel a existir y renunciaron a la violencia como medio de resistencia.

3) Hamás no acepta las condiciones impuestas por el Cuarteto para Oriente Medio para participar en el proceso político, que son: reconocer a Israel, renunciar al terrorismo y respetar los acuerdos previos entre Israel y la ANP.

4) Hamás disputa el liderazgo de la ANP con Fatah desde que ganó las elecciones legislativas palestinas de 2006. En 2007, tras un breve conflicto armado, Hamás expulsó a Fatah de la Franja de Gaza y se hizo con el control del territorio. Desde entonces, los intentos de reconciliación entre ambas facciones han fracasado repetidamente.

5. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) es el cargo político más alto dentro de esta entidad, reconocida por el propio Israel como la única autoridad política con capacidad de gobernar en la Franja de Gaza y Cisjordania desde 1993. El presidente palestino nombra al primer ministro y tiene funciones de Jefe de Estado y Comandante en Jefe de las Fuerzas Palestinas.

El presidente es elegido por medio de elecciones populares por un período de cuatro años. El presidente pertenece al Consejo Legislativo Palestino y es elegido democráticamente por los votantes palestinos en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este. El presidente debe obtener la mayoría absoluta de los votos válidos para ser declarado ganador. Si ningún candidato obtiene dicha mayoría, se realiza una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados.

En consecuencia, las últimas elecciones presidenciales y legislativas de la ANP se celebraron el 9 de enero de 2005 y el 25 de enero de 2006, respectivamente. En las presidenciales, Abbas, del partido Fatah, fue reelegido con el 62,3% de los votos. En las legislativas, Hamás, el movimiento islamista rival de Fatah, obtuvo una sorpresiva victoria con el 44,5% de los votos y 74 de los 132 escaños del Consejo Legislativo Palestino. Fatah sólo obtuvo 45 de los escaños con el 41.4 %, mientras que los restantes 13 escaños se los repartieron los demás partidos y candidatos independientes.

Fatah ganó la presidencia de la ANP en 2005, pero no las elecciones legislativas en 2006 por una combinación de factores políticos, sociales y económicos que favorecieron a Hamás, su principal rival ante el partido del presidente electo entonces, Abbas. Algunas de las posibles razones son:

1) La ANP presidida por Abbas fue percibida por muchos palestinos como corrupta, ineficaz y sometida a las presiones de Israel y Estados Unidos. Hamás, en cambio, se presentó como una alternativa más honesta, resistente y comprometida con la causa palestina.

2) Hamás supo aprovechar su red de asistencia social, que proveía servicios básicos como educación, salud y ayuda humanitaria a los sectores más pobres y marginados de la población palestina, especialmente en la Franja de Gaza. Esto le granjeó el apoyo y la simpatía de muchos votantes que se sentían abandonados por la ANP.

3) Hamás mantuvo una postura firme frente a Israel, rechazando reconocer su existencia, renunciar a la violencia o respetar los acuerdos previos firmados por la ANP. Esto le valió el respaldo de los sectores más radicales y nacionalistas del electorado palestino, que veían en Hamás un defensor de sus derechos y aspiraciones.

4) La ANP no pudo mostrar resultados concretos de su gestión ni de su estrategia negociadora con Israel. El proceso de paz estaba estancado, la economía palestina estaba en crisis y la situación humanitaria se deterioraba cada vez más. Los palestinos estaban frustrados y desilusionados con la ANP y buscaban un cambio.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que el contexto político palestino es muy complejo y dinámico, y que hay otros factores que pueden haber influido en el resultado electoral del oficialismo en el 2006, como el sistema electoral, la campaña electoral, el papel de los medios de comunicación, la influencia externa, etc.

Tras perder las elecciones legislativas en 2006, el presidente de la ANP, Abbas, tomó las siguientes medidas:

1) Intentó formar un gobierno de unidad nacional con Hamás, el partido ganador, para evitar una crisis política y un aislamiento internacional. Sin embargo, las negociaciones fracasaron por las diferencias entre ambas facciones sobre el reconocimiento de Israel, el respeto a los acuerdos previos y la renuncia a la violencia.

2) Convocó a un referéndum popular para que los palestinos se pronunciaran sobre un documento que proponía la aceptación de un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967 y el reconocimiento implícito de Israel. Hamás rechazó la iniciativa y la consideró un intento de socavar su legitimidad.

3) Disolvió el gobierno de Hamás tras el secuestro del soldado israelí Guilad Shalit por parte de milicianos de Hamás el 25 junio de 2006. Abbas nombró a Salam Fayyad, un economista independiente, como primer ministro de un gobierno de emergencia que no fue reconocido por Hamás en junio de 2007.

4) Enfrentó una escalada de violencia entre sus partidarios de Fatah y los de Hamás, que culminó con la toma del control de la Franja de Gaza por parte de Hamás en junio de 2007. Abbas declaró ilegal al movimiento islamista y lo acusó de dar un golpe de Estado.

5) Buscó reanudar el proceso de paz con Israel con el apoyo de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos. Participó en la conferencia de Annapolis en noviembre de 2007, donde se comprometió a negociar con el primer ministro israelí Ehud Olmert los asuntos centrales del conflicto, como las fronteras, los refugiados, Jerusalén y la seguridad.

Las elecciones previstas para 2009 fueron pospuestas indefinidamente debido a las divisiones internas entre Fatah y Hamás, que controla la Franja de Gaza desde 2007. El 15 de enero de 2021, Abbas anunció la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales para el 31 de julio de 2021, tras las elecciones legislativas del 22 de mayo del mismo año. Estas serían las primeras elecciones palestinas en 15 años.

Las elecciones presidenciales y legislativas del 2021 no se celebraron como se tenía previsto por varias razones. El presidente Abbas anunció el 29 de abril que aplazaba indefinidamente las elecciones. Algunas de las razones fueron las divisiones internas entre Fatah y Hamás, que no lograron acordar un marco legal y político para los comicios; la falta de confianza en el sistema electoral y la transparencia del proceso; y la situación sanitaria por la pandemia de covid-19.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.