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Cambio climático y la metáfora del cáncer

Fuentes: Rebelión

Se ha dicho muchas veces que el hombre, y la mujer, son un cáncer para el planeta. Es una metáfora que a simple vista parece muy acertada. Sin embargo, el primer problema que encuentro es pensar en el cáncer como una sola enfermedad cuando, más bien, son multitud de enfermedades distintas. Tendríamos que hablar de […]

Se ha dicho muchas veces que el hombre, y la mujer, son un cáncer para el planeta. Es una metáfora que a simple vista parece muy acertada.

Sin embargo, el primer problema que encuentro es pensar en el cáncer como una sola enfermedad cuando, más bien, son multitud de enfermedades distintas. Tendríamos que hablar de cánceres.

Para simplificar la metáfora, elijamos un tipo concreto de cáncer. Uno de los menos mortíferos, estadísticamente, es el cáncer de vejiga. De esta forma se nos equipararía a células que se hallan en la mucosa de la vejiga y parte de las cuales (occidente), en un momento dado (la revolución industrial), comienzan a actuar rápidamente contra el cuerpo (en su zona).
El objetivo terapéutico será erradicarlas y evitar que se expandan por el resto del organismo.

También es una metáfora adecuada cuando se trata de clasificar a las personas afectadas. Observemos que hay personas con cáncer de vejiga que han fumado, han bebido, han sido sedentarios, etc. Estos podrían representar al ciudadano medio occidental, que obtuvo beneficios materiales a cambio de generar la situación insostenible. Seguramente hubo gente a su alrededor que les advirtieron sobre lo inadecuado de su comportamiento para su propia salud. Y, seguramente, ahora esas mismas personas sufren por su enfermedad (si eran amigos o familiares). Pero también puede suceder que la persona que se ve afectada por la enfermedad no haya realizado, directamente, conductas de riesgo y que la enfermedad le haya sobrevenido por motivos indirectos, como un fumador pasivo o por estar sometido a cancerígenos sin tener conocimiento de ello (1). Aquí veríamos representados, por ejemplo, a la mayoría de los afectados por el cambio climático en África, Asia y Latinoamérica que no han contribuido a la insostenibilidad del planeta, que no han obtenido nada a cambio pero que, igualmente, están afectados (concretamente lo están mas).

Si no se aplicó tratamiento o si éste no obtuvo el resultado esperado, la metástasis (la expansión de las células cancerígenas) generalizará la enfermedad y podría dar lugar a la muerte de la persona (el planeta).

Y es aquí donde, definitivamente, la metáfora del cáncer se inválida. Frente al resultado que las células cancerosas ostentan (la muerte del cuerpo), con el cambio climático facilitado por la actuación humana (o con una conflagración nuclear mundial) no morirá el planeta. El crecimiento de las células cancerígenas (el ser humano dentro del sistema económico capitalista), en este caso, acabará con las propias células cancerígenas y sus células hermanas… no estoy seguro que Marx conociese el poder predictivo real de sus vaticinios. Habrá una intensa muerte de biodiversidad concentrada en un corto periodo de tiempo, pero el planeta volverá a generar vida, volverá a su hiperdiversidad, con nuevos sistemas biológicos. Somos unos minutos, unos segundos del planeta.

Resulta, pues, algo pretencioso y antropocéntrico hablar de salvar el planeta. Pachamama está triste, pero no por ella sino por nosotros. Mas bien, pensemos en salvar a nuestros nietos, quizá a nuestros hijos.

(1) No olvidemos que el pasado 13 de diciembre de 2006, la Unión Europea ha sacado adelante un paquete legislativo en el que autoriza el uso de productos cancerígenos por su «beneficio socioeconómico» (aunque existan sustancias alternativas menos nocivas), cediendo a la presión de las empresas químicas y dejando al registro Reach en una posición de inutilidad práctica.

Manuel Caminante
[email protected]