Recomiendo:
0

Uruguay

Camino a un sistema nacional de cuidados

Fuentes: SEMlac

Montevideo, abril (Especial de SEMlac).- 2012 será un año bisagra en la construcción de una política nacional de cuidados en Uruguay, que estará dirigida a aquellas personas que no pueden valerse por sí mismas o con déficit en su autonomía cotidiana, por lo cual se espera también un impacto en la autonomía de las mujeres, […]

Montevideo, abril (Especial de SEMlac).- 2012 será un año bisagra en la construcción de una política nacional de cuidados en Uruguay, que estará dirigida a aquellas personas que no pueden valerse por sí mismas o con déficit en su autonomía cotidiana, por lo cual se espera también un impacto en la autonomía de las mujeres, mayoritariamente ocupadas hasta ahora en la tarea no remunerada del cuidado.
Este año comenzará la producción normativa necesaria, adelantaron a SEMlac fuentes del Ministerio de Desarrollo Social, al tiempo que se llevarán a cabo las primeras propuestas piloto.
Estas se dirigirán a las tres poblaciones definidas como «dependientes» y que, por tanto, requieren de cuidado: primera infancia (0 a tres años), personas en situación de discapacidad y adultos y adultas mayores.
Actualmente estas poblaciones ya reciben cuidados, aunque la prestación se encuentra fundamentalmente sostenida por las familias, sea asistiendo ellas mismas o contratando los servicios fuera del hogar.
Los maternales, las guarderías, la contratación de personal para el cuidado en el hogar de ancianos, niñas y niños, y personas en situación de discapacidad, las conocidas «casas de salud», son ejemplos de ello.
Sin embargo, cuando el servicio no es contratado en el mercado y el cuidado se resuelve al interior de las familias y quienes llevan la mayor carga en la responsabilidad sobre otros integrantes son las mujeres.

Cifras y representaciones
Según el módulo sobre «uso del tiempo y trabajo no remunerado en Uruguay», incluido en la encuesta continua de hogares que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE), 91 por ciento de las personas de 14 años y más realizan trabajo no remunerado.
Mientras las mujeres llevan adelante trabajo no remunerado en 96 por ciento de los casos, entre los hombres el porcentaje es de 85.
A su vez, la disparidad de género en el uso del tiempo se manifiesta en las horas que ellas y ellos dedican semanalmente al trabajo no remunerado. Según la encuesta, 36 horas en el caso de las mujeres y 16 en el de los varones.
Por otro lado, del volumen global de trabajo que se realiza en Uruguay casi la mitad (49 %) corresponde al ámbito de los hogares, y es tiempo que está fuera de las relaciones de mercado.
En el caso de las mujeres, algo más de un tercio del tiempo de trabajo es dedicado a labores remuneradas, mientras que dos tercios lo dedican a las no pagadas. En los varones las cifras se invierten, asegura el informe.
Aún siendo así, la encuesta nacional sobre representaciones del cuidado, realizada por la Facultad de Ciencias Sociales y el Instituto Nacional de las Mujeres, de la que se presentaron algunos avances en 2011, asegura que las propias mujeres -y también los hombres- visualizan que no son ellos quienes deben suministrar cuidado, aunque sí garantizarlo.
Un 57 por ciento de las mujeres encuestadas y 54 por ciento de los varones consideran que «las madres están obligadas a cuidar personalmente de sus hijos menores de un año durante todo el día».
Por otra parte, tanto la mayoría de varones como de mujeres encuestadas (62% en cada caso) contestaron que los padres «están obligados a garantizar que sus hijos menores de un año estén bien atendidos, pero no es imprescindible que participen directamente en el cuidado».
Datos similares se desprenden de la consulta acerca del cuidado de personas mayores.

Actuar y transformar
El director de Política Social del Ministerio de Desarrollo Social, Andrés Scagliola, sostiene que la política de cuidados tendrá una doble función.
El funcionario dijo a SEMlac que el sistema deberá responder a ciertos cambios a nivel social y de los arreglos familiares, pero también promover transformaciones en las concepciones de cómo deben dividirse estas tareas dentro del hogar.
Se trata, en cierta medida, del equilibrio entre responder a las necesidades y hacer «pedagogía», elementos que, para el entrevistado, siempre están en juego en la política.
De hecho, explica, el sistema de cuidados busca no solo brindar soluciones para aliviar la carga que hoy llevan las mujeres en las familias, brindando, entre otros, servicios domiciliarios en este terreno. Se propone, además, «expandir los límites» de lo que la sociedad considera adecuado en cuanto al tema.
El director argumenta que, al instalar un sistema de cuidados y comenzar en 2012 con algunas propuestas piloto, «como sociedad estamos diciendo: este tema también lo vamos a resolver colectivamente». Ya no será un asunto interno de las familias.
Según expresó a SEMlac, la política también «redefinirá lo no tolerable en relación con las inequidades en la división sexual del trabajo», pues el Estado es el que dice: «no vamos a tolerar más las diferencias entre hombres y mujeres a la hora del cuidado de los demás. Y no vamos a tolerar más que las mujeres tengan que dejar de estudiar o trabajar para cuidar».
La división inequitativa de los cuidados tiene consecuencias en el desarrollo de otros aspectos vitales para las mujeres, incluida la garantía del ejercicio de sus derechos. La propia encuesta sobre uso del tiempo demuestra que se trata de la asunción de una tarea no remunerada que obstruye las posibilidades de autonomía económica, entre otras.
«Después habrá que ver cómo se concreta, pero esta es la gran definición» que orienta al sistema, asegura Scagliola.

Trabajo colectivo
Hay un interés particular en garantizar la sustentabilidad de los acuerdos, precisó el director y coordinador del grupo de trabajo, compuesto por integrantes de todos los ministerios del gabinete social, que reúne a las carteras del área social, además de las de economía y seguridad.
El equipo encargado de la construcción y definición de la política comenzó a trabajar en 2010 y, tras una larga discusión interna, llevó el debate el año pasado a todo el territorio nacional.
Fueron consultadas unas 3.000 personas, en muchos casos en representación de instituciones y organizaciones sociales, respecto a cómo deben garantizarse los cuidados.
Luego de recogidas las propuestas, este año el grupo de trabajo coordinado por el Ministerio de Desarrollo se propone implementar, en modalidad piloto, propuestas de cuidados para las tres poblaciones definidas como beneficiarias.
El interior del país concentrará los tres tipos de propuestas, lo que permitirá evaluar y readecuar su diseño para próximas etapas. También se irán construyendo las normas que darán formalidad al sistema y se desarrollarán los primeros cursos de capacitación para quienes se dedican al cuidado.

Horizonte ¿lejano?
Scagliola dijo a SEMlac que si se desarrolla un sistema de cuidados que «no altere los vínculos dentro del hogar, en cuanto a la distribución de la tarea del cuidado», podría hablarse de un fracaso de la política.
A su entender, «se puede desarrollar un sistema de cuidados que deje intocada esa distribución», pero se aspira a otra cosa. El objetivo, afirma, es «no sólo garantizar los cuidados, sino además hacerlo dentro de un proceso más amplio de transformación cultural de qué es lo que se espera de un hombre o de una mujer, de un hogar y de una sociedad, en relación con los cuidados.»
Un informe elaborado por la organización «Red Género y Familia», junto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas, considera que esta política debe tener en cuenta que los cuidados se refieren a dos tipos de derechos: a ser cuidados/as y a cuidar en condiciones de reconocimiento y dignidad.
El documento da cuenta de que en Uruguay coexisten políticas de protección social que responden a diferentes lógicas, «lo que redunda en servicios parciales, fragmentados y de cobertura insuficiente en cantidad y calidad».
En este sentido, la construcción del sistema por parte de todos los ministerios involucrados debería tener efectos en la unicidad de su abordaje y resultados.