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Caminos de libertad: sobre lo posible y sus ritmos (I)

Fuentes: Gara

Prefacio o postfacio. Este pequeño prefacio es, en realidad, un postfacio porque lo escribo después de haber escrito los dos artículos (I y II) que ahora doy a GARA. «Algo se mueve, ¡aleluia!», es la exclamación que podría resumir mi ánimo de hoy a la hora de escribir esta presentación. Contra mi hipótesis de un […]

Prefacio o postfacio. Este pequeño prefacio es, en realidad, un postfacio porque lo escribo después de haber escrito los dos artículos (I y II) que ahora doy a GARA. «Algo se mueve, ¡aleluia!», es la exclamación que podría resumir mi ánimo de hoy a la hora de escribir esta presentación.

Contra mi hipótesis de un posible PSOE de nueva factura -o de un partido socialista renovado que surja en sus filas- se alzan, ya lo sé, los berridos «nacional-españoles» que siguen emitiendo, y ahora han reiterado, los rubalcabas y sus consortes en el poder que impiden escuchar las voces de muchos socialistas inteligentes y honestos, algunos en los niveles dirigentes y muchos en sus bases, aunque unas pocas de esas voces, más o menos tímidamente, ya empiezan a oírse y a mí me gustaría que también a ser oídas.

Cuando escribo esta nota (7 de setiembre, 2010), en el campo de la izquierda acaban de aparecer opiniones clarividentes que llegan de sectores tan distintos como el que ocupa Brian Currin en el campo mundial y el que ocupan honestos periodistas que ya gozan de gran prestigio como las de Iñaki Iriondo y Floren Aoiz; opiniones estas dos, publicadas también en GARA, que yo suscribo en su totalidad, la primera en cuanto que es una feliz sátira de la consigna preprogramada de la «insuficiencia» del reciente comunicado de ETA; y la segunda en cuanto que es un desvelamiento de las interioridades reales y verdaderos objetivos, no confesados, de la «guerra antiterrorista» (condenas incluidas) que el Poder quiere «vendernos» y que las personas honestas e inteligentes, que por serlo no comen en ese pesebre ni en ningún otro, se niegan lógicamente a «comprar». Yo añadiría mi propia exclamación a esas propuestas de «guerra contra el terrorismo» enmascaradas de fervientes apuestas por la paz; y esta exclamación sería muy sencilla: «¡A otro perro con ese hueso!», porque muchas de esas gentes que se presentan con aire de inocentes humanistas deseosos de paz, la verdad es que sienten muy poco entusiasmo por aportar su granito de arena a esta gran tarea de la paz, y hasta se diría que lo que sienten es una gran inquietud, y hasta terror -¿hay un «terrorismo de la paz»?, ¿la paz es una noción terrorista?- ante la posibilidad de que la paz llegue a ser un hecho que acabe con su chiringuito político actual. Sin embargo están ocurriendo cosas importantes en la línea de que se abran caminos para las nuevas libertades. Y vamos a nuestros artículos, que empiezan así:

Estaba yo meditando aún sobre el tema de mi reciente «Modesto Plan de Paz», publicado en GARA, cuando he recibido una breve carta que me ha hecho reconsiderar algunos matices de este problema. El autor de este mensaje es un patriota vasco a quien tengo en gran consideración, entregado durante toda su vida a tareas intelectuales y políticas que apuntan hacia el objetivo de la libertad de su país; y en él valora muy positivamente mi Plan, advirtiendo, eso sí, la ironía que pueda observarse en mi planteamiento. Ello me mueve a estimar la importancia que tienen esos matices para evitar que lo que haya de ironía en mi escrito pueda inclinar a cierto escepticismo que puede darse si nos planteamos como objetivamente insalvable y resistente a todo cambio el actual «cerrilismo» de la mayoría de los ciudadanos españoles que tienen voz y voto, con quienes habría que contar, claro, para que pudiera ponerse en marcha nuestro Plan sobre el llamado «problema vasco» que, en realidad, como ya se ha dicho lúcidamente hace tiempo, es «un problema español», y muy complejo ciertamente. ¿Es una fantasía pensar que en España puede «surgir» y desarrollarse un planteamiento autocrítico y radical en esa línea? Ciertamente ese «cerrilismo» parece, hoy por hoy, una posición cerrada y mayoritaria de la población española, de manera que nuestro Plan quedaría abortado ab initio, y, de ser así, ¿para qué seguir lucubrando sobre ello?

Pero vamos a lo que vamos; y es que resulta que se puede tener alguna confianza en que se produzcan hechos tan inesperados y hasta «imposibles» como los que tendrían que darse para que nuestro Plan se pusiera en marcha, y que las voluntades populares vasca, catalana y gallega digan claramente lo que tengan que decir para que una situación tal salga a la luz y entonces estas tres naciones administradas (dos de ellas básicamente, desde hace mucho -se diría que «desde siempre»-, por los estados español y francés) puedan alcanzar en un futuro más o menos previsible su soberanía plena, o sea, su independencia, que siempre será «relativa» porque la realidad de la Historia es un juego de «relaciones» de una índole o de otra.

Volviendo ahora a lo del cerrilismo, es decir, al pensamiento «cerril» que Lenin definió como el «chauvinismo de gran potencia», la base teórica de mi Plan reside en el hecho, que creo fácilmente verificable, y ya verificado por el marxismo («materialismo histórico»), de que en la Historia y en la Naturaleza se producen «saltos» («salto cualitativo»), a pesar de que Leibniz afirmara, y además lo dijera en latín, que «natura non facit saltus».

Refiriéndonos sólo a episodios históricos próximos en el espacio y recientes en el tiempo, encontramos ejemplos que documentan lo que estamos diciendo; de manera que se puede pensar seriamente que en España puede «nacer», si no es que está naciendo ya, una pléyade de nuevos líderes para una izquierda española renovada, incluyendo en ella a un PSOE que superara sus actuales vergüenzas y dependencias de las derechas más recalcitrantes, y que entonces sería capaz de aceptar y asumir la necesidad de proceder a una reforma de la actual Constitución española (que fue escrita bajo el temor a los espadones del franquismo), lo que haría posible la paz, «hoy imposibilitada pero no imposible». El «chauvinismo de gran potencia» es en Francia tan o más cerril que el español, y sin embargo en su marco el General De Gaulle -un gran espadón y muy de derechas, pero inteligente- renunció a imponer la «pacificación» de aquellos territorios y fue capaz de abrir paso a la paz entre Argelia (la nación argelina, su pueblo) y Francia, a pesar de los berridos de esa «pacificación», que vociferaban «Algérie française». En cuanto al PSOE, podemos recordar, en honor a su memoria, la herencia de Pablo Iglesias, que supo -y lo hizo- analizar correctamente el conflicto en Marruecos, y los intereses «españoles» implicados en él.

Sobre el tema de la posibilidad de ciertos procesos históricos ha sido notable un artículo firmado por Txetxu Aurrekoetxea, de EA, en este mismo diario, en la misma fecha que mi Plan, y titulado «Una declaración de paz sería posible», afirmación que es muy cierta, con la única condición -y ahí puede residir el problema- de que las formaciones de la izquierda abertzale, que nunca han perdido su legitimidad, recuperen su legalidad, para lo que, así mismo, habría que superar el obstáculo del cerrilismo al que antes nos hemos referido.

Así pues, esa declaración es posible, en efecto, una vez resuelta su condición política previa -un Parlamento con la suficiente presencia independentista-; y entonces esa declaración se enfrentaría seguramente a un proceso que habría de conducir o no, según las leyes democráticas (en el caso, cada vez más raro, de que éstas fueran respetadas por el «Poder democrático»), a la independencia de estas naciones hasta hoy «provincializadas». Aquí, en el mejor de los casos, viene a cuento el tema de la distancia que, históricamente, se produce entre las «declaraciones» de independencia («Gritos» en la terminología cubana del siglo XIX), y la instauración de esa independencia en la realidad histórica. Por ejemplo, en Cuba, entre el «Grito de Yara» (Céspedes), sin duda glorioso, y la independencia de Cuba con relación a España, pasaron treinta años, y eso con el apoyo militar estadounidense y en tiempos en los que el viejo Imperio español se había desmoronado y el Estado español, exangüe, era poco más que un recuerdo ruinoso del pasado.

Ahora por cierto se está conmemorando el Bicentenario de los «Gritos» que se dieron -de las declaraciones de independencia que se hicieron- en la América Latina por la independencia de aquellos países, y es de recordar que Bolívar estimó como primera declaración de independencia de aquellos países la carta que en el siglo XVI le escribió Lope de Aguirre al Rey Felipe II en el siglo XVI. Hasta los menos estudiosos de estos temas sabemos que entre las «declaraciones» de hace unos doscientos años y las independencias respectivas hubo procesos de lucha muy largos y muy complejos.

Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20100920/221536/es/Caminos-libertad-sobre-posible——–ritmos-I