Recomiendo:
0

Caridad, justicia, Cajas de Ahorro y la Europa del bienestar

Fuentes: Rebelión

Tras discutir amigablemente en la barra de un restaurante con un docto hebreo que porfiaba respecto a que los conceptos de Caridad y Justicia eran equivalentes, dado, entre otras cosas, a que en su lengua se utilizaba la misma palabra para definirlos, tuve curiosidad por ver que decían nuestros diccionarios al respecto. De los cuatro […]

Tras discutir amigablemente en la barra de un restaurante con un docto hebreo que porfiaba respecto a que los conceptos de Caridad y Justicia eran equivalentes, dado, entre otras cosas, a que en su lengua se utilizaba la misma palabra para definirlos, tuve curiosidad por ver que decían nuestros diccionarios al respecto.

De los cuatro diccionarios consultados para definir las palabras que encabezan este escrito, y aunque todos coinciden en lo básico, me quedo con lo expresado por el Aristos de 1943, por su concisión y claridad, que señala:

«Caridad»: Amor al prójimo // Limosna.

«Justicia»: Virtud que inclina a dar a cada uno lo que es suyo // Derecho, razón, equidad // Pena o castigo público // Tribunal o ministro que ejerce justicia.

El movimiento social que hizo emerger las Cajas de Ahorro en España en las últimas décadas del siglo XIX provenía más del concepto de «justicia» que del de «caridad» puesto que se pretendía permitir a las clases populares el acceso al crédito y a los sistemas de ahorro y consiguientes pensiones. Acceso que hasta ese momento tenían prácticamente vetado puesto que la Banca se dedicaba a financiar operaciones de personas que teniendo ya posibles, es decir, siendo solventes, necesitaban crédito para ampliar sus negocios o mejorar sus propiedades. Así pues las Cajas nacieron más con un afán justiciero y equitativo que financiero, de ahí que fueran las que canalizasen los fondos de la que fue la simiente de la actual Seguridad Social, lo que se llamó el Retiro Obrero. Las Cajas recaudaban, no sin grandes dificultades, la cuota patronal y premiaban el ahorro de los obreros a fin de que al terminar éstos su periodo laboral, tuvieran unos ingresos que les permitieran vivir dignamente. Su afán equilibrador de la sociedad les indujo a iniciar los préstamos a pequeños labradores que deseaban adquirir las tierras que laboreaban, así como a artesanos que querían mejorar sus incipientes talleres. Sus funciones de transformación social pasaron por conceder facilidades crediticias especialmente primadas a Ayuntamientos y Concejos para mejorar la Sanidad, tales como: traída y potabilización de aguas, encalado sanitario de paredes, instalación de consultorios médicos, enfermerías, lavaderos comunitarios,…; Para mejorar la Educación: levantamiento de escuelas, comedores infantiles, colonias de verano (Tanto los comedores como las colonias tenían como función pareja a la educativa, la nutricional puesto que las clases populares de aquellos, no tan remotos, tiempos apenas podían cubrir los mínimos de alimentación y vestido de sus hijos) y también para financiar las incipientes economías mediante la construcción de accesos tales como carreteras, ferrocarriles, apeaderos, tendidos eléctricos, «casas baratas» etc. etc. (Pensemos que los ferrocarriles iniciaban entonces su inmersión en la España profunda, que el asfalto no llegó hasta principios del siglo siguiente, el XX, y que la vivienda española era lo que hoy denominaríamos tercermundista).

La monarquía borbónica era un excelente caldo de cultivo para el cainismo social: la clase de latifundistas y grandes hacendados de la industria y los negocios campaban a sus anchas sobre las clases populares que -a raíz de ello- carecían de casi todo. De ahí la necesidad social de esa palanca justiciera de las Cajas de Ahorro como contrapunto al canibalismo social imperante. La llegada de las Cajas de Ahorro no dejó de estar también apoyada por un sector importante de la llamada «gente bien» unos por simple caridad y otros -más intelectuales- por liberalidad (Que hoy llamaríamos justicia socializadora). La llegada de La República tuvo efectos potenciadores para Las Cajas de Ahorro y su función social. Ellas fueron, mediante las actuaciones antes comentadas, verdaderas palancas del cambio social hacia la creación de las Clases Medias.

Clases Medias que ya existían en la Europa inglesa, alemana o francesa puesto que allí, las clases propietarias e industriales habían visto el lobo de las Revoluciones Liberales –(Revoluciones que empezaron en 1820 en España pero fructificaron a raíz de la francesa de 1830 y se propagaron por Europa hasta 1848. En ellas confiaban Marx y Engels para arrumbar definitivamente el capitalismo. La palabra socialismo no figuraba todavía en el Diccionario de la Academia Francesa de 1835 y no comienza su uso común hasta la publicación de Los Miserables de Víctor Hugo en 1862)- y habían reaccionado favoreciendo los derechos sociales a un trabajo, una sanidad, una educación y una vivienda dignas. Además la Revolución Rusa de 1917 había venido a confirmar en toda Europa que las medidas socializantes eran un eficaz calmante de las tensiones sociales y una manera de poder «evitar lo peor» y seguir así con la industrialización y el colonialismo como factores de engrandecimiento del Capital.

No caigamos en la ingenuidad de creer que La Europa del Bienestar nace de un sentimiento altruista de las clases dominantes (Industrial, financiera y propietaria, por ese orden, entonces.), se trataba, simplemente, de un movimiento estratégico de defensa ante el imparable auge de las clases populares. Las cuales, con denodada lucha, consiguieron que se crearan viviendas populares en el Reino Unido y en Alemania; se crearan los sistemas públicos de pensiones y de sanidad; se montasen las redes de comunicaciones públicas de carreteras, ferrocarriles, canales etc. etc.. No nos engañemos, La Europa del Bienestar es un simple paso atrás en el bimilenario proceso de feroz explotación de la humanidad que los acumuladores de capital están llevando a cabo desde que se inventó el dinero moneda, hace ahora unos 2.500 años («El dinero fue un prerrequisito esencial para el paso de la economía natural a la especialización y división del trabajo» E. Víctor Morgan en Historia del Dinero, Ediciones Itsmo)

Paso atrás que, una vez caído el Comunismo Soviético en 1989, y desaparecido, por tanto, el «peligro rojo», los capitalistas mundiales -engrandecidos en tamaño gracias a la explotación colonial y a la preponderancia de las finanzas del apalancado mundo globalizado, y reducidos en número en virtud de sus alianzas y absorciones- han iniciado su recuperación mediante la política de desmantelamiento de la Europa del Bienestar. Ahora los des-gobiernos de todo el mundo potencian, auspiciados por la OMC, FMI y el BM, la competitividad por precio con independencia de los derechos laborales y de las consecuencias para la naturaleza circundante. De ahí que las producciones se trasladen de Europa, Usa y Japón a los países emergentes más tolerantes en materia laboral y ecológica. A resultas de ello las Clases Medias europeas han perdido poder adquisitivo, por una parte, en virtud de las deslocalizaciones industriales hacia países emergentes, que han minado sus fuentes laborales, y por otra parte, debido al desmantelamiento de sus derechos laborales y sanitarios que se ha producido para intentar frenar esas deslocalizaciones.

El mundo humano sigue su curso, como dijo Voltaire «los ambiciosos apenas tienen tiempo para razonar… Así es como van las cosas entre nosotros» Ahora la caridad, la limosna, vuelve a sustituir a la justicia de dar a cada uno lo que es suyo; ahora Las Cajas de Ahorro se reconvierten en Bancos perdiéndose así una oportunidad histórica de crear, con ellas, un gran Banco Público y, ahora, la europea Sociedad del Bienestar, en vez de exportarse al resto del planeta, se desmantela.   ¡Mandamases del mundo, que estáis a punto de culminar vuestra conquista de La Tierra, temblad cuando llegue el día de la razón!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.