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Carta a un amigo sirio que dijo «Si os oponéis al ataque de EEUU en Siria es que apoyáis al régimen de Asad»

Fuentes: Jadaliyya.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Mi querido amigo:

Te encuentras en Siria, en algún lugar de Damasco. En un principio participaste en diversas protestas en aras a un espacio más democrático en Siria; posteriormente, tras los primeros meses de 2011, luchaste para derrocar al régimen de Bashar al-Asad. He aprendido muchísimo de personas como tú, sobre tu país y sobre la naturaleza de las luchas que afrontáis. Has tenido que ver cómo la corriente iba en contra vuestra en dos frentes: primero, un entorno internacional que parecía estar en armonía con vuestros objetivos, pero que después resultó ser tan conflictivo respecto al «cambio del régimen» como seguro tú te sientes respecto al mismo; segundo, una oposición interna que parecía beber de los primeros manantiales de los levantamientos árabes del Norte de África en su multivalente diversidad pero que después quedó secuestrada por intereses imperialistas y por yihadistas radicales que consideras intolerantes y peligrosos. Como la política parece ir en contra de tu nacionalismo laico y liberalismo democrático, y como te sientes aislado en todos los sentidos, el advenimiento de un bombardeo por parte de EEUU te pareció ser un deus ex machina, un nubarrón tormentoso enviado por el mismo Zeus. Tal estruendo tronante sobre las endurecidas bases del poder militar quizá pudiera dejar sin aliento al régimen de Asad, posibilitando que gente como tú pudiera alzarse hasta la cima de una dinámica revolucionaria.

Pero la historia no te ofrece esperanza de éxito en pos de ese camino. De las alas del imperio sólo puede venir dolor. Intervenciones recientes, ya sea en Afganistán, Iraq o Libia, no han terminado bien para sus pueblos. El pasado mes de agosto, 804 personas murieron en Iraq, una cifra que rivaliza con las tasas de mortalidad de los peores momentos de la violencia sectaria. La situación de la seguridad en Libia es una tortura para su pueblo, los asesinatos y la violencia indiscriminada están a la orden del día. El pueblo de Afganistán y sus hermanos del Yemen se enfrentan a indecible miseria a causa de los asaltos nocturnos y los ataques con aviones no tripulados, con la ocupación arrasando cualquier obstáculo humano que se le ponga por delante.

EEUU y sus socios de la OTAN se dedican a hacer extraordinarias promesas retóricas en nombre de los derechos humanos y de la ayuda humanitaria que rara vez se traducen en la realidad. Dejemos a un lado el historial de derechos humanos de la misma OTAN, ya sea en su fase colonial o en el momento actual, porque sabemos que se dedica a bloquear de forma rutinaria las reglamentaciones internacionales sobre venta de armas y uso de armamento peligroso. Dejemos también a un lado los problemas internos de los derechos humanos en los países del Atlántico Norte, ya sea contra los inmigrantes o contra las clases trabajadoras. No vamos a detenernos ahora en ese tipo de cosas. Sólo vamos a considerar la forma en que la OTAN ha utilizado los «derechos humanos» en sus correrías militares.

En primer lugar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) afirma utilizar los «derechos humanos» como pretexto para hacer la guerra, pero se preocupa poco por un régimen de derechos humanos que incluya reconciliación de las partes y la investigación de la manera en que se han llevado a cabo las guerras. La OTAN fue a la guerra en Libia a partir de una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Cuando se le preguntó si iba a permitir que una comisión de la ONU investigara su campaña de bombardeos, el asesor jurídico de la OTAN, Peter Olsen, escribió en una carta de fecha el 15 de febrero de 2012: «Por consiguiente, solicitaríamos que, en caso de que la comisión decida incluir una discusión acerca de las acciones de la OTAN en Libia, su informe debe afirmar con claridad que la OTAN no atacó de forma deliberada a los civiles ni cometió crímenes de guerra en Libia». Los estados de la OTAN utilizaron una orden judicial del Tribunal Penal Internacional para ir a la guerra en Libia, pero desde entonces se han obstinado en su negativa a permitir que el TPI ejecute esas órdenes judiciales contra Saif al-Islam al-Qadafi (detenido en Zintan, Libia). Los estados de la OTAN han pisoteado el sistema de los derechos humanos, utilizando el lenguaje de tales derechos en favor de sus intereses regionales en vez de luchar por crear un sistema fuerte en beneficio del bienestar de los pueblos del planeta.

Si los estados de la OTAN son unos cínicos en su uso del lenguaje de los derechos humanos, se muestran igualmente penosos en su apropiación de la idea de la ayuda humanitaria. El Plan de Respuesta de Ayuda Humanitaria a Siria más reciente (SHARP, por sus siglas en inglés) de junio de 2013 muestra que hay ahora 6,8 millones de sirios que necesitan la atención de la ONU, incluyendo 4,2 millones de personas internamente desplazadas. De ellas, tres millones son niños, un millón de los cuales han tenido que huir de Siria. La ONU ha criticado a los gobiernos por su «lentitud a la hora de comprometer fondos» y más aún a la hora de entregar el dinero. En las frecuentes conferencias no deja de prometerse ayuda financiera a las agencias responsables de la ONU. Sin embargo, se ha entregado poco más de la tercera parte de las necesidades contenidas en el SHARP. Sólo se ha entregado el 1% de los once millones de dólares solicitados para alimento y nutrición de los refugiados sirios, y sólo se ha transferido el 3,7% de los 343 millones de dólares de la ayuda de emergencia no alimentaria. La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) informe que no ha podido atender el 65% de las necesidades de los refugiados sirios. Si los estados de la OTAN fueran realmente humanitarios, financiarían el traslado de esos refugiados de las zonas peligrosas a puertos seguros. Si los estados de la OTAN estuvieran realmente interesados en el humanitarismo, aumentarían los recursos financieros reales que entregan a los refugiados. Bombardear Siria hundirá en la penuria a mucha más gente.

EEUU dice que quiere bombardear Siria para castigar al régimen de Asad por utilizar armas químicas. Pero tengan en cuenta que probablemente utilizarán misiles Tomahawk, cuyas ojivas pueden ir o no cargadas de uranio empobrecido (UE). Es decir, EEUU castigará la supuesta utilización de armas químicas del régimen de Asad bombardeando Siria con un arma que la Asamblea General de la ONU ha pedido en cuatro ocasiones que se prohíba (sin poderlo conseguir a causa de los votos en contra de esas resoluciones de Francia, Israel, Reino Unido y EEUU). 155 países están preocupados porque el uranio empobrecido contamina las aguas subterráneas y provoca riesgos sanitarios y medioambientales para varias generaciones. EEUU utilizó ese armamento en Iraq, donde un estudio de 2010 (Cancer, Infant Mortality and Birth Sex-Ratio in Fallujah, Iraq 2005-2009) halló que la tasa de malformaciones cardíacas era trece veces superior a la que se da en Europa, las deformidades del sistema nervioso en los recién nacidos eran treinta y tres veces superior a las de Europa, y la tasa de cáncer infantil era doce veces mayor que la existente antes de utilizar el UE en Faluya en 2004. Estas son las consecuencias de un bombardeo imperialista. Violará la ley pretendiendo mantener la ley. Utilizará elementos químicos peligrosos para protestar por el uso de elementos químicos peligrosos. Toda una hipocresía alrededor de las armas químicas, como el gas nervioso, que ha estado vendiéndole al gobierno de Asad durante los últimos tres años.

Formas parte de la rebelión siria, sientes que estás entre los líderes expatriados del Ejército Sirio Libre y las crueles fracciones de los yihadistas. Afirmas que el bombardeo estadunidense tiene como objetivo derrocar a Asad, pero ese no es precisamente el objetivo bélico de EEUU. Amenazó con actuar a finales de agosto sólo porque el Presidente Barack Obama cayó en la trampa de las «líneas rojas» el año pasado. Incapaz de actuar en forma alguna en 2012, amenazó con que actuaría si el régimen de Asad utilizaba armas químicas. Sus palabras volvieron a morderle (aunque todavía no tenemos certezas acerca de esas armas químicas). En respuesta, Obama decidió, antes de que el parlamento británico le bloqueara, lanzar una lluvia de misiles Tomahawk. El ejército estadounidense dice que los Tomahawks tienen un «efecto táctico limitado», lo que significa que podrían crear una destrucción aleatoria en Siria pero que no servirán para degradar la capacidad militar del régimen.

¿Por qué EEUU no ha estado dispuesto a lanzar una guerra aérea al estilo libio en nombre de los rebeldes de Siria? En primer lugar, porque el compromiso libio no funcionó como los estados de la OTAN pensaban: el caos reina por todo el país y el ataque contra el consulado estadounidense en Bengasi ha hecho que la clase política estadounidense se lo piense mucho antes de actuar en nombre de unos rebeldes cuyos puntos de vista políticos rozan el antiamericanismo. En segundo lugar, el caos en Libia es el precio que los estados de la OTAN están dispuestos a pagar mientras siga fluyendo el petróleo pero no los emigrantes. En el caso de Siria, es inaceptable el caos que amenaza a Israel y que permite que Hizbollah continúe obteniendo apoyo logístico de Irán. Es mucho mejor dejar que Siria se desangre y permitir que toda una vorágine de guerras intestinas encenaguen a Hizbollah y a los yihadistas que permitir que cualquier tipo de régimen islamista llegue al poder en Damasco. Israel prefiere a Asad antes que un dirigente de la Hermandad Musulmana siria (la Hermandad siria es mucho más radical que la Ijwan egipcia, e incluso ésta era ya demasiado para Tel Aviv). El compromiso de los estados de la OTAN con la caída de Asad es superficial. Su compromiso se centra más en debilitar a Irán y a Hizbollah, que es lo que motiva su cínica política. Asad no tiene nada que ver.

Todo eso está muy bien, me dices. ¿Qué alternativas tienes? ¿Esperas que pongamos nuestros sueños a dormir y volvamos al statu quo anterior?

Pero el statu quo anterior ya no es posible. Asad está debilitado, al igual que sus aliados de clase. Se jacta de ser un hombre que sabe que no tiene nada que perder. Lo que pueda pasar ahora no será una vuelta al viejo régimen. Será lo que las presiones desde abajo puedan producir como alternativa. Pero no va a llegar nada de naturaleza política si la violencia prosigue su marcha, una violencia que a finales de año habrá obligado a desplazarse al menos a diez millones de personas y habrá provocado 150.000 muertos. Ese baño de sangre es inaceptable, especialmente cuando no hay luz al final de ese largo túnel que va de Homs a Alepo, de Damasco a Hama. ¿Qué puede detener la violencia? El régimen no, que está dispuesto a luchar hasta el final. Ni los yihadistas, que saborean la victoria incluso cuando huele a sangre en tu boca. En el cinturón de la zona norte, la violencia se ha transformado de forma que Yabhat al-Nusra y el Estado Islámico del Levante e Iraq están en guerra con los comités kurdos de protección (YPG). Esa violencia, en la que el régimen de Asad no está implicado, hizo que casi cincuenta mil personas cruzaran un puente de pontones hacia Iraq en un fin de semana. Las cosas no se parecen en nada a antes de 2011. Esa es una realidad que todas las partes tienen que reconocer.

La crisis de los refugiados y de la ayuda humanitaria es muy grave. Ni el régimen ni los rebeldes quieren centrarse en este problema. Sólo piensan en la línea del frente.

Los vecinos de Siria están abrumados a causa de la crisis de los refugiados, que amenaza con transformarse y que se ha transformado ya, hasta cierto grado, en una crisis política. Los atentados con coches-bomba en Beirut y Trípoli son un indicador de esto último. El Líbano está en vilo. La monarquía jordana está en peligro. Iraq vuelve a las fisuras sectarias que trataba de ocultar. Hay ya 704.877 refugiados registrados en el Líbano, 517.168 en Jordania, 440.773 en Turquía y 155.258 en Iraq. Estos cuatro vecinos tienen la mayor parte de los 1,9 millones de refugiados. Si la región se tomara en serio un proceso político, tendría que empezar por lo más necesario y por donde pueda tener impacto: con un llamamiento a una Conferencia Regional para la Crisis de los Refugiados Sirios. La ONU debería patrocinar tal conferencia, que permitiría a los estados vecinos tener una plataforma formal donde empezar las consultas sobre su crisis común. En ese fórum podrían abordarse los aspectos prácticos de la ayuda, incluyendo la forma en que esos países van a poder afrontar el problema extra de otro invierno con los refugiados en albergues temporales. La brecha del 57% en la financiación a que se enfrenta el SHARP de la ONU deja a los sirios en una situación de gran vulnerabilidad ante a la proximidad del invierno. Una plataforma regional de estados miembros debería ayudar al Grupo de Coordinación Intersectorial de las agencias de la ONU.

Una Conferencia para la Crisis de los Refugiados Sirios necesitaría que los estados regionales, junto con los sirios mismos, aborden también los asuntos políticos porque serán los que más van a sufrir si la situación se sigue desestabilizando. Las raíces de la crisis no son los flujos de refugiados, que sólo son el síntoma, sino la violencia dentro de Siria. Cualquier Conferencia sobre la Crisis de los Refugiados Sirios tendrá que abordar finalmente la cuestión política, que implicará una serie de presiones regionales coordinadas sobre los actores en Siria, todos los cuales dependen de la región para apoyos logísticos de un tipo u otro, a fin de que se reúnan en torno a una mesa y elaboren un plan de desescalada de la guerra y renovación de un proceso político. Ninguna de las partes considera en estos momentos que esto sea posible, pero si los socios regionales son serios en su empeño, lograrán que las diversas facciones no tengan más opción que sentarse a la mesa. Si los estados regionales no hacen nada, se verán arrastrados al torbellino sirio, llevando a Bilad al-Sham [la Siria histórica] a la locura que se ha apoderado de su corazón.

La mía no es la política de los dos bandos de la batalla. Reconozco que estás en medio de una guerra civil y que lo que propongo te suena a rendición. Deseas luchar, con el punto de vista mesiánico de que finalmente vencerás al régimen de Asad. Pudiera ser, pero las posibilidades de lograr una victoria completa están tanto en contra tuya como en contra el régimen de Asad. Ninguno de los dos debería anteponer el sufrimiento humano a las posibilidades de triunfo. El imperio disfruta observando a los dos bandos de la batalla como ratones enjaulados que se debilitan el uno al otro para ventaja suya.

Siria se merece algo mucho mejor. Pero ahora la soga del nacionalismo sirio rodea el cuello del pueblo sirio, asfixiando tus sueños de soberanía y libertad. Una paz arbitrada junto con un proceso por una verdadera democratización garantizada por tus países vecinos reforzaría las posibilidades de renovar tus ambiciones nacionales. Todo lo demás llevará a la destrucción de tu país, su historia y su futuro. No estoy a favor de los patíbulos del Baaz, ni de las cámaras de ejecución de Yabhat al-Nusra, ni de las armas de la OTAN ni de los espíritus neoliberales de los regímenes del Golfo Árabe. Los seres humanos tienen mentes complejas y ambiciones aún más complejas. Somos nosotros, en la izquierda, quienes tenemos que impulsar esos deseos y no quedarnos atrapados en las decisiones del presente. Ni de este ni de aquel, sólo del futuro.

Para ti, amigo mío, un retazo de la poesía del gran poeta pakistaní de izquierdas Habib Jalib, los primeros versos de Dastur, de 1962:

«Dip jis ka sirf mehellaat hi mein jalay,   Chand logon ki khushyon ko lay ker chalay,   Wo jo saye main har maslihat kay palay;   Aisay dastoor ko,   Subh-e-bay noor ko,   Main naheen maanta,   Main naheen jaanta»  

Esa luz que brilla sólo en los palacios

Arrancando la felicidad del pueblo

Sacando su fortaleza de la debilidad de los demás

A esa clase de sistema

Al alba sin luz

Me niego

Me niego

Vijay Prashad es Profesor y Director de Estudios Internacionales en el Trinity College, Hartford. Su último libro publicado es Arab Spring, Libyan Winter (AK Press). Es también autor de Darker Nations: A People’s History of the Third World (New Press), con el que en 2009 ganó el premio Muzaffar Ahmed Book

Fuente original: http://www.jadaliyya.com/pages/index/13938/letter-to-a-syrian-friend-who-said_%E2%80%98your-oppositio