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Catalunya se va… a Europa

Fuentes: Rebelión

«Catalunya se va. Ya en espíritu, e inicia su camino como sujeto nacional hacia la soberanía plena. Nada será igual …ni para nosotros» (los vascos, se entiende). Este tuit (Twitter) que escribí a las 8 de la noche del 11-S, tras ver en directo por ordenador la megamanifestación de la Diada 2012, se retuiteó con […]


«Catalunya se va. Ya en espíritu, e inicia su camino como sujeto nacional hacia la soberanía plena. Nada será igual …ni para nosotros» (los vascos, se entiende). Este tuit (Twitter) que escribí a las 8 de la noche del 11-S, tras ver en directo por ordenador la megamanifestación de la Diada 2012, se retuiteó con profusión por catalanes -jóvenes la mayoría- y algunos. Creo que representa bien el momento histórico de Calalunya.

Profundamente disgustada por el cepillado del Estatut del 2006; intensamente decepcionada por la actitud anticatalanista de la opinión pública española animada desde algunos medios; totalmente cabreada por tener la 8ª posición en financiación pública estatal per capita; y gravemente humillada por tener que pedir el rescate al Estado…Catalunya se apunta a la marea genéricamente independentista y específicamente soberanista. O sea, decidir sobre lo que se quiere ser y convenga como nación. Este sentimiento es muy hondo en la generación joven. S e expresa en catalán; es espontáneamente catalanista y no tiene como propios los equilibrios de la Transición.

Hace 10 años la independencia no era ni contemplada por el seny catalán medio. Ahora la mitad de la población la propugna expresamente y es mayoría respecto a otras opciones. El problema no es de sujeto colectivo. Ya lo hay y es un punto de partida para el tablero político. El problema está más en la división de los actores políticos que la liderarían: cinco corrientes con origen en Esquerra, dos o tres visiones en el interior de CIU, dualidad clara en el PSC. Los catalanes ya repudian a malamadre España, o mejor, quieren ser ellos mismos, la nación catalana en Europa. Su vocación es tan plenamente europea que quieren ser el Estado 28. Largo y complicado proceso, ¡cierto!; pero ya se ha iniciado.

Artur Mas tiene un argumento contundente para exigir en el corto plazo lo menos (el pacto fiscal aliviador) como precio a pagar por el Estado para frenar lo más (la independencia). Pero esta marea no se detendrá ahí. Se inicia un curso inesperado en la historia de Catalunya y de España. Y ¡por qué no! también en la nuestra.

Catalunya no es un territorio cualquiera en peso económico en España -primera economía regional-, en relaciones comerciales internacionales, en imagen internacional con Barcelona como divisa y en madurez cívica. Cívicamente ha dicho que hasta aquí hemos llegado. Y no tiene nuestros estigmas de confrontación violenta ni de reivindicacionismo tozudo.

Plenamente mediterráneos, pacífico partenaire y negociador desde reglas escrupulosa y formalmente democráticas, siempre han velado por sus intereses con mano izquierda. Ello ha cuajado un catalanismo que va más allá de los nacionalismos clásicos y que es un activo de primera magnitud para tener mayorías sociales contundentes. No es nuestro caso. Ahora añaden un factor que recupera la tradición unitaria antifranquista. Vistas las limitaciones del juego político e institucional, la sociedad civil se articula en democracia participativa, movilizada, movilizadora y de presión en organismos con vocación unitaria -ello no impide los codazos- como la Asamblea Nacional Catalana. Y ello sin perjuicio del espacio decisorio del Parlament, como se comprobó ayer con la entrega de una carta reivindicativa a su presidenta.

Euskadi no ha tenido como modelo a Catalunya en estos años; ni había por qué en bastantes temas. Cabe envidiarle que en el tardofranquismo tuviera una unitaria Asamblea de Catalunya (1971) y, en cambio, nosotros una vanguardia armada épica con la que se identificaba bastante gente, pero también una sociedad civil muy activa. Recordad también que los partidos históricos estaban bastante ausentes.

En la Transición, Catalunya apostó por la Constitución y nosotros no. Nuestra mayoría institucional también apostó por el Estatuto pero vio la oportunidad de la «antigualla» del Concierto (muy doloroso al principio, beneficioso después) frente al modelo Pujol. Catalunya apostó con desigual y escaso éxito por liderar España (Roca i Junyent) y nosotros por hacer lo nuestro, paralelamente a una violencia persistente que nos desangraba y deslegitimaba. Con Ibarretxe desafiamos el centralismo y nos dieron el portazo, y para evitar mayorías institucionales que reflejaran las mayorías reales, ilegalizaron a un sector social entero y hemos vivido varios años en una ficción democrática que, en breve, se desvanecerá. Catalunya hizo los deberes con paciencia pero le negaron tres veces su Estatut hasta descafeinarlo mientras la teta catalana -no es la única, claro- era profusamente exprimida, a la par que denostada.

¿A cuál de las dos vías catalanas nos queremos parecer?. ¿A la de antes o a la de ahora.? La primera opción les ha ido mal a los catalanes a pesar de sus unanimidades. En nuestro caso es una mala opción repetir el camino de un nuevo estatuto, siguiendo procedimientos de «transversalidad» esterilizante que nos convierta en rehenes de las opciones que no quieren soberanía y desoyendo a las mayorías sociales. Y encima España no está preparada para ello y esa parte de nuestra clase política tampoco. Segunda opción, la que inaugura la Diada. Ya que nos adelantamos a los catalanes en lo del derecho de decisión y la consulta, lo normal sería retomarlo como el camino más democrático y colectivo, sin perjuicio de elaborar un documento que lo consagre desde una mayoría nacional vasca, a la que ¡ojalá! se sumen también los socialistas, aunque son ellos los que tienen el problema, y no los demás. Son muy importantes las próximas elecciones para tener un mapa estimulante.

Articular una alternativa real y de mayorías sociales es lo contrario a marear la perdiz incluso para abordar el lado social de las crisis múltiples. No son tiempos para perder más el tiempo tras el paréntesis artificial de estos últimos tres años.  

Ramón Zallo. Catedrático De la UPV-EHU

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.