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Causas de la reciente violencia de los colonos en Cisjordania

Fuentes: Fuente: Mondoweiss / Fotos: Qassam Muadi

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Los ataques violentos de colonos israelíes contra palestinos en Cisjordania se han disparado desde el 7 de octubre. Anteriormente, tanto 2022 como 2023 registraron cifras récord en la violencia colonial, pero la naturaleza de los ataques actuales es completamente diferente. Ahora, por primera vez en décadas, los colonos están expulsando a comunidades enteras de palestinos de sus aldeas.

Según las Naciones Unidas, los colonos israelíes han expulsado a alrededor de 1.200 palestinos de unas 25 comunidades rurales de toda Cisjordania, siete de las cuales fueron desalojadas por completo. Decir que este hecho no tiene precedentes históricos desde la guerra de 1967 sería quedarse corto.

En las últimas semanas, los colonos israelíes intensificaron sus ataques contra varias aldeas palestinas al este de Ramala. El 11 de abril, tras la desaparición de un colono adolescente cerca de la aldea de al-Mughayyir, cientos de colonos lanzaron una serie de pogromos contra las aldeas palestinas vecinas.

“Los colonos llegaron desde el asentamiento cercano de Shilo, en la colina, y empezaron a atacar los corrales de ganado en la llanura a las afueras de la aldea”, cuenta a Mondoweiss Abu Musa Bashir, residente de al-Mughayyir. “Entraron en el pueblo y empezaron a disparar contra las casas, matando a un joven que intentó defender la suya con piedras desde el tejado”.

“Durante dos días los colonos hirieron a docenas de personas, quemaron ocho casas, cinco establos y multitud de vehículos”, dijo. “Esta no es la primera vez que atacan al-Mughayyir, pero en los últimos meses ha aumentado la presión de los colonos sobre la aldea, y todo el mundo está aterrorizado”.

Una de las casas quemadas por los colonos en al-Mughayyir.

El lugar donde se produjeron los ataques no fue casual. Un adolescente israelí desapareció cerca de al-Mughayyir y posteriormente fue hallado muerto en la misma zona. Pero también atacaron las aldeas vecinas de Mazra’a Sharqiyyah, Turmusayya, Sinjel, Libban, Duma y Aqraba, extendiéndose desde el noreste de Ramala hasta el sureste de Nablus.

Esta línea de pueblos, que se extienden de norte a sur entre las dos ciudades, domina el valle del Jordán al este, en el límite de la presencia demográfica palestina semicontigua en el centro de Cisjordania.

Las tierras de estos pueblos se extienden por las laderas orientales del centro de Cisjordania, una cadena semiárida de valles y colinas que desembocan en el valle del Jordán. Los aldeanos palestinos solían cultivar estas laderas hasta 1967, cuando Israel declaró la mayoría de ellas zonas militares cerradas. También son los terrenos más fértiles de toda Cisjordania.

Durante generaciones, comunidades beduinas palestinas han vivido en estas laderas, moviendo el ganado por las colinas según la estación y utilizando el espacio para el pastoreo. Con ello han mantenido un estilo de vida secular autóctono de la región. Lo único que se opone a la anexión de estas tierras por parte de Israel son estas comunidades palestinas, razón por la cual los colonos y las autoridades israelíes las han ido expulsando poco a poco de forma gradual, como en el caso de la lenta limpieza étnica de la comunidad beduina de Ein Samiya en mayo de 2023.

Pero después del 7 de octubre todo cambió. Los colonos israelíes han expulsado a la mayoría de las comunidades palestinas los últimos seis meses. Y ahora se aclara el patrón geográfico de la violencia de los colonos en Cisjordania: están presionando para que se abandonen los pueblos palestinos que bordean el valle del Jordán.

Un legado de desplazamientos

El 12 de octubre dejó de existir la mayor comunidad beduina de las laderas orientales de Cisjordania central, Wadi Siq. Colonos israelíes armados invadieron la aldea al mediodía y dijeron a las familias palestinas que se marcharan y no regresaran nunca bajo amenazas de muerte.

Abu Bashar Ka’abneh, cabeza de una de las familias de la aldea y portavoz de la comunidad, atravesó la carretera israelí desde el valle donde se asienta la comunidad y se alejó menos de tres kilómetros hacia el oeste, instalándose con su familia y otras en tierras de la aldea palestina de Rammun.

“Procedemos originalmente del desierto de Naqab, al sur de la Palestina histórica”, declaró Ka’abneh a Mondoweiss. “Nuestros padres fueron expulsados de allí en la Nakba de 1948 y se asentaron en el extremo meridional de las colinas de Hebrón, el lugar conocido como Masafer Yatta”.

“El ejército de ocupación les obligó a marcharse de nuevo tras invadir el lugar en 1967 y se diseminaron a lo largo del valle del Jordán y las colinas orientales, a finales de los 70, mientras 0 familias se juntaron en Wadi Siq y crearon la comunidad”.

“En todo momento nos prohibieron construir, así que vivimos en tiendas y remolques porque todo el valle del Jordán y sus colinas forman parte del área C. Solo nos permitieron vivir allí, aunque con un montón de restricciones, hasta 2020.  Entonces los colonos comenzaron a hostigarnos, arrasando las tierras que rodeaban la comunidad con excavadoras, con la excusa de preparar un nuevo asentamiento y prohibiéndonos pastorear cerca de determinadas zonas, pero luego empezaron a ponerse más violentos”.

Familia beduina desplazada de las laderas orientales en octubre acampa en tierras de la aldea de Rammun, al otro lado de la “Carretera Allon”, donde solían vivir.

“Nos expulsaron a la fuerza; algunos colonos llevaban uniformes de reservistas del ejército. Otros entraron en las casas empujando a las mujeres y arrestando y golpeando a algunos hombres. Muchos fueron obligados a marcharse sin siquiera poder llevarse las ropas u otras pertenencias personales, y otros desaparecieron en el valle antes de llegar a la carretera”, dice Ka’abneh, recordando los angustiosos acontecimientos del pasado octubre. “Ahora estamos en la misma zona, técnicamente al otro lado de la carretera, pero ya fuera del área C”.

Los ataques de colonos a esta zona comenzaron a tomar un tinte sangriento en 2015, cuando colonos israelíes prendieron fuego al hogar de los Dawabsheh en la aldea de Duma, asesinando a toda la familia, incluyendo un bebé de 18 meses. El único superviviente fue un niño de 10 años, Ahmad Dawabsheh, que sufrió graves quemaduras.

Hace un año, en marzo de 2023, los colonos trataron de hacer lo mismo con una familia de agricultores de las afueras de la aldea de Sinjel, a medio camino entre Ramala y Nablus. Arrojaron objetos incendiarios al interior de la casa a través de una ventana. La familia, incluyendo ambos padres y tres hijos, escaparon por la puerta trasera en el último minuto, consiguiendo sobrevivir pero perdiendo su hogar.

Allon, Sharon y las nuevas fronteras

“Lo primero que destaca en la línea de las aldeas orientales es que se sitúan al borde natural del río Jordán”, dice a Mondoweiss Khalid Tafakji, experto en los asentamientos israelíes y exdirector de la unidad cartográfica de la Jerusalem’s Orient House. “Y lo primero que hay que recordar respecto a los asentamientos del valle del Jordán es el plan Allon de 1967”.

“El valle del Jordán tiene una importancia estratégica para Israel, pero no tiene nada que ver con la seguridad”, explicó Tafakji”. “El valle es un activo económico, allí están las tierras de mayor valor para la agricultura [en Cisjordania]. Sin ese territorio nunca podría existir un Estado palestino”.

“La expulsión de las comunidades palestinas de las laderas orientales asegura a Israel la interrupción de la contigüidad demográfica palestina, aislando el valle del Jordán del centro de Cisjordania, mientras que los propios pueblos pretenden ser la frontera», afirma Tafakji. Con ello, Israel pretende convertir las principales ciudades palestinas de Cisjordania, como Ramala, Belén y Yenín, en guetos aislados. “Esta era [también] la base del plan Sharon de los años noventa”, señala.

El exprimer ministro israelí y entonces ministro de Asuntos Exteriores, Ariel Sharon, diseñó un plan en la década de 1990 que complementaba el Plan Allon. Incluía la expansión de asentamientos entre la Línea Verde de 1949 y el valle del Jordán, en pleno corazón de Cisjordania, aislando el norte de Cisjordania de su centro. Esto se complementó más tarde con la implementación por parte de Sharon del muro de anexión en 2004, que atrapó a los palestinos en enclaves no contiguos y cerrados. Su frontera oriental era la línea de pueblos que dominan el valle del Jordán.

“Este era todo el propósito de dividir Cisjordania en las zonas A, B y C en los acuerdos de Oslo”, dice a Mondoweiss Jamal Jumaa, coordinador de la campaña palestina Stop The Wall. “El plan del muro sigue las líneas de división de Oslo, completando el proceso de aislar unas zonas palestinas de otras, con la única conexión entre ellas de una serie de túneles, puertas y puestos de control que harían prácticamente imposible la vida palestina como una entidad cohesionada en Cisjordania”.

“Pero era necesario expulsar a los palestinos que quedaban en el área C, y ahí es donde entra en juego la violencia de los colonos”, añade.

Familia beduina desplazada de las laderas orientales en octubre acampa en tierras de la aldea de Rammun, al este de Ramala, al otro lado de la “carretera Allon”, donde solían vivir.

Demografía y “cambio de política”

La demografía de los colonos israelíes en Cisjordania ha aumentado hasta superar los 600.000 israelíes judíos en los últimos años. Pero su presencia real en la zona C de Cisjordania, fuera de los grandes bloques de asentamientos, no ha crecido al mismo ritmo.

Según un estudio publicado por un grupo de investigadores israelíes de la Universidad de Reichman a principios de marzo, la política de asentamientos de Israel en la zona C habría “fracasado”.

Los investigadores sostienen que el ritmo de colonos israelíes que se asientan en dicha área es mucho menor que los que abandonan el área para trasladarse a las principales ciudades israelíes y bloques de pisos. Además, el estudio afirma que la población palestina ha seguido creciendo en el área C debido a las escrituras de propiedad familiar y a las altas tasas de natalidad.

Según este estudio, la ratio de israelíes frente a palestinos en el área C ha disminuido del 81% en 2010 al 58% de 2023. El estudio concluía con la recomendación de “dejar de invertir en un proyecto inmobiliario perdedor» y “cambiar de orientación” en Cisjordania.

“El cambio de orientación política podría explicar muchas cosas”, afirma Tafakji. “Incluida la violencia de los colonos, especialmente cuando éstos se han vuelto tan influyentes en la política israelí”.

“El hecho de que estas áreas tengan un valor especial no es ninguna coincidencia como tampoco lo es el hecho de que sean grupos de colonos aliados con políticos israelíes quienes organicen estos ataques”, recalca.

En Rammun, Abu Bashar Ka’abneh reflexiona sobre su expulsión del valle hasta el otro lado de la carretera Allon, que recibe su nombre por Yigal Allon, quien dibujó dicha línea en el mapa en 1967.

“Vinimos a este lado de la carretera porque vimos amenazadas nuestras vidas, pero no nos alejamos mucho”, señala. “He pasado toda la vida moviéndome a lo largo de las laderas orientales entre estas aldeas y Jericó. No me explico de qué modo esta carretera puede separarnos y convertirse en una frontera. Simplemente no tiene sentido”.

Mientras tanto, en al-Mughayyir, donde los aldeanos continúan haciendo recuento de las pérdidas sufridas tras el último ataque de los colonos, Bashir Abu Musa insiste: “Somos campesinos y nuestra tierra es parte de lo que somos”. “Podrán matar a todos los miembros de la aldea, pero no vamos a irnos a ninguna parte”.

El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente de la traducción.

Fuente: https://mondoweiss.net/2024/04/what-recent-israeli-settler-violence-in-the-west-bank-is-really-about/