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Cayucostar

Fuentes: Rebelión

A partir de ahora, cuando una empresa se decida a patrocinar un barco de regatas, sabrá que lo mejor que le puede pasar, en términos publicitarios claro está, no es que los suyos ganen la competición, para nada, si lo que se busca es promoción, lo insuperable es que el barco se hunda y sus […]

A partir de ahora, cuando una empresa se decida a patrocinar un barco de regatas, sabrá que lo mejor que le puede pasar, en términos publicitarios claro está, no es que los suyos ganen la competición, para nada, si lo que se busca es promoción, lo insuperable es que el barco se hunda y sus tripulantes sean rescatados en alta mar con grave riesgo para sus vidas. Con esto se garantiza la presencia continua de su logo en los medios de incomunicación de masas.

La prueba la hemos tenido estos días, con el cuasi-heróico rescate de los tripulantes de este carísimo barco con nombre de empresa de telefonía, que, al parecer, se encontraba en peligro de ser engullido por una tormenta. Los medios nos han mostrado, no si cierto dramatismo, cómo un rival holandés acudió en su auxilio. Todos, hasta el más escéptico (que si no soy yo cerquita le ando), hemos aplaudido tan emocionante acto de generosidad por parte de estos holandeses. Quién lo hubiera adivinado de un país de futbolistas, puteros y grifientos.

Ahora bien, qué hubiéramos pensado si a este barco se le acerca una patrullera de la Armada Británica, le deja algo ropa y comida, le hace un apaño con la avería y lo obliga a dar la vuelta: ¡Hala!, ahí te las entiendas, suerte en la vida y escribe cuando llegues a ningún sitio. Quien más, quien menos, consideraría una acción semejante como una salvajada impropia de seres humanos.

Algo así es lo que ha pedido el Parlamento canario (el Yellow Parlament) que se haga con los cayucos que se acerquen a las Canarias con personas (sí, esas cositas oscuras que traen son personas, diferentes de los europeos, aunque parecidillos al Michael Jordan o al Eto’o).

Me dirán que no es lo mismo, que estos señores tenían permiso para dirigirse a Gran Bretaña (otro día comentaré qué me parece que un país, o cualquier cosa, se llame a sí mismo gran) y que los subsaharianos, los negros de los cayucos vamos, nos están invadiendo y, lo que es peor, no tienen papeles.

Es verdad, no es lo mismo, con razón estos casos no son equiparables, pero no por la cuestión los papeles, el problema es que son negros y pobres, huyen de la guerra y la miseria, al contrario que los otros, millonarios y bien blanquitos todos. Por pobres ponen en riesgo nuestro nivel de vida, este exceso de equipaje con el que los europeos vivimos, europeos en medio del Atlántico junto a la costa africana, qué curioso.

Por negros van a suponer el fin de la supremacía blanca en las Canarias. Según me han comentado, esto incluso se ha escrito últimamente en algún panfletillo-periodicucho de las Islas que yo no leo, lo cual, como mínimo, es de risa en un país de habitantes mestizos hasta decir basta, ¿o de dónde vienen esos ricitos, esa piel tostada y esos ojos negros (no los quiero ver llorar)?