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Comunicado de CO.BAS ante la firma del Acuerdo para la Negociación Colectiva

CCOO y UGT renuevan por sexto año consecutivo la paz social con los empresarios

Fuentes: Rebelión

La burocracia de los dos mayores sindicatos ha firmado con la patronal el Acuerdo para la Negociación Colectiva (ANC-2007), con la voluntad expresa de seguir renovándolo en años venideros.

Tras la firma, el periódico de la patronal, «Cinco Días», se deshacía en elogios hacia los sucesivos ANC, que «han desterrado las huelgas laborales y ha proporcionado la etapa más larga de paz social que se recuerda en España».Añadía, con respecto al ANC-2007, que «este año el acuerdo tiene un tono incluso más moderado que en ejercicios pasados». No por nada, Cuevas, el presidente de la CEOE, en el discurso de despedida, no dudó en expresar su «agradecimiento y reconocimiento a los dirigentes de las organizaciones sindicales, con los que he compartido esperanzas, fracasos y desasosiegos (…) Este agradecimiento no es sólo mío, sino de todo el empresariado español».

Por su parte, Fidalgo, máximo dirigente de CCOO, amigo de Aznar y Rajoy, manifestaba en el mismo acto, que su firma era un «homenaje» al jefe de la patronal, al que «debemos estar agradecidos por su larga y generosa entrega». En términos parecidos se expresó el secretario general de UGT, Méndez.

EL ANC-2007

El ANC-2007 es -en palabras de Fidalgo- «un regalo para la economía y la sociedad española», léase para la patronal y las finanzas. No en vano, el Acuerdo consagra un año más la «moderación salarial», en virtud de la cual los salarios han venido perdiendo poder adquisitivo durante los últimos ocho años, siendo hoy el salario medio real (descontada la inflación) igual al de 1997 (Fuente: IESE/ADECCO). o­nce millones de trabajadores, casi el 60%, ganan actualmente menos de 1.000 euros al mes y, de ellos, casi cinco millones no alcanzan el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), de 570,6 euros mensuales (Fuente: INE).

El ANC-2007 llama a avanzar en la implantación de la «retribución variable», en detrimento de la fija, de manera que cada vez haya más parte del salario dependiendo de «objetivos». El Acuerdo reitera también que hay que ir más lejos en la flexibilidad laboral. Como dice el periódico Cinco Días, el ANC ha de favorecer «acuerdos de empresa para comprometer a los trabajadores con los objetivos de cada compañía y remunerar a cada cual según su desempeño, con plena movilidad interna en la plantilla».

El ANC-2007 llama a los patronos interesados a que aprovechen las generosas subvenciones de la última reforma laboral para aumentar los contratos indefinidos «baratos» (después de todo, si cuando se acaba la subvención echan al trabajador a la calle, la indemnización les saldrá más barata que las subvenciones recibidas). También se comprometen en el Acuerdo a promover los planes privados de pensiones (en cuya administración, por supuesto, untará el pan la burocracia sindical). Sobre los temas de igualdad de la mujer trabajadora -como la CEOE está en contra- el ANC no señala medida alguna, más allá de las referencias al desarrollo de la ley.

En paralelo al Acuerdo, también han anunciado que van a negociar cómo llevar a cabo la privatización del INEM, generalizando las agencias privadas de colocación y potenciando aún más las ETT.

Una politica criminal para los trabajadores…y fabulosa para el capital

Los resultados prácticos de esta política entreguista han sido y son extraordinarios para los empresarios, que están obteniendo beneficios récord año tras año (¡¡en 2006 el aumento de las ganancias de las grandes empresas no financieras fue del 33% y en el caso de las financieras del 42%!!). Para los trabajadores y trabajadoras las consecuencias son, por el contrario, nefastas. Ya hemos mencionado antes la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Abundando en ello, desde el año 1999, los salarios han perdido tres puntos en el reparto de la llamada Renta Nacional, en favor de los beneficios empresariales: en sólo seis años 30.000 millones de euros (¡¡cinco billones de pesetas de las antiguas!!) han sido transferidos de los bolsillos de los trabajadores a los de los capitalistas.

Desde el año 1997 que burócratas sindicales, patronal y gobiernos hablan de «luchar contra el exceso de temporalidad en los contratos». Pero la realidad es bien diferente: a finales de 2006, el 70% de los menores de 30 años tenía un contrato temporal y la tasa oficial de temporalidad era del 33’8%, es decir, que tenemos a casi 6 millones de trabajadores en precario. Los esfuerzos del gobierno y de los jerarcas sindicales para convencernos de que la última contrarreforma laboral reduciría drásticamente la cifra de temporales, han sido rotundamente desmentidos por las estadísticas oficiales. (Fuente: EPA/INE).

Y si retrocedemos hasta el año 1996, justo un año antes de que pactaran la implantación del nuevo contrato indefinido con despido más barato, podemos ver claramente que el verdadero objetivo de aquella contrarreforma no era reducir la temporalidad -como alegaron- sino aumentarla e iniciar, al mismo tiempo, la sustitución masiva del contrato indefinido ordinario por el nuevo contrato indefinido barato. Así, en estos 10 años la temporalidad, lejos de reducirse, ha aumentado del 23% al 33%, y los contratos indefinidos baratos alcanzan ya al 22% de la población laboral, frente al 37% de contratos indefinidos «ordinarios».

En cuanto a la jornada laboral, apenas sí ha variado en los últimos diez años: la media es de 1798 horas anuales, 150 horas más que el promedio europeo. Y eso sin contar con la creciente «anualización» de la jornada y con su prolongación (en muchos casos sin retribución) con el chantaje del despido. Y respecto a los accidentes laborales, no han cesado de aumentar, como consecuencia de la precariedad laboral. En 2006 fueron 1352 los trabajadores muertos: casi 4 diarios. Pero no hay cuidado: estas muertes no llevarán a ningún empresario a la cárcel.

En síntesis, los ANC han traído una caída de los salarios y un empeoramiento general de las condiciones, sin que ello haya servido para frenar los cierres y deslocalizaciones o para reducir los altos niveles de precariedad laboral, sino todo lo contrario. En este período, los dirigentes de CCOO y UGT se han esforzado una y otra vez en impedir las luchas y, cuando no lo han logrado, en encorsetarlas y ahogarlas.

Si todo esto acontece durante las vacas gordas ¿qué va a suceder en la época de vacas flacas, cuyos signos ya se apuntan?

Nuevas agresiones

Hay actualmente una agresión, de una enorme envergadura, que pretenden que pase sin pena ni gloria y que merece una respuesta unitaria y contundente por parte de todos los defensores del sindicalismo de clase. Concretamente, el Congreso de los Diputados tiene ya en su agenda la discusión del llamado «Estatuto del Trabajador Autónomo», pactado entre patronal, gobierno y burocracia sindical, que significará -si se aprueba- la legalización del llamado «falso autónomo»a través de la figura del «autónomo dependiente»: aquel trabajador al que el empresario obliga a darse de alta de autónomo para darle trabajo, desentendiéndose del pago de sus cotizaciones sociales y de sus compromisos laborales. La desvergüenza de la burocracia sindical no tiene límite pues, habiendo pactado el proyecto presentado, no tienen después inconveniente en afirmar que con dicha legalización «se acentuará lo que ya está pasando: las empresas dirán al trabajador o eres autónomo o no te contrato» (declaraciones de Dolores Liceras, «negociadora» por CCOO).

Hay también otro asunto en preparación, que será la gran reforma para la próxima legislatura: el ataque a gran escala contra el sistema de pensiones públicas, que no son sino nuestro salario diferido. El ministro Solbes no se corta un pelo al hablar de ello y el nuevo y flamante asesor económico de Zapatero, David Taguas, ha concretado ya bastante más, en unas recientes declaraciones, cuáles son las pretensiones patronales: las pensiones deben subir por debajo del IPC; la cuantía de las nuevas pensiones debe rebajarse en un 15%; la jubilación debe retrasarse a los 70 años y, por supuesto, hay que reforzar los planes privados de pensiones La UE, el FMI, la prensa, las entidades financieras…todos están compinchados para golpear en el mismo clavo.

Pero hace unos pocos meses rebajaron -de nuevo- las cuotas patronales argumentando lo contrario: que había superávit de la Seguridad Social. También han rebajado los impuestos a las empresas y a los más ricos. Ahora dicen, sin embargo, que el sistema de pensiones va a la ruina inevitable!… ¡Y no se les ocurre otra cosa que atacar las pensiones públicas y privatizar el negocio!

Ante estas gravísimas declaraciones, no se ha oído una palabra de protesta por parte de la burocracia sindical. ¿No aspiran acaso a hacer de coadministradores de los planes privados de pensiones, como lo hacen ya en la gestora del plan de pensiones de los empleados públicos o en empresas como Telefónica?

El sindicalismo de clase debe responder

Hay que trabajar por cambiar ese estado de cosas. Es tarea de todo el sindicalismo de clase denunciar esa política y sus nefastos resultados. Y, más allá de la denuncia, es hora de avanzar -dejando de lado todo sectarismo y particularismo- en la más amplia unidad de acción del sindicalismo que lucha, a escala estatal y a todos los niveles.

Allí donde sea posible hay que romper los límites del ANC-2007 (como ha acordado la CIG gallega, que plantea una subida salarial del 5%) y, entre todos, hay que preparar una respuesta a las agresiones actuales (la legalización del falso autónomo) y a las que preparan (pensiones).Hay que hacer frente, en particular, a la ola de represión sindical, materializada en la escandalosa petición de cuatro años de cárcel a los compañeros Cándido y Morala, de la Corriente Sindical de Izquierda de Asturias (CSI); en el encausamiento por sedición de 78 trabajadores de Iberia de El Prat o en los despidos de Seat, Mercadona o Bocatta.No hay otro camino para avanzar en la reconstrucción del sindicalismo de clase, frente a una burocracia entregada al enemigo, que se ha independizado de los trabajadores para comer de la mano del Estado y de la patronal, convertiendo el régimen interno de sus organizaciones en una dictadura arbitraria al servicio de preservar sus privilegios.

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