Una antigua mansión de amplios salones, columnas ornamentales y pisos lustrosos, acoge al centro estatal Prosalud, que avanza hacia una meta todavía inusual en Cuba: cambiar su organización laboral para incorporar la igualdad de género puertas adentro. «No fue algo que introdujimos ahora que estamos implantando un modelo de igualdad… Muchas buenas prácticas ya eran […]
Una antigua mansión de amplios salones, columnas ornamentales y pisos lustrosos, acoge al centro estatal Prosalud, que avanza hacia una meta todavía inusual en Cuba: cambiar su organización laboral para incorporar la igualdad de género puertas adentro.
«No fue algo que introdujimos ahora que estamos implantando un modelo de igualdad… Muchas buenas prácticas ya eran habituales porque trabajamos en función del género en la promoción desde hace años», explicó a IPS en una entrevista Miriam Valdés, la directora de Prosalud (Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades).
Con sede en el barrio habanero de Vedado y una red nacional de promotores voluntarios, Prosalud lidera el establecimiento del programa Igualdad de Género es Salud (IGES) en instituciones del sector, tras alcanzar en marzo el primero de cuatro niveles para recibir la certificación dada por la paraestatal Federación de Mujeres Cubanas.
Todo comenzó en 2014, cuando la Unidad comenzó a aplicar un modelo que acompaña con éxito desde 2009 en América Latina el Programa para el Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (PNUD), destinado a promover ambientes laborales inclusivos y con equidad entre hombres y mujeres.
Cuba se suma así a experiencias transformadoras en instituciones públicas y privadas de Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Colombia, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Uruguay.
Bajo diferentes nombres, los proyectos implementados en espacios laborales de América Latina integran la Comunidad de Práctica del Sello de Igualdad de Género, que defiende la idea de crear un sello de calidad con ese objetivo, a alcanzar por los centros laborales de cualquier índole.
En este país insular caribeño, este movimiento ha llegado por ahora solo a los sectores de salud y agricultura, en centros de propiedad estatal o cooperativa, que revolucionan así el mundo del trabajo en un escenario cambiante por la descentralización de la economía iniciada en 2008.
Ya 13 entidades agrícolas, entre ellas cooperativas y empresas, alcanzaron algún nivel del sello Igualdad de Género para la Gestión con Calidad de la Seguridad Alimentaria.
En el campo sanitario, que es enteramente público en Cuba, además de Prosalud, se comprometieron la Escuela Nacional de Salud Pública y la Dirección Provincial de Higiene y Epidemiología de la provincia oriental de Granma.
«Se trata de un proceso de mejora continua, que comienza con un diagnóstico y capacitaciones en la institución», detalló Valdés, sobre el impacto en el colectivo de 74 trabajadores, de los cuales 41 son mujeres. «Lo más importante es que las personas sepan a qué se están comprometiendo a cambiar en la organización», indicó.
Las reformas económicas y sociales durante la presidencia de Raúl Castro (2008-abril 2018) y que se ha propuesto continuar el actual mandatario, Miguel Díaz-Canel, transformaron el panorama laboral con restructuraciones del sector estatal, la apertura al trabajo privado, más posibilidades para cooperativas y la inversión extranjera.
Este país de 11,2 millones de habitantes, los hombres y mujeres tienen iguales salarios por ley desde los inicios de la Revolución de 1959, que se declaró socialista en 1961.
Ellas ostentan en la actualidad una gran incorporación laboral, pues son 67,2 por ciento de los técnicos y profesionales y 49 por ciento de la fuerza laboral en el sector estatal civil.
También cubren más de 64,2 por ciento del personal que presta servicios de colaboración en otros países, que son en su mayoría servicios de salud y representan el primer rubro de ingresos de la isla caribeña.
Pero especialistas observan brechas de género en el empleo en general como persistencia de estereotipos, acceso a puestos de decisión y mejor remunerados, uso de lenguaje sexista y falta de estrategias para la conciliación entre la vida privada y laboral, mientras en el sector privado se hicieron más evidentes las discriminaciones.
«Con IGES ocurren cambios a nivel personal porque se capacitan hasta los trabajadores de servicios, y se fortalece la cultura de no estigma y no discriminación en el colectivo laboral. Mejora el ambiente y la organización del trabajo», enumeró Valdés.
IGES establece seis aspectos a mejorar dentro de la organización laboral que son la selección y contratación del personal, el desarrollo técnico-profesional, la conciliación vida laboral-familiar y corresponsabilidad, ambiente laboral y salud, comunicación inclusiva e imagen no sexista, y prevención y atención de la violencia de género.
Por esa razón, Valdés y otros trabajadores de Prosalud consideraron a IPS que, en esencia, el modelo puede ser replicado por colectivos de todas las ramas de la economía cubana.
«Este tema es primordial… ojalá que todas las instancias, decisores, las administraciones… todas las personas relacionadas con cualquier tipo de gestión, ya sea estatal, privada o cooperativa, pudieran tener elementos básicos de lo que se necesita para que haya igualdad de género», conminó la directora.
El psicólogo Yandis Betancourt consideró que «el modelo pauta indicadores que, para cumplirlos, el centro laboral necesita tener un plan de actividades».
«Es importante y válido extenderlo, sobre todo hoy día, cuando existe resistencia a entender que son necesarias las proporciones por género, color de la piel y cualquier grupo vulnerable», opinó.
Con una larga trayectoria en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual y el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, Betancourt coordinó el diagnóstico realizado internamente para implementar el IGES.
El especialista señaló que en el estudio, realizado entre 2014 y 2015, se encontró que en el colectivo persistían estereotipos sexistas, tanto en hombres como en mujeres; prejuicios sobre la diversidad sexual, desbalances en la composición de algunos departamentos y en el acceso de las mujeres a puestos de decisión, entre otros.
Muchos de estos rezagos sorprendieron al equipo pues Prosalud fue el resultado de la fusión en 2014 del Centro de Promoción de Salud y el Centro Nacional de Prevención de las Enfermedades de Transmisión Sexual y el VIH/sida, que desde hace 30 años incluye el enfoque de derechos humanos y género en la respuesta a la enfermedad.
«El factor humano es uno de los principales requisitos que deben cuidar todas las instituciones del país, sea una empresa en la industria alimenticia o una entidad de salud. Los colectivos deben ser parejos porque las desigualdades entre hombres y mujeres traen serias consecuencia», valoró Caridad Soler, la jefa del Departamento de Capital Humano de la institución.
Soler detalló que, gracias al modelo, cambió el estilo de las convocatorias de plazas vacantes, se propició la participación de hombres y mujeres en puestos no tradicionales como hombres recepcionistas, y el ascenso de mujeres a cargos de dirección, sin obviar las capacidades requeridas para desempeñar cada puesto.
Además la perspectiva de género se fortalece en la red de promotores voluntarios de Prosalud, que reúne a 12.591 personas en el país.
«A la red de voluntarios, IGES llegó primero con unos talleres y después con algunas transformaciones favorables. Se abrió el Sitio Amigable, donde podemos atender a las personas con más privacidad, y se reajustó el Carrito por la Vida, donde salimos a la calle para hacer prevención», dijo Ramón Luis Alaya, promotor desde hace 10 años.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2018/09/centros-laborales-cubanos-abren-la-puerta-la-igualdad-genero/