Cuando la revista ‘International Business Times’ con sede en New York y tercera en importancia de los magazines económicos estadounidenses en su edición India, afirmó que la agencia de inteligencia israelí Mossad estaría detrás del atentado del 7 de enero contra la revista de caricaturas irreverentes ‘Charlie Hebdo’ para vengarse del «voto francés en el […]
Cuando la revista ‘International Business Times’ con sede en New York y tercera en importancia de los magazines económicos estadounidenses en su edición India, afirmó que la agencia de inteligencia israelí Mossad estaría detrás del atentado del 7 de enero contra la revista de caricaturas irreverentes ‘Charlie Hebdo’ para vengarse del «voto francés en el Consejo de Seguridad en diciembre de 2014 a favor de poner fin a la ocupación israelí en 2017», fue incriminada de incitar el odio antisemita.
No hubo equívocos. La falta de interés de una seria investigación quedó en evidencia. El gobierno francés del presidente François Hollande, apresuradamente en horas cerró el caso matando a los hermanos franceses Cherif y Said Kouachi, descendientes de argelinos y los inculpó con el falaz argumento de ‘terroristas musulmanes’ autores del atentado. Algo que sentó bien en el estallido de los medios de prensa para fogonear la islamofobia dentro de una comunidad internacional sensibilizada por las embestidas terroristas del servil grupo Estado Islámico.
El impacto fue altamente utilizado en el glosario de los valores del progresismo occidental. En la opacada copia de una nueva versión de la toma de la Bastilla, París se nutrió de una gran manifestación el pasado 8 de enero contra el ‘terrorismo y la libertad de expresión’ con la resonante presencia en las primeras filas de monarcas con magras trayectorias; presidentes antidemocráticos, entre ellos el palestino Mahmoud Abbas (m/cumplido en 2009) y el jefe del terrorismo de Estado israelí, premier Benjamín Netanyahu. Detrás de los escogidos personajes que acompañaron al presidente Hollande, marcharon los miles de indignados franceses ajenos a los fraudulentos negocios de la muerte.
Mientras esto acontecía sumando rating televisivo, la revista de economía holandesa ‘Quote’, reveló el 9 de enero que la banca Rothschild, perteneciente a la acaudalada familia británica-judía de descendencia alemana, concretaba la secreta operación comercial largamente gestionada para la compra de la revista Charlie Hebdo.
Más allá de compartir o no la denuncia de la revista neoyorquina y a pesar que su jefe redactor Peter Goodman, calificó el artículo de algo «completamente inapropiado» y lo levantó de la red presionando a su autor el periodista hindú Gopi Chandra Kharel, a renegar del escrito y pedir públicamente disculpas sin respetar la libertad de expresión, explotaron los motivos de las dudas. ¿Realmente las fuentes de poder no lo sabían? ¿o fue parte del espurio negocio abonado con sangre humana?
Con banderas falsas alzadas por las teorías del irracional complot, Charlie Hebdo, pasó a ser el gran negocio de los Rothschild. De apenas 50 mil ejemplares de venta y al borde de la banca rota pasaron a vender más de 3 millones de revistas con ganancias que superaron los 40 millones de dólares a escasos días del cruel atentado contra aquellos periodistas de la pluma satírica que ya pocos recuerdan. Mientras, sus sobrevivientes compañeros seducidos por el actual éxito bajo las sombras internas del alto dividendo pugnan por convertir a Charlie en una cooperativa de trabajo que les permita mayores ingresos.
Al centrarse en el influyente linaje de los Rothschild, no se puede omitir que son parte de la construcción del actual Israel sobre la histórica Palestina. En 1882, el barón Edmond de Rothschild se comprometió a financiar la colonización judía en territorio palestino comenzando con el primer asentamiento de Petah Tikva, actual ciudad de 200 mil habitantes cercana a Tel Aviv. De hecho, en 1895 visitó por primera vez Palestina (bajo la ocupación otomana) para supervisar los primeros asentamientos sobre las tierras robadas. Alfombrando el camino del ‘primer Congreso sionista’ en Basilea, Suiza, de 1897 para la creación de un Estado judío en Palestina.
De ese modo, se vuelve más comprensible la trama de complot que ata a Israel con la Mossad y los banqueros. Todo comenzó a cerrar con los espurios negocios de la racista política israelí cuando el petulante Tribunal Supremo, el pasado 25 de febrero, suprimió la prohibición del comité electoral y autorizó al ultraderechista partido Yisrael Beytenu (Israel es mi hogar) liderado por el canciller Avigdor Lieberman (responsable de crímenes de guerra), a distribuir la revista Charlie Habdo de los Rothschild con la imagen que deshonra al Profeta Muhammad, como parte de su toxica campaña electoral antisemita contra el semita pueblo palestino en las elecciones legislativas del próximo 17 de marzo.
Potenciando el extremismo islamofobico y anti-palestino, el Tribunal determinó que el fallo «es propaganda electoral legítima para los comicios legislativos y están autorizados a repartir dichos ejemplares entre sus votantes», sin considerar el repudio de los diputados palestinos (árabes) del parlamento israelí, que expresaron que «es un paso muy peligroso y estúpido. Esto no es libertad de expresión, sino un duro insulto provocador». Satisfecho, Lieberman con sarcasmo ensalzó el veredicto asegurando «es un mensaje importante que demuestra que Israel es un Estado judío, democrático y que nunca va a ceder a las amenazas terroristas y la violencia de los diputados árabes que están tratando de convertir a Israel en un estado de ISIS (Estado Islámico) y damos la bienvenida a la decisión correcta hecha por la Corte Suprema». Rehuyendo de la similitud terrorista del accionar de Estado Islámico con el Estado de Israel.
Suhail Hani Daher Akel fue el primer Embajador del Estado de Palestina en Argentina; Fue el primer Representante de la OLP en Argentina; Analista Internacional sobre la situación de Palestina.
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