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La oscura e intrincada red de Bin Salman

Cómo el príncipe saudí se alza sobre Oriente Próximo

Fuentes: Middle East Eye

Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.

La muerte del periodista saudí Jamal Khashogi el 2 de octubre de 2018 puso de relieve el rumbo y los movimientos de Mohammad bin Salman bin Abdulaziz Al Saud, príncipe heredero de Arabia Saudí.

Tras admitir que murió en su consulado de Estambul, Riad intentó desvincular al gobernante de facto del asesinato de Khashogi, colaborador de The Washington Post, crítico con el gobierno y en el pasado próximo a los círculos monárquicos.

No obstante, su muerte ha creado la mayor crisis en política exterior de Bin Salman hasta la fecha y ha llamado la atención sobre su liderazgo y sus ambiciones. En el poco tiempo que lleva en la escena internacional, Bin Salman ha conseguido labrarse una imagen de dirigente audaz capitaneando la guerra en Yemen, impulsando el ‘plan de paz’ de Donald Trump con los palestinos, encabezando el bloqueo contra Qatar o comprando tierras de Egipto para expandir la agenda económica de Arabia Saudí.

Ni sus aliados ni sus enemigos tienen dudas sobre lo que piensa de ellos ni de cómo encajan en su visión del futuro de Arabia Saudí.

1. Estados Unidos: apoyo a Trump

Bin Salman se ha servido de sus sólidos vínculos con Washington para avanzar en su agenda a escala nacional y regional. En marzo de 2017, pocas semanas después de que Donald Trump asumiera el cargo, el entonces príncipe heredero visitó Washington y llamó al presidente estadounidense «verdadero amigo» de los musulmanes sin consideración alguna de las protestas que generó su prohibición de que los musulmanes viajen a Estados Unidos.

Dos meses más tarde, en su primer viaje al extranjero como presidente, Trump visitó Arabia Saudí y regresó a Washington con casi 110.000 millones de dólares garantizados en compra de armamento.

En junio de 2017, Bin Salman derrocó a su primo Mohamed bin Nayef para convertirse en príncipe heredero y gobernante de facto del reino en nombre de su padre, enfermo de Alzheimer. Desde entonces, Bin Salman ha tejido una relación personal con Jared Kushner, yerno de Trump y su principal asesor. Kushner hizo un viaje no anunciado a Arabia Saudí en octubre de 2017, días antes de que Bin Salman emprendiera una purga generalizada que llevó a la cárcel a periodistas, empresarios, eruditos islámicos y miembros de la familia real.

En la primavera de 2018, Bin Salman pasó semanas en Estados Unidos reuniéndose con políticos, ejecutivos del sector de la tecnología y gente afamada. En marzo, en una aparición con Bin Salman en el Despacho Oval, Trump mostró un cartel que ilustraba lo los acuerdos armamentísticos con los saudíes que crearían puestos de trabajo en Estados Unidos.

Posteriormente, Trump utilizó su relación con la monarquía saudí para enviar un mensaje a sus seguidores internos. A principios de octubre de 2018, y ante sus simpatizantes en un mitin en Mississippi, se refirió a que el gobierno saudí «no aguantaría ni dos semanas» sin la protección de Estados Unidos. Bin Salman excusó los comentarios calificándolos de «malentendido».

2. Economía: Visión 2030 y emisión de acciones de Aramco

Visión 2030 es la estrategia de diversificación a largo plazo que ha puesto en marcha el reino para poner fin a la sobre-dependencia del petróleo. Su objetivo general es crear el mayor fondo de inversión pública del mundo con un valor estimado en 2 billones de dólares cuyos intereses se reinvertirían para generar beneficios constantes.

Lanzada por Bin Salman en abril de 2016, sus propuestas más destacadas incluyen la venta de participaciones de importantes activos como el aeropuerto King Jaled, y la construcción de un resort internacional por valor de 4.000 millones de dólares en la costa del Mar Rojo.

Más llamativa aún es su propuesta de vender el 5% de Aramco, la mayor empresa productora de petróleo del mundo, por la que espera obtener hasta 2 billones de dólares. Las bolsas de valores compitieron por ser la sede de la mayor operación bursátil de la historia. En julio de 2017, el regulador financiero del Reino Unido anunció que flexibilizaría las regulaciones para permitir que el 5% de Aramco cotizase en la bolsa de valores de Londres en el marco de sus reglas de cotización «premium», que normalmente dejan fuera a empresas de propiedad estatal. La Autoridad de Conducta Financiera negó que los cambios estuvieran vinculados con Aramco pero lo cierto es que se llevaron a cabo pocos meses después de que Theresa May, primera ministra del Reino Unido, y Xavier Rolet, entonces jefe del Grupo de la Bolsa de Valores de Londres, viajaran a Arabia Saudí para ejercer presión.

En agosto de 2018, Riad negó las noticias de que se hubiera suspendido la emisión de acciones. En octubre de 2018, Bin Salman declaraba a Bloomberg: «Creo que [comenzarán] a finales de 2020, principios de 2021. Y será el inversor quien decida el precio el mismo día. Creo que estará por encima de los 2 billones de dólares, porque será enorme».

3. Israel: armas, programas de espionaje y megaciudades

Bin Salman ha ido intensificando silenciosamente sus estrechos vínculos con Israel, poniendo particular interés en la tecnología de vigilancia cibernética y en el armamento de alta tecnología israelíes, así como en una política laxa en las relaciones entre ambas comunidades de inteligencia.

En septiembre, y aunque Israel lo negó, se informó de que Arabia Saudí había llegado a un acuerdo con mediación estadounidense para la compra del sistema de defensa de misiles israelí Iron Dome con la finalidad de desplegarlo a lo largo de su frontera con Yemen.

También hay informaciones que indican que las empresas tecnológicas israelíes están en conversaciones con Arabia Saudí para llevar a cabo operaciones en Neom, la «megaciudad del futuro» promovida por Bin Salman por valor de 500.000 millones de dólares. Asimismo, según las informaciones, los servicios de inteligencia saudíes están utilizando programas de espionaje israelíes para investigar a los disidentes en otros países.

En noviembre de 2017, el ministro de Energía israelí, Yuval Steinitz, declaró -la primera vez que un alto funcionario israelí revelaba algo así- que su país había mantenido contactos encubiertos con Arabia Saudí. Tanto Arabia Saudí como Israel consideran que la principal amenaza para Oriente Próximo es el mayor enemigo de ambos, Irán. Son sus intereses compartidos los que están moviendo a saudíes e israelíes a trabajar juntos. Y ello a pesar de que históricamente Arabia Saudí ha venido manteniendo que toda relación con Israel dependería de la retirada israelí de los territorios árabes capturados durante la guerra de 1967 en Oriente Próximo. Steinitz declaró: «Los contactos con el mundo árabe moderado, incluida Arabia Saudí, nos ayudan a detener a Irán. Cuando presionamos para conseguir un mejor acuerdo nuclear con Irán, con un éxito solo parcial, hubo cierta ayuda de los países árabes moderados vis a vis Estados Unidos y las potencias occidentales para asistirnos en este asunto, y aún hoy, cuando presionamos a las potencias mundiales para que no acepten el establecimiento de una base militar iraní en Siria, en nuestra frontera septentrional, el mundo árabe suní nos está apoyando».

Una semana antes, el Teniente General Gadi Eizenkot, jefe del ejército israelí, sostuvo ante un periódico on line en árabe que Israel estaba dispuesto a compartir «información de inteligencia» con Arabia Saudí alegando que sus países tenían como interés común hacer frente a Irán. En otra señal de su buena disposición, Arabia Saudí acordó en marzo de 2018 permitir que los vuelos a Israel desde la India atraviesen su espacio aéreo.

4. Palestina: vender el «acuerdo del siglo» de Trump

Gracias a su estrecha relación con Jared Kushner, Bin Salman ha sido el actor regional clave en la iniciativa de la Casa Blanca para imponer a los palestinos el todavía inédito plan de paz de Trump para el «acuerdo del siglo».

En diciembre de 2017, cuando Trump anunció que Washington reconocería Jerusalén como capital de Israel, Bin Salman convocó al presidente de la Autoridad Palestina (AP) Mahmud Abbas a Riad para decirle que el plan inédito de Estados Unidos era la «única alternativa». Abbas calificó posteriormente el acuerdo -del que se dice incluye la renuncia de los palestinos a su soberanía sobre la Jerusalén Oriental ocupada y la renuncia al derecho al retorno de los refugiados- como la «bofetada del siglo». Desde Nueva York, en abril, Bin Salman le replicó que los palestinos deberían sentarse a la mesa de negociaciones o «callarse y dejar de quejarse». Las relaciones de la AP con la Casa Blanca siguieron deteriorándose hasta producirse el cierre de la oficina de la AP en Washington en septiembre.

Bin Salman ha sugerido que los palestinos deberían aceptar como su capital Abu Dis -un barrio fragmentado de Jerusalén Oriental-, lo que ha puesto en cuestión la condición del rey Abdulá de Jordania como custodio de los lugares sagrados de Jerusalén.

Asimismo, se ha acusado a Arabia Saudí de intentar cambiar los hechos sobre el terreno a favor de Israel al negarse a reconocer los documentos de viaje temporales que utilizan los palestinos de Jerusalén Oriental ocupada y de Líbano, exigiéndoles que soliciten pasaportes de la AP para poder viajar y realizar las peregrinaciones de Hajj o Umrah, una medida que obligaría a muchos miles de palestinos a aceptar documentos que pueden acabar con sus derechos como refugiados.

5. Jordania: fuera de juego

Arabia Saudí ha derrotado a Jordania en cuatro frentes clave desde el ascenso de Bin Salman al poder.

1. El progresivo acercamiento de Riad a Israel y a Estados Unidos ha dejado fuera de juego a Amán, que a menudo intervenía como intermediario en la región. El tan cacareado «acuerdo del siglo» de Trump, cuyos detalles aún no se han revelado, ha quebrado cualquier esperanza que Amán tuviera en una solución de dos Estados entre Israel y Palestina.

2. Arabia Saudí, según informó a Middle East Eye un alto funcionario próximo a la corte real jordana en noviembre de 2017, lleva tiempo sondeando a Israel y ofreciéndole concesiones que afectan directamente a los refugiados palestinos, y que Amán teme pueden poner en peligro la estabilidad del reino hachemí.

En diciembre de 2017, Bin Salman ordenó al rey Abdulá de Jordania que aceptara la estrategia de Trump a pesar de las protestas del monarca, que gobierna un país cuyos dos tercios de su población es de ascendencia palestina. Así que no es de extrañar que en abril de 2018 el rey Abdulá se negara a estrechar la mano de Bin Salman durante la cumbre de la Liga Árabe en Dharan.

El funcionario jordano que habló con MEE también sostuvo que al Tribunal Real de Amán le inquietaba la presión ejercida sobre Jordania para que se uniera a una campaña anti-iraní y las consecuencias potencialmente nefastas de la «imprudente» política saudí .

3. Jordania ha sufrido el bloqueo económico de Qatar; su actividad comercial a través de su puerto clave de Aqaba ha disminuido a medida que Iraq y otros países han comenzado a utilizar los puertos saudíes del Mar Rojo. El gobierno jordano ha declarado asimismo que las promesas de ayuda de Arabia Saudí en compensación aún no han llegado.

4. Amán ha mostrado su malestar por no haber sido consultado sobre los planes saudíes para Neom, que se extenderá hasta Jordania. Lo que se sospecha es que el principal beneficiario de la construcción de esta ciudad será la industria de alta tecnología de Israel.

6. Irán: guerra fría y el mayor rival

Teherán y Riad han sido rivales regionales durante décadas. La tensión, que aumentó a finales de la década de 1970 cuando Irán se convirtió en una República Islámica tras el derrocamiento del sha, se describe en la actualidad como un estado de guerra fría.

En los últimos años esa rivalidad se ha manifestado en Yemen y en Siria, donde la monarquía saudí y la república islámica iraní han apoyado a partes opuestas en ambos conflictos. En Líbano, Teherán ha apoyado a Hezbolá, y Riad al primer ministro Saad Hariri.

Riad también ha manifestado su oposición a cualquier plan que convierta a Teherán en una potencia militar nuclear. En marzo de 2018, Bin Salman advirtió que el reino podría verse obligado a desarrollar sus propias armas: «Arabia Saudí no quiere adquirir ninguna bomba nuclear pero si Irán la desarrolla, que nadie dude que le imitaremos tan pronto como sea posible».

En septiembre de 2018, un ataque en Ahvaz, la rica capital petrolera de la provincia suroccidental de Juzestán, dejó al menos 29 muertos y 70 heridos. Menos de una semana después, en un ardiente discurso a los fieles durante la oración del viernes en Teherán, el general de brigada Husein Salami, del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC) se refirió a los saudíes y los emiratíes diciendo: «Estáis sentados en vuestros palacios de cristal y no toleráis la venganza de la nación iraní».

7. Yemen: derramamiento de sangre en la frontera

Bin Salman fue nombrado ministro de Defensa en enero de 2015. En cuestión de semanas había organizado una coalición para intervenir en el vecino Yemen, donde los rebeldes hutis habían destituido al gobierno del presidente Abd Rabuh Mansur Hadi, que ahora vive exiliado en Arabia Saudí.

La guerra en curso ha causado la muerte de unos 10.000 yemeníes y ha provocado el desplazamiento de millones más. Las organizaciones de derechos humanos han acusado a los saudíes de bombardeos indiscriminados, incluyendo un ataque aéreo en una funeraria en octubre de 2016 que mató al menos a 150 personas y otro en un autobús en agosto de 2018 que mató al menos a 50 personas, incluidos 40 niños.

La Organización Mundial de la Salud ya alertó de que se ha producido un brote de cólera sin parangón en otras latitudes que afecta a unos 10.000 casos documentados semanalmente, el doble de la tasa de los primeros ocho meses de 2018. La ONU advirtió en octubre de 2018 que si el conflicto continuaba, entre 12 y 13 millones de civiles estarían en peligro de inanición.

En enero de 2016, en una entrevista con The Economist, Bin Salman negó ser el arquitecto de la operación en Yemen alegando que el lanzamiento de la campaña no tenía nada que ver con su nombramiento y que contaba con el apoyo de la ONU. «Esto no tiene nada que ver con que me haya convertido en ministro. Solo tiene que ver con lo que hicieron los hutis».

8. Siria: respaldo a los rebeldes

Desde el estallido de la guerra civil siria en 2011, la posición oficial de Arabia Saudí fue apoyar la destitución del presidente Bashar al Asad y respaldar a fuerzas rebeldes. Pero Bin Salaman ha ido moderando esa posición inicial en los últimos años.

En abril de 2018, el príncipe heredero reconoció que Asad se mantendría en el poder. «Creo que de momento Bashar [al Asad] permanecerá», declaró a la revista Time. «Siria forma parte de la influencia rusa en Oriente Próximo desde hace tiempo. Pero creo que a Siria no le interesa permitir que los iraníes campen a su antojo en su país a medio y largo plazo, porque si Siria cambia ideológicamente Bashar será una marioneta de Irán».

Pero Bin Salman todavía quiere que Trump mantenga las fuerzas estadounidenses en Siria y ha expresado su voluntad de enviar una fuerza saudí para mantener la estabilidad en caso de que Estados Unidos decida retirarse (el reino ha intervenido en ataques aéreos contra objetivos del Estado islámico que operan en Siria).

Arabia Saudí también ha donado 100 millones de dólares para reconstruir zonas bajo control de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) apoyadas por Estados Unidos, que Turquía considera una organización terrorista. En junio de 2018, la Agencia Anadolu de Turquía informaba de que asesores militares saudíes se habían reunido con fuerzas de Al Sanadid, una milicia árabe que opera bajo los auspicios de las FDS, en la base estadounidense de Kobani.

9. El Golfo: crear una OTAN árabe

En julio de 2018, se informó que Washington había presentado el proyecto de una OTAN árabe integrada por seis Estados del Golfo, incluyendo Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto y Jordania, para contrarrestar la influencia de Irán en la región. Fuentes de la Casa Blanca indicaron que la iniciativa sería un «baluarte contra la agresión, el terrorismo y el extremismo iraníes, y proporcionará estabilidad a Oriente Próximo».

También abarcaría la lucha contra el terrorismo, la defensa antimisiles y la formación militar, así como el fortalecimiento de los vínculos económicos y diplomáticos. Los Estados del Golfo ya venían intensificando su coordinación en los últimos años, contra las protestas en Bahrein (2011), en la guerra en Yemen (2015) y en las sanciones contra Qatar (2017). En los tres casos, Emiratos Árabes Unidos ha sido un firme aliado de Riad.

En mayo de 2017, Estados Unidos y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) se reunieron en Riad. El presidente Trump, el rey Salman de Arabia Saudí y el presidente Abdel Fatah el Sisi, de Egipto, inauguraron el Centro Mundial para Combatir el Extremismo juntando sus manos sobre un globo luminoso.

También se firmó un acuerdo entre el CCG y Washington para coordinar iniciativas contra la financiación de grupos terroristas. Semanas más tarde, comenzó el bloqueo a Qatar, del que el CCG era uno de los principales partidarios. Una de las acusaciones contra el emirato fue su presunto apoyo al terrorismo, que Qatar negó.

10. Qatar: encabezar el bloqueo

En junio de 2017, una coalición liderada por Arabia Saudí e integrada además por Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto, cortó las relaciones diplomáticas, de viajes y comerciales con Qatar. La coalición alegó que Doha apoyaba al terrorismo a través de su respaldo a la Hermandad Musulmana, así como a varios grupos rebeldes en Siria, y que se había acercado demasiado a Irán, el rival regional de Arabia Saudí.

El CCG ordenó a todos sus ciudadanos que abandonaran Qatar; Arabia Saudí, entre otros, dio a los ciudadanos y visitantes procedentes de Qatar dos semanas para que abandonasen el país. Qatar declaró que la medida socavaba su soberanía.

Para julio, el grupo liderado por Arabia Saudí ya había presentado ante Qatar 13 exigencias con fecha límite que incluían cortar vínculos con Irán, detener la construcción de una base militar turca y dejar de financiar a medios de comunicación como Al Jazeera y Middle East Eye (MEE no recibe fondos de Qatar). Los qataríes se negaron y el bloqueo continuó.

Desde entonces, la tensión se ha agudizado: en agosto de 2018, Qatar acusó a los saudíes de impedir el paso a los peregrinos del Hajj, lo que Riad niega. En junio, se informó de que Arabia Saudí había amenazado al emirato por intentar adquirir un sistema ruso de defensa contra misiles. Riad asimismo ha insinuado que pretende construir un canal que aísle físicamente a Qatar en una isla y que incluye un vertedero nuclear.

11. Líbano: Un primer ministro que primero dimite pero luego no

La creciente influencia de Bin Salman ha perjudicado la relación de Arabia Saudí con sus aliados políticos en Líbano. En febrero de 2016, el reino anunció que suspendería acuerdos por valor de 4.000 millones de dólares destinados a apoyar a las fuerzas de seguridad libanesas, rompiendo con su tradicional política de contrarrestar a Hezbolá, el partido libanés proiraní.

En noviembre de 2017, el primer ministro libanés Saad Hariri fue convocado a Riad desde donde anunció su inesperada dimisión. Los observadores lo consideraron un castigo por su aparente incapacidad para hacer frente a Hezbolá. Durante casi dos semanas, Hariri permaneció en Riad y aunque negó públicamente haber sido retenido contra su voluntad, solo abandonó el país después de que Francia ejerciera presión sobre el reino. Luego revocó su dimisión.

Desde entonces, Hariri se ha reunido con Bin Salman y el rey Salman en varias ocasiones, alimentando la especulación de que Riad sigue interviniendo financieramente -como lo ha hecho desde hace tiempo- en el partido del primer ministro, Movimiento Futuro. En abril, Arabia Saudí renovó una línea de crédito de 1.000 millones de dólares a Líbano.

Hezbolá acusó a Arabia Saudí de intentar interferir en las elecciones legislativas de mayo reviviendo la alianza política anti-iraní del 14 de Marzo, acusaciones que Riad ha negado. Pero lo cierto es que Hariri destituyó al ministro de Interior, Nuhad Machnuk, y que su jefe de personal y primo, Nader Hariri, se despidió: ambos hombres son considerados contrarios a Arabia Saudí.

12. Muerte de Khashogi

El 2 de octubre de 2018, el periodista saudí Jamal Khashogi entró en el consulado saudí en Estambul poco después de la una de la tarde y desapareció. Tras múltiples negativas, Arabia Saudí confirmó el 19 de octubre que Khashoggi había sido asesinado en su consulado en Estambul. En declaraciones a la televisión estatal saudí, el fiscal jefe del país dijo que en el consulado se produjo estalló una pelea entre Khashoggi y «gente que le conocía». La pelea resultó en la muerte de Khashoggi, según el fiscal.

Bin Salman insistió a principios de octubre en que Khashoggi había abandonado el consulado. «Sí. No está dentro», dijo en una entrevista con Bloomberg publicada el 5 de octubre. «Tengo entendido que entró y salió después de unos minutos o una hora».

Son muchas las fuentes de las autoridades turcas que aseguran que fue asesinado por orden de Bin Salman. Khashogi había formado parte del stablishment saudí pero en los últimos años se había vuelto crítico con los gobernantes saudíes, y en septiembre de 2017 se trasladó a Washington por temor a una nueva represión de las voces disidentes.

Otra información divulgada por las autoridades turcas, incluidas imágenes de circuito cerrado de televisión, sugirió que miembros del destacamento de seguridad de Bin Salman se encontraban en Estambul el día de la muerte de Khashogi.

El reino ha sido objeto de críticas a escala internacional, incluso por parte de sus aliados en Europa. Una de las víctimas ha sido la conferencia de la Iniciativa de Inversión del Futuro, cuyo objetivo era presentar la estrategia económica Visión 2030 de Bin Salman a los actores globales. Las múltiples ausencias fueron notorias: Larry Fink, CEO de BlackRock, el mayor gestor de fondos del mundo, o Christine Lagarde, jefa del FMI.

13. Egipto: compra de islas y de tierras

Riad ha apoyado política y financieramente al gobierno del general egipcio erigido en presidente, Abdel Fattah el Sisi, desde su golpe contra su predecesor Mohamed Morsi en 2013, vertiendo miles de millones de dólares en la maltrecha economía del país.

Durante una visita del rey Salman ben Abdel Aziz a Egipto en abril de 2016, los dos países firmaron acuerdos económicos por un valor aproximado de 25.000 millones de dólares. Parte del acuerdo incluía la venta a Riad de dos islas estratégicas del Mar Rojo, Tirán y Sanafir, lo que provocó protestas en todo Egipto (Arabia Saudí dice que las utilizará para la construcción de un puente entre ambos países).

Riyadh ha intensificado sus lazos económicos aún más desde que Bin Salman se convirtió en príncipe heredero en 2017. En marzo de 2018, El Cairo y Riad firmaron un acuerdo de 10.000 millones de dólares para el desarrollo de Neom, que incluye el megaproyecto transfronterizo lanzado por Bin Salman como parte de su estrategia Visión 2030 para diversificar la economía saudí. Parte del proyecto se construirá en el sur del Sinaí egipcio, en un terreno del que Arabia Saudí dispondrá en régimen de arrendamiento a largo plazo.

Egipto ha respaldado el bloqueo saudí a Qatar y ha apoyado al reino en su disputa diplomática con Canadá. Pero a ambos países les separa la guerra de Yemen, en la que El Cairo se ha abstenido de participar, y la de Siria, donde Egipto ha respaldado a las fuerzas armadas del presidente Bashar al Assad al que considera clave para la estabilidad del país.

14. Turquía: Punto sobre el «triángulo maldito».

La tensión entre Ankara y Riad se manifestó ya desde la división por el apoyo al golpe militar de julio de 2013 en Egipto por el que los Hermanos Musulmanes, aliados de Turquía, fueron expulsados del poder.

Aunque las relaciones parecían haber mejorado tras el ascenso del rey Salman en enero de 2015, volvieron a separarse cuando en junio de 2017 la coalición de Estados árabes encabezada por Arabia Saudí impusiera su boqueo a Qatar, otro aliado de Turquía. Desde entonces, Oriente Próximo se ha hecho eco de una guerra de palabras entre bin Salman y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan

En marzo de 2018, el príncipe heredero saudí acusó a Turquía de formar parte de un «triángulo del mal» junto con Irán y «organizaciones terroristas» y de que el presidente turco pretendía recrear el califato otomano.

Al Shoruk, un periódico egipcio, citó al príncipe heredero diciendo que «el triángulo del mal contemporáneo incluye a Irán, a Turquía y a grupos religiosos extremistas».

Erdogan, por su parte, acusó a Bin Salman en noviembre de 2017 de intentar «debilitar al islam» al introducir una versión «moderada» de la religión, y declaró que el príncipe heredero no tenía la propiedad exclusiva de la religión. «Ellos [los saudíes] dicen que volveremos al islam moderado pero ni siquiera permiten que las mujeres tengan derecho a conducir», dijo Erdogan. «¿Existe tal cosa en el islam?» Riad finalmente levantó la prohibición de conducir en junio de 2018.

15. Iraq: ¿acabará en la órbita política de Riad?

Desde la invasión de Iraq en 2003, Arabia Saudí, al igual que otras potencias regionales, ha intentado atraer al frágil Estado a su órbita política, sobre todo para contrarrestar la influencia de Irán.

El reino ha ejercido durante mucho tiempo influencia sobre varios políticos iraquíes pro saudíes. Sin embargo, a muchos observadores les sorprendió que en julio de 2017, Bin Salman se reuniera en Riad con Muqtada al Sadr, el popular clérigo chií, ex dirigente de la resistencia y crítico habitual de los Estados extranjeros que intentan mover los hilos políticos en Iraq

Muchos iraquíes desprecian a Arabia Saudí porque creen que está detrás del ascenso del Estado islámico en Iraq: los rumores de una visita de Bin Salman en marzo de 2018 desencadenaron manifestaciones populares en Bagdad.

Estados Unidos espera desde hace mucho que el capital saudí contribuya a la reconstrucción de Iraq: Abdul Aziz Al Shimmari, el embajador saudí en Bagdad, ha prometido que pronto se reabrirá un cruce fronterizo entre Arabia Saudí e Iraq.

Asimismo, se está negociando que sea Arabia Saudí quien alivie la crisis de agua y electricidad en Basora, una provincia que depende en gran medida de Irán en materia de electricidad.

En mayo de 2018, Riad pagó 300 millones de dólares en efectivo a políticos iraquíes para que en las últimas semanas de las elecciones aumentaran sus posiciones, según declararon a MEE dos fuentes iraquíes familiarizadas con las transacciones en un intento de evitar el triunfo de los candidatos apoyados por Irán.
 

Fuente: https://www.middleeasteye.net/news/who-is-mbs-mohammed-bin-salman-crown-prince-saudi-arabia-web-660111979