Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
En marzo de 1987 Oren Cohen, entonces reportero en los territorios ocupados, recibió información sobre una mujer palestina detenida que había sido torturada y tuvo un aborto involuntario en prisión. Las autoridades negaron que existiera, hasta que Cohen expuso sus mentiras. Hoy, dice, a nadie le importaría.
El periodista israelí Oren Cohen. ‘Los medios quieren alinearse con lo que creen que el público quiere escuchar’. (Oren Ziv / Activestills.org)
La industria del cine ama la prensa. El periodista de investigación, el lobo solitario que recibe una llamada a altas horas de la noche de una fuente desconocida que habla con voz ronca: «Espérame en la esquina de una calle oscura, llevaré lentes de sol, tengo algo que decirte». Ahí es cuando el intrépido periodista se propone exponer la verdad.
Resulta que la realidad suele ser bastante diferente. En el caso de Oren Cohen era casi lo contrario de las imágenes clásicas. Un reportero del ahora desaparecido diario israelí Hadashot, la primicia más importante de Hazan fue exponer la historia de Naila Ayesh, una joven palestina que fue arrestada mientras estaba embarazada, torturada hasta el punto de abortar y se le negó tratamiento médico. La institución de defensa de Israel guardó silencio sobre su arresto durante un mes.
Esta historia, dijo Cohen, llegó a oídos de muchos reporteros en marzo de 1987. Roni Ben-Efrat, entonces activista del grupo de extrema izquierda Derech HaNitzotz, que también publicó un periódico con el mismo nombre, recopiló la información sobre Ayesh para ganar el interés de los periodistas israelíes. En un artículo publicado por Derech HaNitzotz dos semanas después de que el escándalo fuera expuesto, Ben-Efrat dijo que la información había estado en manos de «periodistas de alto nivel en medios impresos y de televisión», pero que optaron por no publicarla, ya que la policía negó haber detenido a nadie con el nombre de Naila Ayesh.
En verdad Ayesh estuvo recluida en el Complejo Ruso, un notorio centro de detención e interrogatorio de la policía en el centro de Jerusalén, durante un mes. «Si hay que elgir entre el periódico palestino al-Fajr o la policía, creo a la policía», dijo Ben Efrat citando a un veterano reportero de televisión explicando por qué decidió no publicar la historia.
Cohen no estaba convencido. Incluso después de un año y medio de trabajar como corresponsal de Hadashot en Gaza, su experiencia le enseñó a no creer lo que dice el oficialismo de la defensa sobre los palestinos. «En todos mis años en el trabajo, apenas hubo una historia que escuché de palestinos que resultó ser falsa y estoy hablando de un increíble nivel de detalle», dijo Cohen, quien fue asignado para cubrir los territorios ocupados durantela mayor parte de la Primera Intifada para Hadashot (Revelación completa: también trabajé para Hadashot en ese momento – MR).
«Por otro lado, todas las respuestas que recibí de los funcionarios fueron completamente falsas. Podía estar en Gaza, gas lacrimógeno y disparos a mí alrededor, con víctimas fatales y causales, y el portavoz militar me decía que todo estaba tranquilo. Desarrollé una falta de confianza en las respuestas de ‘nuestras’ instituciones», agregó.
Por medio de un contacto palestino, Cohen viajó a un campo de refugiados en Gaza y se encontró con el esposo de Ayesh, Jamal Zaqut. Zaqut le mostró documentos médicos que demostraban que su esposa estaba embarazada en el momento de su detención. La policía continuó negando no solo que Ayesh había abortado, sino que estaba detenida. Cohen decidió publicar de todos modos. La historia era demasiado poderosa: una joven que fue arrestada mientras estaba embarazada contó a los interrogadores acerca de su condición, pero a ellos no les importó y le dijeron: «Eres como un hombre para nosotros».