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Cómo se convirtió la élite ashkenazí de Likud en el patrón de los mizrajíes

Fuentes: 972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Benjamin Netanyahu y sus aliados ashkenazíes están explotando el resentimiento mizrají para deslegitimar las protestas actuales.

Durante el mes pasado, el primer ministro Benjamin Netanyahu y sus partidarios tanto en el partido Likud como en los medios de comunicación han hecho todo lo posible para pintar a los manifestantes contra él como «traidores» y «anarquistas». El objetivo ha sido doble, energizar la base del Likud y deslegitimar las protestas.

La protesta del sábado por la noche frente a la residencia del Primer Ministro, que alcanzó el punto álgido de decenas de miles de manifestantes, fue una clara indicación de que el intento de desprestigiar a los manifestantes de la calle Balfour está fallando. Sin embargo los acólitos de Netanyahu parecen tener otro as en la manga, pintar las manifestaciones como una camarilla de la élite liberal ashkenazí, mientras incitan al público de mizrají contra los manifestantes.

Durante décadas los mizrajíes [israelíes judíos con raíces en países árabes y musulmanes] se han enfrentado al racismo y la discriminación de los ashkenazíes

en casi todos los ámbitos de la vida, incluido el acceso a los recursos, la vivienda, la cultura, etc. Mientras tanto la ideología sionista imbuyó a los mizrajíes de odio a los árabes y al mismo tiempo causó que muchos borraran su propia identidad árabe. La derecha israelí ha explotado el resentimiento real de los mizrajíes para sus propios fines políticos y hoy forman un gran segmento de la base de la derecha.

Tens of thousands fill Jerusalem's Paris Square during the weekly anti-Netanyahu demonstrations, August 1, 2020. (Oren Ziv)

Decenas de miles de personas llenan la Plaza de París de Jerusalén en las manifestaciones semanales contra Netanyahu, 1 de agosto de 2020. (Oren Ziv)

De repente, y en plena coordinación, los secuaces ashkenazíes del primer ministro en los medios parecen haberse convertido en los santos patronos de la conciencia de los mizrajíes. Tomemos, por ejemplo, un debate entre el exdiputado Yinon Magal, del partido Israel Beiteinu, un periodista ashkenazí halcón y Yifat Bitton, profesora de derecho y activista feminista mizrají que investiga la discriminación contra los mizrajíes en el sistema legal israelí. Magal, que forma parte de la élite ashkenazí, dijo a Bitton que él es un mejor representante de los mizrajíes porque ella es «izquierdista».

Este es el mismo Magal que, junto con Shimon Riklin, otro periodista pro-Netanyahu, atacó verbalmente a Barak Cohen, un activista político y abogado mizrají que regularmente se graba acosando y avergonzando a figuras públicas acusadas de corrupción. Un video de la confrontación muestra a Cohen acercándose a Magal y Riklin mientras se sientan en un café en la plaza Habima del centro de Tel Aviv, diciéndoles que «destruyeron el país» y recordándoles que aún esperan la ayuda del Gobierno durante la actual crisis económica. En respuesta, Riklin llama a Cohen «gusano yemení» y «sirviente de los ashkenazíes».

La siguiente figura de los medios de comunicación que se unió a la brigada antiashkenazí no fue otra que el comentarista político e historiador ashkenazi Gadi Taub. Taub, a quien le gusta presentarse como «exizquierdista», visitó Twitter el viernes pasado para comparar a los manifestantes de Balfour con los Panteras Negras israelíes, un grupo de radicales mizrajíes que fueron perseguidos por el Gobierno israelí y despreciados personalmente por la entonces primera ministra Golda Meir en la década de 1970. “Como dijo Golda Meir, no son buenas personas. Después de todo, ese es el lema de este alegre festejo ashkenazí”, tuiteó Taub.

Right-wing commentator Shimon RIklin attends the Israel Conference on Democracy, Tel Aviv February 17, 2015. (Amir Levy/Flash90)

El comentarista de derecha Shimon RIklin asiste a la Conferencia de Israel sobre Democracia, Tel Aviv, 17 de febrero de 2015. (Amir Levy / Flash90)

Sería divertido si no fuera tan trágico. Taub, un académico ashkenazí que disfruta de todos los privilegios de su origen étnico, se burla de los ashkenazíes de Balfour en nombre de los activistas radicales mizrajíes.

Y, por supuesto, ninguna campaña de odio del campo pro-Bibi está completa sin la ayuda de Yair Netanyahu, el hijo del primer ministro. El lunes pasado Yair recurrió a Twitter para criticar a los miembros de los kibutzs, históricamente asociados con la izquierda israelí, llamándolos «comunistas que robaron la mitad de la tierra del país a expensas de las ciudades en desarrollo».

El tuit de Yair se refería a una disputa en curso entre el kibbutz Nir David y la ciudad en desarrollo Beit Shean en el norte de Israel sobre el acceso al río Hasi, que pasa a través del kibutz. El kibutz prohíbe a los residentes que no son del kibutz y a los locales de las comunidades vecinas visitar el río, a pesar de ser un recurso natural que debería estar abierto al público.

La preocupación de Yair por los residentes de las ciudades en desarrollo, una palabra clave para los mizrajíes en Israel, podría haber sido conmovedora si no fuera por el historial indecente de su familia cuando se trataba del público mizrají. Esa indecencia se exhibió hace dos años durante un discurso del primer ministro en la ciudad en desarrollo norteña de Kiryat Shmona. Cuando Netanyahu estaba inaugurando una nueva sala de emergencias junto con el viceministro de Salud Yaakov Litzman, Orna Peretz, una mujer y activista local mizrají, interrumpió al Primer Ministro para protestar por el cierre de otra sala de emergencias en el área, haciéndose eco de las quejas de los locales de que enfrentan discriminación y se ven obligados a viajar largas distancias para poder utilizar instalaciones médicas adecuadas.

Social justice activist Orna Peretz attends a meeting in the Knesset, Jerusalem, October, 23 2018. (Noam Revkin Fenton/Flash90)

La activista por la justicia social Orna Peretz asiste a una reunión en la Knéset, Jerusalén, 23 de octubre de 2018. (Noam Revkin Fenton / Flash90)

En respuesta Netanyahu dijo a Peretz: “Mira, simplemente eres poco interesante. Nos estas aburriendo. Queremos discutir cosas que nos interesan. Vuelve cuando tengas algo interesante que decir. Peretz respondió: “Voto por ti cada cuatro años y si así es como tratas a tu público, entonces debería darte vergüenza. Es aborrecible”.

El desprecio es probablemente la forma más precisa de describir la actitud de la familia Netanyahu y la de sus asociados hacia los judíos mizrajíes. En su demanda contra la Oficina del Primer Ministro, el excuidador de la residencia del Primer Ministro Mani Naftali señaló en detalle el abuso que sufrió de Sara Netanyahu, la esposa del Primer Ministro. En una ocasión Sara -presuntamente- dijo a Naftali: “Somos europeos. Somos delicados, no comemos tanto como ustedes, los marroquíes. Nos llenan el estómago y luego, cuando nos fotografían en el extranjero, nos vemos gordos”.

La demanda de Naftali abrió las compuertas a un torrente de quejas de mujeres que trabajaban en la residencia -la mayoría de las cuales son mizrajíes- sobre los abusos denunciados sufridos a manos de la familia Netanyahu.

Netanyahu mismo no es ajeno a las actitudes antimizrajíes. En marzo de 2017, cuando el ministro de Finanzas Moshé Kahlon, descendiente  de judíos de Libia, le preguntó por qué el Primer Ministro había pedido un retraso de seis meses de la inauguración de una nueva emisora ​​pública, Netanyahu respondió: «mi gen mizrají actuó». Netanyahu se disculparía por los estereotipos después de un alboroto en todo el espectro político.

Entonces, ¿cómo este grupo de ashkenazíes que una y otra vez expresa su desprecio por los judíos mizrajíes, logra promocionar al Primer Ministro como el mecenas del público israelí de origen mizrají?

Israeli journalist Avishay Ben Haim at the annual international Municipal Innovation Conference in Tel Aviv, February 27, 2019. (Flash90)

El periodista israelí Avishay Ben Haim en la Conferencia anual internacional de innovación municipal en Tel Aviv, 27 de febrero de 2019. (Flash90)

Este éxito, y el intento de etiquetar la ola actual de protestas contra Netanyahu como «ashkenazí», pertenece a Avishay Ben Haim, periodista de ascendencia marroquí y uno de los partidarios más francos de Netanyahu en los medios israelíes. Desde el comienzo de las investigaciones sobre los escándalos de corrupción del Primer Ministro, Ben Haim ha estado promoviendo la teoría de que la vieja élite ashkenazí de Israel, que él llama «el primer Israel», está persiguiendo a Netanyahu por representar al «segundo Israel», como sinónimo de mizrají. Por esta razón, dice Ben Haim, los mizrajíes deben respaldar al Primer Ministro de manera inequívoca.

La actitud manipuladora de Netanyahu hacia los mizrajíes fue evidente para todos en el período previo a las elecciones de septiembre de 2019. Apenas unos días antes de que los israelíes se dirigieran a las urnas se filtró a los medios de comunicación una grabación del confidente del Primer Ministro, Natan Eshel, que hacía comentarios despectivos sobre los israelíes «no asquenazíes». En una conversación grabada Eshel insinuó que el mizrají «odia todo» y que el partido del Likud «había logrado desatar ese odio». El odio es lo que une a nuestro campo».

Lamentablemente, Eshel tiene razón en gran medida: años de etiquetar a los judíos mizrajíes de bárbaros y violentos por ambos lados del espectro político han desempeñado su papel. Netanyahu ahora está cosechando los frutos de esta deshumanización abrazando a los mizrajíes mientras enciende las llamas de incitación contra sus oponentes «ashkenazíes».

El miércoles pasado un grupo de derechistas atacó violentamente a los manifestantes tras una protesta frente a la casa del ministro de Seguridad Pública, Amir Ohana, en Tel Aviv. Los manifestantes que grabaron los ataques pudieron identificar a algunas de las personas involucradas, todas ellas tenían apellidos claramente mizrajíes.

Right-wing demonstrators from "La Familia" clash with police as they hold a counter protest against the anti-Netanyahu demonstrators, Jerusalem, July 30, 2020. (Olivier Fitoussi/Flash90)

Manifestantes de derecha de «La Familia» chocan con la policía mientras realizan una contra protesta contra los manifestantes anti-Netanyahu, Jerusalén, 30 de julio de 2020. (Olivier Fitoussi / Flash90)

Al día siguiente fui testigo de una reunión de miembros de La Familia, un grupo de seguidores de extrema derecha del club de fútbol Beitar Jerusalem con una historia de violencia y cuyos partidarios son abrumadoramente descendientes de mizrajíes. Después de que la policía les impidiera marchar a la manifestación contra Netanyahu en la calle Balfour, comenzaron a cantar canciones racistas contra los árabes. La mayoría de ellos eran mizrajíes.

La visión maquiavélica de Natan Eshel es notablemente precisa. En Israel del 2020 uno puede ser un líder ashkenazí y el Primer Ministro con más años de servicio, despreciar a los mizrajíes, continuar la política de descuidar las ciudades en desarrollo y aún presentarse como el salvador del público de esa comunidad. Todo lo que hay que hacer es adularlos con simbolismo y gestos vacíos, encender su ira contra la «izquierda» que fue responsable de su difícil situación en la década de 1950 (especialmente cuando grandes segmentos de la izquierda continúan actuando con arrogancia y racismo hacia ellos), avivar las llamas de su odio contra los palestinos y, finalmente, dirigir esa ira contra los opositores políticos de la derecha.

El odio asesino que vi en los ojos de los mizrajíes de La Familia muestra que esta estrategia está funcionando fenomenalmente.

Orly Noy es editora de Local Call, activista política y traductora de poesía y prosa farsi. Es miembro de la junta ejecutiva de B’Tselem y activista del partido político Balad. Su escritura trata sobre las líneas que se cruzan y definen su identidad  como mizrají, mujer, izquierdista, migrante temporal que vive dentro de una inmigrante perpetua y el diálogo constante entre ellas.

Fuente: https://www.972mag.com/likud-ashkenazi-elite-mizrahim-netanyahu/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.