Continúa el bloque imperialista, los cubanos discutimos sobre p Por decimoquinta ocasión, la Asamblea General de las Naciones Unidas condena abrumadoramente el bloqueo económico y comercial impuesto por Estados Unidos a Cuba, que nos ha costado más de 86 mil millones de dólares, mientras se informa que la economía cubana ha crecido 11.8 % en […]
Por decimoquinta ocasión, la Asamblea General de las Naciones Unidas condena abrumadoramente el bloqueo económico y comercial impuesto por Estados Unidos a Cuba, que nos ha costado más de 86 mil millones de dólares, mientras se informa que la economía cubana ha crecido 11.8 % en el 2005 y en nuestra sociedad avanza un debate crucial en torno a la propiedad en el Socialismo.
A pesar del recrudecimiento del bloqueo imperialista, la producción en Cuba ha aumentado en varios renglones, se ha incrementado el comercio exterior y hay mayores ingresos en divisa, aunque Estados Unidos tenga más funcionarios y aparatos especiales para espiar las operaciones comerciales en torno a Cuba, que para perseguir a los terroristas que cometieron los atentados del 11 de Septiembre.
Y es que para algunos incrédulos, no es muy fácil entender qué cosa es un pueblo en Revolución: a pesar de todas las trabas y bloqueos de todos tipos y por todas partes, la clase trabajadora se las arregla para sobrevivir, salir adelante e imponerse. Los obreros, campesinos, militares, profesionales cubanos, trabajadores todos, rompen el bloque cada día, cuando fabrican una pieza que hace funcionar un equipo viejo, «inventan su maquinaria», descubren una vacuna, salvan la vida de un paciente, gradúan nuevos técnicos, modifican un eje de locomotora, realizan una buena operación comercial beneficiosa para Cuba, perfeccionan un viejo cañón soviético, o reparan un radar, etc. Esos brazos, ese sudor, esas inteligencias sostienen todo el esfuerzo diplomático de nuestro Estado en su lucha internacional.
La batalla política y diplomática contra el bloqueo imperialista es muy importante. La derrota definitiva de ese grotesco engendro criminal, la forjan a diario nuestros trabajadores, campesinos y soldados y será aplastante, en la medida en que seamos capaces de consolidar las formas de propiedad y producción socialistas, bases de la nueva sociedad, que hagan irreversible nuestro proceso revolucionario.
Los trabajadores cubanos saben que el avance a la nueva sociedad socialista no es fácil. Pasa por romper anquilosados esquemas internos heredados del socialismo fracasado y por dejar atrás otras viejas reminiscencias, como seguir creyendo imprescindible el comercio con el imperio, creer que los imperialistas van a «perdonar» nuestra vocación socialista o, confiarnos al desarrollismo inversionista capitalista extranjero. Es así, como poco a poco, con el trabajo que sigue pasando la «era para parir un corazón» hace décadas, nos venimos acercando al meollo del problema: en control de la propiedad y el usufructo y por ende, del excedente.
Es preciso entender que la salida a nuestros problemas tiene una base fundamentalmente endógena aunque apoyada en el internacionalismo de nuestros amigos, que son cada vez más, fuera y dentro de los gobiernos de todo el mundo y también, en las diferencias intercapitalistas. Pero la creencia de que la solución de nuestros problemas depende básicamente de factores externos es justificativa, impide ver las verdaderas causas y sus soluciones, duda de las capacidades de nuestro pueblo y de nuestros trabajadores y confía ingenuamente el avance de nuestra sociedad socialista al capital internacional.
Quien sabe si pensando en situaciones como éstas, Carlos Marx esctribió: «Los obreros no tienen ninguna utopía lista para implantarla por decreto del pueblo. Saben que para conseguir su propia emancipación, y con ella esa forma superior de vida hacia la que tiende irresistiblemente la sociedad actual por su propio desarrollo económico, tendrán que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán completamente las circunstancias y los hombres.» (1)
En este lago camino, llegamos al pasado 22 de Octubre, cuando el periódico Juventud Rebelde, en el último de sus tres importantes artículos sobre la corrupción en Cuba, bajo el Titulo «La vieja gran estafa», informaba que «un equipo de investigadores del Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias acometería la tarea de estudiar el problema de la propiedad en el Socialismo». Tarde, pero todavía a tiempo.
El artículo de la prensa juvenil, siempre la juventud, señalaba que el debate no iba a ser solo económico. Los cubanos, tradicionalmente dados a las discusiones sin cortapisas sobre los problemas cotidianos que más nos afectan, estamos ávidos de participar de alguna manera en la anunciada investigación de la Academia de Ciencias. Y la verdad, no importa, como dijera el Generalísimo que los cubanos «no llegábamos o nos pasábamos», lo trascendente es que estamos ya en el centro del problema y lo que si está claro es que una vez presentado combate, para aquellos mambises, como para sus actuales herederos, solo había una opción: la victoria.
La CTC, que acaba de realizar su XIX Congreso abordó el tema de la corrupción y el desvío de recursos, haciendo un llamado a combatirla, pero que se conozca, no entró a considerar las relaciones entre la corrupción y los problemas de la propiedad y la participación democrática de los trabajadores en el control del excedente que se produce en las empresas. El Perfeccionamiento Empresarial no llega a tener en cuenta este problema en toda su dimensión.
Si realmente queremos salir adelante, poner la casa en orden y derrotar el bloqueo imperialista porque estamos convencidos de que la clase trabajadora toda no necesita de patrones ni de dádivas imperiales, para hacer que el nuevo régimen sea más eficiente y productivo que el capitalismo, y si en verdad deseamos forjar una mentalidad colectivista no consumista y verdaderamente socialista en nuestros trabajadores, tenemos que acabar de abordar el problema de la corrupción y el desvío de recursos en forma integral, partiendo de un análisis profundo de las relaciones de producción, propiedad, distribución y consumo en la sociedad actual.
Hay una estrecha relación entre el problema de la corrupción y el problema de la propiedad. Así lo entendieron también Juventud Rebelde y los que dispusieron la investigación de la Academia de Ciencias, cuando de los artículos sobre la corrupción y el desvío de recursos se derivó la creación de una comisión para estudiar el problema de la propiedad en el Socialismo.
Sin embargo, no siempre el discurso de algunos compañeros contempla esta indisoluble relación, pues a veces se habla de la corrupción, fenómeno de la conciencia social, como si fuera algo que pudiera simplemente adquirirse o rechazarse, por obra y gracia de buenas o malas intenciones.
Algunos compañeros, que quizás vivan en una realidad material distinta a la de la gran mayoría de nuestros trabajadores, parecen creer que el comportamiento de los seres humanos es un factor independiente del contexto objetivo en el que se desenvuelven y que solo con arengas y «educaciones económicas a los trabajadores» se podrá resolver el problema de la extendida corrupción. De los trabajadores, de sus acciones hay que aprender, más que pretender enseñarles.
La conciencia social es fruto de la realidad material, de la base sobre la que se levanta la superestructura de la sociedad. Ya lo explicó el fundador de la Ciencia Social que orienta la ideología de nuestro Partido, Carlos Marx: «No es la conciencia del hombre lo que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia» (2) No es posible tratar los problemas de la conducta humana separándolos de las condiciones materiales de su existencia, de la relación que existe entre el productor y los medios de producción, entre los productores y las formas en que se apropian y distribuyen la riqueza que producen todos.
Análisis de historiados, economistas, filósofos y académicos revolucionarios, comunistas, han demostrado que el socialismo «real» fracasó, entre otras razones, porque los medios de producción y la riqueza que producían aquellas sociedades no se socializaron, como corresponde a la nueva sociedad socialista, y única vía para superar la contradicción fundamental del capitalismo que se manifiesta entre la producción cada vez más social y la apropiación cada vez mas privada. Claro estuvo siempre que la solución de esa contradicción pasa por la socialización de la propiedad y la apropiación del excedente.
Medio heréticos que hemos sido los cubanos siempre, no vamos ahora a ser más papistas que el papa, y no darnos cuenta de que si seguimos con la propiedad estatal casi absoluta, la economía hiper-centralizada y el trabajo asalariado, heredados del sistema soviético fracasado, estamos condenados a trillar su mismo camino. Fidel nos pidió que pensáramos y nos dijo que debíamos encontrar soluciones a este problema. Se lo debemos.
La propiedad en el Socialismo, una sociedad en tránsito hacia el Comunismo, necesariamente deberá ser multiforme y tener componentes de la sociedad de donde proviene y hacia la cual se dirige, según explicó Marx en su Crítica al Programa de Gotha. Igual se ha comprobado que fue un error confundir el concepto de propiedad social, con el de propiedad estatal.
Las formas colectivas, formas superiores, cooperativas, autogestionadas y la cogestión obrero-estatal, tenderán a preponderar con el tiempo, de manera que sea precisamente el nivel alcanzado por el desarrollo de las fuerzas productivas -y no las ideas bienintencionadas de los hombres- lo que determine las formas en que deben manifestarse la propiedad y la organización de la producción.
Otro elemento a considerar será el carácter de la propiedad colectiva a los distintos niveles de la comunidad y el problema de la participación democrática en la discusión y aprobación de los presupuestos en las distintas instancias sociales.
La Revolución, que es un fenómeno en constate desarrollo, debe pasar a nuevas fases para no estancarse. La Revolución Cubana cumplió rápido su ciclo político y empezó su ciclo social con las nacionalizaciones, pero esa importante y determinante fase debe completar la socialización de la propiedad para garantizar la irreversibilidad del proceso y evitar la restauración capitalista. En consecuencia, el problema del análisis sobre las formas de propiedad en el socialismo que enfrenta la comisión de la Academia de Ciencia, es crucial.
Existen no pocos estudios al respecto ya facturados en todo el mundo y en el patio, por especialistas de todas las ramas de las ciencias sociales. Son conocidas las múltiples ponencias presentadas por científicos e investigadores cubanos en los tres encuentros: La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI. En la práctica el debate al que convoca Juventud Rebelde se ha venido celebrando hace tiempo en los medios académicos cubanos y en la prensa digital de izquierda, pero no es hasta ahora que empieza a ser conocido en el seno del pueblo. Su difusión es necesaria.
Para contribuir a la discusión que ha estimulado, Juventud Rebelde podría ir publicando parcial o totalmente tales ponencias y escritos más importantes, de acuerdo con sus posibilidades.
Pero eso no quiere decir que el pueblo no este debatiendo el tema. Los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, los soldados, las amas de casa y los jubilados, también discuten el problema de la propiedad en sus puestos de trabajo, en las colas de las bodegas, en las paradas de las guaguas que no llegan, en los comedores obreros, en las mesas de las casas, entre amigos, en una esquina cualquiera, con o sin «chispa de tren» por medio. Incluso con el uso indebido que hacen de medios y recursos del Estado, muchos trabajadores están mostrando su posición al respecto, que algunos equivocadamente llaman «robo».
La sustracción o uso indebido de medios y recursos por los trabajadores, para resolver sus necesidades inmediatas, que los salarios actuales no satisfacen ni medianamente, e incluso para resolver necesidades de la propia producción, no tiene nada que ver con el robo de grandes cantidades de medios y recursos que realizan algunos individuos desde dentro y fuera del Estado, amparados por el desorden burocrático, con fines de lucro y en preparación de un hipotético capitalismo que esperan llegar en algún momento.
Para enfrentar todo esto científica, democrática y sabiamente tenemos organizaciones nacionales estructuradas a todos los niveles, los propios sindicatos que acaban de celebrar su XIX Congreso , el Poder Popular con toda su estructura que realiza reuniones sistemáticas y llega a todos, los CDR, la FMC, la FEU y la FEEM y las más importantes: nuestro Partido y la UJC. Estas son vías adecuadas y revolucionarias para canalizar estas discusiones.
En estas organizaciones debiera estimularse este debate, de manera que podamos garantizar que no quede solamente en un ejercicio académico de un pequeño grupo de intelectuales, que por muy bien orientados, muy buenos académicos y buenos compañeros que sean y estén comprometidos con la Revolución y el Socialismo, nunca podrán aportar la diversidad de experiencias y sobre todo generar la toma de conciencia que significaría que el, tema en toda su profundidad, sea considerado y debatido por todos los ciudadanos de este país.
Para desarrollar exitosamente este combate son necesarias la ética y la disciplina, pero estos factores de la conciencia social son insuficientes como ha demostrado ya la práctica.
Si queremos frenar el mercantilismo y el consumismo que se han ido entronizando en las mentes de muchos cuadros, empresarios y trabajadores, por las desviaciones neocapitalistas que se incrementaron aún más en el Período Especial, debemos enfrentar el problema en la base de la sociedad: en las relaciones de propiedad y producción y como ha sido siempre, contando para el combate, en primer lugar, con nuestra clase trabajadora, conformada por nuestros obreros, campesinos, profesionales y soldados.
El bloqueo imperialistas y sus planes de destruir la Revolución, están condenados al fracaso, por la solidaridad internacional, pero sobre todo por la decisión de nuestro pueblo, de nuestros trabajadores, y de nuestro Partido de hacer avanzar el socialismo y hacerlo irreversible.
Citas:
1) C. Marx. La guerra civil en Francia. C.Marx y F.Engels. OE en tres tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú 1973.
2) C. Marx. Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política. C. Max y F. Engels OE. en tres tomos. T-I. Editorial Progreso. Moscú 1973.